Él, mi padre (capítulo 3)
Capítulo 3 sobre las historias de mi padre.
Capítulo 3
Anochecer y amanecer
Ya pasa la tarde y mi papá estaba muy conversador, a lo que dice: “comamos algo?” A lo que respondimos en coro que si. Nos sentamos en la mesa y mi papá nos preparaba algo para comer. Todos nos habíamos cambiado ropa y mi papá se había puesto el mismo pantalón corto traslúcido que le hacía notar un boxer rojo debajo de su ropa, con ese bulto tan llamativo que me volvía loco, pero debía controlarme y no mostrar deseos de tocarlo. Al finalizar la cena, nos fuimos al sofá los tres y mi papá se sienta en el medio y Marcos y yo a cada costado. Vimos una película y a mí me empezó a dar sueño, por lo que me acosté dejando mis pies hacia el lado de mi papá. Él se tapa con una manta, se veía muy cómodo viendo la película. Al avanzar la noche miró de reojo a mi papá que tenía una mirada perdida y apunta al cielo mientras veo que la manta se mueve lentamente con un vaivén que me daba a entender que algo pasaba. Marcos estaba con su mano izquierda debajo de la manta a lo que me daba a entender que él estaba moviendo su mano. Yo no sabía que hacer, me sentía incómodo ahí, pero a la vez sentía un éxtasis que no podía controlar. Antes que finalice la película, mi padre se levanta y me da la espalda y dice: “me voy a mi habitación, descansen”, puedo ver de casualidad que va con su pene erecto en dirección al pasillo.
Con Marcos esperamos que termine la película y nos dirigimos al segundo piso a mi habitación, le digo a Marcos que el puede dormir en la habitación que está al lado de la mía y que ahí encontrará pijamas para dormir, nos despedimos y yo entro a mi habitación. Sentía algo de ansiedad por no saber que podía pasar.
En medio de la noche me despierto y quiero ir al baño, salgo y en el segundo piso hay un baño pequeño, pero decido primero ver la habitación donde estaba durmiendo Marcos. Abro despacio la puerta y veo que está vacía la cama. Mi corazón empieza a latir a mil, me imaginé mil cosas. Decido bajar por las escaleras lentamente sin hacer ruido y desde la escalera no veía nada extraño en la sala de estar, avanzo para llegar al pasillo y veo que mi padre tiene su puerta abierta, pero antes está el baño, la luz está encendida y veo la mitad del cuerpo de papá asomado, estaba en polera y abajo solo en su bóxer rojo pero estaba a mitad de su culo, ese maravilloso culo, y sus brazos se veía que agarraba algo, solo siento que alguien empieza a toser cómo ahogado y escucho a mi papá decir: “Marcos, estás bien?”, a lo que escucho responder: “si, pero esta muy grande” en susurro. Ahí tenía frente a mi a Marcos haciéndole un oral a mi propio padre. Mi papá veo que se baja un poco más el bóxer rojo y empieza el vaivén de su pelvis de forma más rápida, con un frenesí que me prendió completamente, agarré mi bulto y saqué mi pene para masturbarme viendo tal escena. Pude ver parte de la cara de Marcos que estaba con su boca completamente abierta y papá le agarraba la cabeza sin dejarlo salir ni respirar con tal trozo de carne que tenía en su boca. Era una sensación tan extraña y tan caliente que no pude evitar chorrear mi leche. Mi papá le saca el pene de su boca y le dice: “ábrela”, Marcos le hace caso y mi padre le tira un escupo en su boca y se empieza a mastubar hasta acabar en la cara de Marcos, mi compañero estaba lleno de la leche de mi padre en toda su cara y sacaba la lengua con una cara de placer. Decidí moverme de ahí y subo a mi habitación. Unos pocos minutos después siento que Marcos sube a su habitación y entra sigilosamente.
Al día siguiente, me levanto temprano y bajo directamente donde papá, el estaba acostado solo en ropa interior, con ese cuerpo exquisito y despierta a los segundos. “Buen día hijo, cómo durmió?” Me pregunta, yo respondo alegremente: “Bien! Dormí excelente!”. Él solo me sonríe y me dice que le diga a Marcos que baje a desayunar. Ambos en el comedor sentados, mi papá nos pregunta que queremos de desayuno, Marcos responde: “quiero leche tibia” y mi papá sonríe y dice: “ ya te hago un poco, para que crezcas fuerte”.
Mi padre me pide que vaya al mercado por unas cosas, que el no puede porque debe terminar algo. Marcos se levanta de la mesa y dice:”Don Carlos, iré con Esteban, o necesita ayuda?” A lo que mi padre responde: “ayúdame a avanzar en el almuerzo, Esteban no se perderá”.
Sabía que esto era un plan que tenía mi padre, pero quería ver más. Así que agarré bolsas y salí. Caminé media cuadra y decido volver. Necesitaba ver que iba a pasar en mi propio hogar.
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