Él, mi padre (Capítulo 8)
Miradas van y vienen.
Capítulo 8
Las miradas
Estamos nuevamente en los lockers y papá decide volver a cambiarse ropa para ponerse traje de baño. Yo lo observo con detención y él, sin pudor alguno, se baja el pantalón y el bóxer blanco que llevaba quedando completamente desnudo en su parte inferior, logró ver sus piernas gruesas y duras ahí a vista de todos. Busca en el bolso su sunga tipo bóxer color amarillo y se acomoda para ponérsela, veo de reojo que su pija estando flácida es muy grande y se la acomoda para mostrar todo su cuerpo. Se saca la polera y ahí de nuevo, muy sexy está de pie. Veo cómo algunos hombres del lugar lo miran y observan lo mismo que yo. Yo me cambio rápidamente y también quedo en traje de baño, uno color celeste que tenía. Nos dirigimos a la piscina donde hay de todo tipo de público. Yo me siento en una silla reclinable con mi toalla y papá hace lo mismo.
Mi papá se relaja, yo también y empezamos a conversar. Hablamos de la vida, de mis proyectos a futuro ya que había finalizado la escuela y pregunta por Marcos, yo le respondo que estaba de viaje pero que volvía el viernes, el me dice que lo invite de nuevo para la casa y yo solo respondí: “Bueno”.
En eso se acomoda su paquete tan grande que tiene y miro alrededor, sentí miradas de dos hombres que nos miraban de vuelta, uno miraba a papá y otro me miraba a mí. Tal cómo me gustan, adultos y bien paquetones. Yo me empiezo a acomodar y me acuesto con mi abdomen dejando relucir mi culito redondo. Mi papá solo me observa y veo que se acomoda su paquete una vez más. Sentía que se le marcaba un poco más su pene en la sunga.
Él se para, y camina hacia el sector de agua caliente, atravesando el lugar con esas miradas clavadas en él. Uno de los hombres que me miraba veo que se acerca hacia mí pero solo para verme de más cerca y se queda observándome. Yo no sabía que hacer así que me levanté y me lancé al agua, el también lo hizo. Nadé un buen rato y en un momento de descuido chocó con alguien, era este hombre que solo podía verle el pecho mojado con sus pectorales marcados, yo me sonrojé y pido disculpas, él dice: “tranquilo, no me molesta” y muestra su bella dentadura con su sonrisa. Era un hombre bellísimo. Decido salir de la piscina y le digo a papá que me voy a cambiar.
Me voy a las duchas y ahí aparece este hombre. Yo me saco la ropa y siento su mirada clavada en mí. Me pongo la toalla y me dirijo a la ducha. Entro a un cubículo que tenían puertas semi transparentes de vidrio. Yo me ducho tranquilamente hasta que veo que alguien entra justo a la que está frente a la mía. De curiosidad abro la puerta de vidrio y veo que ese hombre con el cual había chocado estaba sin ropa, pude ver su culo de macho, su cuerpo tonificado ahí, frente a mi, él se da vuelta y me sonríe, dice: “hola”, yo respondí el saludo y me sonrojé, lo podía sentir en mi cara. Seguí duchándome y vuelvo a abrir la puerta, ya sentía cómo mi cuerpo estaba reaccionando. Al abrirla un poco, miro al frente y este hombre estaba con la puerta abierta a la mitad y veo su cuerpo todo mojado hasta la mitad, la otra mitad estaba oculta en el vidrio, pero puedo ver la silueta de algo grueso entre sus piernas. Yo me quedo perplejo viendo aquella escena. El hombre abre un poco más la puerta y deja ver un trozo de carne venoso, grueso con un glande ancho y recto que me apuntaba. Yo no pude evitar mirar pero me quedé ahí. Él toma su pija y empieza a masturbarse. Yo me deleité con ese paisaje. Agarro mi pene y empiezo a masturbarme con él. Abro la puerta y ambos estábamos ahí, mirándonos. Me hace seña para que me acerque y no lo pensé tanto y me pasé a su ducha. Él me mira y dice: “eres exquisito”. Respondo: “tu también, que rico lo que tienes ahí”. “Úsalo”, me dice. Me agacho rápidamente y me lo meto a la boca, lo succiono desesperadamente sin pensar que estaba en ese lugar. Muevo el cuero de su pija de arriba a abajo, sentía que estaba poseído por esa pija tan grande y rica, su sabor era salado muy rico. Me agarra del pelo y tira mi cabeza hacia adentro, esa pija me llegó a lo más profundo de mi garganta. En eso siento que alguien viene acercándose, me levanto rápidamente y salto en sus brazos, para que no se notara que habíamos dos personas ahí dentro. Él me sonríe y me susurra: “que exquisito lo chupas, se nota que sabes”. Yo le digo: “no quiero que me pillen aquí”. Nos quedamos quietos para no hacer ruido y en eso él agarra su pene y lo pone en mi ano, yo le hago con un gesto en la cara que no lo haga, pero empieza a presionar y siento la cabeza abriendo mi ano con dificultad. Yo le vuelvo a hacer un “no” con mi cara y decido salir de la ducha. Al frente no se notaba quien estaba, pero veo la toalla colgando y estaba seguro que era mi papá. Camino rápido por el pasillo, llego al locker y empiezo a vestirme. Al minuto sale este hombre, va a su locker y se pone pantalón. Se acerca y me da una tarjeta, yo la tomo y la guardo. No sabía que decía.
Salgo del lugar y espero a papá afuera, como en 15 minutos sale y me dice: “pensé que habías desaparecido” y solo decido caminar hacia los estacionamientos al auto.
Al subirnos al auto mi padre me pregunta cómo lo pasé a lo que respondo: “muy bien” pero algo nervioso. Llegamos a casa, agarro el teléfono y le escribo a Marcos: “oye, ven el próximo viernes”.
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