La Capacitación Continuación
Vengo a relatar lo que sucedió después de mi primer relato.
Demorado, pero sigo contando lo sucedido durante aquella capacitación que viví una nueva experiencia. Luego de la noche que tuvimos Alberto y yo, fuimos a curarnos la cruda y más tarde a tomar las platicas del día y seguir capacitandonos. Al termino de las platicas, regresamos al hotel. Y en el camino salió el tema de lo que habíamos hecho aquella noche. Yo estaba algo apenado, pero él hablaba del tema tranquilamente. Confeso que tenía unas ganas de cogerse alguna puta. Llegando al hotel busco en redes un servicio de la ciudad, pero debido a la pandemia, los precios eran demasiado elevados. Resignado dijo que con masturbarse se le pasaría y puso en la televisión vídeos porno de internet. Se bajo el pantalón y su ropa interior, sacó su pene y comenzó a masturbarse en el mueble.
Creo que lo de anoche le había dado la pauta para sentirse en confianza conmigo. Siguió haciendo lo que hacía sin decirme nada, yo me metí a bañar, y confieso estar caliente por saber que alguien se estaba masturbando en el mismo lugar que yo. Pero no quería entrometerme porque no sabía si lo iba a mal interpretar o algo. Por eso salí del baño vistiendo ropa interior, y no como la noche anterior, ya que no estaba ebrio y pensé que eso había sido una cosa del momento. Él seguía en lo suyo, y yo comencé a sentirme algo excitado al ver la pantalla. No paso mucho tiempo y se vino en el mueble. Solo se río, dijo que había hecho un desastre, limpió y se metió a bañar. Me quede en la cama pensando varias cosas respecto al tema. Sentía una tensión en la habitación, aun estando a solas. Cuándo salió del baño, salió completamente desnudo. Me pregunto del porque estaba vestido, sugirió desnudarme para estar cómodo. No le quise decir que tenía pena después de lo sucedido, solo le dije que estaba bien así.
Se acostó en la cama, al lado mío y de la nada me pregunto a que mujer del curso que asistimos me cogería. Le gustaba mucho ese juego al parecer. Le respondí nombres y me pidió que le describa como se lo haría. Deje volar mi imaginación y ambos nos excitamos con mi relato. El me mostró su pene erecto culpándome que lo había provocado. Bajo su mirada hacía mi bulto y se río de que anduviera igual, pero no me la quería sacar. Me insistió que la dejará libre como él, y nuevamente me deje llevar quitándome mi ropa interior. Al verlo se alegro diciendo que estábamos parejos. Sacó el tema de la primera vez que nos habíamos masturbado de chicos, le conté como fue la mía y el la suya y dijo que desde entonces no podía parar. Le encantaba mucho el sexo. Confesé que a mi igual, pero no era tan aventado como él lo era. Afirmo que lo había notado y eso le había agradado de mí.
La platica siguió y salió el tema de que si era la vez primera que hacía algo con otro hombre. Fui honesto diciendo que sí, solo alguna vez con mis primos al bañarnos juntos, masturbarnos, pero nunca tocar o dejarme tocar. Él ya tenía experiencia, confesando que le encantaba mamar culo sin importar sea de mujer o de hombre. Hizo énfasis en el tema afirmando que era un experto en eso y podía llenar de placer a quien se lo haga. Era de esperarse, me dijo que si quería probarlo. Le dije que no, porque sentí que eso era ya pasar el límite con un desconocido. Insistió prometiendo que no me iba a arrepentir de la experiencia. Se comenzó a vestir pidiendo que lo esperara. Salió de la habitación y me quede solo con un sentimiento de culpa y de curiosidad. Llame a mi esposa para ver como estaban y obviamente no pensaba contarle nada de lo que estaba sucediendo. Alberto llego con un paquete de cervezas y unas pastillas de Halls. Me dio la cerveza para que me relaje, sabía bien el plan de que quería embriagarme para que acepte, y algo en mí sabía que iba a suceder.
Tomamos varias latas y ya estaba ebrio, recalco que no iba a arrepentirme y me mostró los Halls que servían para dar más placer. Había escuchado aquella leyenda, pero nunca probado. Acepte y me pregunto como quería hacerlo, acostado o de pie. No sabía cual era la mejor decisión, así que decidí de pie. Me dijo que recargara mis manos en la pared y él se iba a encargar de lo demás. Me abrió un poco las piernas y comenzaron los nervios en mí. Una gran parte quería arrepentirse, pero ganó la parte excitada en mí. Hizo unos chistes para que me relajara y lograron su objetivo. De repente sentí sus manos abriendo lentamente mi trasero y siento su lengua ensalivada en mi ano. Sentí un poco de asco, al mismo tiempo algo placentero como él dijo, cada vez lo hacía con más intensidad y podía escuchar como me succionaba el alma a través de mi culo. Toco creo que el famoso punto G con su paladar que me llegó de golpe el placer. Estaba perdiendo fuerza en mis rodillas de lo excitante que era esa experiencia, se detuvo y se coloco el Halls en la boca, al volver a estar su boca en mi ano, con esa pastilla en su boca, sentí el paraíso. Era algo tan refrescante, demasiado excitante. No podía con tanto, me fui de rodillas, dejando mi trasero a su merced y aquello le prendió más, empezó a decir que rico culo tenía y que le encantaba. Ni podía hablar de lo excitado que me encontraba. Un menor me estaba comiendo el culo. No me había mentido, sabía como hacer bien su chamba.
Ya no podía más y él me indico que me jalara el pene para que disfrute más. Pero no podía hacerlo, me tenía casi sometido. Así que siento su mano tratando de alcanzar mi miembro, hasta que lo aprieta brutalmente, causándome dolor pero la lujuria pudo más conmigo no me pude quejar. Me sacudía el pene fuerte, ahí descubrí que era alguien muy intenso en el sexo, con la otra mano me sostenía para que no me cayera por tanto placer, no pude más y esparcí todo mi semen en el suelo y en su mano. Ya sentía que me iba a quedar sin rodillas, le pedí que parará, pero me dijo que esperará y siguió chupándome el ano. Luego dijo que era suficiente, me dejo en paz y limpió su mano llena de mi semen en mi trasero. Me dejo todo el culo lleno de su saliva y mi semen.
Sentí que me había quedado sin fuerza, explote de placer y solo podía contener mi respiración para que no se escuchará tanto en las otra habitaciones, me ayudo a ponerme de pie y me ayudo a sentarme en una silla la cual manche de los fluidos que llevaba conmigo. Me empecé a reír por que me sentí algo incómodo, él tenía un rostro ganador por haber logrado su objetivo y pregunto que pensaría mi esposa si supiera que un wey me había mamado el culo. No sabía sinceramente como reaccionaria. A él le encantaba hacer sentir a otros algo inferiores en el ambito sexual. Quería saber si también a él se lo habían hecho por otro hombre, dijo que no, porque le gusta hacerlo, más no que se lo hagan. Relucía su lado dominante, pero mi ego masculino, o el poco que me quedaba después de tal acto jajaja. También salió a relucir afirmando que le iba a hacer lo mismo para quedar a mano. Soltó una pequeña risa burlona diciendo que si se dejaba. Ahí me concentré que también yo disfrutaría de su trasero, ya que sinceramente tenía unas nalgas enorme que eran parte de su gran atractivo.
Aquella noche fue su turno de disfrutar. Nos quedaban un par de días más y decidí ser igual que él, y sacar a relucir mi lado pervertido. A mi me excita bastante la lencería, es un gusto que tengo. Le compro a mi esposa prendas diminutas para que las luzca y eso me prende como loco. Pase a un supér mercado y por impulso compré unos calzoncillos de mujer para Alberto. Parece que me había vuelto loco, pero algo en mí quería seguir con este juego íntimo entre los dos. Me sentía un poco avergonzado de mi mismo por aumentar este morbo. Pero era una experiencia única que siento debía experimentar.
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