El gordo bigotón de setenta de la playa
Como en cualquier playa había todo tipo de personas. Mayores, jóvenes, familias con hijos, etc….
Esta historia empezó en una playa nudista en España, concretamente en Almería. Tengo un amiga que va mucho a esa playa y casi siempre me invitaba a ir. No quería hacerlo porque mi amiga está muy buena y tenía vergüenza que al verla desnuda se me pusiera muy dura pero un día acepté.
Ella notaba mi nerviosismo de camino en el coche a dicha playa, pero cuando llegamos y nos desnudamos, me sorprendió que mi polla no reaccionara como yo temía. El ambiente era muy natural, como en cualquier playa pero todos desnudos y, mi amiga y yo nos tumbamos al sol que por cierto pegaba fuerte.
Como en cualquier playa había todo tipo de personas. Mayores, jóvenes, familias con hijos, etc…En un momento dado y cuando miraba la orilla del mar, de repente salió del agua un hombre gordo como de unos setenta años. Cabello blanco corto, gran barriga dura, brazos y piernas grandes y fuertes y bigote, pero lo que captó mi atención era lo enorme y gruesa que tenía la polla y los huevos.
Estaba saliendo del mar y caminando se le movía de un lado a otro como un péndulo. Cuando lo tuve más cerca calculé que le mediría unos veinte centímetros y seis o quizás siete de gruesa. Sus huevos eran como pelotas de golf y le colgaban mucho.
Me excitó su robustez, su semblante despreocupado y su nula vergüenza de que le vieran aquel enorme falo y sus colgantes bolas. Yo no pude evitar que se me pusiera dura y para ocultarlo me acosté boca abajo disimulando y siguiéndole con la mirada.
Se acercó a un grupo compuesto por una mujer mayor, que supuse sería su mujer, sentada al lado de una pareja y dos chavalas muy jóvenes que jugaban a hacer castillos de arena. Continué en aquella posición y les observé.
Parecían una familia de abuelos, hijos y nietas. Mi amiga se había quedado dormida y la desperté para que mirara los atributos de aquel señor. “¡Madre mía! ¡Es enormemente gruesa! dijo ella asombrada. Y es que realmente lo era y aunque yo no era gay no podía dejar de mirarle admirado.
En eso que las chavalas empiezan a tirar del brazo dejar la abuela y de la pareja para darse un chapuzón metiéndose al agua, dejando al señor solo.
Vimos que era fumador porque encendió un cigarrillo y la pizpireta de mi amiga va y me dice: “¿a que no te atreves a pedirle fuego?”. “¿Yo?, claro que no” le contesté. “Tienes miedo a que se te ponga dura delante de él” me soltó notando mi excitación y burlándose. Mi orgullo salió a relucir y fui hacía él abstrayéndome completamente sin mírale para que no me notara la excitación.
Entonces me acerqué con un cigarrillo en la mano y con mi polla en reposo preguntándole si tenía fuego. Estaba de pie secándose con una toalla e inmediatamente la soltó y busco un mechero dentro de un bolso de playa.
Cuando encendí el cigarrillo él empezó a hablar de lo bueno que estaba el día, de que no interrumpía en viento y más cosas, y me preguntó si había venido solo. Señalando donde estaba mi amiga le dije que había venido con ella y me preguntó si era mi novia. “No, sólo somos amigos” le contesté mirando hacia otro lado para evitar que mis ojos se clavaran en su pene. “¡Pues ya me gustaría a mi una amiga así! Jajaja” me dijo socarronamente.
Y es que mi amiga está muy bien. Es delgada como yo pero con curvas y talla de sujetador noventa c de copa. Tiene el pelo castaño por debajo de los hombros y unos ojazos de color miel. Total que aquel hombre tenía una conversación agradable.
Se notaba que era bonachón…educado, y yo me atreví entre bromas a presentarle a mi amiga con la condición de que me diera su wassap. Mi dijo que me lo daba con otra condición: que fuéramos a su casa a visitarle para invitarnos a un vino. Yo sorprendido le dije que se lo preguntáramos a mi amiga y acercándonos a ella noté que ella me miraba con cara de asombro.
Estaba claro que aquel hombre quería tener algo con mi amiga, pero…¿en su casa con su mujer y con su familia? Estaba intrigado. Nos sentamos y se la presenté. Estuvimos un ratito hablando de diversas cosas hasta que insistió en que aceptáramos su invitación y claro que aceptamos.
En eso estábamos cuando las dos chavalas salieron del agua corriendo y se le echaron encima. “¡Abu, abu…báñate con nosotras! Él se despidió no sin que antes intercambiáramos teléfonos y levantando a una de sus nietas la colocó en su fuerte brazo y cogiendo de la mano a la otra se fueron al agua.
Ya dentro del agua cogía a las niñas y las lanzaba a tres o cuatros metros más allá de donde estaba. Era gordo pero muy fuerte y su barriga grande y redonda sobresalía del agua como si fuera una bolla gigante.
Ellas volvían nadando a que las tirara otra vez y se le abrazaban y se le colgaban de los hombros y él las juntaba a su fornido y grueso cuerpo.
En un momento dado en que el agua le llegaba por debajo del fuerte y redondo culo que tenía, mi amiga y yo vimos que ya no tenía la polla en reposo y se le notaba una leve erección que él logró disimular adentrándose en el mar.
Mi amiga y yo estábamos muy calientes del fuerte sol que pegaba y nos dimos un chapuzón. Las chavalas salieron del agua porque su abuela les llamó para que comieran y Don Ernesto ,que así se llamaba, le dijo a mi amiga que subiera encima de sus hombros. Él se sumergió en el agua y dejó que ella se sentara encima de su cuello agarrándola por sus piernas como si fuera una chiquilla y caminó mar adentro mientras ella reía y agarraba la cabeza de Don Ernesto.
Él se metió tan hondo que aguantando la respiración hundió todo su cuerpo hasta que solo se distinguía a mi amiga de torso para arriba. Ella puso sus pies en los hombros de Don Ernesto y él hizo fuerza para que saliera despedida cayendo de cabeza.
Después mi amiga nadó hacia Don Ernesto y le pidió repetir, y me percaté de que esta vez la subió y la colocó de manera que las piernas de mi amiga quedaron apoyadas en la espalda de él, con lo cual su coño quedaba a la altura de la cabeza de Don Ernesto el cuál se volvió a sumergir hasta que desapareció en el mar su cabeza y también la raja de mi amiga.
Me fijé en que mi amiga flotaba de espaldas, señal de que Don Ernesto le estaba haciendo un cunilingus. Ella a veces arqueaba su cuerpo flotante evidenciando el placer que le estaba proporcionando Don Ernesto y así estuvieron unos minutos hasta que ella con sus bonitas tetas sobresaliendo del mar se alejó y Don Ernesto sacó su cabeza y su torso del agua y se dirigió a donde estaba su familia.
Cuando mi amiga y yo nos fuimos a secar con las toallas me dijo: “¡que lengüetazo me daba! Me ha hecho correr de gusto!”. Entonces nos vestimos y al pasar por delante de ellos les saludamos y Don Ernesto nos recordó la cita que era para dentro de dos días.
Nos subimos al coche y durante el trayecto de vuelta comentamos la grande, fuerte y robusta apariencia que tenía aquel setentón casado además de su prominente, redonda y dura barriga y por supuesto la gruesa la larga polla llena de venas que poseía.
Hombres así escriban al telegram: @Tempo539



(13 votos)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!