Hank, la vida desde una silla de ruedas
La sexualidad de las personas discapacitadas es otro de los grandes tabú de la sociedad, porque como ellas mismas reconocen, son invisibles sexualmente para los demás..
Esta es la historia de uno de mis seguidores llamado Hank, un chico que acaba de cumplir 18 años, unido de por vida a una silla de ruedas y encarcelado en un cuerpo que le esclaviza desde su nacimiento. Es una persona muy especial, con un corazón lleno de amor para dar, pero que nadie quiere recibir, y debido a su situación, toda su vida se dedicó a devorar todo tipo de lecturas, alcanzando una cultura impropia de su edad, pero también desarrollando unos fetiches sexuales que le hacían vivir en un mundo de fantasía debido a la imposibilidad de iniciarse en el sexo de una forma práctica, como estaban haciendo el resto de sus compañeros de Instituto.
Igualmente, se siente muy solo, despreciado por sus padres y atormentado por la idea de permanecer virgen el resto de su existencia, pero un hecho fortuito cambió su vida y yo, aunque sea parte o culpable de ello, voy a dejar que sea él mismo el que lo cuente:
“”Mi excesiva timidez ha contribuido a que desde que tengo uso de razón, mis pajas, el porno y las lecturas eróticas, sean lo único que me sacan de mi estúpida realidad y de mi absurda vida.
Estela es una mulata dominicana de 40 años, ancha de caderas y un poco rellena, pero con carnes firmes y turgentes, a la que mis padres, para no tener que ocuparse de mí, han encargado cuidarme y serlo todo en mi vida, mi fisioterapeuta, masajista y casi hasta psicóloga, además de algo que no sabe ella, objeto de mis masturbaciones, cuando miro ese culo gordo que tiene y esas grandes tetas que le llegan hasta la barriga.
Ella también es la encargada de bañarme y ya, a mi edad, me avergüenzo mucho cuando me empalmo mirando sus tetas por el escote, algo que sucede desde que entré en la pubertad, sin que ella nunca me dijera nada, aunque yo perciba en ocasiones como se recrea enjabonándome la polla más tiempo del necesario y su mirada parece encenderse, pero más allá de algún comentario jocoso, nunca había llegado la situación a más.
En una ocasión, yo estaba frente a mi ordenador, viendo mis cosas como siempre, pero esta vez leyendo uno de los nuevos relatos de mi estimada “veronicca”, mi erección volvía a ser palpable y yo me masturbaba bajo el pantalón, lo que a Estela la dio curiosidad:
—¿Qué es lo que lees con tanto entusiasmo?
Yo, un poco avergonzado al ser descubierto en esos momentos íntimos, tuve que confesarle:
—Es un relato erótico de una autora que me encanta como escribe…….
—A ver, déjame leer un poco…..
Estela estuvo un rato leyendo, muy interesada en lo que se contaba allí, hasta que me dijo:
—¡Vaya!, que historia tan atrevida, pero algo parecido me paso a mí también.
—¿A ti? ¿Tú hiciste incesto?
—¡Ay, cariño! En mi país es muy normal eso…..
En mis lecturas, alguna cosa había leído sobre ello y por primera vez, mi excitación y curiosidad fueron superiores a mi habitual vergüenza para hablar de estos temas:
—Perdona que te pregunte, no quiero ofenderte, así que no me contestes si no quieres, pero ¿Cómo pasó?
—No pasa nada, Yo te contesto a lo que quieras….. Pues mira, me crié rodeada de hombres, así que ya puedes imaginarte…..
—¿Te follaban todos?
—A ver, tú siempre estás leyendo libros, y ya sabes cómo vivimos allí. Yo tenía tres hermanos mayores y luego otro hermano más pequeño y la más pequeña, otra chica. De mi hermano mayor, mi madre se quedó embarazada muy joven y luego estuvo viviendo con mi padre, del que somos 3 hijos de él y los más pequeños son de padres distintos también.
—¡Buuff, vaya lio!
—Sí, allá las cosas son así, sobre todo en esos tiempos. Yo dormía con mis hermanos todos juntos en la misma habitación, así que desde siempre les veía la verga y ellos a mi desnuda también. Desde que recuerdo, siempre se arrimaban a mí, me tocaban y se frotaban la verga en mi culo hasta que me manchaban con su semen. A veces lo hacían uno detrás de otro.
—¿Y tu madre no decía nada o no se enteraba?
—Ella tenía que suponerlo, porque no era tonta y sabía que eso pasaba, pero bastante tenía con sus cosas y solo advertía a mis hermanos de que no se metieran conmigo. Allá las costumbres son muy relajadas y todos se meten con todos.
—Y ellos no hacían ni caso, claro.
—Ya ves, ellos seguían igual, por la noche otra vez a hacer lo mismo, hasta que pudieron meterla en mi coño, aunque se cuidaban de sacarla cuando iban a correrse.
—¿Tú padre hacía lo mismo también?
—Mi padre me manoseaba también sin que mi madre le dijera nada y luego, cuando se marchó con otra mujer, mi madre metió a otro hombre en casa, que ese si empezó a follarme, aunque se escondía de mi madre para hacerlo, pero aunque mis hermanos lo sabían, no les importaba, porque ellos también lo hacían.
—Así que eras como la “putita” de la casa, con perdón.
—Sí, así era, pero a mí me encantaba también, porque allá somos muy calientes, hasta que me quedé embarazada y cuando tuve al niño, me fui de casa a vivir con un hombre mayor que yo, con el que tuve otros dos hijos, pero luego quise cambiar de vida y me vine a España.
—Y tu familia se quedó sin “putita”…….
—Mi hermana pequeña se quedó en casa, así que siguieron con ella.
—¡Vaya historia….! Y todo lo cuentas como si fuera normal….
—Claro, mi hijo, como la que cuenta tu amiga veronicca en ese relato, aunque ella lo cuenta mejor que yo.
—Pues tú me la contaste muy bien también, mira como tengo la polla.
—¡Ay, probiño! Vas a tener que hacerte una paja de esas tuyas……
—Sí…., no voy a poder saber nunca lo que es tocar a una mujer…….
—¿Es que tus amigas no se dejan tocar?
—A mí no me tienen en cuenta. Son unas presumidas que solo quieren lucir sus tetas delante de los guapos de la clase.
—Qué tontas…, si ellas supieran……, la tremenda verga que tienes…..
De pronto, no sé lo que se me pasó por la cabeza, y le dije algo que nunca pensé que me atrevería…..
—¿Me quieres hacer la paja tú? Perdón, no tenía que habértelo pedido…..
—Bueno, mira, la culpable de que estés así soy yo, así que te la hago, pero de esto ni una palabra a tu madre, que me mata…….
—No, Claro que no…..
Estela me bajo el pantalón hasta las rodillas, para poder cogerme bien la polla y empezó a masturbarme, a la vez que me acariciaba los huevos. Ella misma se bajó el escote para dejarme ver sus enormes tetas:
—Toma, disfrútalas —invitándome a tocárselas.
Yo las agarré con mis manos, entusiasmado, ya que eran las primeras tetas que tocaba en mi vida, lo que me hizo correrme demasiado pronto para lo que yo hubiera querido, por lo que a ella debió de darle pena de mí y me dijo:
—Te viniste enseguida, claro, es tu primera vez. ¿Qué te gustaría hacer ahora?
—¿Me dejas hacer más….?
—Claro, ya que hemos empezado…. Me has puesto caliente y con las ganas.
—¿Puedes hacerme una cubana?
—Jaja, Tú sí que sabes… Venga, que te la pongo entre las tetas.
Yo no podía creérmelo. Mi polla entre las tetas de Estela. Cuantas veces había soñado con eso. Esas enormes tetas me masajeaban la polla perdiéndose entre ellas por momentos, mientras que me daba besos con la lengua para excitarme más todavía. Estaba siendo el mejor momento de mi vida y aunque tardé un poco más, volví a correrme llenando de leche sus tetas, esos pezones oscuros con la aureola más grande que mi mano. Eran una locura de tetas, se las lamí, las mordí y puse mi cabeza entre ellas queriendo ahogarme allí.
Estela también estaba muy excitada y se bajo las bragas, para decirme:
—¡Uummmmh!, vaya como tengo el chocho, todo mojado, mira, toca…..
Por primera vez tenía un coño a pocos centímetros de mi cara, por lo que pude tocarlo con mi mano teniendo esa sensación húmeda y pegajosa en mis dedos que no la olvidaré nunca. Apreté con mis dedos sus carnosos labios, se los abrí para ver mejor su interior rosado en el que casi cabía mi mano si apretaba un poco. En mi cabeza pasaron por unos momentos todas las pollas que se habrían follado ese coño y mi polla volvía a estar dura como nunca, lo que le llamó la atención a Estela.
—Como se nota tu juventud, cariño, con tu verga empinada otra vez.
Yo no me atrevía a decirle que me la chupara. Creía que ya me había dejado hacer bastante con ella y no quería abusar de su generosidad conmigo, un pobre lisiado sin ninguna esperanza en la vida; pero me demostró que era una mujer caliente, que cuando se enciende tiene que seguir hasta quedarse satisfecha, así que ya no sabía que más iba a pedirme y con un tono de voz como no la había oído nunca me dijo:
—¿Qué más quieres hacerme…….?
A mí se me vino a la cabeza una de mis fantasías cada vez que veía su culo gordo moverse de un lado a otro, y le dije:
—Quiero que te sientes en mi cara, quiero sentirlo, meter mi cabeza en él.
A ella le sorprendió un poco mi proposición, pero me ayudó a tumbarme en la cama y vi como su culo iba bajando y se acercaba a mi cara hasta ponerse encima de mí, por lo que me preguntó:
—¿Te hago daño……, te ahogas….?
—No, no, está muy bien.
Yo sentía el olor de su coño, sus feromonas de mujer embriagándome, mientras pasaba mi lengua por su vagina chorreando de flujo por mi cara,l oque me hizo sentir en el cielo en ese momento y más todavía cuando ella se inclinó para meterse mi polla en su boca y ofrecerme el placer más dulce que había sentido nunca.
Tras todas las inclinaciones suicidas que había tenido en mi corta vida, en esta confusa situación llegué a pensar que en realidad ya estaba muerto y que por algún tipo de “compensación cósmica”, había ido directamente al cielo y estaba disfrutando de las mieles de los ángeles convertidos en ninfas, personificados en mi cuidadora dominicana, que por primera vez en mi vida, estaba haciendo que mi cuerpo, en vez de procurarme sufrimiento y dolor, me estuviera proporcionando placer, un placer sin fin, que me hizo eyacular por tercera vez en la caliente boca de Estela, que devoró mi semen con un ansia desconocido para mí.
Ahí terminó esa mi primera experiencia con una mujer, aunque desde ese momento creo que empecé a tener una permanente sonrisa en mi boca que cualquiera que me viera pensaría que era tonto, pero ese día se había producido un milagro en mi vida, algo que pensaba que nunca ocurriría y todo ello gracias a los relatos de “veronicca”, mi ángel en el cielo.
Al siguiente día, cuando llegó Estela a mi casa, casi ni me atrevía a mirarle a la cara, ya que debido a mi apocado carácter, pensaba que ya estaría arrepentida de todo lo que había pasado y me iba a decir que había sido un error y que no se volvería a repetir, lo que yo comprendería perfectamente, porque tendría miedo de que mis padres se llegaran a enterar y perdería su trabajo.
Pero para mi alegría, sucedió todo lo contrario al saludarme:
—¿Qué tal está mi hombrecito? ¿Cómo pasaste la noche?
Yo me atreví a contestarle, evitando que me oyera mi madre:
—Muy bien, soñando contigo…….
Ella se río, pero miró a mi madre, como indicándome que fuera prudente y me dijo al oído:
—Cuando tu madre nos deje solos, lo repetiremos…..
Yo no podía creérmelo, otra vez iba a poder tener su cuerpo entre mis manos, iba a poder amasar con mis manos esas carnes que ya me tenían empalmado, sobar ese culo que me encantaba y meter mis dedos en su chocho todo mojado.
Mi madre le dijo a Estela que me bañara, que ella se iba a la compra, por lo que ya sabíamos que tardaría como una hora o así, así que ese baño fue muy distinto al de otras ocasiones. Ya no se cohibió en masajear mi polla. Ella se desnudó y antes de meterse en la bañera conmigo, me dejó deleitarme con su cuerpo, que con sus voluminosas formas personificaba mi ideal de belleza, a causa de mis raros fetiches.
Cuando se metió en la bañera, me recostó sobre sus pechos y empezó a pajearme con sus manos. Yo me sentía en la gloria, con el agua caliente y el suave tacto de su piel resbaladiza por el jabón. Mi polla tenía un tamaño como nunca la había visto, más gruesa y como marcándose las venas, con mi glande hinchado como una bellota a punto de estallar.
Una vez más, mi cuerpo estaba produciéndome placer en lugar del dolor habitual que me hacía sentir desde que me despertaba cada mañana. Estela se había convertido en la mejor terapia que podía tener. A su lado, la vida me parecía maravillosa, aunque mi cruda realidad siguiera presente en ella.
Ella miraba entusiasmada mi polla, y me decía:
—Ayer le hemos dado un buen tratamiento, fíjate como ha crecido.
Efectivamente, a mí me lo parecía también, mi polla estaba más grande de lo normal o daba esa impresión. Supongo que sería el efecto óptico de tenerla más llena de sangre a causa de mi excitación.
—Vamos, te voy a secar y te voy a llevar a la cama, que hoy me vas a follar.
Mi corazón dio un sobresalto al escuchar esa palabra mágica, “follar”, eso eran palabras mayores para mí y por fin iba a dejar ser virgen.
Debido a mi limitación de movimientos, yo no sabía qué posición sería mejor para eso, por lo que de momento, ella me dejó tumbado, y me dijo que primero nos íbamos a calentar, aunque yo lo estaba ya demasiado, con la polla a punto de estallarme.
Estela se colocó como la vez anterior, sentándose sobre mi cara, pero esta vez, de frente a mí, para que le comiera el coño con mi boca, y mientras con mis manos me sujetaba a sus tetas, yo lamía una y otra vez toda su raja pasando mi lengua de arriba abajo, mordisqueando su clítoris, que sobresalía como una pepita, por lo que parecía un pequeño pene en los momentos de máxima excitación, y así le provoqué sus primeros gemidos de placer y creo que tuvo su primer orgasmo, porque me llenó la cara con su flujo.
Antes de dejarme metérsela, ella quiso otra vez saborear mi polla, pero yo no quería correrme todavía, ya que tenía ilusión por hacerlo dentro de su coño, algo que esperaba impaciente; que se sentara sobre mí y empezara a cabalgarme.
Afortunadamente fue lo siguiente que hizo y el calor que sentí al ir entrando mi polla en su mojado coño, fue la mejor sensación que había tenido en mi vida. Mi sueño hecho realidad, estaba follando a una mujer…. Ella se movía sin parar, adelante, atrás, haciendo círculos y subiendo y bajando sobre mi polla, como si fuera ese sensual baile que las dominicanas dominan como nadie.
Sus tetas botaban ante mí, dándome en la cara con ellas cuando se agachaba. Yo no podía moverme, pero ella lo hacía todo por mí, me estaba dando todo el placer que una mujer puede dar a un hombre y mi eyaculación no tardo en llenar su coño de leche, una abundante corrida que no cesaba de producir espasmos en mi cuerpo.
Estela se quedó tumbada sobre mí, sin importarme que el peso de su cuerpo estuviera ahogándome. Sería feliz si me muriera así, pero ella se dio cuenta y me pidió perdón. Menos mal que nos dio tiempo a vestirnos antes de que mi madre nos pillara en esa situación, ya que nos habíamos alargado más de la cuenta, pero ese día, por fortuna, mi madre llegó un poco más tarde.
Al llegar ella, me miraba raro, lo que me hizo pensar que sospecharía lo que había pasado, pero sólo me dijo:
—¿Qué te pasa hoy? ¿Por qué tienes esa sonrisa tan tonta en su cara? ¿Hoy no estás enfadado con el mundo…..?
Mis padres era tan miserables que no podían soportar que yo fuera feliz. Estaban acostumbrados a que yo fuera un amargado, como lo era mi madre. Seguro que no follaba con mi padre desde hace años, aunque él se desahogara con putitas por ahí…….
Mis conversaciones con Estela se fueron haciendo más íntimas y personales, y con esas confidencias siguió contándome muchos detalles de su vida que me tenían en una permanente excitación. Ella también se hizo aficionada a los relatos de veronicca, y yo le iba indicando los que más me gustaban, pero en casi todos, ella encontraba algo que le era conocido, situaciones por las que había pasado en su vida y me contaba como había sido.
Para mí eso era fascinante, porque estaba viendo en la realidad, en la vida de una persona, todas las cosas que veronicca contaba en sus relatos. Estela me los recreaba con su propia vida.
Una vez más, venciendo mi timidez, yo me atreví a preguntarle:
—¿Tú follas a menudo?
—Ahora no, algo raro en mí, porque siempre lo necesité de forma diaria, pero desde que eché a mi pareja de casa, no he vuelto a tener otro hombre.
—No lo sabía. ¿Cuándo pasó eso?
—Hace unos dos meses. Le pillé en la cama con mi hija y le eché de casa…….
—¿Si? Qué fuerte……. ¿Y qué la dijiste a tu hija?
—Nada, que la iba a decir. Ellas es tan caliente como yo, pero era él el que tenía que respetarla y aguantarse las ganas.
–¿Tú ya sospechabas algo?
—La verdad que sí. Tonteaban mucho y a mí, con la vida que tuve, ya no me la dan…….
—Claro, lo siento, por eso tenías tantas ganas conmigo……..
—Bueno, a ti ya te tenía ganas hace tiempo, no sé si te diste cuenta, pero no me atrevía a perder mi trabajo.
—Y yo sin enterarme de nada… Soy un caso……
—Eres muy jovencito, es normal, aunque estuvieras todo el día empalmado, no sé si por mí o por las lecturas de tu amiga veronicca, jaja.
—Pues las dos…., lo reconozco. Pero oye, ¿por qué te pareció tan mal lo de tu hija, si tú eres tan liberal y ya estabas acostumbrada a esas cosas?
—Que se follara a mi hija lo podía tolerar, porque lo he visto toda mi vida, pero el caso es que cuando llegaba la noche y yo me ponía encima, siempre me decía que no tenía ganas. Y claro, lo que estaba pasando es que se vaciaba con la cría y a mi no me daba lo que me tenía que dar. Y por ahí no estaba dispuesta a pasar…
—Pues no lo entiendo, porque con el cuerpo que tienes y ese culazo, yo no me fijaría en tu hija.
—Es que tu eres un amor, pero los hombres mayores van detrás de las crías como el oso de la miel, pero dime…., ¿que tanto te gusta mi culo?
—Mucho, es tremendo, es el más maravilloso que he visto en mi vida.
—¿Te gustaría follármelo?
—¡Oh! ¿Me dejarías?
—Claro, mi culo está ya muy usado, jaja….. Pero eso será otro día, que ya tuviste bastante por hoy.
Yo seguía sin creerme todo lo que me estaba pasando. De una dieta sexual que yo creía que iba a ser eterna, había pasado a tener a mi disposición a una cuidadora que colmaba todos mis caprichos y deseos.
Al día siguiente escuche una conversación de mi madre con una vecina:
—Estoy negra…. Mi hijo es un guarro, me deja las sábanas todas manchadas de lo que echa por la noche.
—¡Ay, probiño! ¿No te da pena de él, que no tenga “una cona para poñelo” (un coño donde echarlo)?
—Que barbaridades dices. Es un crío y mira en que condiciones está, como para pensar en esas cosas.
—Si te mancha las sabanas, no es tan crío. Está en la edad…..
—¿Y qué quieres que haga? ¿No querrás que le ponga yo a cona?
—No, muller, pero contrata a alguien.
—¿Una puta para o meu fillo? Si lo sabe su padre me mata.
—Jaja. Igual el tamén aproveita…..
—¡Anda, anda! Vete para casa, que me estás volviendo loca, tú siempre con tus calenturas…….
No sé qué pensaría mi madre de esa conversación que había tenido con nuestra vecina, pero seguramente que ni la tendría en cuenta. Nuestra vecina es una cachonda perdida y no pensaría más en ello.
Al día siguiente, aprovechando otra ausencia de mis padres, en un nuevo encuentro con Estela…….:
—¡Vamos cariño! prepárate, hoy te prometí darte el culo……
Estela se quedó desnuda y me mostró provocativamente su hermoso culo, una delicia para estar disfrutando todo el día de él, azotándolo y metiendo mí cabeza entre las nalgas sintiendo su calor, pero esta vez iba a penetrar esa maravilla, así que después de masajear su coño para utilizar su flujo de lubricante, empecé a meter mis dedos para preparar su abertura, entrando con una facilidad pasmosa. Ese culo estaba ya bien dilatado (menudos pollones se habrá tragado…..), pensaba yo.
Puse mi polla en la entrada y presioné ligeramente hasta notar una pequeña resistencia, por lo que no me atrevía a apretar más……, pero ella me dijo, impaciente:
—¡Vamos!, dale, métela ya……..
Entonces empujé más fuerte y toda mi polla entró en ese culo como si se la hubiera tragado, sintiendo una presión y un placer sin igual al moverme en su interior. Con mis manos palmoteaba su trasero, mientras Estela gemía y gritaba sin parar. Estaba gozando como una puta, cuando en ese momento entró mi madre sorpresivamente, dando un grito que debió de escucharlo hasta nuestra vecina:
—¡Aaaahhhhh!! ¿Qué hacéis? Por Dios, Estela, como se te ocurre ponerte así delante del crío.
Estela se sacó mi polla de su culo, tapándose como podía ante la mirada indignada de mi madre, que también me miraba a mí:
—Y tú, tápate…, como la tienes….. hijo…..
Estela seguía pidiendo perdón a mi madre:
—Perdone señora, pero me dio pena de su hijo. El pobre está muy necesitado……, deberían pensar en él y ayudarle.
A mi madre le debió de venir a la cabeza la conversación que tuvo con la vecina y tras pensarlo un rato, le dijo:
—A ver, Estela, ¿Tú esto lo haces habitualmente?
—¿Qué insinúa, señora? Yo no soy una puta.
—Perdón, no quería ofenderte, pero es que ya no sé ni lo que digo….. ¿Tú estarías dispuesta a seguir haciendo esto con mi hijo? Yo te pagaría más……, pero de esto ni palabra a mi marido……..
—Bueno, señora, yo lo hago con mucho gusto, si me lo permiten. No me viene mal el dinero, pero creo que lo más importante es su hijo.
—Claro, pero es que desde que nació es un problema para nosotros y ya no sabemos qué hacer con él……
—Pues yo creo que con que le dejaran ser feliz, ya sería lo mejor que podrían hacer por él. Hágame caso. No se ha fijado en la cara de felicidad que tenía estos días…..
—Así que era por eso…… Puede que tengas razón. Ya no es un niño, aunque esté en estas condiciones. Hemos sido muy egoístas con él, su padre y yo, pero no te puedes imaginar el sufrimiento que hemos pasado todos estos años.
—Lo comprendo, señora, pero déjenmelo a mí. Yo sé cómo hacerle feliz y de esta forma, ustedes serán más felices también.
—Está bien. Quedamos en eso entonces, pero sé discreta, por favor, no quisiera que la gente murmurara….
—No se preocupe. Intentaremos no molestarla y por mi parte, mi boca estará callada.
—Muchas gracias Estela. Si él está contento y deja de tener ese carácter endiablado que se le pone a veces, te pagaré lo que haga falta.
—Hay confianza, señora, no me haga sentir mal cobrando por esto.
Las cosas siguieron así y aunque mis padres siguieran desesperándome a veces, intentaba que las cosas ya no me afectaran tanto, porque además, ahora tenía a Estela, que se preocupaba de mí como una segunda madre y hasta un día me sorprendió con la visita de su hija Romina, que la acompañaba.
Yo solo la conocía por alguna foto que me había enseñado ella, pero allí delante de mi, estaba espectacular, con una cara preciosa, unos ojos que miraban con la picardía de quién se sabe el centro de las miradas, vestida con una camiseta ajustada corta, en la que se notaban unos impresionantes pechos y un short también pegado a su cuerpo, en el que se adivinaba toda su vulva con la raja en el medio bien marcada.
Mientras pensaba para mí que no me extrañaba que la pareja de Estela se hubiera fijado en ella, Estela interrumpió esos pensamientos para decirme que su hija me iba a ofrecer sus servicios ese día.
Yo me quedé un poco confuso, sin saber muy bien si venía obligada, porque no entendía por qué una preciosidad así quería tener sexo con alguien como yo, pero Estela me lo aclaró:
—Mira, le he hablado tanto de ti, que le ha entrado el morbillo también y quería probarte.
Aunque siguiera sin poder creérmelo, antes de poder reaccionar, Romina se empezó a desnudar y se puso sobre la cama esperando a que su madre me ayudara a ponerme con ella.
Mis manos se fueron inmediatamente a esas tetas duras y turgentes, que apreté con fuerza a la vez que chupaba sus pezones en forma de garbanzo. Ella empezó a gemir, esperando una mayor intensidad de mis acciones, pero dadas mis limitaciones, su madre le indicaba como debía ponerse para facilitar mis movimientos, hasta llegar al sensual oral que me dedicó, que no tenía nada que envidiar a todo el porno que había visto en mi ordenador, porque empecé a chorrear semen que caía de sus labios por todo el tronco de mi miembro, que no perdía nada de su dureza.
Con una voz ronca por la excitación, Estela me dijo:
—¿Quieres joderla?
Eso era lo que yo más deseaba y le dijo a su hija que se sentara sobre mí polla, todavía con los restos de semen de la corrida anterior, que hizo que entrara con toda facilidad y ella misma empezara la follada y continuara a su ritmo, porque yo no podía hacer nada para acompañarla en ese éxtasis al que estaba llegando y por extensión, a mi mismo, en un polvo en el que por momentos sentía que no estaba siendo leal a su madre, en mi romántica ingenuidad.
Ahora, madre e hija siguen en mi vida como dos ángeles caídos del cielo y en este momento no sé lo que durará este engañoso cielo en el que me encuentro pero es lo que me mantiene vivo.””
(Para mi amigo Hank, con todo mi cariño)
Destine este fin de…. para disfrutar de la lectura erótica y de las «Cuestiones Practicas» con la suerte que el hermano Vero publico dos relatos, de este último solo puedo decir que en hora buena por el Chaval y que le envido ya que, hasta el día de hoy no logre cumplir el sueño de estar con una mujer negra, el follar a una madre con su hija, y que decir el poder disfrutar de un buen culo negro en la cara.
Que rico relato, me sentí identificado con Hank, ya que yo también soy discapacitado