La entrevista con su futura asistente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LARRY1954.
Ya hacía tiempo que él había puesto un anuncio en una revista erótica que buscaba a un o una asistente personal.
El anuncio decía:
Profesionista en la tercera edad busca una persona de compañía y asistente personal para atenderlo y acompañarlo en sus actividades personales y sociales y para tener encuentros íntimos sin compromiso.
Hombre con habilidades manuales y orales.
Ingiere medicamentos y remedios para el vigor, los cuales a veces no funcionan.
– Disculpe, estoy esperando a una persona para entrevistarla, como mi asistente.
No tengo tiempo ahorita pasar un momento de placer.
¿Quién es usted? ¿Cómo pudo entrar a mi privado?
– Yo soy la persona que busca el empleo.
Leí su anuncio, hablé y me dieron la cita y me pidieron que viniera presentable para el puesto.
Me llamo Lulú.
Y espero que después de que conozca mis habilidades, usted me contrate para el puesto que sé está vacante por mucho tiempo.
Al escuchar lo que ella le dice, el abogado se pone flojito y cooperando, dejándose llevar por los encantos de la bella mujer, que mostraba unos senos medianos y suculentos, una cintura de avispa madre, unos glúteos que invitaban a devorarlos y explorar hasta el fondo del abismo de su apertura.
El licenciado, ante tal espectáculo opta por desabrocharle el ‘baby doll’ de su futura asistente, le acaricia todo su cuerpo, espacio por espacio, poro por poro, cabello por cabello, dedo por dedo.
Acerca su rostro en medio de los senos detecta el aroma de una loción.
Lulú le da un frasco y le pide que se lo unte por todo su cuerpo, el contenido del frasco, o, mejor dicho, de la pócima.
Desde los senos, vierte el contenido del frasco hasta que su líquido escurre, cayendo por el Monte de Venus pasando por el clítoris hasta llegar a los labios vaginales.
– Sigue, sigue, sigue, papacito.
Así me gusta.
Ya necesitaba sentir todo esto.
Lulú se deja llevar, dejando que las manos de su futuro jefe hagan lo que le plazca.
A ese paso, de seguro pasaría la prueba para convertirse en la asistente personal del licenciado.
A un costado del ‘baby doll’ hay un consolador y varios condones de sabores.
En un sofá del despacho, hay una petaquita que contiene un pene de plástico flexible de seis pulgadas, un arnés con otro pene de ocho pulgadas y una bolsa de guantes de látex.
– ¿Para qué trajiste eso? – Pregunta él.
– Cuando hablé para esta entrevista que dijeron que tomabas viagra, que a tu edad ya la necesitabas y, que buscabas a alguien que no fuera egoísta para que fuera tu asistente personal y te atendiera en todos tus asuntos íntimos.
El licenciado invita Lulú a que se acomoden en el sofá que lo convierten en cama.
Ya cómodos los dos, el besa el cuello de su entrevistada, sus oídos, sus pechos, su torso, su obligo, su clítoris, hasta llegar oralmente a su intimidad.
El raspa su barba crecida sobre el cráter de su muy pronto asistente, quien responde gimiendo de placer.
Ella le da el consolador y el juguete de seis pulgadas y, le pide que la penetre con los dos tanto delante como por detrás.
Sus cuerpos están ardiendo.
Y teniendo el consolador enfrente y el juguete por detrás ella explota con una serie de orgasmos.
Mientras ella se convulsiona, las manos del abogado se deslizan sobre todo el cuerpo de Lulú.
A los lados de sus piernas escurren el vino más secreto de su intimidad.
Se hinca a probar ese suculento licor.
Ella se agarra de los lados del sofacama para no caerse.
El abogado con su rostro pegado a su intimidad bebe hasta embriagarse de lujuria por el sabor exquisito e inigualable de la vid de Lulú.
Ella dibuja una sonrisa en su rostro de satisfacción.
Sus manos están temblorosas, su respirar muy acelerado.
Lulú, se tranquiliza al sentirse satisfecha, se levanta del sofá cama y abraza al abogado por su espalda y le va desabrochando la camisa, le quita la corbata, le quita el cinturón, juega con sus manos sintiendo la intimidad y estimulándolo.
– Quiero ahora sentir tu cuerpo fundido al mío y tener esa deliciosa sensación de llegar al vacío.
En donde sólo hay placer y eternos gemidos.
Pasiones misteriosas que embriagan mis sentidos.
Ella continúa desvistiendo por completo a su hombre.
Logra verle un pene pequeño, flácido, siente que ese órgano está ardiendo, sólo falta quien lo active, quien encienda el motor para que descargue la leche que hierve en su interior.
Los testículos están grandes, llenos de la lava que arde y quiere hacer erupción.
Ella le dice con mucha confianza que le hará algo que le podrá pararle la verga que tiene dormida, pero que primero intente con ella penetrarla con el arnés de ocho pulgadas.
– Aunque sea un juguete, tu metiéndomela con el arnés, siento que eres tú.
Y así lograré llegar al clímax.
Ella se acomoda en posición de cuatro y él se pone el arnés y logra lentamente ensartárselo en la vagina, sin mayor demora, lo hace suave pero continuo, Lulú lo disfruta pues gime suavemente y aumenta su placer al acelerar su hombre las envestidas.
Él quiere durar más; ya que tiene el control de la situación, es un pene artificial, pero efectivo para mantener a Lulú satisfecha, sin eyaculación precoz, sin prisas.
Una cogida duradera.
Ya tenía tiempo que el licenciado había disfrutado a una chica con tanta experiencia.
Muchas lo habían rechazado por su impotencia, por su edad, por su flacidez, hasta se habían burlado de él.
Pero, Lulú con el arnés, el vibrador, y el pene de plástico había logrado que el licenciado disfrutara de un encuentro íntimo de calidad.
Después que abogado se la coge con el arnés, ella pudo venirse varias veces.
Ya descansado, limpia el arnés y el pene de plástico.
Los coloca a un lado, sobre una toalla, luego Lulú pone al licenciado en la cama con los brazos extendidos y las piernas abiertas.
Lulú lo besa, lo masajea, lo mama, hasta que lo acomoda en posición de cuatro, poniéndose ella el arnés, le mama el culo, le escupe, lo nalguea, lo dedea, le estimula la próstata, le toca el punto ‘G’ de los hombres, y al estar dilatado el ano con loción, vaselina, saliva, le inserta la verga del arnés de ocho pulgadas.
El abogado, por primera vez, se lo cogen, no un hombre, sino una mujer, que se convertiría muy pronto en su asistente, en su amante, la que lograría que esa verga, flácida, impotente, con las habilidades de esa mujer, sin viagra, lograría tener una erección suficiente para poder penetrarla por la vagina, el ano, y explotar en su boca, en medio de los senos, eyacular con lluvia dorada y leche añejada de años.
– Lindura, Lulú, estás contratada.
El abogado, está conforme con Lulú, si crees que puedes ser mejor, hasta para hacer un trío, escríbele al autor de este relato.
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