El perro Vicente
Un perro desconocido me folla bastante duro.
Esto paso meses atrás, en la temporada de lluvias.
Estaba en casa de mi abuela junto a mi madre, estábamos viendo una película en la TV. Todo era tranquilo al menos hasta que los truenos anunciaron la llegada de una tormenta.
— No baje la ropa— mi madre estaba por salir corriendo, pero yo la detuve.
— Yo voy.
Me puse mi suéter, salí de la casa de mi abuela para ir a la nuestra; no estaba muy lejos, pero mientras llegue la tormenta se había desatado.
Apenas logré llegar a mi casa, estaba un poco mojada, pero no era para tanto. Saque las llaves para abrir la puerta, pero para mí sorpresa justo en la puerta estaba Vicente.
Vicente era un perro callejero, siempre estaba cerca de este barrio. Cómo mi abuelo tenía un taller y cuando estaba trabajando ese perro estaba con el lo llamo Vicente.
No sabría decirles que raza era pues tenía el cuerpo y las orejas blanco con manchas grises, pero su cabeza y cola eran cafés. Lucía como un pastor alemán, pero era un poco más grande.
—Hola Vicente— acaricié su cabeza—. ¿Refugiandote de la lluvia?.
Abrí la puerta de mi casa, me metí y antes de cerrarla Vicente se metió corriendo. No pude de tenerlo pues subió las escaleras corriendo.
—¡Vicente!— lo llame, pero el no volvió—. ¡Ven acá!.
Cerré la puerta de nuevo con llave, subí las escaleras y me fijé su Vicente no estaba en el pasillo que daba a los cuartos. Me preocupe pues estaba en el patio.
Corti hacia arriba, Vicente estaba acostado sobre un par de telas que mi abuelita tenía por el taller.
—¡Oh qué bien!— mire a Vicente con molestia—. ¿Te crees el dueño de la casa?.
Cuando un trueno se escuchó recordé a qué venía, corrí al patio para bajar la ropa a toda velocidad. Mi perro copito estaba metido dentro de su casita así que no se mojaba.
Una vez que tenía la ropa corti de nuevo adentro, cerré todas las ventanas y puse un trapeador abajo de la puerta pues el agua podría entrar por ahí. Coloque cubetas en las goteras, la ropa la había dejado sobre una mesa.
Una vez que todo estuvo listo me fui a sentar al sofá del baño. Apenas me había sentado cuando Vicente entro, se subió al sofá y se acostó.
— Perro sin vergüenza.
Si mis papás descubrían que había dejado entrar a Vicente me iban a regañar, pero ¿Cómo lo sacaba con este clima? No tenía el corazón para hacerlo, así que me dije: «Cuando la lluvia baje un poco lo sacaré».
Mi ropa ya estaba mojada, comencé a estornudar. No quería enfermarme así que fui por ropa limpia.
Por un momento pensé en cambiarme ahí mismo, pero las ventanas daban justo a la casa de los vencidos. No quería que ellos me vieran así que volví al cuarto.
Vicente me miró fijamente, yo de pronto me sentí expuesta.
— No me mires.
Cerré la puerta con seguro para evitar que alguien entrara. Me quite la camisa, la dejé sobre una silla. Me puse la camisa limpia. Estaba por quitarme los pantalones, pero gire a mirar a Vicente, el no me miraba así que me quite los pantalones, cuando me agaché a recogerlo sentí una fría nariz en mis muslos.
—¡Ay!— me levanté de un saltó, me giré hacía Vincente, ahora estaba detrás de mi olfateando mi trasero—. ¡Ey! Déjame.
Le di un golpecito en la cabeza para que se fuera, pero Vicente mordió mis bragas y comenzó a tirar de ellas. Vicente a comparación de mi perrito copito era bastante grande, así que fácilmente me hizo perder el equilibrio pues todavía me tropecé con el pantalón que había en el suelo.
Cai de de trasero, Vicente se acercó a mi y está vez empezó a tirar de mi blusa. Aparte al perro de un manotazo, me dí la vuelta para ponerme de pie, pero Vicente se montó sobre mí.
En ese momento me asusté pues Vicente empezó a moverse, sentía su polla picar sobre mis bragas.
—¡Quítate!— lo empuje lejos.
No quería que aquel perro me hiciera algo, ¡Sería una traición a Copito!.
Me levanté, tome mis pantalones y sali del cuarto, aún estaba en calzoncillos así que metí mis piernas en los pantalones, estaba por subirlo, pero de nuevo Vicente se subió sobre mí.
Con su peso me hizo caer y quedar en mis cuatro extremidades. De nuevo la polla de Vicente empezó a picar insistente sobre mis bragas, me sentía ansiosa pues no podía quitarme aquel perro de encima.
— Eres tan molesto.
A pesar de mi molestia algo dentro de mi se encendía. Vicente me tenía sometida, me sentía como una perra siendo domada por su macho.
Vicente era insistente, su polla seguía picando sobre mis bragas. La sensación me había empezado a calentar, en ese momento no lo pensé demasiado; ni siquiera pensé. Con mi mano hice mis bragas a un lado.
Vicente se quedó estático, pero al sentir mi húmedo agujero dió una estocada que me sacó un grito. Tenía suerte de que el techo de láminas era demasiado ruidoso para dejar escuchar mis chillidos.
Vicente me tomo con fuerza empezó a follarme. Era la primera vez que sentía una polla tan grande dentro de mi, se sentía tan rico. Mientras Vicente me follaba empecé a frotar mi clítoris aumentando el placer.
Sabía que tendría que cambiarme de ropa, pero no me importo, deje que Vicente me tomará.
Cuando Vicente terminó, su polla empezó a crecer bastante. Mis paredes vaginales se abrieron para adaptarse a su tamaño.
Vicente aparentemente se iba a alejar, pero en su lugar se dió la vuelta y ambos quedamos culo con culo.
Moví mis caderas, quería que aquella grande polla me siguiera follando.
Estuvimos unos minutos así hasta que Vicente tiró y me sacó su polla. Sentía mi vagina palpitar, estaba tan mojada y caliente. Comencé a masturbarme, pronto sentí la lengua de Vicente sobre mi.
Recosté mi cabeza en el suelo, levantando mi cadera, la lengua de vigente lamía mi rajita bastante bien.
Cuando Vicente se alejo yo me puse de pie, tenía las piernas temblorosas. Mire a mi alrededor, de pronto me dí cuenta de dónde estaba, pero por suerte la casa estaba sola.
Aún estaba caliente, así que entre al cuarto después de que Vicente entrara cerré la puerta.
Me quite los pantalones a medio poner y las bragas, me puse en cuatro meneando mi trasero para llamar la atención de Vicente. El tardó en mirarme, pero al final se acercó a mi y me olfateo.
— Vamos, solo un poquito más.
Vicente se subió sobre mi, está vez enserto a la primera. Mis gemidos eran bastante fuertes, me volvía loca tener una polla tan grande en mi agujero.
Empecé a tocar mis pechos, toque mi clítoris, quería tocarme todo el mismo tiempo. Estaba loca de placer.
De nuevo Vicente se iba a voltear cuando su nudo se hincho, pero yo lo detuve sujetando sus patas. Vicente entonces se mantuvo sobre mí, su polla bombeaba todo su semen caliente dentro de mi, era bastante, tanto que empezó a desbordarse de mi agujero.
Moví mis caderas, hice que esa polla se metiera más en mí. Vicente me tomo con fuerza y se movió de nuevo, empecé a gemir como loca.
No saben la satisfacción de que te follen mientras te llenan de ese semen caliente.
Cómo dije, cuando el clima mejoro un poco deje que Vicente se fuera. No podía creer lo que habíamos hecho.
Si Vicente fuera una persona, sin duda sería de esos hombres que te embarazan y te abandonan 😂
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