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Fetichismo, Incestos en Familia, Infidelidad

Doble embarazo doble bendición

Como una cosa llevó a la otra y mi hija y yo terminamos embarazadas.
Mi nombre es Sofía, tengo 34 años. Estoy casada desde hace casi 15 años y tengo 2 hijos casi de la misma edad, 13 y 14 años.

Soy bonita, y sin ánimos de sonar engreída pero tengo un cuerpo excelente. Mido 1.76, tengo pechos redondos y firmes, caderas anchas, y voy al gimnasio así que trasero no me falta.

Mi marido Leo es sencillo, un hombre trabajador y que lo da todo por su familia, tiene un miembro bastante considerable y sabe usarlo bien.

Mis dos hijos son mi vida, Aaron tiene 14, es un chico delgado y alto, casi tiene mi misma altura ya. Es un chico callado y sencillo, que disfruta mas que nada de pasar tiempo conmigo.

Julieta, de 13, es bastante mas activa. Mide 1.62, es ruidosa y enérgica, y es la nena de papi, siempre pegada a el pase lo que pase.

 

Bueno ahora que los conocen a todos empieza la historia de verdad, y les advierto va con todo…

 

Primero que nada, ninguno de mis hijos es virgen, y no lo son desde hace mucho.

Yo me crié en una casa ultra estricta, donde hasta los 15 ni siquiera supe como se hacía un bebé, y eso me llevó a meterme con cualquiera y hasta ser abusada sexualmente.

Así que con mu marido desde siempre les enseñamos a nuestros hijos todo sobre sexo.

Mi hija fue la primera, ella desde ya los 3 años empezó a tener curiosidad por su pequeña vagina, y como tal la enseñamos a tocarse y como usar sus otros orificios para recibir y dar placer.

Mi hijo fue siempre más callado, a el lo enseñé yo, mostrándole como masturbarse, dándole mamadas y hasta dejándolo que me masturbe a mí.

Cuando ambos cumplieron los 8 años les dimos un regalo especial: perder la virginidad.

Esa noche practicamos lo mismo de siempre, dar mamadas, recibirlas, usar juguetes y en el caso de Julieta como recibir de a poco juguetes mas grandes.

Esta vez sin embargo la cosa fue distinta. Está vez en lugar de juguetes Leo logró meter su pene en el ano de Julieta, y Aaron pudo meter su pequeño pene dentro mío.

 

La verdad he de decir, mi marido la pasó bastante mejor que yo. Julieta ya tenía costumbre de tener juguetes grandes ahí, y el entraba sin problemas dentro suyo.

Aaron sin embargo era mucho mas inexperto, el solo empujaba y empujaba sin ton ni son, y aunque la sola idea me mojaba muchísimo no podía evitar pensar que como me gustaría tener 8 años para que mi padre me penetrara así.

La cosa fue avanzando con el paso de los años. Mi Aaron aprendió a usar su cada vez mas grande miembro, a tocar donde debe y hasta tuvimos sexo anal varias veces.

Julieta se convirtió en una experta, metiendo sin problemas todo el largo de su padre en el ano y la boca, y hasta logrando hacerlo por la vagina casi sin problema.

Así pasaron los años, nuestra familia se hizo mas y mas fuerte, hasta que llegó un día especial.

Una mañana Julieta vino corriendo emocionada y sonriente, me mostró su ropa interior y había una mancha. Su primer periodo.

Eso no solo significaba su paso a «ser mujer» sino algo muchísimo más importante: ya era fertil del todo.

Ese día todos nos juntamos y planeamos que hacer.

Luego de platicar decidimos que había llegado el momento. En tres semanas ambas íbamos a quedar embarazadas.

Las semanas pasaron como si fueran tres días. Cuando llegó el tan deseado día apenas ninguno durmió.

Ese día los niños faltaron a la escuela, su padre llamó diciendo que estaban enfermos, y ninguno de los dos fue al trabajo porque «tenemos que cuidar de nuestros hijos graves».

He de aceptar algo, hasta hoy ese día fue de los mejores de mí vida.

Esta vez no hubo ritual, ni juego previo ni nada.

Primero mi hija fue a ver a su padre que preparaba el desayuno, y sin mediar palabra se arrodilló para chuparle el pene, saboreando como si fuera su comida favorita.

Mi hijo estaba donde está siempre, a mi lado, el mientras miraba a su hermana me manoseaba los pechos por encima de la ropa, y podía ver su enorme erección (había heredado el poder de su padre).

Luego de un minuto o así Leo me miró y nos dijo «ya vamos». Me levanté, fui hasta Julieta y le ayudé a quitarse su vestido y ropa interior. Ella quizás no sacó mis genes, no tenía pechos casi, aunque siempre tuvo un trasero impresionante.

Mientras ella y yo nos desnudábamos Leo y Aaron ya estaban listos.

Sus penes parecían de piedra, y se les notaba en la mirada que sabían que venía ahora.

Sin mediar palabra nos fuimos a la gran habitación que compartimos todos.

Esta vez no saqué los condones, ni tampoco me tomé el trabajo de acomodar todo. Simplemente tomé la mano a mi hija y ambas nos pusimos en nuestra posición favorita: en cuatro patas y de piernas abiertas, abriendo con las manos y mostrando la vagina a nuestros hombres.

El primero por única vez fue Aaron, que casi con apuro se acercó y metió su pene hasta el fondo, ni siquiera necesitó lubricante, ya con solo verlo estaba chorreando.

Antes de que siquiera pudiera pensar escuché a Julieta gemir con fuerza. Leo esta vez no le tenía piedad, la penetraba con fuerza mientras le tomaba de ambos brazos y tiraba de ellos.

Aaron tampoco se hizo esperar, el me tomó del trasero y comenzó a taladrar mis adentros. Con cada entrada y salida sentía un placer indescriptible, más aún mientras escuchaba a mi hija gemir como una actriz porno.

En un momento mi hijo apoyó todo su peso en mí, y comenzó a meter y sacar profundamente. Ya conocía esa sensación, el estaba llegando a su límite y quería disfrutar cada segundo dentro mío.

Mientras veía a mi esposo en una situación similar, más el en vez de ir mas lento era todo lo contrario, penetraba con aún mas fuerza a su hija, dándole con todo y hasta metiendo un dedo en su ano mientras ella ni siquiera parecía reaccionar, solo gemía y babeaba la almohada.

Aaron llegó a su límite casi al mismo tiempo que su padre, y con toda su fuerza entró hasta lo mas profundo de mi vagina y dejó salir todo.

La sensación era indescriptible. Yo misma parí a ese niño, y ahora estaba dándome un hijo y llenándome de su amor caliente, casi hirviendo. Leo resoplaba con fuerza, mientras arremetía contra Julieta una última vez, y ella parecía en trance, casi como si fuera tan feliz que no pudiera no pensar.

Aaron y Leo salieron de nosotras, y las dos nos miramos y sonreímos. Sabíamos que no terminó ahí.

Luego de solo unos minutos empezamos de nuevo, aunque esta vez con los roles cambiados.

Leo me daba la misma fiereza que le dio a Julieta, y Aaron hacía a su hermana rogar por pene.

Lo hicimos durante todo el día, y cada vez se sentía mejor y mejor, mientras ellos llenaban mas y mas nuestros úteros de semen, asegurando que pase lo que pase quedaremos embarazadas.

Cuando terminó el día ambos vinieron a dormir en nuestra cama, y no hicimos nada, solo nos abrazamos y dormimos juntos como una familia feliz.

 

 

5920 Lecturas/22 febrero, 2023/6 Comentarios/por SofiOlivera
Etiquetas: anal, chico, hermana, hija, hijo, padre, sexo, vagina
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6 comentarios
  1. Ave_Rapaz Dice:
    24 febrero, 2023 en 1:53 pm

    Wuaoo interesante familia!😏
    Yo diría de ensueño uff lo mejor que e leído por aquí!!!!
    Saludos desde 🇻🇪

    Accede para responder
  2. Nakink_31 Dice:
    24 febrero, 2023 en 8:17 pm

    Que historia, como descubriste el incesto en tu vida como para formar una familia?

    Accede para responder
  3. JoseluisH Dice:
    5 marzo, 2023 en 8:13 pm

    Una hermosa historia de amir

    Accede para responder
  4. natchio Dice:
    17 diciembre, 2023 en 5:28 am

    Uno de los mejores relatos leídos.

    Accede para responder
  5. Ishtar Dice:
    13 enero, 2025 en 5:21 pm

    ¡Cómo hubiera querido que mi papá me embarazara! Bueno, me conformaría con que me hubiera cogido.

    Accede para responder
    • Christian Dice:
      29 abril, 2025 en 7:54 pm

      Que rico que quieras que te papá te preñe lo lograste?

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