flamenca, señora y emputada (3a parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por singlemalt.
Finalmente, le dije a llamó mi Curro, mi bombón, que estaba preñada. Se alegró mucho y me dijo que para celebrarlo me pusiera elegante porque quería exhibirme y chulearme por sitios caros de Sevilla.
Primero me ordenó lo que tenía que ponerme: en primer lugar, un corsé de material plástico rojo que se ataba con correas negras per delante y por detrás, como un arnés. Llevaba un sujetador de cuero que tenía los centros agujereados, por donde sacaba los pezones, permitiendo que estuviera recto mediante una correa también de cuero que se deslizaba de copa a copa por detrás del cuello. Sobre ello, una blusa roja de seda abrochada por un part de botones y con la parte inferior anudada. En el cuello, un pañuelo de seda camuflaba la correa del sujetador, un pañuelo, todo hay que decir, que llevaba varias manchas de leche de varios de mis admiradores, con los que me había limpiado.
El resto de mi indumentaria consistía en unas medias de negras, que se conectaban al corsé con unas tiras y una larguísima falda de charol rojo con volantes que imitaba una falda de traje, con la particularidad de que en la parte del culo tenía un gran agujero, de forma que lo dejaba al aire. En los pies me puse unos zapatos de tacón altísimo, tanto que es imposible caminar a no ser que se sea una auténtica hembra, mientras que me puse las uñas postizas más largas que pude encontrar, tan largas que me impedían coger objetos con las manos.
Además, en mis dedos me coloqué varios anillos, tan sumamente largos que me obligaban a llevar los dedos rígidos, con la particularidad de que estos anillos se conectaba una con se siguiente, así que no podía separar mis dedos el uno de otro. También me puse varias pulseras de oro, bastante anchas y recargadas, mientras que mi cuello se adornaba con un collar de perlas de 3 vueltas, lo bastante largas como para caer por debajo de mis tetas. Unos pendientes también bastante recargados, formados cada uno por un aro de oro y por una figura en forma de ala hacia atrás, que había hecho saldar para que formasen una única pieza.
Faltaba finalmente el maquillaje. Los labios, de rojo pasión así como mucho colorete por los pómulos., que resaltaban con el fondo oscuro que me apliqué en el resto del rostro. Para resaltar mis pestañas postizas, me puse un fondo de ojos azul y una raya lateral negra sumamente pronunciada. Por lo que respecta al pelo, me hice un peinado pegado y de aspecto mojado y lo rocié abundantemente con perfume que se olía a kilómetros. Finalmente, me puse encima mi bata de cuero y sobre él un mantón blanco con tonos en verde. Por cierto, que los dibujos se parecían mucho a pollas lanzando leche. En resumen, que me había convertido en un putón, una señora flamenca emputada… y preñada.
Cuando mi macho llegó, yo le abrí la puerta y comprobé que se había vestido él también para la ocasión, totalmente de cuero negro, chaqueta y pantalones, mientras que la camisa y corbata eran de Versage. Además, también llevaba puesto un largo abrigo de cuero, también negro, por lo que su cuerpo estaba cubierto con dura piel de cabeza a los pies, como yo. Al verme, me dio un beso, que consistió en pedir que abriera bien la boca y me escupió dentro de ella. No pasó de allí, pues me dijo que de momento solamente iba a exhibirme un poco. Al salir, nos cruzamos en la escalera con mi vecinito… Si supiese que era él quien me había dejado preñada.
Subimos a su coche y conducimos un rato, a la afueras. Luego paró en un descampado y tras bajarnos del coche, sacó del capó un cubo de agua vacío y me pidió que meara dentro, pero que lo hiciera de pie, como hacen las hembras. Por tanto, me abrí lo que pude las piernas, no demasiado, pues la falda me impedía grandes movimientos y coloqué mis piernas una a cada lado del cubo y con la falda bajada meé de pie dentro del cubo. Mientras lo hacía le miraba a los ojos, con gesto de hembra golosa y la verdad es que me excitaba su el juguete sexual. Mientras tanto, gotas de orina mojaban los bajos de mi falda.
Después se acercó a mí, me abrazó y me besó apasionadamente. Mientras nos dábamos la lengua, nuestras salivas se mezclaban y pasaban de uno al otro ininterrumpidamente. Entretanto, sus manos me palpaban el culo, que quedaba al aire, y sus dedos se introdujeron en mi ano hasta tocar trozos de mierda, que él restregó un por mi culito, mientras me daba besos, para a continuación limpiármelo todo con toallistas de bebé.
Mi macho me llevó luego a un restaurante a cenar, donde fui la admiración de todos los presentes. En primer lugar me ordenó que por ningún motivo me quitara ni la bata de cuero ni el mantón, pues una auténtica señora andaluza no se quita el mantón ni para follar. Luego, que tuviera siempre en todo momento las uñas bien visibles sobre la mesa, pues aquellas zarpas eran para admirarse y que no me preocupara de la comida, pues él mismo me lo daría a la boca todo, incluida la bebida, que me la pasaría a besos.
Después de cenar me llevó a un pub, situándonos en un fondo y allí empezamos a besarnos, dándonos la lengua desesperadamente y intercambiando nuestras salivas. Con una mano le agarré por el cuello, con aquellas enormes zarpas que tenía en mis uñas. Con la otra mano, mientras tanto, le abrí la cremallera del pantalón y me puse a palparle los huevos, que eran grandes, como de pato, introduciendo mi mano por su bragueta y sacándole la polla fuera, mientras que le decía que ya era mío.
Al rato, mi curro se corrió, enormemente excitado al ver que una hembra tan buena i elegante como yo estaba a su disposición, ahogando sus gemidos con mis besos, llamándole “bombón” de manera entrecortada. Cogí su leche con sus manos y en parte se la restregué por sus pantalones de cuero y el resto me la puse en la boca y se la devolví con un beso, mientras su polla seguía manando leche como una fuente.
(continuará)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!