Descubriendo el sexo, nace un fetiche.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ferk999.
Qué crees? Que justo cuando le di “enviar”, me sacó y se perdió todo lo que te había escrito… y la verdad era algo extenso. En fin, intentaré reconstruirlo
Yo también inicié en esto desde chiquito. Por una extraña razón, siempre me había llamado la atención la ropa de mujer. Comencé a masturbarme desde muy pequeño. Lo hacía cada que podía (antes de dormir, cuando me bañaba, o cuando estaba jugando solo que me ganaba la calentura, buscaba un lugar para hacerlo a escondidas). Obviamente por la edad no me salía semen, pero sí tenía orgasmos, que eran riquísimos… y por supuesto, siempre quería repetirlo Cuando aún no entraba a la escuela, mi mamá me dejaba solo en casa mientras llevaba a mi hermana, en ese tiempo aprovechaba para ponerme uno de los vestidos de mi hermana (sin ropa interior). Me gustaba de sobremanera el sentir la tela del vestido rozar con mis piernas desnudas, eso me excitaba bastante y terminaba masturbándome. No sé si fue a raíz de eso que comenzó a gustarme, o porque me gustaba lo terminé haciendo, pero para mí era algo por demás satisfactorio.
Después, cuando estaba más grande, las pocas veces que llegaba a quedarme solo en casa, no desaprovechaba la oportunidad e iba al closet de mi madre y agarraba un par de medias. Me las ponía hasta cubrir mis pezones, subiéndolas lo más que podía, y me veía en un espejo que tenían de cuerpo completo. Era indescriptible la sensación del nylon contra mi piel, me veía y me acariciaba el cuerpo, el verme y sentir las medias en mi cuerpo desencadenaba una excitación tremenda; lo que no sabía era a qué hora regresarían, por lo que yo creo que el peligro fungió como factor importante para aumentar dicha excitación por el temor de ser descubierto. Después me subía en unos de sus tacones y la excitación aumentaba al mil… terminaba masturbándome y disfrutando mucho esos momentos. A veces buscaba alguna camisa o playera que me quedara justa de la cintura simulando una minifalda. Antes sentía atracción a la ropa de mujer en general, incluso hasta los aretes, collares, maquillaje, etc. Pero eso fue cambiando con el tiempo.
Nunca fui de la idea de usar ropa de mujer debajo de mi ropa de hombre, sin embargo una vez lo hice (me puse unas pantimedias debajo de mi overol) y esa vez, me cachó una tía (ya que se notaban a través de las aberturas de los costados). Imagínate como me sentí en ese momento (lógicamente no traía ropa interior). Me puse tan nervioso como no tienes una idea, sin embargo al final mi tía exclamó “pobrecito, tiene frio…” No pasó a mayores. Pero mi gusto por ese tipo de ropa no pasó. Descubrí en la bodega que mi papá había comprado un calendario “atrevido” de una cantante que es muy famosa acá en México “Gloria Trevi”. Lo descubrí y lo comencé a hojear, y al mismo tiempo comencé a sentir mi verga crecer cada vez más con esas imágenes. No sé si era por ver a la mujer en posiciones tan provocadoras para un wey de esa edad o era que yo me imaginaba usando esas medias, esos tacones, esas falditas… o yo creo, que era una mezcla de ambas. Siempre que iba a la bodega, terminaba masturbándome con ese calendario, hasta que descubrí que había comprado el del siguiente año, lo que le dio más variedad a mis aventuras en la bodega. En ese tiempo (los 90’s) las revistas ya comenzaban a mostrar mujeres en muy poca ropa o trajes de baño muy provocativos (al menos a mí me lo parecían), por lo que seguido las agarraba para llevármelas a donde nadie estuviera y poderme hacer unas buenas jaladas de verga viendo esos ejemplares.
Tiempo después ya era un adolescente, y cada que me quedaba solo en casa mi lugar favorito para pasar mi tiempo libre era el vestidor de mis padres. Siempre atento al ruido del garage, para darme cuenta de su regreso. Un par de medias, unos tacones de mi madre (que cada vez me quedaban mejor) y un espejo era algo que me generaba una excitación descomunal. El ver mi reflejo, en esas medias que hacían que mi verga se pusiera durísima con su solo roce. Mi madre no tenía ropa “sexy” pero descubrí en los cajones de mi padre unas tangas (de hombre) que no dudé en ponerme. Me las subía lo más que podía, y el hecho de sentir la tela rozando entre mis nalgas, era una sensación deliciosa. Después de la vasectomía que se practicó mi papá, el doctor le mandó a usar unas licras tipo de ciclista. En cuento las vi no dudé en probarlas, y descubrí que era la tela lo que me excitaba bastante, mi verga cada vez más grande por la edad, reflejada a través del espejo debajo de esas licras me excitaba de sobremanera. Veía mi cuerpo en esas tangas, en esas licras y me excitaba muchísimo. Me masturbé muchas veces usando las tangas y las licras de papá.
Los tacones de mi mamá ya me quedaban bien. Tenía un par (tipo sandalias, de los que se abrochan con tiras) color café, muy altos de tacón delgado. Solo al sentir como me los ponía mi verga, que ya era de tamaño considerable, se ponía al máximo, y si a eso le sumabas un par de medias, la excitación era de lo mejor. Mi cuerpo siempre fue delgado, pero marcado por la natación que practicaba todas las tardes, lampiño y formado ya como hombre, reflejado en ese espejo que dejaba verme en esos tacones altísimos y a la medida de mi pie y mi verga que a partir de ese momento descubrí que sería mi cómplice que pediría sentir la excitación y el placer del roce de las medias, quería sentirse aprisionada contra mi cuerpo y al mismo tiempo quería ser liberada para ser acariciada a lo largo de todo su tronco mientras yo me excitaba aún más viendo mi imagen frente a ese gran espejo, sobre esos tacones, las medias puestas,… comenzaba a verme como mis manos recorrían mi cuerpo, acariciaban mis pezones (cosa que siempre me ha excitado en sobremanera), mi mano recorriendo mis nalgas, me giraba un poco para ver la imagen a través del espejo, hacía que mi verga creciera y se hinchara al máximo, lo cual hacía que la acariciara más, lentamente, gozando a más no poder ese momento, lo que finalmente la mezcla de esa imagen y lo que sentía en ese instante hacían que no aguantara más y terminara arrojando chorros de semen en el espejo que distorsionaban una imagen por demás erótica pero muy morbosa al mismo tiempo.
Ahora sí creo que ya me extendí demasiado de nuevo (aunque no pude mandar lo primero que escribí, esta es una parte), ya parece relato, igual y después me animo a publicar algo, pero es algo real y parte de mi historia. Tiempo después tuve que irme a estudiar a un internado de hombres (era un seminario para ser más específico), pero eso te lo sigo contando después que ya es un poco tarde.
Me ha gustado compartir esto contigo. A la fecha nadie sabe de esto, y pues en cierta manera lo disfruté (imagínate que tengo la verga a reventar). Me gustaría que tú me contaras un poco más o alguna de tus aventuras. Suéltate escribiendo, y eso hará que nos tengamos más confianza.
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