El sabor de la Ley
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Steelhard.
Tenían algunas cosas en común, pero eran mucho mas numerosas la cantidad de cosas que las diferenciaban.
Ambas provenían de familias bastante acomodadas del interior del país y se hallaban estudiando la carrera de derecho en la Universidad de Buenos Aires.
Cada una habitaba un departamento en barrios cercanos entre sí y cercanos a la sede de la facultad.
Las dos estudiaban tiempo completo, es decir, no necesitaban trabajar, ya que eran mantenidas económicamente aún por sus padres, a pesar de sus veintitantos años de edad. Yo diría que ahí terminaban las coincidencias.
Clara era rubia, menuda, muy extrovertida, siempre sonriente y siempre despierta.
Ponía énfasis en su aspecto exterior, bien vestida, a la moda, sabía elegir las prendas y el look que mejor le sentaban, jamas pasaba desapercibida en ningún ambiente.
Tenía un buen nivel de estudios aunque no era sobresaliente.
Ángeles era morocha, alta, desalineada, su aspecto era realmente desastroso, incluso hasta daba la impresión de no cuidar demasiado la higiene personal.
Absolutamente introvertida, era un milagro oírla decir dos palabras corridas, a no ser, claro, que se tratara de su amada carrera.
Ahí cambiaba por completo y hacía gala de un conocimiento y nivel envidiables.
Había una materia en particular que a Clara le resultaba especialmente difícil y que a Ángeles, por supuesto no.
Ese fue el único y real motivo por el cual Clara se animó a acercarse a Ángeles y convencerla, no sin mucho esfuerzo, la conveniencia de estudiar juntas.
Clara no podía darse el lujo de perder una materia y estirar así, por lo menos, un año mas toda su carrera.
Descubrieron pronto que la idea de unirse fue realmente buena y productiva para ambas. Comenzaron a compartir todas las materias y por lo menos en la parte estudio, se potenciaban de una manera increíble, sacando provecho de cada sesión.
Fuera de ello, tratar de entablar cualquier conversación con Ángeles era tiempo perdido.
Clara se desesperaba al obtener solo monosílabos como respuesta a toda pregunta que no versara sobre leyes o derecho.
Con el tiempo no lo intentó mas y se dedicó solo a pasar el menor tiempo necesario con su compañera y solo dedicándolo a lo que ambas necesitaban.
Pero un hecho sucedería, que cambiaría rotundamente el rumbo de los acontecimientos.
Un par de veces, cuando tocaba estudiar en el departamento de Clara, a ésta le había parecido que Ángeles, luego de ir al tocador, salía de el algo extraña, como apenas agitada y un poco acalorada.
Le pregunto si estaba todo bien, si se sentía mal, pero ante la negativa de Ángeles no insistió mas y pensó que eran solo ideas suyas.
Otro día noto algo muy curioso. Estando sola, cuando fue a recoger la ropa sucia para el lavado de un contenedor que tenía para tal efecto en el baño, encontró que una bombacha que juraría haber puesto antes que otra ropa, estaba al tope de todo, es decir, como si hubiera sido al última prenda en tirar a lavar.
Lo pensó un rato, pero al no encontrar respuesta en su cabeza, lo terminó olvidando convencida que estaba en un error.
Cuando a la semana siguiente se repitió la misma escena, es decir, ahora si estaba muy segura que no había puesto al último su ropa interior, pero ésta estaba otra vez arriba de todo, se dio cuenta que solo había una explicación posible.
Cuando Ángeles iba al baño, no era solo para lavarse las manos o hacer sus necesidades.
Su primer impulso fue de rabia y confusión. Que carajo hacía la loca ésta con sus tangas y bombachas.
La suerte quiso que el descubrimiento lo hiciera un día viernes, justo cuando Ángeles había viajado a su pueblo a pasar el fin de semana y no se volverían a ver hasta la semana siguiente.
Si bien Clara estaba sin pareja, desde hacía poco tiempo por haber roto con un novio de mucho tiempo, era una joven que vivía su sexualidad plenamente y sin conflictos.
Se consideraba heterosexual, pero en el pasado había coqueteado y hasta experimentado un poco alguna relación lésbica, con una amiga de su pueblo.
Su descubrimiento la tenía azorada. La rabia fue dando paso a cierta curiosidad, y mas tarde a cierta gracia.
Se hizo la imagen de su compañera, sentada en el inodoro con su tanga en la mano llevándola seguramente a la nariz, y vaya saber que mas.
Ese fin de semana tuvo sueños raros, inquietantes, se quedo sola en casa y casi sin querer se descubrió investigando en internet sobre fetiches, como el que acababa de descubrir.
Algún cuento, algún video, movieron en su interior cierta veta fetichista que no sabía ni que existía.
El domingo, como era su costumbre salió a correr a un parque cercano luego almorzó en casa de una amiga y finalmente regreso temprano para repasar unos apuntes de la materia que tenía el lunes.
Su intento fue en vano, no podía concentrarse. Una y otra vez se le presentaba la imagen de Ángeles excitada con sus prendas íntimas, y ya la rabia y la curiosidad estaban dando lugar a cierta calentura.
Esa noche, se acostó temprano y se masturbo con esa idea.
Habían convenido en reunirse nuevamente el lunes después de mediodía en su departamento para retomar la rutina del estudio.
Clara ideo un pequeño plan para confirmar su descubrimiento y poner en evidencia a Ángeles, sin tener demasiado claro en que terminaría todo esto.
Lo que hizo fue usar una bombacha blanca, muy sexi y al momento de defecar, en vez de limpiarse con papel higiénico, utilizó la tela que quedo conveniente y visiblemente manchada, la acomodó bajo otras prendas en el cajón de la ropa sucia y espero a ver el resultado.
El lunes, puntual a las dos de la tarde Ángeles toco el portero y subió saludando monosilábica como siempre.
La intriga carcomía a Clara, pero espero paciente a que las cosas sucedieran con absoluta normalidad.
A las cinco, como también era costumbre hizo un alto y se levanto a preparar unos mates.
Ángeles, de manera educada, como siempre, pidió permiso para pasar al baño.
Era el momento de la verdad. Clara fue a la cocina y preparó la merienda nerviosa, inquieta.
Le pareció, como nunca antes, que Ángeles demoraba una eternidad en salir.
Pero finalmente salió, y Clara ya convencida la observo detenidamente cuando se acerco con el mate y unos bizcochos. Estaba sentada a la mesa y tenía mas color en la cara que antes de entrar al baño.
Sirvió un par de mates, en silencio, la miraba divertida, tenia la seguridad de no haberse equivocado. Pero Ángeles continuaba sentada impertérrita como si nada hubiera pasado.
Seguimos?, pregunto Ángeles.
Dame un momento, contesto, tengo que pasar un minuto yo al baño, en seguida vuelvo.
Entro y fue directamente al cajón, lo abrió y ante su sorpresa, la bombacha no estaba al tope de la ropa, como esperaba. Dudo un instante, pero hurgo un poco y la encontró, y ahí si pudo confirmar lo que ya sabía.
Examinó la prenda y descubrió que la mancha ya no estaba y en su lugar, una clara señal de humedad, como si alguien hubiera pasado la lengua bien mojada por ensima.
Con su trofeo en la mano fue al encuentro de Ángeles, que cuando la vio llegar con la bombacha en la mano y preguntando si le podía explicar algo creyó que la tierra se abría bajo sus pies, sintió que sus mejillas se incendiaban de vergüenza y solo atinó a tratar de huir entre sollozos.
Clara la atajo antes de que pudiera salir, cerro con llave la puerta y comenzó a sentir lástima por la chica que ahora si, ya lloraba a moco tendido y se acurrucaba en un rincón del departamento.
Trato de calmarla, le decía que no era necesario ponerse así, que no estaba enojada, que solo quería hablar del asunto para poder entenderla.
A cada frase Ángeles solo parecía responder con mas llanto, pero al rato comenzó a calmarse, y un poco aturdida fue a sentarse al sillón del comedor.
Clara se sentó a su lado, le tomo las manos, y trató de calmarla más.
Contame, Ángeles, como es este asunto?
Sin levantar la vista, pareció aflojarse y le respondió: y que querés que te explique?, que soy una enferma que se calienta con tu ropa interior sucia?, que se me cae la baba cada vez que pienso en vos, o te veo, o te escucho o tan siquiera te presiento?
Era la primera vez que Clara la escuchaba hablar de esa manera, con tanta resolución de un tema que no fuera de estudio, y siguió.
Desde el primer día que te vi te desee, pero para colmo, no solo te deseo sexualmente como podría desearte cualquier persona, ademas tengo esta fijación perversa que no puedo controlar.
Y ya absolutamente desinhibida siguió, mirándola por primera vez directo a los ojos, me gustaría comerte toda, de pies a cabeza, pero comerte literalmente, te chuparía por todos lados y te rogaría que me llenes la boca de tu adorable mierda, hasta hacerme ahogar de placer.
Te suplicaría que me calmaras la sed con tu pis hasta dejarte seca, querés que siga?, y se quedó en silencio, completamente satisfecha de haber podido expresar tan brutalmente sus deseos mas profundos.
Clara quedo con la boca abierta, sin saber que hacer, que decir. No espero jamas semejante confesión de aquella mujer, no podía reaccionar, estaba como en shok.
Ángeles trago saliva y dijo: Clara quedate tranquila, dejame ir y te prometo que no vas a saber de mi mas en tu vida.
Clara reaccionó, por fin y dijo,: No, no quiero que te vayas, quiero que me hagas tuya, quiero que me muestres la pasión que acabas de expresar como jamas escuche a nadie que podía hacerlo, y aunque no te prometo satisfacer en seguida todos tus deseos mas profundos, quiero realmente que me ayudes a intentarlo. Al tiempo que hablaba Clara comenzó a desprenderse la blusa, y a sacarse la ropa con desesperación.
Ahora la sorprendida era nuevamente Ángeles, no podía creer que su objeto de deseo se le estuviera ofreciendo de tal manera, con tanta premura.
No lo pensó dos veces, se dejo arrastrar, se arranco la ropa que llevaba puesta y terminaron abrazadas rodando sobre la alfombra comiéndose las bocas y descubriendo, por primera vez sus cuerpos.
En un momento consiguieron de alguna manera llegar al dormitorio, se tiraron sobre la cama y se regalaron un brutal 69 casi violento que solo acabo con sonoros orgasmos, que lejos de calmarlas, pareció abrir mas aun el deseo escondido.
Clara no se reconocía, estaba como borracha de placer, la concha peluda de Ángeles le parecía una delicia que no quería sacar de su boca, al tiempo que los dedos y la lengua de Ángeles la hacían ver las estrellas.
Perdieron la noción del tiempo, se besaron y mordieron y chuparon de tal manera que a ambas les dolía la quijada y la bocas se les adormecían.
Tomaron un respiro, Ángeles estirada boca arriba, Clara recostada sobre su pecho trataban de recuperar el aliento.
Sería por la novedad, sería por la calentura contenida, pero Clara estaba dispuesta a llegar hasta el final, y Ángeles, ya total y definitivamente transformada no estaba dispuesta a dejar pasar ninguna oportunidad.
Sin levantar la cabeza de su posición, Clara le dijo: te lo voy a dar, no se exactamente como, no se siquiera si después no voy a odiarte y me va a dar asco, pero o te lo doy ahora o no sucederá nunca.
Salto de la cama y la arrastro al baño, la metió en la bañera, le pidió que se acostara y torpemente, como pudo, se acomodó de tal manera que le ofreció el ano directamente a la boca de Ángeles.
Mientras comenzada a hacer fuerza con su vientre le dijo: mas te vale que no dejes ni una sobra de lo que te voy a dar, y mas te vale que me enseñes a saborearlo tanto como vos lo vas a saborear.
Ángeles temblaba, no de frío, no de miedo, temblaba de calentura, no podía creer que Clara estaba a punto de hacer realidad una fantasía tantas veces soñada por ella en los pasados meses.
Finalmente comenzó a suceder, la boca se le empezó a llenar de la mierda de Clara, suave, caliente, brutalmente amarga, pero para ella deliciosa.
Se estremecía, empezó a morderla, a saborearla, y lentamente a tragarla, acababa, con cada sensación de su lengua, de su paladar, se sacudía mas fuerte en múltiples orgasmos .
No quería terminar nunca, abrió los ojos y vio a Clara a centímetros suyo, apoyada en el borde de la bañera viéndola extasiada.
Si es tan delicioso como muestra tu cara quiero que me des toda la noche de tu mierda. Y la beso profundamente al punto que las dos jugaron largo rato con los restos que quedaban en la boca.
Ese día todo cambió, para ambas, la experiencia que estaban viviendo era tan extrema y cautivadora que se quedaron tres días y noches encerradas en el departamento sin salir, solo probando nuevas formas de darse placer, de saborearse, de comerse y beberse.
El tiempo paso, por supuesto que se recibieron de abogadas, por supuesto que abrieron un exitoso estudio como socias, y por supuesto que siguen comiéndose literalmente cada vez que tienen hambre.
Increíble!, escribí este relato hace años y aún sigue online… No fue el único, voy a ver si también están los otros.