de colegiala
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ALilith.
Lo espere sentada al filo de la cama. Me hice un peinado sencillo, pelo suelto y una diadema roja. Me deje puestos los lentes. Use una blusa blanca, una faldita de cuadros roja y medias blancas arriba de la rodilla. Como último detalle se me ocurrió comer una paleta. Lo escuche llegar y un golpe de excitación recorrió mi espalda y me hizo arquearme con una enorme sonrisa. Abrió la puerta y me miró. La expresión en su cara me hizo sentir de inmediato como una niña, me sonrojé y aparte la mirada de él, pues me llene de pena. No me podía quitar la sonrisa de la cara. Me tomó una foto para recordar cómo me veía en ese momento.
Me sentí un poco ridícula, a mis 27 vestida como niña. La sonrisa se fue cuando se acercó muy lentamente a mí. Me acaricio la cara. Acerco su boca a la mía como para besarme pero no lo hizo, se quedó un segundo dándome su aliento, en ese momento algo en mí se prendió. No pude más que cerrar los ojos cuando sus manos me acariciaron muy lento, su toque era muy ligero, me pasó la mano por los hombros. Su respiración se comenzó a agitar mientras recorría mi cuello con su aliento y ligeros besos. Con una mano retiraba mi cabello de mi hombro, mientras se movía para quedar de tras de mí. Con mis ojos entre abiertos, vi mis rodillas con las medias blancas, y su mano en mi muslo, su lengua en mi cuello. Comencé a humedecer la tanga de algodón que use para la ocasión. Se hincó frente a mí, pasó su brazo por mi cintura, me vio a los ojos y me dijo lo bella que estaba, con su voz grave y serena. Se acercó para besarme pero se quedó con su aliento tibio a milímetros de mi boca, yo quise besarlo y me dijo que no, que él tenía el control. Con cuidado me recostó en la cama y abrió mis piernas. Con una mano acarició mi tobillo izquierdo y con la otra recorrió mi pecho sobre la ropa.
Con un fuerte impulso me levanto y quede sentada de nuevo en la orilla de la cama. Con delicados besos en la boca me quitó la blusa. Me beso los senos lenta y suavemente por encima, hasta que me quito el brasier blanco. Sentí una gran excitación al ver mis senos al aire y el relieve de mis pezones duros deseosos de su lengua. Mi respiración estaba más que agitada. Pensé, el encuentro va empezando y yo ya estoy más que mojada. Con una mano en mi espalda por la cintura y la otra en mis senos, me toco y me acerco fuertemente a su cuerpo, bajo su boca lentamente y con su aliento cálido y su suave saliva lamio mis pezones. Yo solo gemí. Me había convertido en una niña inexperta, sin control sobre las sensaciones de mi cuerpo. Se convirtió en un seductor, maestro de dar placer. Yo arqueaba involuntariamente la espalda, separaba las piernas, y jadeaba, movía mi cadera ansiosa. Recordé que tenía la paleta en una mano y la pase por mis pezones lentamente, el no dudo en comer la azúcar diluida en saliva.
Continuo sereno, me empujo ligeramente de los hombros a la cama. Con sus dos manos levantó mi cadera y me quito la tanga, la aventó lejos. Me miro a los ojos, bajó a mi entrepierna. Lamio mi vagina aun cerrada. La abrió lentamente y recorrió todo el interior con su lengua. Sus movimientos me llenaron de deseo. Me había tomado completita. Acerque a su boca la paleta. La tomo con su mano y lentamente la frotó, me acaricio con el dulce, me hizo llegar a un punto altísimo de excitación, y metió la paleta en mí, lentamente y después más rápido. Sentí correrme, pero sin llegar al clímax, sacó la paleta y me acaricio la vagina con ella, me dio la paleta y lamio todo lo dulce. Me devolvió la paleta y saboreé mi flujo en ella. Se levantó y se puso de pie, me dijo mámamela. Se sacó la ropa y quedo de pie ante mí, yo hincada tome su pene, grande, hinchado y casi palpitante con mi mano y comencé a besarlo lentamente, lo recorrí con mi lengua, intente meterlo en mi boca, pero solo podía hacerlo por poco tiempo, es muy grande y me cansa muy rápido, por lo que con la mano intente abarcar espacio del tronco y tratar de estimularlo así. Guie lentamente su mano a mi nuca para que él siguiera con el control. Movió su cadera a su antojo y sostuvo mi cabeza. Levanto su pene con una mano y me dio los testículos para que los disfrutara, los lamí lentamente, los chupé, pasó su glande por mi pecho y mis pezones, me levanto la cara y me golpeo ligeramente el pene en la boca y en la cara. Su mirada de deseo, su expresión de rudeza, su ceño fruncido y su respiración agitada me excitaban cada vez más. Me levante y con rapidez me puso en 4 sobre la cama, se quedó de pie tras de mí. Me penetro lentamente, sentí entrar toda la anatomía de su pene, sentí muy clara la forma de su glande y el ensanchamiento de la parte alta del tronco, cerré los ojos y vinieron a mí las imágenes de las venas que le resaltan por todo lo ancho.
Comenzó a darme con fuerza, y el dolor se convirtió en placer, me hacía jadear y gritar, cerré los ojos y le pedí más. Me iba a partir en dos con el impulso de su cadera. Su pene topaba dentro de mí, golpeaba hasta el fondo. Era tal mi excitación que levante las nalgas, quede expuesta para que me siguiera cogiendo de esa manera animal que tiene. Levante la cara y vi la imagen en el reflejo del espejo de la cabecera de la cama. Era hermoso y pervertido, su cara de placer y coraje, sus gestos de fuerza y gemidos graves y sordos. Sos hombros se movían al compás de su cadera, los tatuajes en su cuerpo se movían, parecían tener vida y su sudor hacia brillar el delicioso color acanelado de su piel. Aventaba su espalda para atrás mientras la tensión en sus brazos hacia que se marcaran todos los músculos, sus grandes manos detenidas en mis nalgas paradas y abiertas para él. Y sus dedos flexionados encajándose en mi carne. Yo apretaba las sabanas, estaba inundada en placer. Él, con una mano bajaba la falda, pues se había recorrido por la cintura, él estaba disfrutando de la fantasía tanto como yo. Cada que acomodaba la faldita me recorría una ola de excitación más fuerte.
Tuve dos orgasmos en esta posición. Las piernas me temblaban, ya no podía más. Su sonrisa me decía que estaba orgulloso de sí y muy seguro de sí mismo me acostó en la cama y se recostó a mi lado, paso uno de sus brazos por mi espalda y me tomo con fuerza, con la otra mano abrió mis piernas y comenzó a masturbarme, con su boca chupaba y lamia mis pezones. Me hizo sentir pequeña, estaba a su disposición, me hizo completamente suya y le dije, hazme lo que quieras, se rio de ladito, y me miró a los ojos. Me beso tierno pero con fuerza, y me masturbo con la palma de su mano, estimulo mi vulva, con uno de sus dedos me penetro, se movió hasta que me entregue al deseo de más y más y más, y eyacule chorros, con contracciones que me llevaron al cielo.
Me tenía en una montaña rusa de placer, me hizo correrme dos veces más. Puso un dedo en mi ano y comenzó a penetrarme, yo tenía uno de sus dedos en la vagina también, ambos dedos, al mismo tiempo, su lengua en mis pezones y sus movimientos me llevaron a terminar en un orgasmo maravilloso, eyaculé en su mano. Se rio un poco y me miro a los ojos, esta vez con mucha ternura, me beso la frente y los labios despacito y me dijo te amo. Yo, temblando suspire, y le dije, ahora quiero que termines tú.
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