Confesiones de un chico en extasis.
Relatos ficticios sobre un chico que pudo cumplir sus fantasías con la familia de su padrastro..
Confesiones de un chico en extasis: Horacio.
Mi vida era normal de algún modo, mis padres vivieron juntos después de cuatro años de matrimonio, pero la relación como cualquier otra se terminó desgastando y decidieron cortar por lo sano. Me fui a vivir con mi madre y poco tiempo después apareció este personaje.
Horacio, no era un hombre muy llamativo para el pequeño yo de cuatro años, un hombre de treinta años como cualquier otro, separado dos veces, con una hija y dos hijos, obrero en una construcción, conoció a mi madre mientras ella aún estaba con mi padre. La relación entre ellos era estable, me trataba bien, con el paso del tiempo conocí a sus hijos: Jorge y Maicol de los cuales hablaré después, sigamos centrados en Horacio. Comencé a sentir algo distinto cuando caminaba por los doce años, comencé a notarlo distinto, un cuerpo tonificado, abdomen marcado, pectorales qué desearía chupar, pies enormes si mal no recuerdo debía calzar 42. Amante de las artes marciales verlo extender sus piernas para dar patadas era una maravilla.
Era sin duda un hombre que me llamaba la atención, solo tenía un leve inconveniente. ¡Muy educado! Uno esperaría que un tipo criado en una finca fuera más partidario de las malas costumbres, por mucho que suene generalizado, pero Horacio era una excepción a la regla. Lo único desagradable que podía sacar de él eran sus gargajos, podía oírlo siempre desde el baño como tosía y carraspeaba o se sonaba la nariz fantaseando con ver esos mocos caer en chorro, las gaseosas era inmunes en él, podía verlo beber una botella sin emitir un solo eructo, a lo mucho que llegaba era un hipo a veces fuerte.
Para alguien como yo que pasaba por etapa de desarrollo, lo único que tenía era una mente ágil, en dónde imaginaba a Horacio en distintos escenarios, siendo un sinvergüenza absoluto, complaciendo mis fetiches y fantasías, sentir esos grandes dedos en mi boca, mientras me ahogo con su peste y quedo aturdido por los fuertes eructo que su boca emite. No podía ver seguido a Horacio trabajaba todo el día y llegaba por la noche, los fines de semana eran los pocos días que podía darme gusto admirando sus enormes pies, sacando fotos o videos mientras suponía no se daba cuenta, pero también era contadas las veces que podía verlos, su gusto por aveces andar en medias o con crocs daba la sensación de hacerlo a propósito para fastidiarme. Y se que muchos dirán, entonces, ¿qué tenía de bueno Horacio además de ser el que despertó en mi fantasías? Bueno, todo cambió cuando cumplí la mayoría de edad.
Recuerdo muy bien ese día, estábamos solo él y yo, mi cumpleaños había sido hace una semana a lo mucho, estaba sentado en la mesa del comedor cuando él entró, me dio un saludo rápido y fue a la cocina, abrió la nevera y tomó una botella de coca-cola, al verlo con la botella en la mano mi atención se dirigió de inmediato a él y acá hizo algo que jamás lo había visto hacer antes, comenzó a beber de la boquilla de la botella, lo miré incrédulo, ¿Horacio bebiendo directo de la botella? Eso era nuevo, seguramente no lo iba a escuchar eructar, pero al menos pude darme un ligero gusto viendo su manzana de adán subir y bajar en un movimiento hipnotico mientras tragaba todo ese líquido. Pero entonces algo que verdaderamente nunca jamás iba a oír pasó: ¡BBBWAAAAAARRRRGGGHH! Mis oídos y mis ojos se habían puesto de acuerdo para engañarme, vi cómo sus mejillas se inflaban por el gas y en lugar de el escuchar el mismo quejido/hipido de siempre escuché su rugido primal, un sonido dominante, un estruendo bucal qué salió disparado cómo un trueno, sentí un leve temblor en la mesa debido al sonido, sentí como mis piernas temblaban y la adrenalina se disparaba por todo mi cuerpo, mientras podía escuchar mi propia respiración y mi pene se levantaba, pero sentí que no podía dejar que lo descubriera, solté un «uff» en señal de desaprobación, Horacio dio un suspiro fuerte y comenzó a llenar un vaso hasta el tope, al llenarlo tomó lo restante de la botella y libero un segundo eructo más agudo y menos potente que él anterior, pero que igual me hizo estremecer.
¿Estaba soñando acaso? Mi cerebro se negaba a aceptar la realidad, mi padrastro un hombre pulcro, con modales, un caballero en toda norma, había sido el autor de semejante estruendo, alguien que detestaba ese comportamiento, lo había visto darle un jalón de orejas a sus hijos cuando habían liberado eructos muy, pero menores a ese y ahora lo cantaba a todo pulmón. Se sentó a mi lado mientras yo lo veía exceptico. Comenzó a beber con fuerza del vaso, “¿qué te pasa?» , alcance a preguntar antes de ser golpeado por el gas de un tercer eructo muy superior a los demás, tosí un poco mientras el reía, no finjas qué no te gusta, ¡se que morías por oírme en acción! Admitió, me sentí acorralado en ese momento lo único que pude hacer fue negar que quería oír eso, pero el siguió con la única verdad. «Sé que morías por eso, como también sé que me has morboseado por todos estos años, ¿crees qué soy imbecil? Nunca me engañaste, sé qué tomabas fotos de mis pies, que olías mis medias después del trabajo.» Decir que estaba intimidado era poco, todos estos años que sentía que había sido cauteloso y él siempre dejó que yo siguiera con todo, siguió relatando como se enteró de mis gustos, espiando, averiguando en mi historial de búsqueda, pero jamas movió un dedo para hacer verdad todo lo que sentía, ¿por qué? Por mi edad, aunque admitió que quería someterme desde hace años, se contuvo por que no quería ser descubierto o que yo lo delatara, pero ahora eso ya no sería un problema.
Terminó de golpe el vaso y dejo con fuerza sobre la mesa, me tomó por el cuello mientras se levantaba y a pesar de querer esto desde hace años, aún no podía asimilarlo, trate de negarme, pensar en mi madre y que pasaría si nos descubriera, con otro sonoro eructo en mi rostro mis dudas se apartaron de golpe, me llevo hasta la habitación y me tiro sobre la cama y con el salvajismo de un animal actuó, nos despojamos de las ropas, me puso boca abajo en la cama mientras alzaba mi trasero y entraba con la potencia de un toro en celo, hubiera deseado decir que esta fue mi primera vez, pero estaría mintiendo, una historia para otro día. Horacio entraba y salía con poder, su enorme verga parecía competir en tamaño de sus pies, sus suspiros entrecortados y gemidos aireados, eran acompañados de bocanadas de aire que terminaban en interminables eructos, mientras mi cabeza estaba enterrada en una almohada amordazado por sus medias usadas el sabor salado en mi boca y el olor a vinagre en mis fosas era acompañado por los atronadores eructos de este hombre-animal, podía sentirlo cada vez más adentro sentía que me iba a partir en dos, pero no me importaba, esto era lo que deseaba, al diablo todo solo quería más y más de este hombre. Después de estar lo que parecía ser una hora siento taladrado por mi padrastro pude sentir un gemido más fuerte que los anteriores, sus embestidas se volvieron errraticas, mientras sentía que me empujaba más hacia adelante, comenzó a pujar con fuerza y gimió em voz alta mientras sentía como un líquido muy caliente llenaba mi agujero y se salía de él, Horacio cayó sobre mí con una respiración entrecortada, pero totalmente satisfecho, «me toca». Dije después de tomar algo de aliento, mientras él estaba sentado en la cama, me puse el bóxer y me tire hacia sus enormes pies, tome una profunda inhalación antes de pasar mi lengua y sentir las chispas del sabor salado explotar en mi boca, pase mi lengua por su planta sintiendo sus callos, chupe sus talones y dedos, mientras el tomaba aire y seguía con su rafaga de eructos. No pude durar mucho el golpe de adrenalina por todo lo sucedido ya me tenía a mil y mientras chocaba mi pelvis contra el colchón mi pene liberó un inmensa carga de semen con potencia, humedeciendo mis calzoncillos.
Al final de todo estábamos ahí satisfechos por lo sucedido, ambos sabíamos que esto se iba a repetir y a pesar de la carga moral que esto me podía generar, quería seguir. Horacio solo fue la punta del iceberg, todavía hay más relatos sobre él y su familia, porque créanme qué esto corría en su sangre. Pero eso es otro relato, seguiremos hablando.
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