El vaquerito del culo parado
Desde que lo vi sabía que tenia que comerme ese culito, algo impresionante para un chiquillo .
La primera vez lo vi de pie, esperando a su patron, detrás de un camioncito ganadero. Delgado, blanco, piel curtida por el sol, apenas salido de la pubertad, con el cabello largo, espeso, cejas delgadas y delineadas, labios gruesos, jeans apretados y camisa de cuadros, un típico vaquero del pueblito donde estoy laborando en un proyecto grande.
Estaba en un restaurante y me quede en mi auto, tras los vidrios oscuros, lujuriandolo con la mirada. Cada vez que se movía podia ver sus gluteos, paraditos, marcados por el pantalón. Daba la impresion que podria poner una jarra ahi arriba y no se caería.
La segunda vez me lo encontré en la parte de afuera del banco y ahi si le caí. Lo saludé y le pregunté alguna tontería, buscándole conversación. Solo eso, ya sabia que edad tenía ( menos de lo que parecia), donde vivía y a que se dedicaba. Estaba trabajando para terminar sus estudios, era de otro pueblo más retirado y estaba disconforme con su trabajo. Le pedí que me refiriera «alguien» para hacer una limpieza el fin de semana. Ahí me pasó su número.
Dos llamadas de seguimiento y ya me preparé para recibir a Abdielito. Llegó el domingo temprano y se puso a trabajar en el jardin, sin camiseta. Cuando lo vi casi me desmayo, pecho plano, fibroso pero plano, tetillas sin un solo vellito pero paraditas y el estómago como una tabla. Se le veían los pelos sobresalir sobre el pantalón. Para mi suerte, comenzó a llover a eso de tener una hora de estar trabajando.
-Entra, no es bueno que te mojes sudado. El sudor le chorreaba por toda la espalda y entraba en ese canal de las nalgas que me ponia a mil pensar en el saborcito salado de ese culo.
Ya dentro de la casa comenzó la charla insustancial hasta que le ofrecí una cerveza, y luego otra y luego otra…..
Con confianza ya empezamos en serio. Me le acerqué y lo fui tocando suavemente. Los pelos de la nuca se le erizaron y se quedó en silencio, seguro ésta no era su primera vez pero tampoco era un inocentón.-
-Vamos a ver que hay aquí, dije sobándole la verga sobre el jeans.
-wao, esta culebrota está como hambrienta, cuando abrí el zipper ya estaba dura como una piedra.
Comencé a mamarle el huevo de una vez. Podía medir unas 8 pulgadas lleno de pelos largos, negros y lacios.
A la vez le masajeaba las nalgas. Uff, una delicia, parecían hechas de granito, duras y redondas. Le bajé el pantalón y nos fuimos a la cama. No pude dejar de lamerle el pecho, las axilas, los brazos. El olor a macho era tal que trató de excusarse para ir a bañarse y no lo dejé.
le chupé los dedos de los pies y lo vi retorcerse de placer. Parece que ese era su punto de arrechura. Le metí la lengua entre los dedos y restregué mi cara en la planta de sus dos pies.
Subí a sus muslos y el olor era más intenso. le chupaba los muslos hasta que veía los chupetones aparecer. El solo abría mas las piernas para sentir mi boca, mi lengua, mis dientes y mi barbilla rasparlo.
Lo volteé y le caí a sus nalgas, para mí era como el postre. Lo mordía suavecito pero firmemente y ahí le iban quedando los chupetes marcados. El apretaba el culo, pero yo se lo fui abriendo con las manos, a la fuerza. Metí mi cara entre sus dos montañas de carne adolescente y ahi estaba ese huequito, oscuro, peludo, oloroso. Lo chupé y lamí con tantas ganas que el se retorcía y trataba de alejarse. Sentía sus músculos tensarse y (continuará)
Ir despacito en ese culito e comer con calma ese ojetito fresco de machito nuevo. Ah, Hunter, qué goloso tu cuento!