De vuelta mi fetiche
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Manuelillo.
Pasaron años hasta que retomará mi curiosidad por la ropa íntima de mujer; sucedió un día que visitaba a una de mis mejores amigas, la fui a visitar y se nos fue rápido la tarde, ya no había transporte a mi casa y ella amablemente de dio alojamiento; como en ese entonces el cuarto de huéspedes estaba ocupado, me dejo su habitación para dormir, ella se fue al cuarto de su abuela esa noche; por la madrugada desperté, tenía mucho calor con tantas cobijas, al quitarme algunas de encima encontré un calcetín de ella entre las sabanas, ahí despertó mi curiosidad-morbosa aletargada, me pregunté ¿Qué clase de ropa interior utilizará “Alicia”?
Camine sigilosamente hacia su clóset (uno grandísimo que ocupaba toda una pared), con la luz apagada pues temía que alguien pudiera escuchar el sonido o ver alguna luz en el pasillo, sólo había una rendija que estaba abierta, metí mi mano temblorosa, pues la adrenalina ya estaba corriendo en mi cuerpo, tanteaba entre texturas que mi imaginación procuraba descifrar; un suéter, una playera, bufanda, los cajones inferiores no eran de mi interés; mi suerte me esperaba en la parte superior, un cajón ligeramente abierto donde al primer contacto me tope unos tirantes, sabía que eran de brassier y que mi búsqueda había terminado.
Mi primer “ultraje” de ropa íntima fueron una bragas muy desgastadas, de esas que seguramente mi amiga “Alicia” utilizaba para días comunes y corrientes, sin embargo su aroma a limpio al acercarlas a mi rostro me produjo placer, mi corazón estaba acelerado y mi miembro comenzaba a tener una erección, volví a meter mi mano en el cajón, el brasier no cedía pues estaba doblado y no cabía en la rendija, decidí explorar más al fondo, sentí una tela más delicada y comencé a tirar de ella cuidadosamente, cedió a la primera, mi regalo, una tanga muy fina y cuidada, negra, con un moñito muy coqueto al frente, en ese momento mi corazón y todo mi cuerpo estaban temblando, al restregarla contra mi rostro para olerla y sentirla mi erección llegaba a su punto más alto.
Ahí estaba yo, descalzo frente a la cama, temblando e iluminando con mi celular las prendas que tantas sensaciones me estaban provocando, quería contemplarlas un momento con detenimiento; una roída, desgastada e incluso más estirada debido a su uso rudo; la otra intacta, pulcra, casi sacada de su empaque, reservada seguramente para ocasiones especiales; mi miembro estaba firme pero inerte, mi corazón no se podía contener y mi mente sabía lo que tenía que hacer.
Baje mis boxers, lleve con la mano izquierda una de las prendas hasta mi nariz y mi mano derecha comenzó a masturbar mi miembro vigorosamente; alternaba cada prenda mientras seguía masturbándome, mi excitación era en demasía, muy distinta a cualquier encuentro sexual, jugueteo o toqueteo previo con alguna de mis parejas.
Ya hacia el final, cuando sentía que mi semen estaba por ser expulsado, disminuí la velocidad de mi mano y coloque cada una de las prendas sobre mi miembro, debo decir que la prenda delicada se sentía muy bien sobre mi glande, así que comencé a frotarla un poco, como lo hiciera en mi adolescencia, ese orgasmo nuevamente en mi cuerpo se sentía delicioso; finalmente retire la prenda para evitar mancharla con mi semen (me quedaba un poco de cordura para no delatarme con mi amiga “Alicia”) y apunte al piso, esa gran liberación de adrenalina, morbo, deseo y satisfacción era algo que hacía mucho tiempo no celebraba.
Limpie mis huellas (semen), procure devolver las prendas lo mejor posible y volví a dormir, al otro día todo transcurrió normal con mi amiga y me retire a mi casa sin mayor inconveniente……
Y esto sólo fue el principio, aún me queda mucha curiosidad-morbo por contar, espero los entretenga y me puedan comentar.
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