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Fetichismo, Gays

El amigo del nene parte 2

Lucas descubre su verdadera sexualidad.

Después de esa tremenda paja que se había hecho con el culotte de Damián, siguieron muchas otras, casi diarias y a veces más de una por día. Su mujer estaba extrañada, ya Lucas no era el semental de siempre, ahora muchas noches estaba desganado. Claro, pensó, casi 45 años, se comienzan a notar. Por un lado mejor porque ella tampoco era la putita de antes.
La realidad era que todo el morbo de Lucas ahora pasaba por ese culotte, muchas veces con Damián vistiéndolo, pero algunas también era el culotte y su culito, era él boca abajo en la cama con la bombacha puesta y un tipo cogiéndoselo. Ese sábado, de nuevo solo, acababa su tercera paja del día, tan abundante de semen como la primera. Estaba totalmente desnudo en el dormitorio, en el culotte dos polvos secos y uno recién salido. Se le ocurrió mirarse al espejo. Quebró la cadera, tenía buen  culo!, ¿y por qué no? Tomó con cuidado la bombacha y se la puso, el semen de la última paja mojó sus nalgas. Se miró nuevamente al espejo, su pija, a pesar de tanta mano, le dio un respingo, se gustaba!, su culito se veía hermoso, su mata negra delante asomaba sobre el elástico del culotte y su bulto cubierto de encaje rosa se veía re sensual. Le comenzó a cosquillear el esfínter ¿Cómo?, noooo, nunca. De inmediato se sacó la bombacha y la fue a lavar.
El domingo, necesitaba una excusa, se fue a la antigua casa de sus padres que estaban preparando para alquilarla. En la mochila, la bombacha. Llegó, se desnudó, miró el culotte rosa y se quedó como congelado. Empezó a pajearse, luego de unos minutos no resistió, se puso la bombacha y siguió pajeándose.
Su pija estaba dura, pero no tanto, ¿por qué? Lo sospechaba, ese cosquilleo en su esfínter no lo dejaba concentrar. Paró la paja. Comenzó su lucha interior, no, no se puede, ¿acá quien te ve?, no, no está bien, ¿pero quién se entera? Bastaaa, gritó por dentro.
Buscó por ahí, vio un pincel grande, buscó aceite de cocina. Se acostó en el viejo sillón cubierto por una sábana, se bajó el culotte, levantó sus piernas, lubricó, y poco a poco el mango del pincel fue entrando en él, dolía, pero algo en su ser le impedía parar. Al fin todo dentro. Empezó despacio, al principio no sentía nada, una sensación como si se estuviera cagando, pero después…, después comenzó a sentir una leve tibieza, luego como una pequeña corriente eléctrica que inundaba todo su culo, se empezó a coger más rápido, ahora la sensación invadía su perineo, llegaba a sus bolas, endurecía su pija que ahora parecía de piedra. Sin dejar de mover el pincel, comenzó a masturbarse furiosamente. Paraba, se concentraba en cogerse a full con el pincel, de su pija salía preseminal como nunca. Volvía a masturbarse. Siiii, ya venía, se clavó el pincel a re fondo, se dio dos manotazos más y la leche saltó con una fuerza inusitada, en una cantidad enorme, a una distancia que ni en sus pajas de adolescente había alcanzado. Quedó rendido acostado en el sillón, con el pincel clavado en el culo. Después de un rato largo, se lo fue sacando despacito, por suerte sin sangre, sin dolor. Sobre la sábana, algunas manchitas marrón clarito, como las que había visto en la sábana de abajo de la cama donde habían dormido Mati y Dami, jeje.
Esa noche le costó dormirse, ¿porque lo dolía el culo?, naaahhh, se la había comido 3 veces y la última ya le había entrado como si en lugar de culo tuviera concha. Le había gustado tanto que hasta luego de sacárselo le dio un besito y le dijo «gracias amorcito, me hiciste feliz». La culpa por lo que se había hecho no lo dejaba dormir. Él no era puto, y mucho menos marica. Bueno, la verdad se moría de ganas de cogerse a Damián, eso no estaba bien, pero bueno, hacerle el favor a un putito no está tan mal. Perooo.., ¿qué tenia que ver el pincel que se clavó en el culo con Damián? Nadaaaa, ¿Ves Lucas?, te dije que no lo hicieras, le gritaba su conciencia. No lo voy a hacer más, se dijo, la culpa es de esa bombacha que me llena de morbo. Su mujer roncaba suavemente. Se levantó despacio, fue al escondite donde tenía el culotte de Damián, con una tijera lo hizo trapos chiquitos y lo arrojó al inodoro. Volvió a la cama, ya estaba hecho, su culo nunca más se tocaba. Todo era porque aún no se había cogido a Damián, y por ese maldito culotte rosa.
Esa semana, sin su fetiche, no se masturbó, pero tampoco cogió a su mujer, cada vez menos ganas. Lo único que consiguió fue que su esfínter le cosquilleara día y noche. El fin de semana, capituló, se rindió. Volvió sábado y domingo con su amigo pincel y ni recordaba cuántas veces se re cogió el culo con el mango grueso y suave de ese pincel. Hasta intentó con dos, y el domingo lo logró. Pero le quedó el culo dolorido un par de días. Basta!!!, esta vez para siempre. Tenía que cogerse a Damián, a ver si con eso se olvidaba de su culo.
-Mati, este finde salís con Damián?-
-No se Pa, creo que si, pero yo voy a la casa. ¿Por?-
-Por nada hijo de curioso nomás-
Su cabeza lo torturaba, su esfínter le gritaba, los dos diablos dentro se peleaban todo el tiempo. Otra vez, pero la última. Agarró el auto y se fue al hipermercado, para que nadie lo conociera. Pasó por la verdulería y compró un pepino mediano. Y después?, si, no, si , no, no, no, no, no pudo evitarlo. Fue al sector de lencería del hiper y compró una tanga roja. Mientras manejaba a la casa de sus padres, su diablito le decía, pero qué hacés?, necesitás una poronga, no te das cuenta? No, qué poronga?, cuando me garche a Damián esto se acaba.
Entró, miró con desprecio el pincel. Se desnudó todo, sacó de la bolsa del super la tanga, se la puso y se miró, «no me la saco más», pensó. Se fue al sillón,  sacó de la bolsa del super el pote de crema humectante, corrió el hilo de la tanga y se mandó un par de dedos con mucha mucha crema. Al fin sacó despacio el pepino, se asustó un poco, todo eso le iba a entrar?, era mucho más grande que su pija, y él no era precisamente un pijín. Relajate, se dijo. Le puso crema al pepino y se lo apoyó en el esfínter, que ya,  entre el trabajo que había hecho esas semanas el pincel y su calentura que lo hacía dilatar solo, de virgen no le quedaba nada. Empujó, apenas entró la puntita, dio otro empujón, vio las estrellas!, fue como si 100 agujas se clavaran en su esfínter, se lo sacó, estaba agitado, pero no!, iba a poder!, lo metió de nuevo, un poco más, un poco más, dolor, lágrimas, lo sacó una y otra vez , lo metió una y otra vez, y su culito, despacito, despacito, se fue comiendo todo el pepino. Descansó y lo soltó. El pepino, plop! salió solo de su culo. había que aprender. Se lo mandó de nuevo, esta vez ya entró casi fácil. Su pija todo ese tiempo era apenas un maní, su frente transpiraba.
Comenzó despacito el mete y saca, con miedo, pero casi no dolía, de a poco despacio fue llegando el placer, primero suave, luego increíble, su pija se puso tan grande y dura que casi le dolía. Al rato el pepino estaba entrando y saliendo de  su culo a toda velocidad. Lucas gemía, gritaba de placer, su pija se empapaba de preseminal, el calor le subía desde el agujero, lo invadía, lo hacía temblar y al fin lo sintió: de su pija comenzaron a salir chorros de leche, sin siquiera tocársela, si menearla, nada. El pepino en su culo le bombeaba semen como nunca había acabado. Lucas jadeaba, paró, el pepino amablemente fue expulsado de ese esfínter que quedó rojo y abierto como si Lucas fuera el puto más cogido del mundo. Pero, qué le importaba?, ese pepino en su culo fue mejor que la mejor de las drogas, le dio un viaje a las nubes, al cielo, a ese lugar donde se encontró con su verdad: era gay y no había retorno.
Volvió a su casa con la tanga puesta, el culo re dolorido, y el alma feliz. Ahora con dos ideas fijas: Tenía que cogerse a Damián, y tenía que comerse una buena poronga.
(Continuará)
95 Lecturas/14 mayo, 2025/0 Comentarios/por discretomf
Etiquetas: culito, culo, gay, hijo, puto, semen, viaje, virgen
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