Criar un esclavo sexual
Desde que estaba en el cole me gustaba su cola.
Dany es el hijo menor de uno de mis trabajadores. Cuando lo conocí era delgadito, blanquito, de cabello lacio largo, con ojos café. Acompañaba a su padre a veces a las tareas del campo y me fije lo rico que movía el culito cuando caminaba. Tiene unas piernas musculosas y con poco vello, las facciones finas y labios gruesos.
A medida que crecía se le marcaban sus nalgas y paquete porque los pantalones le quedaban ajustados. Ya me le había acercado y tanto el como su familia me tenían mucha confianza, tanta que le permitían dormir fuera.
Esperé varios años antes de dar la movida definitiva. Una tarde que estábamos los dos solos viendo películas me le acerqué y comencé a rozarle las piernas. Se puso tieso pero entendió lo que iba a pasar, ya no era un niño y sabía que yo le tenía muchas ganas.
Comencé lamiéndole las tetillas, rosaditas y chiquititas, las chupé, las lamí y las mordisqueé. Ese día estaba sudado y yo le metí la cara completa en sus axilas, Un olor fuerte a sudor de chiquillo me puso la verga a mil, El solo se dejaba, sin moverse ni reaccionar. Estoy seguro que era su primera experiencia sexual.
lo fui desnudando poco a poco. Su verga era normalita, nada del otro mundo. Eso si, rellena de una pelera que me arrechaba mucho.
comenzamos a abrazarnos y ya fue cogiendo confianza. Le agarré las nalgas y las masajeé con ganas, con muchas ganas. era impresionante la carga sexual, los dos sudábamos y a medida que yo le pasaba la lengua por las orejas, el cuello, los sobacos y todo el cuerpo el se estremecía y gemía bajito.
Nos metimos a bañar y nos restregamos el cuerpo. Poco a poco y disimuladamente le restregué sus nalgotas y le metí un dedo enjabonado en el culito, apenitas, y enseguida saltó. Era apenas un puntito, una rajita minima. Dejé el dedo en la entrada y comencé a moverlo en círculos. Estaba tan apretado que parecía que lo tenía bloqueado. Para no estresarlo comencé a mamarle la pinga y pasarle el dedo por el culo a la vez. Se fue abriendo y relajando.
Salimos del baño y lo puse bocarriba, comencé de nuevo a mamarle la pinga, me la tragaba toda hasta el fondo y el chiquillo suspiraba y se relajaba. Bajé hasta sus huevo y los chupé uno por uno, asegurándome que quedaran babeados y resbalosos, la misma baja se fue corriendo hacia su culo. Sin dejarlo reaccionar me pegue a ese huequito rosado, lamiendo y mamándolo. Eso fue todo para el campeón, se relajó del todo y dejo que mi lengua jugase en la entrada de ese huequito mínimo. Hasta que torcía los ojos cada vez que yo le metia la lengua ayudada con un dedito.
le dije, relájate, relájate y me puse a un lado, masajeándole el hueco mientras le ponía mi verga en la cara. La miró con asco y quitó la cara. Entonces le agarré el pelo fuerte y le dije, me vas a chupar la pinga cuando yo te diga. abrió su bocota y se puso a chuparme la verga lentamente, hasta que agarró confianza y se la tragaba hasta la mitad. Mi pinga no es una vaina monstruosas pero es gruesa y me tenía demasiado caliente ver ese chico que tantas ganas le tenía desde hace rato, años esperando ese momento.
La verdad es que me dejé llevar por la emoción y la leche se me salió casi sola en la cara de Dani. Me fui a buscar una toalla y lo limpié. Puso una cara de asco que a mi me dio igual.
Regresé a lamerle el pico, que ni siquiera se le bajó. A esa edad la verga se les para con nada. Le meti el dedo meñique en el culito y comencé a pajearlo y a lamerlo hasta que se vino en mi boca. La leche era espesa, casi como una avena. Me la tragué hasta la última gota, lamiendo, chupando y succionando para dejarle ese huevo totalmente limpio.
Esa fue la primera vez y ya tenia mi plan para seguir comiendome ese cuerpecito.
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