Descripción de Clarita.
Aquí describo cómo es una sobrinita de mi esposa y me imagino su solitario despertar sexual..
Descripción de Clarita.
Clarita es sobrina de mi esposa Katy. Siempre ha sido una niña callada, observadora, reflexiva. Es una pequeña poco expresiva, ensimismada. Tiene pues las características de una niña masturbadora.
Lo confirma además que, como su tía Katy, es medio ojerosa, debe ser chaquetera compulsiva.
Esa impresión ya me la había dado desde ser preadolescente, como a los 9 o 10 años. Actualmente debe tener 13 o 14, así que seguramente no sólo debe seguir masturbándose, sino que además debe haber incrementado el número de chaquetas diarias y mejorado su técnica.
¿Cómo habrá descubierto el placer sexual? Quizá entrando a páginas explicativas de la red, mirando a escondidas videos y leyendo narraciones con relatos o confesiones. Como toda niña ensimismada, es muy curiosa, igual que su tía. Es casi cierto que fue por la red que aprendió a darse gusto en la puchita, además de las lógicas charlas con sus compañeritas de escuela, si bien me parece que ella es de las más aventajadas en este tema, mientras las otras aún siguen pensando en muñecas.
Otro indicio de que es chaquetera, lo da el que acostumbra tomar baños muy largos, se tarda mucho en la ducha y eso indudablemente es porque cada que se encuera se entretiene explorándose el cuerpo, tocándose los pechitos incipientes, apretando sus pezoncitos, acariciándose las nalgas, las piernas aún delgadas y claro, reconociéndose el sexo.
A estas alturas ya debe tener su triángulo de pelos en el pubis y debe dedicarle un rato a acariciárselos, jalándolos con cuidado, mirándose la rica peluquita que se le ha formado encima de su almeja. Ha de mirarse constantemente en el espejo cada que tiene oportunidad. Es posible que a escondidas intente probarse los brasieres de su mamá, que aunque no está muy chichona, deben quedarle enormes sobre sus tetitas poco sobresalientes.
Es morenita, así que me imagino que debe tener los labios de la pucha de color café oscuro, y luego el color se va aclarando hacia adentro para dar paso al rosa claro y después intenso de su coñito. Con un clítoris rosa oscuro, como diminuta lengüita.
¿Cuántas chaquetas se hará al bañarse?
Pienso que no menos de tres apretando los muslos, manoseándose los labios morenos de la almeja, los pelitos, aunque al menos una de ellas debe hacérsela con las piernas abiertas, quizá ya ensayando a meter un poco los dedos en su riquísima panochita, pero dando preferencia a frotarse la pepita. ¡Debe parársele riquísimo mientras se la masajea!
También es seguro que ya produce moquitos. La pucha se le ha de embabar muy rico con sus propias caricias.
¿Y en qué pensará?
Si ya ha visto pornografía seguramente trae esas imágenes a su mente. Quizá se imagina hombres encuerados con la verga parada. Tal vez también, como su tía a su edad, de repente fantasea con algún compañerito de su escuela, imaginándolo encuerado, e incluso deseando que la haga suya. Que juntos exploran el sexo aprendiendo a coger a esta edad.
Y ese es otro tema: ¿qué palabras empleará para referirse al sexo? Me temo que ha de usar términos de biología, ha de decir: “se humedece mi vulva…, está madurando mi vagina…, me voy a desnudar…, me están creciendo los senos…, quiero ver el pene de un niño…, quiero tocar los testículos de mi compañero de clase… me están saliendo vellitos…, se me excita mi clítoris…, ya sé masturbarme…, quiero sentir un orgasmo…” Cuando debería usar palabras vulgares, que la calienten más.
Debiera decir: “me gusta mi coño…, se me moja la pucha…, tengo panocha…, se me para la pepa…, quiero conocer un pito…, quiero verle la verga a mi compañero…, deseo chuparle los huevos…, quiero verga y que me mamen las chichis y el coño…, ya tengo pelos en la pucha…, ya quiero coger…, siento rico encuerarme…, se me antoja que me den mocos…, me gusta mucho venirme… qué rica es la chaqueta…”
Cómo me gustaría verla a la hora que se va a dar gusto, tal vez se diga a sí misma, como su tía Katy a veces dice: “me voy a hacer una chaqueta”. Verla bajarse el calzón, acariciarse las chichis y cómo se dedea el coñito, cómo se manosea la almeja, cómo aprieta el capuchón en la parte superior para sentir que se endurece su pepita y sobarla con su cuero, cómo se toca los labios peluditos y cómo los separa y entonces se empieza a frotar y a sobar la pepa en medio de suspiros y jadeos.
Quisiera verla golpeándose con la mano abierta la rajada, darse masaje en toda la pucha, recogiendo con los dedos sus mocos y cómo se los chupa para comérselos, para luego volver a sobarse la pepita moviendo los dedos en círculos, de arriba abajo y hacia los lados y no dejar de hacerlo hasta que se provoca el orgasmo, un orgasmo tan fuerte que le deja temblando las piernas, mientras balbucea “qué rico, qué rico, qué rico…”
También es muy posible que haya tratado de espiar a sus papás, aunque según sé, cogen muy poco. Pero quizá los haya escuchado en esas contadas ocasiones por las noches, cuando ella está en su cama con la mano dentro del calzón manoseándose la panocha adolescente o completamente encuerada bajo las cobijas, dándose gusto antes de dormir.
Quizá ha oído los gemidos de su mamá cuando su papá la está poseyendo. Sobre todo porque, como ambos son gordos, deben jadear bastante y es posible que para acomodarse mejor, cojan como perros, para que Sary aguante el peso de Toño.
Si los ha escuchado, tal vez se ha levantado silenciosamente, así encuerada o sólo en calzón, para acercarse en la oscuridad a la puerta de su recámara y escuchar con más claridad el ruido que hacen al coger: los gemidos de Sary, los gruñidos de Toño y el rechinido rítmico de su colchón con cada empujón, mientras ella no deja de sobarse y frotar su coño, formando en su mente la escena de su mamá encuerada, en cuatro, levantando el culo y su papá también encuerado, cogiéndosela como perro mientras la mira con lujuria.
Sé que es morboso porque una vez que me prestó su lap, revisé el historial sin que se diera cuenta y ví que había descargado videos de maduras encueradas y cogiendo.
Es difícil que haya tenido la suerte de que la puerta esté entreabierta para que se pueda asomar y comprobar con la mirada lo que imagina, pero en el remoto caso de ocurrir así las cosas, sí es más probable que haya logrado venirse al mismo tiempo que sus papás.
Y así habría mirado cuando al terminar de venirse, Toño saca su verga de la panocha de Sary, aún medio tiesa, goteando mocos, y los labios del coño de su mamá escurriendo el líquido blancuzco.
Y no sería raro que, en ese caso, al regresar a su cama, se haga al menos otro par de chaquetas reconstruyendo en su mente lo que acaba de ver. Diciéndose a sí misma mientras se masturba: qué rico cogen mis papás… la tiene bien grandota mi papá y qué rico se coge a mi mamá… se vino bien rico… la llenó de semen… yo también quiero que me cojan así… quiero esperma en mi concha… quiero que me cojan… quiero un pene adentro…, quiero verga…, quiero mamar…
Y conforme va aumentando su calentura y la rapidez de su manoseo, también emplea palabras más vulgares:
Ya quiero ñonga…, que me llenen mi panocha de mocos…, quiero mamar y que me la mamen…, deseo chupar un pito…, quiero verga, quiero verga…, cójanme, cójanme…
Ayyyyy, me vengoooo…, me vengoooo…
Y una vez que alcanzó el orgasmo, se detiene un poco y luego otra vez. Reinicia sus caricias en su pucha babosa, evocando las imágenes de sus papás encuerados, mezclándolas con los cuerpos de sus compañeritos de escuela, imaginándolos con su uniforme y el pito de fuera, que también se masturban encima de ella, hasta escupirle la joven leche, espesa y pegajosa en la cara, las tetas, las manos, las piernas, la boca.
Sí, más o menos asó le hacemos. De niña lo hacía en mi cama, pocas veces en el baño. A veces pensaba en alguno de mis primos, pero casi siempre era en la trancota reluciente de mi padre que entraba y salía de la panocha de mi madre, quien era muy caliente (los veía coger pues me despertaban los gemidos der mi mamá y me iba a verlos y me sobaba el clítoris).
Qué ricura! cuenta con detalle. Qué edad tenías?