LA CREACIÓN DEL HOMBRE (II)
Daniel, un macho fuerte, fornido, con una sed de saciar su instinto y hambre sexual, somete a su hijastro, un pequeñín de 6 añitos que ya ha empezado a despertar una perversión que pocas personas logran hacer en el mundo del placer, él ya desea ser tomado, esto poco a poco escala..
LA CREACION DEL HOMBRE (PARTE II)
Daniel me ha tratado muy bien, desde esa vez que jugamos desnudos me he dado cuenta de algo, soy diferente, amo pasar tiempo con Daniel, amo sus abrazos, lamer su pecho, sus testículos grandes y su pene, amo besarlo, pero lo que más me gusta es como me toca, posando sus enormes manos callosas sobre mi cuerpecito suave, como sus dedos juegan con mi pene pequeño, sus dedos lubricados tocando mi rosado anito, hace unos días cuando me pasó su lengua por allí sonidos extraños salieron de mi interior, Daniel me dijo que se llaman gemidos y eso ocurre cuando me gusta algo, pero que solo lo hiciera única y exclusivamente para él.
Una mañana de sábado cuando desperté y bajé a la sala, mamá preparaba una mochila, cuando me vio me dijo:
– Buenos días mi pequeñito precioso, ¿Cómo amaneció mi hombrecito? – me dijo cargándome mientras me daba un beso en la mejilla.
-Bien mami, ¿y esa mochila? – le pregunté señalándola.
-Verás, tengo que ir a visitar a una amiga que está enfermita, no te preocupes mi niño lindo, Daniel vendrá en unos momentos a cuidarte, harás tu tarea y jugaras con él ¿de acuerdo?, dime que te portaras bien.
-Si mami, cuídate y no tardes por favor – le dije abrazándola, por un lado, me ponía triste el que se fuera, pero por otro lado eso significaría que Daniel y yo estaremos solos, perfecto.
-Bien, ve a desayunar y cuando termines puedes ver televisión hasta que venga Daniel.
Mientras desayunaba en el comedor, escuché como el portón se cerraba abruptamente, mamá se había ido, Daniel vendría en cualquier momento, el pensar en lo que podríamos hacer hacia que mi pequeño pene se pusiera durito, mis pezoncitos igual se ponían duritos de solo imaginar como Daniel con boca los succionaba, en lo que pensaba mis ojos fueron tapados por dos manos, dos manos grandes y callosas, manos varoniles, manos dominantes, eran de Daniel.
-Adivina quién soy – susurró esa voz grave y masculina en mi orejita, esa voz que me pedía que fuera obediente, que me dejara tocar y sentir lo que es que un hombre grande y fuerte puede hacerle a un niño como yo.
-¡Papi! – le dije mientras con mis manitas tocaba las suyas.
Cuando me quitó las manos de mis ojitos, me tomó de mi cuerpecito y me cargó, caminábamos a mi habitación, mientras él con una mano me frotaba mi espaldita, y con la otra mi trasero, suavecito y redondito, me besaba el cuello, podía sentir esa barba espesa, esos labios húmedos en mi piel suave y delicada, por ratos me rozaba los dientes, en un documental vi como los lobos machos mordía a sus parejas mientras hacían cositas, pensaba en Daniel como un lobo, una bestia grande y fuerte, conteniéndose para no lastimar mi frágil cuerpo. Cuando llegamos a la habitación me bajó y se sentó en mi cama, mientras se comenzaba a quitar la ropa.
-¿Me extrañaste mi niño hermoso? – me preguntó con su voz entrecortada, la excitación en él era palpable.
-Si papito – le dije mientras yo igual me quitaba la ropa, pero me fijé en algo… por alguna razón fijaba mi atención en los pies de Daniel, antes lo había visto descalzo muchas veces.
Cuando volví mi mirada hacia Daniel, él me miraba fijamente, se quitó los zapatos y pude ver esos calcetines blancos que siempre andaba.
-¿me ayudas a quitarme los calcetines? – me dijo en un susurro ronco, lleno de deseo.
Me senté a sus pies, le quité sus calcetines, toqué sus tibios pies, con las uñas recortadas limpiamente, tenía algunos vellos, olían bien, olían a Daniel, ese olor a macho que tanto me ponía duro.
-bésalos – me dijo mientras me acercaba su pie derecho a mi boca.
Lo besé, rozándolo con mi lengua, no sabía a nada, pero por alguna razón me gustaba, lo intenté otra vez, y otra, luego con mi lengua, voltee a verlo, estaba excitado, su enorme pene estaba erecto y con su mano lo estaba frotando, su respiración era entre cortada, volví a lo mío, lamer su pie había despertado en mi algo, unas ganas enormes de ser tomado por él, como los lobos macho montan a las hembras, como Daniel me explicó como tienen bebés los adultos, solté su pie, y con la saliva que caía de mi boca la tomé entre mis dedos y los dirigí a mi anito, como Daniel me enseñó, lo voltee a ver, su mirada no era la misma, era diferente, era una mirada penetrante, decidida, la mirada de un hombre dispuesto a todo.
Me tomó y me acostó en la cama, mientras abría mis piernitas y se colocaba entre ellas, las besaba fuertemente, las mordía despacio.
-Tu me provocaste, eres tan lindo, tan pequeño, necesitas de mí, necesitas de tu papi – susurraba Daniel con una voz más profunda de lo normal, más que para que yo lo escuchara, él estaba hablando para sí mismo, lo había provocado, era mi culpa, pero lo deseaba tanto, deseaba ese amor que no pude tener, ese amor de un hombre fuerte como él, necesitaba su amor, su tacto áspero, su boca besando cada parte de mi cuerpo.
Daniel después de chupar y besar mi anito, sentir su lengua caliente y húmeda pasando por mi rosadito y apretadito ano. Se levantó y escupió en su mano para frotarse esa saliva en su enorme pene, venoso, palpitante, caliente, lo posicionó en la entrada de mi anito, voltee a verlo a los ojos, su mirada era la de un depredador y yo era su presa, las cosas debían ser así, sentí la presión de su pene contra mi culito, anteriormente días atrás, Daniel había metido sus dedos, le encantaba lamer mi anito, decía que quería preñarlo, quería que fuera solo suyo, nunca había metido su pene, poco a poco, fue entrando, me dolía, pero no podía gritar, él me había enseñado a no hacerlo.
-Aguanta putita, aunque sea solo la mitad, necesito preñarte, necesito marcarte con mi semen en tu culito, si vieras como palpita, ese anito desea ser desvirgado por tu papito – decía mientras con sus dedos apretada mis pezones.
Al final solo una cuarta parte de su miembro entró en mi culito, no quiso forzarme, no lo mantuvo dentro por mucho tiempo, dijo que podía lastimarme. Cuando salió de mi culito, se acostó y colocó encima de él, en su pecho, me dijo que chupara sus pezones, eran morenos, y estaban duros, lo hice sin esperar, empecé a frotar mi pelvis por instinto contra su abdomen, él se empezó masturbar.
-Mi pequeño campeón, ¿ya tiene la necesidad de frotarse?, esto va más rápido de lo que creí – decía mientras su voz ronca hacia vibrar su pecho, su respiración era entrecortada – te voy a convertir en todo un pervertido, no habrá hombre, mujer o incluso animal que esté a salvo de ti, te enseñaré a vivir como una persona normal y ocultar lo que eres, cuando estés más grande soportaras que te monte y que te preñe, que tome tu virginidad – la respiración en su pecho se hacía más rápida, gemidos roncos empezaban a salir de boca.
Pude sentirla, era su leche, salpicando mi piernita y mis nalgas, chorros y chorros de semen caliente bañaban nuestros cuerpos sudorosos, me tomó por el rostro y me atrajo hacia él, nos besamos, con su lengua exploraba el interior de mi boca, su saliva espesa y caliente se mezclaba con la mía, con la de su hijastro, luego me vio a los ojos y me besó mis mejillas.
-Sacas lo peor de mí pequeño, un día de estos no podré contenerme, deja de jugar con fuego o podría terminar haciendo cosas que no son buenas – me decía mientras me abrazaba y me miraba con ternura.
-¿Cuáles son las cosas que no son buenas? – pregunté con toda inocencia.
Me miró serio por un momento, pensativo, en su cabeza tal vez se formulaba un plan, algo que no estaba bien, pero el no sigue las reglas, no sigue lo correcto, eso es lo que me gusta de él.
-Algo que te enseñaré más adelante, cuando seas más grande, pero tendrás que esperar a tener 18 años para que sepas usar lo que te voy a enseñar, yo no lo haré porque siempre serás mi niño precioso, pero tu querrás que alguien más te lo haga, y yo estaré dispuesto a observar porque tu lo vas a permitir – me dijo mientras me tomaba entre sus brazos y me cargaba dirigiéndonos al baño para bañarnos, los dos juntos con nuestros cuerpos desnudos, deseosos.
(continuará…)
Hola lectores morbosos, mucho tiempo ¡eh!, espero les esté gustando esta historia, la ultima vez me gustó charlar con ustedes, si que son unos pervertidos, me hubiera gustado conocerlos cuando aun era un niño, tal vez nos hubiéramos “entendido” bien y la hubiéramos pasado bien. ¡Un saludo desde El Salvador y que estén bien!
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