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Fetichismo, Masturbacion Masculina, Sexo con Madur@s

Don Ernesto 4

“Jajaja, ¿Que te pasa chico? ¿Que te gusta de un viejo gordo como yo? Jajaj!”.
Cuando terminó de soltar su leche en mi boca Don Ernesto me pidió algo para limpiarse y mientras le daba una toalla me di cuenta de que el actor porno mayor eyaculó en las tetas de la chica. Don Ernesto se quitó los restos de semen que habían caído a su barriga y a sus genitales. Entonces me dijo riendo: “buuff! Que buena paja me has hecho!”

Respiraba agitadamente y así, tumbado en mi cama con la camisa abierta su gran barriga lucía espectacular encima de su pene todavía erecto. Yo me masturbaba admirando aquella tremenda polla y de repente Don Ernesto soltó una carcajada. “Parece que te gusta mi polla, jajaja! Y diciendo esto se empezó a tocar los enormes huevos que eran del tamaño de su gruesa mano.

“Tranquilo chico, si quieres puedes chupármela! Jajaj! No serías el primero!” Los nervios me paralizaron y incapaz de actuar, decidí confesarle lo mucho que lo admiraba. “Me gustaría ser su amigo Don Ernesto” le dije medio tartamudeando. “Jajaja, ¿Que te pasa chico? ¿Que te gusta de un viejo gordo como yo? Jajaj!” En ese momento dudé mi respuesta por lo excitado que estaba y al verlo sentado en mi cama, semidesnudo y empalmado contesté musitando: “Todo”

Él soltó otra carcajada y me pidió que me sentara a su lado con mi polla tiesa. “Bueno, somos hombres y lo que pasa entre hombres se queda aquí, de acuerdo chico?” Yo asentí con la cabeza y su musculado brazo se posó en mis hombros en señal de pacto y zarandeándome me pidió que le besara. Su voluminoso cuerpo estaba tan firme como una roca y mientras se tocaba acerqué mis labios a los suyos. Noté que abrió su boca sacando la punta de la lengua. Un chorro de electricidad bajó por mi espalda cuando le entregué la mía.

Se dio cuenta de mi poca experiencia y cogiendo mi mano la acercó a su inmensa polla. Yo la empecé a pajear y mientras él me enseñaba como debía mover la lengua solté mi semen. Don Ernesto dejó de besarme y alborotando mi cabello con su gruesa mano me largó esto: “jajaja! Así me gusta chico, hay de disfrutarlo! Ahora me toca a mi! Jajaj”.

Mientras lo decía su corpachón se agitaba al ritmo de sus carcajadas. Volvió a acostarse y cerró los ojos pidiéndome que se la mamara. En lugar de hacérselo, me puse de pie en el colchón y bajé rodeando su cuerpo con mis piernas. Agarré aquel pollon por el tronco y sobé su glande por mi ano.

Don Ernesto empezó a acariciarme las piernas con sus abruptas y poderosas manos y yo dilaté al punto de que entrara con dificultad y mucho dolor. “Oh si! Que culito tienes!”. Posó sus manos arriba de mi cintura y me bajó y me subió tantas veces por aquel grueso badajo que me dejó el culo como un túnel. Me dolía sí, pero pensaba en que por la fortuna de tenerlo debajo de mi iniciándome, debía darle mi culito a aquel setentón gordo en señal de gratitud.

No sabía como era posible que me hubiera entrado toda. Para comprobarlo me alce un poco e intenté agarrarla por el tronco pero mi mano solo abarcaba la mitad del perímetro y con dificultad y dolor fui subiendo y sacándola. Cuando su glande salió, note aire en mi cavidad y sin dudarlo me la volví a meter dentro mientras Don Ernesto tumbado me acariciaba con sus gruesas manos.

En ese momento me sentí un lleno absoluto en mi ano y él dejaba que me acostumbrara a su grueso pene manteniéndose estático. Entendí lo que sienten las mujeres cuando un macho grueso, dotado y mayor, las penetra a fondo y ellas terminan teniendo placenteros orgasmos. Con el tiempo me di cuenta de que era una cuestión mental. Un macho de verdad se percibe por lo que tiene en la cabeza independientemente de si es dotado o no. Su naturaleza viril no te da opción y te acaba convirtiendo en una hembra.

Don Ernesto seguía acostado con los ojos cerrados y yo le cabalgaba el pollon con cierta destreza ya. Mis manos se apoyaban en su enorme y dura barriga y mientras lo hacía me dijo: “Uuff Chaval! Tu culo habla! Hacia tiempo que no gozaba tanto de uno así, que cerradito está. A partir de hoy serás mi puta…siiiii…te cogeré varias veces por semana…Uuff!” Entonces me incline y en un escorzo le di unos besitos en la boca a la vez que no pude evitar venirme de nuevo sin tocarme cayendo agotado en su orondo y duro corpachón.

“Bueno chaval! Lo has hecho muy bien…” y dándome un beso en la frente me abrazó. En ese momento me sentí una mujer habiendo satisfecho con mi coño el gran badajo de un señor mayor y gordo, pero lo que no imaginaba es que él fuera a ser el tipo de hombre que desearía el resto de mi vida, ni tampoco sabía que me había convertido en puta deseosa de gruesa polla.

Él continuaba con su miembro hinchado y duro dentro de mi llenando mi orificio minutos después de haberme venido. Aquel señor de bigote y cabello blanco quería seguir y yo reaccione entregándome por completo a su capacidad sexual. Aumenté la velocidad de mi trote y lo cabalgué con todas mis fuerzas sintiendo como su pollón abría mi ano al máximo.

“Oh siii…sigue así chaval…nunca olvidaras mi polla! Tú culo es una raja ya…uffff!” decía a la vez que agarrándome por el torso me subía y me bajaba como si fuera una pluma forzándome a recibir su enorme miembro. Me estaba partiendo en dos pero mi ojete recibía sus embestidas con joven gozo. Tenía mi polla a reventar pero Don Ernesto me prohibió tocarme. Aquel viejo gordo me estaba sodomizando a su gusto y yo gemía cada vez más disfrutando la manera en que lo hacía. Me recosté sobre su barriga besando sus rosados y grandes pezones con una insólita entrega y cuando terminó preñandome con su espesa y abundante leche, me corrí exhausto.

Telegram: @Tempo539

87 Lecturas/24 diciembre, 2025/0 Comentarios/por ssss
Etiquetas: cogiendo, culito, culo, joven, mayor, metro, puta, semen
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