En Bandeja de Plata No 1
John y Kevin, se embarcan en una aventura a una isla interesante.
Con cinco horas de viaje, los tripulantes del auto a bordo del Ferri ya se sentían bastante incómodos, los músculos y coyunturas estaban acalambradas y los ojos somnolientos por el pesado viaje que hicieron desde su país natal, hasta ese pequeño país del trópico, la verdad, los cinco tripulantes en el auto, se sentían decepcionados con el servicio por el cual habían pagado para con el precio que tuvieron que dar.
John: «Ya vez tu… ahora es cuando llegamos a la dichosa isla y nos ponen las esposas» -dijo mientras apoyaba la cabeza contra el cristal de su ventana- «todo era muy bueno para ser verdad»
Kevin: «¿Quieres callarte? Te dije que este servicio lo consiguió un amigo de confianza, este sujeto a estado como 7 veces en la isla, el mismo la recomienda»
John: «Ya te digo yo que una isla llamada ‘Bandeja de plata’ no es muy alentadora. Suena falsa, suena a algo que un agente del fbi o la cía con mal gusto pondría para atrapar a tontos»
Kevin: «¿Acaso te asusta?» -le replicó con un tono de sarcasmo oscuro- «sabes que no nos queda mucho tiempo, al menos vivamos como queramos por lo que nos queda de vida.»
John solo se mantuvo en silencio, suspiro profundamente y Kevin mantenía una sonrisa de superioridad en su rostro. Ambos sobresaltaron cuando en la puerta de desembarco del Ferri se proyecto un video interactivo desde un proyector que presentaba una cuenta regresiva de sesenta segundos mientras un sub-texto en 9 idiomas invitaba a los ocupantes de los vehículos a que bajaran de ellos.
Cuando la cuenta regresiva llego a 10 segundos, la estética del video había cambiado drasticamente, de una imagen gris plana sin ningún llamativo, ahora la imagen estaba llena de matices rosados con una fuente en el texto bastante redondeada y reemplazaban algunas letras vocales por corazones, mientras que en algunas otras letras se le dibujaban algunos corazones pequeños en sus extremos de pronto la cuenta llegó a 3… 2… 1.
«¡Sean todos bienvenidos a nuestro pequeño resort privado -dijo una hermosa señorita rubia, desde el video proyectado, algo así como si fuera una presentadora de un video explicativo- lamentamos que tuvieran que pasar por este mal rato de alrededor de 5 horas para llegar hasta aquí… ¡pero no se preocupen! Todo a sido por su seguridad y la nuestra -John y Kevin no podían despegar los ojos de la proyección, estaba en una excelente calidad y la rubia era una mujer muy voluptuosa, tenía unas enormes tetas firmes y se notaba unas exquisitas piernas con unos muslos deseables de morder, además esta presentadora estaba vestida con una blusa escotada blanca muy ajustada qué dejaba poco a la imaginación y de las caderas para abajo, solo parecía vestir una minifalda negra- ¡Ups! Casi lo olvido, esta no es mi ropa de trabajo, ¿quieren ver mi uniforme? -dijo la rubia mientras tomaba su escote con las manos con la intención de rasgarlo- solo los clientes reales pueden disfrutar de esto, no despeguen sus ojos de estas niñas… 1… 2… y ¡3! -En ese momento John y Kevin se sobresaltaron por sonido de disparos con silenciador qué escucharon a sus espaldas, Ambos se dieron la vuelta instintivamente y vieron como algunos de los demás pasajeros caían muertos al suelo, con un claro agujero en la cabeza- Ay… no pierdan la calma mis bebés… esos eran tipos malos, malos, malos, eran perros asquerosos qué están en contra de nuestra libertad… si siguen con la cabeza intacta… significa que han pasado el último filtro.»
John y Kevin seguían con el corazón palpitante, y la piel erizada cuando Ambos se dieron la vuelta y veían como la proyección se apagaba y una mujer caminaba desde el puente del ferri, era la rubia del video, pero esta vez, no dejaba nada a la imaginación, la rubia despampanante estaba completamente desnuda, lo único que traía puesto eran un par de guantes negros, unos tacones negros y unas mallas de rejilla qué llegaban hasta el muslo, la mujer caminaba entre los autos mientras un grupo de hombres enmascarados se llevaban los cuerpos de muertos hasta el interior del ferri, mientras caminaba sensualmente moviendo las caderas de un lado a otro con cada pasó iluminada por los faroles de los autos y las luces del ferri, los demás tripulantes podían verlas más a detallé, la rubia llevaba un plug anal y su base brillaba de distintos colores a cada paso que daba, mientras que en su vagina se hallaba clavado en su interior un dildo vibrador encendido. Había un anillo de oro atravesando su clitoris del cual colgaba una pequeña cadenita de oro del cual colgaba un peso, y en esos generosos senos, también colgaban de sus pezones unos cascabeles qué sonaban con cada movimiento.
La rubia respiraba a un ritmo errático, pegando bocanadas de aire y jadeaba como una perra en celo, camino hasta donde todos la pudieran ver y gracias a un micrófono en su mejilla, todos pudieron oír lo que ella ahora tenía que decir:
«AAAAAAAAaaaah… llevo 5 horas caliente y no aguantaba más… a partir de este punto, solo faltan 30 minutos de viaje, a-ah, se que al igual que yo… no todos pueden esperar más… y es por eso que ‘Bandeja de plata’ les ofrece este pequeño tentempíe antes de llegar… sean libres de utilizarme como gusten!» -dijo la rubia mientras se sentaba en el suelo y abría las piernas ante todos los presentes- «solo déjenme decir las reglas apartir de este punto. Regla número 1, En la isla todo se vale, menos acabar directamente con la vida de otro ser humano. Regla número 2, en la isla todo se permite toda clase de práctica sexual que no acabe con la vida de otro ser humano. Regla número 3, las mascotas de la isla no son seres humanos… y ahora… ¡haganme su perra!»
John y Kevin se vieron entre sí, ambos no sabían si obedecer a la rubia, ella se encontraba completamente eufórica y babeando, casi como poseída se frotaba erraticamente el clitoris mientras sus fluidos se desbordaban de su vulva freneticamente, la rubia gemia como una perra en celo, todo su cuerpo combulcionaba en espasmos periódicos, con su otra mano, sacaba y metía su plug anal y cambiaba constantemente de pose, buscando desesperadamente invitar a alguien que la penetrara, sin importar exactamente que huecos eligieran. El espectáculo no pasó desapercibido, poco a poco un grupito de 6 hombres se acercaban con cautela mientras se bajaban los pantalones, como un animal salvaje, la rubia se dejó de retorcer en el suelo y comenzó a gatear hacia las vergas qué le parecían más apetitosas, se avalanzo sobre ellas y las comenzó a tragar hasta el fondo, los sonidos guturales de las vergas entrando hasta el fondo de su garganta y saliendo hacían que más y más se acercaran con confianza, poco a poco aquella rubia con el cabello trenzado y dispuesto por su espalda hasta las caderas se veía rodeada, ya comenzaba a estar atareada, con sus manos empezó a masturbar cuanta verga le llamara la atención, mientras que las más apetitosas las engullia energicamente hasta ordenarlas.
Uno de los tantos tripulantes, la tomó con ambas manos desde la parte posterior de la cabeza y le metía y sacaba su verga hasta el fondo dibujando arcos de baba desde sus labios cubriendo el falo masculino cada vez que sacaba la verga solo para volverla a clavar hasta el fondo con furia, la rubia solo producía gritos ahogados desde su garganta qué eran interrumpidos por cada empalamiento qué le hacía aquel sujeto, muchos se preocupaban por la rudeza, tenían miedo de ahogarla por completó, después de un rato, finalmente este sujeto soltó su semen en forma de tres disparos en el interior de la garganta, la mujer no tosía, al contrario, se esforzaba por tragar la leche recibida, cuando el indiscutible sonido de tragar se escucho entre aquellos, ella solo abrió más su boca pidiendo más.
Pero a duras penas iba a contentar a todos con solo su boca, sorprendida fue tomada por la fuerza y puesta en cuatro patas, un sujeto seguía penetrandola por la boca, casi sin darle tiempo de respirar, mientras que el resto estaba indeciso, finalmente un sujeto se acostó boca arriba bajo la rubia para chupar sus tetas mientras clavaba su verga en el interior de su vagina, compartiendo el espacio con el consolador vibrador, otro sujeto le arranco el plug anal, lo saboreo con deseo y le empalo el ano con su falo hasta el fondo, ella solo producía gemidos ahogados y gritos de placer sordos con cada penetracion mientras con sus manos intentaba dar abasto a las vergas qué las rodeaban dándoles una paja espectacular. Terminaba uno, entraba otro y así sucesivamente por los 30 minutos que faltaba de viaje, Kevin y John, estaban impactados por la escena tan salvaje que sucedía ante ellos, era casi como un grupo de zopilotes desgarrando un cadáver, no había hueco sin profonar en aquella rubia, muchos se frotaban con su espalda, otros la jalaban de esa larga trenza rubia y lo envolvian sobre sus vergas hasta correrse con fuerza, otros se masturbaban ante su rostro, viniendose sobre sus ojos, sus labios o sus orejas, algunos se emocionaban de más, y comenzaban a nalguearla con fuerza marcandole los glúteos con el contorno de sus manos manos y poniendo aquella exquisita y suave piel lechosa de un color rojo irritado.
En el ambiente, abundaba el olor a sexo, no habían dejado descansar a la peculiar anfitriona rubia ni por un minuto, John veía como los sujetos enmascarados de antes, caminaban hacia la orgia qué se daba en popa, vestidos de meseros, con elegantes bandejas en las cuales llevaban frascos de pastillas púrpuras, un vaso de agua y algo que parecía una aguja hipodermica. De a poco, los ansiosos entusiastas comenzaron a reducir sus números, su deseo había sido complacido y ya no tenían fuerzas para seguir usando a la rubia, literalmente, la habían violado hasta el cansancio. Ella finalmente tuvo un descanso corto, se desplomo en el suelo incapaz de seguir en su pastura a cuatro patas de su boca brotaban enormes cantidades de baba y semen qué ella impulsivamente comenzaba a lamer del suelo.
Los meseros pasaban alrededor de todos los tripulantes, ofreciendo y casi obligando a tomar las pastillas y a inyectarse con aquellas agujas, en el momento en el que lo hacían, Una Potente ereccion ponía como piedra las vergas y un inexplicable deseo se apoderaba de todos, la rubia a duras penas se volvía a incorporar tambaleandose con mucho esfuerzo, parecía como si un auto la había arrollado y había quedado sin fuerzas, sus nalgas estaban rojas por las nalgadas, sus pechos estaban rojos y púrpuras, con marcas de mordidas, incluso se la veías bien podías notar como algún salvaje le había arrancado un cascabel de uno de sis pezones para tener algo que chupar. Su cabello estaba pegajoso y húmedo, bañado hasta la raíz de semen, todo su cuerpo brillaba por el sudor y el semen que la cubría, cuando finalmente se puso de pie, parecía desorientada, se tambaleaba hasta casi derrumbarse por completó en el piso nuevamente, similar a cuando un borracho empieza a sentir que le sacuden el suelo, ella parecía buscar sus juguetes sexuales.
Los tripulantes les parecía gracioso ver aquella escena, y finalmente aquella rubia se desplomó sobre Kevin, quien veía impactado la escena desde el comienzo, aquella rubia parecía estar falleciendo, Kevin la sacudió preocupado, con miedo de que ella muriera en sus brazos, ella despertó momentáneamente y al sentir la ereccion de Kevin, logró arrastrarse sobre su cuerpo, hasta caer de rodillas y desesperadamente bajarle los pantalones y empezó nuevamente a chupar la verga de Kevin con fuerza.
John: «Pues si… ahora si creo que ese contacto tuyo es de fiar…»
Kevin: «Uf… parece que… nos vamos a divertir en esta isla…»
Poco a poco, con los ánimos recuperados, los hombres se volvían a formar alrededor de la rubia, con sus miembros bien erguidos y listos para otra ronda, la rubia seguía afanada en la verga de Kevin sin importarle lo que sucedía a su alrededor, finalmente los meseros hicieron sonar una música temática, típica de un parque de diversiones, llamando la atención de todos quienes empezaron a subir a sus autos, incluidos Kevin y John, Kevin empujó a la rubia al suelo para despegarsela de encima, pero ella gateo siguiendo a Kevin y este la dejo subir al auto, al asiento trasero, era lo mínimo que podía hacer, ella se colo entre los asientos y siguió haciéndole una mamada a Kevin, hasta que Kevin se vino y las puertas de desembarco del Ferri bajaron para dar acceso al puerto de la isla…
Rubia: «T-todos… sean… b-bie-bienvenidos… a la… isla del pl-placer… todas las mascotas… e-estan en bandeja de plata.»
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