Él, mi padre (Capítulo 16)
Más desinhibidos….
Capítulo 16
La mañana siguiente
Primera vez que sentía había dormido tan bien. Cuando despierto, veo a mi papá que sigue durmiendo a mi lado, con su brazo estirado debajo de mi cabeza, puedo apreciar su abdomen ya que la ropa de cama le llega justo bajo el ombligo. Lo observo detenidamente para apreciar el hombre que me había poseído la noche anterior. Me levanto para ir al baño. Me miro al espejo y pienso: “ya crucé la línea con mi padre, espero que no despierte con culpa por lo que había pasado”. Tengo sentimientos encontrados, no sé si iba a reaccionar bien o mal, aunque no estaba ebrio anoche, solo estaba muy desinhibido.
Vuelvo a la habitación y sigue ahí. Me acuesto a su lado de nuevo, pero no pude evitar despertarlo. Me siente y medio abre los ojos. Yo me voy acomodando a su lado y él con su brazo izquierdo me toma de la cintura y me da vuelta para quedar en posición de cuchara. Sentía todo su abdomen en mi espalda. Me aprieta fuerte y dice: “buen día bebé”. “Buen día papá, cómo dormiste?” Respondo. “Fue la primera mejor noche de mi vida”, dice papá. “Y la segunda?” Sigo. “No hay segunda, de aquí en adelante todas mis noches serán las mejores noches”. Me aprieta fuerte y me besa el cuello. Con su mano derecha agarra el mentón y me da vuelta la cara para besarme en la boca. Siento su verga a la altura de mi culo que se empieza a erectar. Empiezo a hacer movimientos en mi culo para que se le pare más rápido. Papá ya estaba caliente. Me da vuelta muy rápido y pone mis piernas en su cintura. Con su pija busca mi hoyo que ya estaba queriendo ser roto por esa verga. “Métemela”, le digo. Papá me agarra los muslos y los empuja, su pija entra de inmediato, pero doy un grito muy fuerte. “Hijo, te duele?”, pregunta. “Papá, la tienes muy grande! No me acostumbro aún”, respondo. Papá me mira con deseo y dice: “tendré que acostumbrarte a mi verga”. Yo le levanto las cejas y papá empieza a embestirme fuerte. Yo grito de dolor y de placer, se podían sentir mis gritos por la casa. A papá no le importaba y seguía sin piedad. La cama suena fuerte. Pongo mis brazos hacia arriba para afirmarme del respaldo para no chocar porque con cada embestida iba moviéndome. Gemía y gemía y papá me seguía dando verga cómo un animal. “Papá voy a acabaaar” grito. Papá me embiste más fuerte que nunca y mientras voy lanzando mi leche, siento cómo papá me llena de la suya mi culito dilatado por esa vergota. Nos empezamos a besar con pasión y me abraza aún estando sobre mi.
Luego de quedarnos acostados un rato, papá se levanta de la cama al baño y puedo ver ese cuerpo que ha sido mío, veo su pija lacia que es tan grande de igual manera, lo veo caminar y esas nalgas apretaditas y duritas se mueven con sus pasos. Sale del baño y me dice que ya es hora de comer. Por la hora ya no podíamos desayunar así que preparará almuerzo.
Almorzamos todo bien, todo tranquilo, hablando de la vida. Sentía que papá ya me miraba de otra forma, lo sentía más coqueto, me sonreía siempre, me miraba distinto. Cuando finalizamos papá me dice que vayamos al sofá a ver algo de TV. Nos sentamos y lo abrazo, luego me acuesto en el sofá haciendo de sus muslos mi almohada. “Papá, quiero postre” digo. Papá ingenuamente pregunta: “que quiere?”. Y yo le agarro el paquete. Me pongo de rodillas en el suelo frente a él y papá me mira con calentura. “Come todo lo que quieras”, dice. Yo le bajo los pantalones y salta esa pija que ya estaba erectándose. “Que rica es tu verga, pa”. “Toda tuya”, dice. se la empiezo a chupar desesperadamente, me encantaba el sabor, cómo se le marcaban sus venas, el glande era perfecto. La forma de su verga era perfecta. Yo me la metía en lo más profundo de mi garganta que llegaba a hacer arcadas. Papá estaba disfrutando esa mamada tanto cómo yo. Siento sus manos que agarran mi cabeza y el aprieta sus músculos, todo su cuerpo estremecía, hasta que siento su leche en mi garganta. Me empiezo a tragar toda esa leche. Se la dejo limpia, sin ninguna gota. Papá sigue en el sillón y me siento a su lado, le doy un beso y él dice: “eres caliente igual que yo” y se ríe. “Si, y quiero hacer de todo contigo”. Papá pone una sonrisa malvada y me dice: “cada vez que queramos lo haremos, ya?”. “Suena rico”, respondo. Y me hace un gesto para que me acueste en el sofá de nuevo.
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