Inesperado regalo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cy50.
La fiesta de cumpleaños de mi mujer resultó en un enorme e inesperado regalo para mi.
Divertida reunión, muchos amigos, comida deliciosa y desde luego muchas bebidas y baile hasta entrada la madrugada.
Cerca de las 4 de la mañana estábamos en el comedor y fui a la sala por los cigarrillos y oh sorpresa, ahí estaba la hermosa amiga Lola sentada sola sobre el sofá de piel, con una evidente borrachera, semi dormida y un poco pálida;
– Te siente bien? le dije
– mmmh! un poco mareada, no muy bien, me contestó.
La tomé de la mano y la levanté del sillón y la conduje a la recamara de visitas; se sentó sobre la cama, le ayudé a quitarse los zapatos y me quedé admirando sus hermosas piernas adornadas con unas medias de encaje hermosas, su falda se levantó mostrándome sus calzoncillos súper sexis, hermosa visión, pero lo que no esperaba es lo que de inmediato sucedió.
Yo estaba en cuclillas frente a ella que aun sentada a la orilla de la cama con la falda subida hasta mostrar los calzones y su blusa de lencería negra, sin más en un segundo dejó salir de su boca un espeso y vastísimo chorro de vomitada multicolor cayendo una parte de la porquería sobre mi y otra escurrió por toda la blusa formando un charco de asqueroso vómito sobre su falda negra en donde resaltaba de una forma increible el colorido y sucio vómito; sin parar de su boca volvió a salir otro espeso y más abundante chorro de porquería. El vómito escurría despacio por la blusa negra, brillante y apestoso, mojándola de manera que ahora se podía ver su brasier semi transparente y sus hermosas tetas con los pezones bien erectos. El sucio vómito llegaba hasta su falda en donde se formaba un cada vez más grande charco de colores brillantes.
Se veía realmente asqueroso, podía ver entre la porquería los residuos de la cena. La muy cerda ya sin control, en la borrachera total no sólo seguía vomitándose sino que comencé a ver cómo entre las medias escurrían sus orines y más arriba se formó un bulto con el hedor inconfundible de los excrementos que dejó salir sin oponer la menor de las resistencias.
La mierda aunque tenía pequeños trozos duros, era en su mayoría una cagada aguada y apestosa que batió totalmente sus calzones, se escurría entre sus piernas y se colaba por entre sus media.
Todo esto sucedió en menos de un minuto y yo aun en cuclillas frente a ella, salpicado en la cara y en el pelo de su asqueroso vómito e inundado de sus más sucios olores, ya que la peste era realmente fuerte, azorado ante el sucio espectáculo, me descubrí con una erección monumental.
Mi verga latigueaba dentro de mis calzones y sentía cómo la excitación me ponía casi mareado, mi corazón latía al mil y no podía separar los ojos de la sucia y hermosa visión.
Me incorporé y me dejé ir sobre ella, metiendo mi lengua hasta el fondo de su boca llena de vomitada y tirándola sobre la cama la recosté para de inmediato meter una mano en los calzones y recogiendo un montón de cagada suave, saqué mi mano y me llevé la asquerosa mierda a la boca y otra parte la embarré en su cara que toda salpicada de vomitadas, adornando su rostro con la pasta marrón para de inmediato besarla de nuevo y lamer de su rostro las delicias que de ahí escurrían. Acto seguido rompiendo las pantimedias y abriendo sus hermosas piernas, la visión de su coño bañado de la lluvia multicolor de su hermoso vómito que mezclado con la caca se veía como uno de los manjares más apetecibles de la vida; sin más preámbulo hundí mi rostro sobre la erótica visión sorbiendo y llenando mi boca con aquella inmundicia. Mi verga saltaba y cada vez se ponía más y más dura y por unos minutos me dediqué a retozar en el charco de deliciosa inmundicia, comiendo y lamiendo todo cuanto podía.
Lola seguía tirada boca arriba sobre la cama gimiendo eróticamente lo que me ponía aun más caliente; llené mi boca con un enorme buche de sus ricos fluidos y la besé llenando su boca con ello. Ella respondió besándome y para mi enorme gozo, vomitando de nuevo varias veces chorros brillantes y multicolores, llenos de texturas y sabores que yo aderezaba con sus excrementos que con una mano llevaba de sus nalgas hacia su rostro y a mi boca. El hermoso y delicado vómito seguía manando sin control de su boca y yo simplemente no separaba la mía besándola profundamente y recogiendo ávido su delicioso regalo. Podía distinguir incluso el sabor de pasta de la cena que mezclado con el magnífico sabor de su mierda y de sus espesos mocos que escurrían deliciosamente de su nariz, me daban un placer inesperado y maravilloso. Gruesos hilos de vómito y de moco colgaban de su boca y de su rostro, salpicado aquí y allá de pequeños trozos de caca. Mi mano la estimulaba fuertemente metiendo varios dedos en su cavidad anal y en su coño del que ya no se veían los pelos, pues el vómito los cubría bellamente haciéndolo aun más apetecible.
Me bajé los pantalones y los calzoncillos liberando mi verga endurecida y clavando de un golpe mi puñal en su sucio culo, que batido y escurriendo de diarrea, dejó entrar mi instrumento sin reparo, por lo que en un segundo mi verga quedó totalmente alojada en el fondo de su apestoso fundillo; que placer más maravilloso el sentir cómo mi pene se deslizaba entre el rico vómito y la mierda suave y calientita para bombearla sin parar mientras seguía como un animal con mi boca pegada a la suya, recogiendo todo el vómito que podía, gozándolo, saboreándolo, masticándolo y tragando toda aquella masa inmunda que su borrachera dejaba salir. Ella aunque en la absoluta peda, tuvo al menos tres prolongados orgasmos y yo la veía moverse y vomitar y gemir y gritar hasta que al fin pude yo también soltar un chorro de vómito verdaderamente delicioso y uno de los más asqueroso que he vomitado. El gozo fue tan fuerte, el dejar salir mi vomitada asquerosa sobre su rostro y dentro de su boca para confundirse con sus excrementos y su vómito que ya no pude resistir y con el último acceso de vómito mi semen comenzó a llenar su ano dándome un orgasmo largo, placentero, delicioso, doloroso, bellísimo.
Quedé tirado sobre ella totalmente relajado y batidos los dos hasta lo indecible. Cerré los ojos relajándome durante unos minutos y cuando abrí los ojos y levanté la cabeza, mi esposa estaba parada al pié de la cama viendo el dantesco espectáculo, había cagada y vómitos por toda la cama, toda nuestra ropa estaba cubierta de porquería, el pelo, la piel, todo era una masa de suciedad maravillosa.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!