Cuidando a una bebita por obligación
Daniel tenía planes. Pero se vieron frustrados cuando sus padres le piden cuidar a su pequeña hermana. Al principio no está convencido pero pronto descubrirá que ser niñero tiene placeres ocultos. .
Nota: El comienzo tal ves sea lento, pero es porque quiero establecer a varios personajes para futuras situaciones en los próximos capítulos.
Daniel había esperado con ansias todo el viernes en la escuela, emocionado por el fin de semana. Finalmente, iba a tener tiempo para jugar videojuegos en línea con sus amigos sin preocupaciones. Sin embargo, sus planes se desmoronaron en el momento en que sus padres anunciaron que tendrían una cita especial y querían que cuidara a su hermana pequeña, Bárbara.
—Daniel, ¿puedes cuidar a Bárbara hasta la noche? Solo vamos a salir a comer y a dar una vuelta por ahí —dijo su madre con una sonrisa.
El corazón de Daniel se hundió en su pecho. Bárbara, su pequeña hermana de apenas 11 meses, era adorable pero también completamente dependiente. Nunca antes había cuidado a un bebé, y la idea de ser responsable de ella durante toda la noche le parecía abrumadora.
—¿Qué? Pero mamá, hoy voy a estar muy ocupado —protestó Daniel, intentando encontrar una salida.
—No te preocupes, cariño. Será una buena oportunidad para que te hagas más cercano a tu hermana —le dijo su mamá con tono tranquilizador.
Daniel miró hacia la pequeña Bárbara, que estaba en su cuna. No podía creer que su esperado fin de semana se viera frustrado de esta manera. Cuidar a un bebé no estaba en sus planes, ni tampoco estaba seguro de cómo hacerlo. Luego volteó a ver a sus padres, ambos estaban muy bien arreglados y emocionados, en especial su madre. Ella vestía un hermoso vestido negro que se pegaba a su figura, que aunque hacía resaltar un poco su pancita también lo hacía con su culo y sus tetas bien formados.
—Claro, mamá— respondió Daniel a regañadientes— No hay problema.
—Maravilloso —su mamá le dio un gran beso en la mejilla, dejando la marca de su lápiz labial— Cuidala bien. Nos vemos.
Sus padres se fueron rápidamente, dejándolo solo con Bárbara y su incertidumbre. Daniel se acercó a la cuna con cautela, observando a su hermana mientras ella lo miraba con ojos grandes y curiosos.
—Bueno, Barbie. ¿Qué quieres hacer? —comenzó Daniel, recibiendo una risita de la bebé al ver la marca del labial en la mejilla de su hermano— Tal vez pueda cansarte un poco antes de conectarme.
Bárbara solo lo miró sin decir una palabra, pero Daniel interpretó su expresión como un «sí». Con manos temblorosa la sacó de su cuna, la puso en el suelo y sacó todos los juguetes que tenían. Primero tomó unos bloques blandos y ambos jugaron a aplilarlos, aunque de vez en cuando Barbara se los metía a la boca. Después Daniel caminó por toda la casa con la bebé gateando detrás de él intentando alcanzarlo, le leyó cuentos y finalmente el clásico «¿dónde está el bebé?».
Todo estaba saliendo bien, hasta que Bárbara le impuso un nuevo desafío a su hermano.
—Por favor, Bárbara. No me hagas eso.
Daniel sabía que si no hacía algo rápido su hermanita empezaría a llorar, así que tratando de recordar todo lo que había visto hacer a sus padres se acercó a la mesa donde su madre solía cambiarla y buscó los pañales y las toallitas. Después de algunos intentos torpes logró quitar el pañal sucio, ahora sólo estaba pasando una toallita para terminar de limpiar y ponerle uno nuevo.
—Que esto quede sólo entre nosotros. ¿Está bien, Barbie?
Decía mirando a su hermanita fijamente, haciendo caras graciosas para hacerla reír. Además de no querer hacerla sentir incómoda, tampoco quería pensar demasiado en él viendo y tocando las partes íntimas de su hermana menor, aun sí es con una toalla húmeda.
—Listo, eso no fue tan difícil —se dijo a sí mismo, tratando de convencerse— Ahora sólo falta esto.
Daniel tomó el pañal limpio y preparó a su hermana para ponérselo. Primero la tomó delicadamente para elevar sus pequeñas caderas un poco y así colocar el pañal debajo de ella. Daniel actuaba con sumo cuidado porque no quería asustar a Bárbara al ser sujetada, pero contrariamente a lo que pensó ella estaba tan acostumbrada que no le afectó ser agarrada de esa forma. En cambio siguió mirándolo con una sonrisa.
Eso le dio más confianza para separar un poco sus piernas y así subir la parte faltante del pañal. Fue entonces que por primera vez puso atención a la entrepierna de su hermana. Como es normal en los bebés, Bárbara era gordita, en especial sus muslos y pequeña vulva.
Obviamente él conocía la apariencia de una vagina adulta, esto debido a la pornografía que ocasionalmente mira en Internet, pero nunca en la vida se había puesto a pensar que cada mujer en algún momento fue así de pequeña.
Daniel miró la entrepierna de Bárbara fijamente mientras inconscientemente la acariciaba con los pulgares. Era como dos pequeños bollos esponjosos, los cuales escondían la pequeña y rosadita entrada a su vagina. Se imaginó como sería su hermana en unos años en el futuro, hoy era pura e inocente pero era inevitable que algún día crezca, tenga novio y este vea su desnudez tal como él lo está haciendo… Pero con otras intenciones. No fue hasta que escuchó a Bárbara reír por las caricias que, sin saber le estaba dando qué regresó a la realidad.
—¡Perdoname, Barbie! —Daniel se apresuró a ponerle el pañal y sentarla sobre la mesa— No quize pensar todo eso. No me odies, ¿si?
Daniel miró a su hermana, buscando una clase de perdón como si ella supiera perfectamente lo que pasó por su mente. Pero en cambio, Bárbara le agarró el rostro con sus manitas mientras reía.
Luego de otro buen rato de juegos, Daniel la cargó en brazos para arrullarla hasta quedar totalmente dormida.
—Creí que nunca te dormirías.
Miró el reloj y afortunadamente estaba a tiempo para conectarse con sus amigos, se dirigió a su habitación y dejó a Bárbara en su cama para así tenerla a la vista. Encendió la pc y entró a la modalidad online del juego junto al chat privado que tenía con sus amigos. Ahí ya estaban esperando Max y Michelle en videollamada. Charlaron un rato hasta que se unieron Matthew y Laura.
—Hola, chicos —saludó Matthew— Perdón por es retraso.
—¿Qué tanto hacían? —preguntó Max.
—Yo acabo de salir de la regadera —respondió Laura.
—Ah, entonces estás en toalla —dijo Michelle con picardía.
—¿Qué? Obvio no.
Laura fue la última en unirse al grupo, y en el poco tiempo que llevaba le quedó claro el sentido del humor y bromas (casi siempre de índole sexual) que se hacían entre ellos. Aún le costaba acostumbrarse pero todos se encontraban en la edad donde las hormonas están como locas, así que dentro de lo que cabe no le molestaba, incluso se ha llegado a reír una que otra ocasión.
—Vamos, no tienes porque avergonzarte —le dijo Max— De hecho yo ni siquiera tengo camisa ni pantalones puestos.
—No estoy desnuda, ya se los dije.
Ninguno tenía la cámara activada, así que sólo les quedaba ese morbo de saber sí decían la verdad o no.
Una vez terminadas las bromas, este particular grupo de amigos dieron rienda suelta a su diversión. El juego consistía en formar un equipo y pelear contra otros jugadores o contra la ia del juego. Rieron, gritaron, celebraron e incluso insultaron un poco, pero sin duda la pasaron bien.
Antes de seguir jugando decidieron despejar su mente un poco y hablar un rato.
—Nada mal, equipo —felicitó Matthew.
—Laura ha mejorado su habilidad con los dedos desde la última vez —dijo Max, felicitando y haciéndole un chiste a su amiga a la vez.
—Gracias. He estado practicando todas las noches.
Respondió Laura con otro chiste, ganándose las risas de sus amigos.
—Oigan, como que Daniel ha estado muy callado, ¿no? —resaltó Michelle.
—Oh, sobre eso. No puedo hacer mucho ruido porque…
Daniel se vio interrumpido por el repentino llanto de Bárbara. Y dado que no tenía conectado los audífonos todos sus amigos también lo escucharon.
—¿Daniel, qué está pasando? —preguntó Matthew.
—¡Ay, no! ¡Denme un segundo! —Daniel cargó a Bárbara y trató de calmarla pero no paraba de llorar— ¿Qué pasa, Barbie? Deja de llorar —no sabía que hacer, hasta que se ocurrió una idea— ¿Tienes hambre, verdad?
Daniel dejó a su hermana nuevamente en la cama y bajó a la cocina. Luego de un rato regresó con papilla, frutilla picada y un poco de yogurt. El próximo desafío fue hacer a Bárbara comer, la pequeña se resistía pero cuando sintió el sabor de la papilla en su boquita finalmente se calmó.
—¿Daniel, sigues ahí? —preguntó Michelle?
—Sí. Perdón por el escándalo.
—¿Acaso estás en la casa de alguien más? —dijo Max.
—No. Lo que pasa es que mis padres me dejaron cuidando a mi hermana.
—¡¿Qué?! —dijeron todos al mismo tiempo.
—¿Tienes una hermana? —Exclamó Matthew con incredulidad.
—Sí, lo acabo de decir.
—¿Y por qué no nos lo dijiste? —señaló Michelle.
—Yo digo que Dan encienda la cámara y nos presente a su hermanita.
Todos estuvieron de acuerdo con Max. Daniel se apresuró a encenderla para seguir alimentando a Bárbara, notando que sus amigos hacían lo mismo.
—Saluda, Barbie.
La bebé volteó al monitor y miró curiosa los cuatro nuevos rostros que ahora estaban ante ella.
—¡Ooww! Que linda —exclamó Laura— ¿Qué edad tiene?
—Apenas once meses.
—Viéndola bien, se parece un poco a ti —comentó Matthew con ternura.
—Oye —interrumpió Michelle— No insultes a la bebé —todos se rieron fuertemente, acción que fue imitada por la pequeña, haciéndola escupir un poco su papilla— ¿Cómo dices que se llama?
—Bárbara, pero de cariño le digo Barbie.
—¿Y por qué la estás cuidando tú? —preguntó Max.
—Pues. Mis padres hace mucho que no salen, y justo hoy decidieron hacerlo. Así que me volví niñero en contra de mi voluntad.
—¿Y cuándo van a regresar?
—Hasta la noche, supongo. Dijeron que iban a comer y a dar una vuelta por ahí.
—Y a coger, seguramente —sugirió Michelle con tono sugerente.
—¡Oye! —reclamó Daniel.
—Oh, no me vengas con eso. Nuestros padres no son de piedra, tener hijos no les quita las ganas. Bárbara es prueba de eso.
—Sí, pero…
—Por favor, Dani. El sexo es algo muy natural, y no tiene nada de malo que tus padres follen de vez en cuando.
Daniel no dijo nada y siguió alimentando a su hermana. Ella ya no quería papilla así que le dio la frutilla picada.
—Pues que afortunado tu padre, Dan —dijo Max continuando con el tono sugerente de Michelle— Ojalá haga sentir muy bien a tu mamá.
—Tienen dos hijos, yo creo que a su mamá le gusta como se la coge —continuó la chica— Ya quisieran muchos estar con una madurita como ella. Y eso los incluye, pervertidos.
—Oigan, eso ya es pasarse.
—No te enojes, Daniel —dijo Matthew— Pero debes admitir que tu mamá es muy bonita.
—Por no decir que está buena.
—Oigan —interrumpió Laura con un evidente sonrojo— ¿Por qué de repente estamos hablando de su mamá?
—Lo mismo digo —reclamó Daniel— Yo no digo nada de sus madres.
—Porque no quieres —respondió Max— Muy bien, ahora todos debemos decir algo de la mamá de cada uno. ¿Qué les parece? Para estar parejos.
—Mejor sumerge tus testículos en hielo para que te calmes.
Le dijo Daniel mientras trataba de abrir el yogurt para Bárbara, pero ella se le adelantó y dio un manotazo que dejó a ambos totalmente manchados. Lo que provocó las risas de todos.
—No me haces las cosas fáciles, Barbie.
Con su dedo recogió un poco del yogurt con su dedo y se lo acercó a su boquita. Ella rápidamente se aferró a su dedo comenzando a chuparlo.
—Mira nada más —dijo Max atento a lo que la bebé hacía— No suelta tu dedo.
—Sí… Ya lo noté —Daniel sentía a su hermana succionar su dedo y como su pequeña lengua recorría todo en busca de más yogurt. Se estremeció por un momento —Disculpen, pero creo que tengo que limpiar. Gracias por hacerme pensar en mis padres haciéndolo, pero ya me voy.
—Adiós, Dani —se despidió Laura— Cuida mucho a Bárbara.
—Adiós —Daniel se desconectó de la videollamada y miró a Bárbara— Lamento que hayas escuchado todo eso.
Bárbara sólo se rió mientras embarraba el yogurt con sus manitas. Daniel entonces fue por servilletas.
—Quedaste muy sucia, jovencita.
Empezó a limpiar lo mejor que pudo, cuando de repente el teléfono de la casa sonó.
—¿Y ahora qué?
Daniel contestó la llamada. Su madre contestó.
—Hola, hijo. ¿Cómo va todo?
—De maravilla, mamá —respondió sarcásticamente— Bárbara se manchó cuando le daba de comer y la estaba limpiando con servilletas.
—Ow, mi niña traviesa. Pero no uses servilletas, mejor bañala.
—¿Qué? ¿Hablas en serio?
—Claro. No es tan difícil.
—Pero… ¿Es correcto que yo lo haga?
—Pero por supuesto… —la respiración de su madre se volvía agitada— Eres su hermano, no tiene nada de malo… Ooohh… —a Daniel casi se le para el corazón. Había jurado qué su madre acaba de gemir— No lo hagas todavía —susurró— Como te decía, dale un baño y ponla a dormir. Nosotros todavía vamos a tardar.
Daniel no pudo responder cuando la llamada se terminó de golpe.
—Ahora no lo puedo sacar de mi mente.
Dejando sus sentimientos encontrados de lado, Daniel tomó una pequeña tina, juguetes, las toallas y jabón, todo lo necesario para bañar a su hermana. Quien se veía emocionada porque sabía que podría mojarse y jugar en el agua al menos por un rato. Llevó todo a la regadera en el baño y se puso un banquito para sentarse frente a la tina. Una vez listo todo, sólo quedaba una cosa… Desnudarla.
En parte la tarea ya era fácil, pero Daniel se sentía muy tenso al poco a poco ver la desnudez de su hermanita por completo. Por un momento creyó que ella se sentiría incómoda al ser vista por alguien que no sea su mamá, pero al verla tan feliz «chapoteando» en el agua se sintió más seguro para proceder.
Sin embargo, al estar tan inquieta Bárbara salpicó tagua y espuma por todos lados, su hermano incluido.
—Ojalá me hubiera cambiado de ropa antes de bañarte.
La camisa de Daniel estaba empapada y eso le molestaba un poco, así sin ponerse de pie se la quitó por un momento para exprimirla. Pero al momento de quitársela, Bárbara se le quedó viendo fijamente con los ojos bien abiertos mientras se ponía de pie apoyándose en el borde de la tina.
—¿Qué? ¿Tengo algo o..? —se vio interrumpido cuando ella puso sus manitas en su pecho y comenzó a… Manosearlo— O-Oye. ¿Qué haces?
Su momento de incertidumbre fue breve cuando recordó las veces en que su madre y ella salían en toalla del baño, lo que significa que ambas suelen bañarse juntas, lo que a su vez significa que su madre es la única persona a la que Bárbara ha visto desnuda, por lo que era seguro pensar que ella cree que por debajo de la ropa todos son iguales.
—Tranquila, no soy mamá, por eso soy diferente —le dijo a la vez que la sostenía para que no se cayera. Mientras tanto ella seguía tocándole— Perdóname sí yo no tengo un par de tetas grandes —inmediatamente se arrepintió de decir eso.
Para no seguir pensando en su madre de forma… ¿Morbosa? Decidió continuar con el baño, pero tener el pantalón mojado le seguía incomodando y estorbando. No lo quería aceptar, pero sabía la opción que tenía.
—Okay, que todo quede sólo entre nosotros. ¿Está bien, Barbie?
Se puso de pie y dejó caer su pantalón al suelo, lo que le pareció a Bárbara algo chistoso pues se empezó a reír. Daniel había decidido quedar únicamente con sus bóxers, pues no quería exhibirse (sólo por ese momento) ante su hermana.
—Oye, no te rías de mi —dijo ante la sonrisa inocente de su hermana— No estoy tan mal.
Daniel «posó» ante su hermana para completar su chiste, ganándose más risas de su hermanita. Sin embargo, no había tiempo que perder, primero lavó su cabello, luego sus bracitos y finalmente su torso, cuidando de no tocar sus diminutos pezones.
—Creo que ya fue suficiente —auello último lo decía más por él que por ella. Realmente no quería acercarse su entrepierna de nuevo y volver a tener pensamientos y sentimientos raros— Mientras estoy aquí lidiando con esto mis padres están…
Se detuvo antes de inundar su mente con ideas fuera de lugar otra vez… Pero ya era tarde. La respiración de su madre era una señal muy clara de que ambos estaban por tener sexo, pero su gemido… Lo había escuchado tan cerca que aún resonaba en su oído. Inevitablemente pensó en algunos vídeos porno que ha visto, donde la mujer tiene una llamada telefónica mientras se la follan sin que el hombre del otro lado tenga la más mínima idea… Pero él si que tenía una idea. Justo ahora a su madre le están metiendo la verga hasta el fondo.
—¿Pero en qué estoy pensando? —quiso deshacerse de la idea mojando un poco su cara… Pero entonces…
De repente sintió un golpecito en la entrepierna, o mejor dicho en su pene. Todos esos pensamientos le habían provocado una erección y Bárbara la había visto… La había tocado. Tenía una gran carpa entre las piernas y la bebé la movió hacia abajo pero debido a la misma erección volvió a su posición como un resorte, lo que pareció divertir mucho a Bárbara.
—¿Barbie, qué haces?
Daniel trató de alejarla de su pene pero ella lo sujetó con fuerza para su hermano no le quite aquello que acababa de descubrir. Sacándole un sonoro gemido que la hizo reír aún más.
—Esto no es gracioso —a pesar de ser tocado por encima de la tela, la sensación que estaba experimentando le hacían perder el raciocinio— Barbie… Esto está mal —pero obviamente ella no lo entendía y el se estaba perdiendo en la sensación, puesto que era la primera vez que alguien lo está tocando— ¿Entonces te gusta?
Con cuidado de no asustarla, se fue quitando el bóxer revelando su gran erección ante los ojos inocentes de su hermanita. Quien no le quitaba la vista de encima.
—Vamos. No tengas miedo… Tocalo… Tocame.
Daniel guió las inexpertas manos de la bebé hasta su pene, y las movió para simular una paja… Una paja hecha por su hermana menor… Una bebé. La pequeña siguió mirando y tocando el pene de su hermano con curiosidad, hasta que notó como la punta empezaba a mojarse.
Era el preseminal de su querido hermano mayor, pero ella no lo sabía así que lo embarró por toda su manita, dejándola pegajosa y con hilos de ese líquido entre sus deditos.
Daniel no podía creerlo. La primera mujer que lo veía totalmente desnudo (después de su madre) era su hermana menor de 11 meses… Y a su vez, él era el primer hombre que la veía a ella totalmente desnuda… Era como poesía.
Para él las sensaciones eran totalmente nuevas, así que no tardó en sentir su próximo orgasmo.
—E-Espera, Barbie. Voy a…
Intentó apartarla pero ella era terca y no se movió sólo hasta que vio como algo salía de aquello que estaba tocando, manchando su pechito y parte de su rostro, aunque le llamó más la atención ver como eso provocaba espasmos y ruidos graciosos en su hermano.
Después de tan inmensa ola de placer, la más grande que haya sentido, Daniel volvía a la realidad.
—Pero… ¿Qué fue lo que hice? —cuando volteó a ver a su hermana vio como ella ahora jugaba con el semen que había caído en su cuerpo. Y más allá de sentirse asqueado por lo que había hecho, sintió algo diferente. Se acercó un con su dedo tomó su propio esperma y lo llevó a la boca de la bebita— Vamos… Tu hermano lo hizo especialmente para ti.
Y por más increíble que parezca Bárbara se comió el semen tal como lo hacía con su papilla.
—Qué esto quede sólo entre nosotros. ¿Están bien Barbie?
Rápidamente terminó el baño y la llevó a su cuarto para cambiarla… Pero no lo hizo. La bebé estaba acostada en la cama totalmente desnuda y expuesta ante su hermano, quien nuevamente tenía la verga dura. Daniel no estaba seguro si continuar, tenía la punta de su glande apuntando a la vagina de la bebita mientras se masturbaba.
—Esto… Esto está mal… Lo sé, Barbie. Pero me has hecho sentir algo increíble… Prometo hacerte sentir bien a ti también…
El momento tan íntimo entre los dos estaba escalando a un nivel que el propio Daniel desconocía. Hasta que…
Una notificación de su teléfono lo interrumpió, lo que lo trajo a la realidad nuevamente. Al revisarlo se dio cuenta que era un mensaje privado de Max.
Hola, bro. Ya limpiaste tu desastre??
Hola. Ya. De hecho la acabo de bañar.
Uy… A ver.
Hola a todos. Espero que les haya gustado, sí tienen ideas para seguir la historia, próximos relatos o solamente platicar pueden mandar mensaje a mi Telegram
@Noir_Mann
Felices pajas.
No puedo esperar para leer la continuación
Ufff rico relato que buena manera de conpenetrarte con tu hermanita bebé ya imagino a tus amigos envidiándote con tu hermana espero más sorpresas y más relatos felicitaciones