Él, mi padre (Capítulo 7)
Acción en el spa.
Capítulo 7
El masaje
Al entrar al spa nos atienden una pareja, ambos nos miran y mi papá hace todo lo correspondiente para ingresar. Pago un acceso a todos los lados del recinto incluido un masaje. Mi papá pregunta si quiero uno y le digo que no.
Vamos a los lockers y mi papá dice: “hijo, primero vamos al gimnasio y luego de la ducha voy al masaje para terminar en la piscina. Yo asiento con mi cabeza y en los lockers nos cambiamos ropa. Mi papá se saca su pantalón corto y queda en ropa interior, abre su bolso se baja el bóxer blanco que llevaba. Puedo ver ese culo durito que tiene y prefiero no mirar para no evidenciar nada en mi. Se pone un lycra compresor que le queda muy bien y encima un pantalón corto de ejercitar que hace notar todos sus atributos de hombre. Se pone una sudadera manga corta ajustada y sus zapatillas, yo me visto de forma similar y nos vamos al gimnasio. Cuando ingresamos veo cómo las miradas de los hombres del lugar se clavan en nosotros, los más jóvenes miraban a mi papá mientras que los más adultos me miraban a mí. Yo me sentí algo avergonzado pero mi papá sentía que disfrutaba eso. Nos ponemos en máquinas y mi papá empieza a ejercitar y yo también. Lo miraba cada vez que hacía sentadillas porque marcaban ese culo tan rico, pero a mismo tiempo veía que no solo era un lujo para mí, habían otros que miraban de reojo y eso me incomodaba.
Terminada la sesión, nos vamos a las duchas que estaban vacías, así que aproveché de mirarlo con más descaro.
Nos vamos al sector de los masajes y habían dos hombres y una mujer. Uno de ellos, joven y guapo, se acerca a mi padre y dice: “tanto tiempo don Carlos, mucho sin venir por aquí”, el solo responde: “si, hoy necesito un buen masaje para relajarme pero vengo acompañado”. El joven me mira y me sonríe, el joven dice: “pidió el sector privado?”, “si” responde mi padre, “pero entraré con él”. nos dirigimos al lugar y el joven dice: “el masaje solo es para uno”, pero mi papá responde: “no te preocupes”.
Llegamos al lugar que quedaba en un pasillo al fondo, muy bonito, donde es un cuarto amplio y hay una camilla y al lado un baño con ducha, un ventanal y varias plantas. Mi papá me dice que me siente en un sofá que hay, el se prepara para el masaje. Se baja el pantalón corto que llevaba y queda en boxer blanco, que le quedaba muy ajustado y eso hacía notar todos sus atributos. Se saca la polera ahí frente a mi y el joven, él lo miraba detenidamente, mi papá se acuesta y le pone una toalla blanca en su pelvis. Yo me pongo audífonos pero aún así lograba escuchar lo que decían. El joven le pregunta: “mismo servicio?” Y mi papá asiente con su cara y le sonríe. empieza el masaje y llena de aceite el cuerpo de papá, me empezaban a pasar cosas cuando veía todo eso, quería ser yo quien tocara aquel cuerpo, el masajista empezó por el tren superior de papá, le masajeaba lentamente, yo miraba a ambos y preferí ponerme lentes para disimular mi mirada. El joven seguía y luego de un buen rato se cambia de posición y empieza a masajear las piernas, mi papá ponía cara de estar disfrutando el masaje muy a gusto. Empezó por los pies, luego subía, llegaba a los muslos marcados de papá, veía que el masajista también disfrutaba, seguía subiendo y llego a la pelvis, le masajeaba muy cerca del paquete a papá y veía que él contraía sus músculos del cuerpo. Yo veía detenidamente cada movimiento. Mi papá acomodó un poco la toalla y pude notar que se le estaba erectando su pija, no estaba completamente parada, pero ya estaba haciendo efecto los movimientos. El masajista cada vez se acercaba más al paquete que ya estaba bastante protuberante y fija su mirada en él. Podía oler el deseo de esa persona tocándolo, ya sentía cómo ese hombre estaba excitado. Miro al masajista y veo que su pantalón se le apretaba en el culo, puedo ver en un movimiento que estaba con una erección igual que mi padre, ambos no aguantaban esas pijas erectas. El masajista hace un mal movimiento y la toalla se cae, ahí pude ver en su esplendor tal erección en su ropa interior, pero no se dieron cuenta que yo si vi todo. Mi papá se sienta en la camilla y me dice: “hijo, ve a la piscina y espérame ahí, la última parte del masaje es más fuerte y suena los huesos del cuerpo y no quiero que te traumas” y se ríe. Yo ya sabía que era la mejor forma de quedarse a solas. Salí y me despedí del masajista.
No podía perderme eso, así que miré alrededor y no se escuchaba nada hacia adentro. Vi que al lado había una pequeña sala que decía: Solo personal, pero había un letrero que colgaba “no usar bodega, reemplazo por la del segundo piso”. Entré ahí y se notaba que no se utilizaba. Mire a todos lados y vi una rendija en lo alto. Me subo a una mesa que había y miro y se podía ver a través de una especie de ventilación pasiva lo que había al otro lado. Vi al masajista y mi papá acostado y pude escuchar decirle: “queda poco”, mi papá responde: “entonces desestrezame” y se levanta rápidamente de la camilla con una carpa armada en su bóxer blanco, el masajista abre la boca de asombro y mira con deseo esa pija que cualquiera quisiera tener dentro. Él se pone de rodillas y le baja su ropa interior de un solo movimiento saltando esa polla en todo su esplendor, la agarra fuerte y se la mete a la boca y succiona desesperadamente. Mi papá tira la cabeza hacia arriba y disfruta esa mamada, el se levanta y se saca su uniforme de masajista y queda completamente desnudo, mi papá pone cara de deseo y lo agarra fuerte y lo da vuelta, le empieza a besar el cuello mientras sus manos agarran la cintura del hombre. Él aprieta fuertemente la pija de mi padre y se la pone en posición para empezar la follada. Mi papá lo da vuelta rápidamente y lo pone en la camilla de pie pero su torso afirmado a la camilla, sin mucho esfuerzo le mete su pija dura por el ano y el masajista se tapa la boca para no hacer ruido, esa camilla se va corriendo con cada embestida fuerte que le da papá, yo alucinaba con esa imagen y me daba deseo ser yo quien estuviera ahí siendo follado. Mi papá apretaba su rico culo y sus piernas, notaba que lo hacía con mucha fuerza y desenfreno. De repente lo toma de ambas piernas y lo levanta, quedando colgando con la pija de mi padre en su interior, la pija estaba roja, a punto de explotar de placer y le sigue dando mientras avanzan al baño, siento que se abre la ducha pero yo ya no podía ver desde ahí, me aventuré a salir por la ventana y llego al ventanal donde estaba mi padre, puedo abrir despacio porque estaba sin seguro y entro despacio, la puerta estaba abierta del baño y pude ver a través del espejo que había a mi papá de espalda, marcando cada músculo de su cuerpo y al masajista bajo el agua sobre mi papá con sus piernas entrelazadas a él, agarrándole las nagas duras y haciendo fuerza para que entre más esa pija a su ano. El masajista estaba disfrutando eso en su interior y yo no podía más de la calentura de ver todo ese follón. De repente siento un suspiro y un gemido fuerte y supe que era otra víctima de la leche de mi padre en su interior. Yo salí y dejé la ventana cerrada, me meto a la bodega y salgo al pasillo. Al rato siento cómo se desbloquea el seguro de la puerta y sale papá con una sonrisa de oreja a oreja. Me ve y no noto medio asustado, “hijo, que hace aquí?”, “te esperaba” y me paro a abrazarlo, justo sale el masajista con su pelo húmedo y al verme se pone pálido. Para evitar sospechas yo digo: “menos mal tiene buen aislante de sonido para no escuchar cómo crujían tus huesos”. Mi papá me abraza y le dice al masajista: “gracias, nos vemos en otra ocasión” y nos marchamos camino a los lockers.
Tenía ganas de ir a la piscina y el sauna para ver si algo ocurría en esos lugares.
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