La fiesta de la leche 2/3
Cómo pasé de virgen a esclavo sexual en un fin de semana..
Tenía la cara y el pelo llenos de leche, los labios un poco hinchados y super rojos. Esperé un par de segundo por si alguien más entraba. Notar que estaba solo decidí ponerme de pie y dirigirme a los lavados. Me limpié como pude solo lo necesario para poder regresar a casa sin llamar la atención. Noté que mi camiseta tenía un par de manchas, pero decidí dejarla así y solo lavarla luego.
Era viernes, así que decidí ir a mi casa y luego salir por la noche al cine, algo tranquilo. Al llegar a la residencia, la habitación de Daniel estaba entreabierta y pude verlo sin camisa en la ventana fumando un cigarro. Al escucharme abrir mi puerta, me llamó y me invitó un café.
- ¿Cómo te sientes? ¿Ya estás más amañado a la ciudad?
- ¡Sí! Hoy me la he pasado genial, pero aun hay un par de cosas que quiero probar.
- Claro, claro. Solo tienes dos días. ¿A dónde fuiste?
- Fui a la plaza Mayor, me habían dicho que se comía muy bien y no me mintieron jajajajajaja
- Bueno, esa plaza es famosa por otras cosas; nunca había escuchado que por la comida.
- ¿Ah, sí? Pues yo comí de maravilla.
Daniel estaba parado en la ventana justo frente a mi, seguía sin camisa y me miraba con mucha curiosidad. Llevaba unas pantaloneras de fútbol de esas que se marcan como una piel y me dio la impresión de que no llevaba ropa interior. Luego de un rato me despedí y le dije que necesitaba darme un baño “Se nota”, me dijo con una sonrisa. No supe como tomarlo hasta que recordé que seguramente apestaba a semen y que seguramente tenía aliento a verga. Me dio un poco de pena así que me paré de prisa y tumbé una cucharilla al suelo. Me agaché para recogerla e inmediatamente escuché “No vale, pero es que ella está lista para la batalla”.
Mientras decía esto, noté como se había parado justo detrás de mi y con una mano comenzaba a halar el hilo que se me había subido por el borde del pantalón. No supe como reaccionar: me gustaba Daniel, pero era mi vecino, no sabía a quién podría contarle, no sabía si me lo estaba diciendo a mal, ni siquiera había notado que fuera gay.
En el par de segundos que me quedé pensando estas cosas, Daniel agarró fuerte el hilo y lo haló hacia arriba casi haciéndome despegar los pies del piso
- No te hagas la sorprendida. Desde que llegaste me di cuenta de que andabas de puta. Desde lejos se te nota que hueles a leche y ahora de cerca veo que todavía hasta tienes en la cara. Además no has dejado de verme la verga desde que llegaste.
Dicho esto me trajo de espaldas hacia su cuerpo y me dijo al oído “ahora no te vas de aquí sin deslecharme a mi”. Pude sentir como mi culito de abría y se cerraba al escucharlo hablar tan cerca de mi y de esa forma. Mi verga estaba a mil, pues había decidido esperar para masturbarme al llegar a casa, y comencé a lubricar muchísimo. Siempre he lubricado mucho, al punto de mojar los pantalones. Inmediatamente de dio vuelta sentí como me hacía presión ellos hombros. En ese momento mi sorpresa pasó y supe lo que tenía que hacer, aunque me doliera la boca no podía dejar pasar a este macho frente a mi.
Me arrodillé y lentamente fui bajado la parte delantera de la pantaloneta. Por un momento tuve miedo, nunca había visto una verga así de grande: medía unos 18cm, gruesa, venosa y se notaba que aun no estaba erecta al 100%. Subí la mirada asombrado y Dani me dijo “ahora tienes que terminar de pararla”— Cómo pude me armé de valor y comencé a mamar. Me la metía lo más que podía en la garganta porque sabía que llegaría el momento en que ya no me iba a caber más. Aquella cosa no dejaba de crecer.
Dani se sentó en la silla donde yo estaba antes, sin quitarse la pantaloneta, se abrió de piernas y con una mano comenzó a guiar la mamada.
- Eso mami, todita, abre bien. Abre bien hasta que te acostumbres — Eso, mi amor, bien perrita, míreme mientras se la traga. Quién sabe cuantas vergas te has comido hoy y aquí estás como ternero. Eres una golosa, ¿no?
Evidentemente yo no podía responder, pero escucharlo hablar me tenía la verga mil y ya toda inundada. Como Dani me había halado el hilo, por delante había quedado súper apretado, pero quería concentrarme en aquella verga y no pensar en nada más. Comencé a meterla y sacarla rápido de mi boca y sentí como su respiración se aceleraba, entré como en trance y me lagrimeaban los ojos. Luego de un par de segundo, me paró en seco, me la sacó por completo de la boca y me subió un poco la cara por el pelo.
- Ey, ¿estás apurada? Así me vas a hacer acabar demasiado rápido. Con calma
Con una mano me sostenía del pelo y con la otra se agarró la verga y la acercó lentamente a mis labios. Pude verla por primera vez en todo su esplendor: por lo menos 22cm, recta, con la cabeza un poco más grande que el resto, muy venosa y con un mata de pelo en la base que le daba un aspecto salvaje.
Me acercó solo la cabeza de su verga y comencé a chapar como si fuera un caramelo. Lento y en círculos, quería degustar el precum mezclado con mis babas. Era una delicia.
- Eso, mami, así. ¿Ves como eres de obediente? Te estás ganando que te reviente el culito. ¿Quieres, bebé? Pero tiene que prometerme que no vas a empezar a llorar para que te la saque.
- Es que es gigante Dani, ¿me la metes con cuidad?
- Nada de eso. Te puedo dedear para que quedes abierta, pero si te voy a coger te voy a coger a lo salvaje.
Me dio miedo la forma en la que me habló, pero al mismo tiempo me ponía como perra en celo. No había pensado siquiera decirle que era virgen y me daba miedo que me fuera a rechazar por eso. Así que decidí lanzarme y que pasara lo que tuviera que pasar.
- Papi, hazme lo que tu quieras.
- Ay, vale. Después no te arrepientas. ¿Lo que yo quiera?
- Úsame como quieras
- Levántate, date vuelta, y muéstrame ese culito.
Me quité el pantalón lentamente mientras meneaba el culo para mi macho y estaba por quítame la parte de arriba cuando me dijo:
- No, déjate el hilo. Te quiero coger en hilo como la puta que eres. Inclínate y ábrete las nalgas que quiero verte ese culito. Seguro lo tienes igual de rosadito que la boca.
Esto pasaba mientras el seguía en la silla y se masturbaba lentamente. Se veía como un dios con su piel morena cubierta por una fina capa de sudor. Dani no tenía cuerpo de gym, pero se notaba que hacía ejercicio: los brazos gruesos enmarcaban el pecho ancho, una ligera barriga con un camino de vellos que llegaban hasta su hermosa verga y unas piernas fibradas y marcadas que revelaban afición al deporte.
Me ordenó con un gesto que me acercara y lo hice lentamente metiendo una de sus piernas entre las mías hasta dejar mi culo al alcance de su mano.
- Uff, mami, que rico se ve eso. ¿Te dieron mucha verga por ese culito hoy? ¿Estás cargadita de leche?
- No, papi, estoy sin usar.
- Sepárate las nalgas que yo veo— con un dedo comenzó a hurgar mi hoyito— Que lástima, yo te quería batir la leche. Además ya estarías más dilatada.
Se puso de pie y me hizo recostar el pecho en la mesa dejándome por completo a su disposición. Sus dedos eran gruesos y rasposos pero yo ya estaba acostumbrado a meter tres dedos así que cuando se ensalivó el primer dedo y lo metió, entro sin ningún problema. Un gemido me salió como del alma y me espalda se arqueó de inmediato. No era lo mismo usar mis dedos que los dedos de este macho.
- Eso, vale, que rico. Me encanta que mis putas giman — su dedo entraba y salía haciendo círculos hacia los lados— Estás súper apretado, voy a tener que dilatarte bien
- Mi culo es tuyo, papi. Haz lo que tu quieras
Yo estaba con el pecho pegado a la mesa, con los brazos extendidos. No quería poner ninguna resistencia a lo que me quisiera hacer. Me dolía la verga de tenerla apretada y de no haber podido acabar en tanto tiempo. Podía sentir como un hilo de precio estaba atravesando la tela del bodi y me tocaba la pierna. Seguro pronto llegaría al piso. Al parecer Dani notó esto y dirigió su mano hasta mi verga
- Mira esto, estás toda mojada. ¿Te gusta que te abran el culo?
- Sí, papi, me encanta, ábremelo más.
- Así me gusta.
Sin pararme de la mesa me sacó la verga por un lado y con dos dedos recorrió la cabeza mojándoselos lo más que pudo y luego procedió a meterlos en mi culo. No me dolió tanto porque estaban mejor lubricado pero pude sentir una muestra del dolor que estaba por venir. Metía y sacaba los dedos sin piedad y yo estaba que no cabía en mi, gema y le pedía más. Solo paraba para escupirme el culo y darme nalgadas. Mis nalguitas blancas estaban marcadas y yo estaba intentando no acabar sin siquiera tocarme.
- Ahora si vas a saber que es lo bueno —Me dijo Dani, por fin quitándose la pantaloneta y mostrando toda su gloria— Voltea a mirarme, quiero ver tu cara cuando te entierre la verga
Como pude volteé sin despegar mis manos de la mesa, quería que mi entrega fuera total, justo a tiempo para verlo escupir mi culo y comenzar a golpear la entrada con su verga. Sin avisar comenzó a meter su monstruo en mi culito que ofrecía los últimos intentos de resistencia. Sentía que me iba a partir en dos. Nunca me había metido algo tan grande ni en mis momentos más ociosos. Sentí que empujó unas dos veces sin poder entrar. Entonces me haló del pelo y me lo enterró hasta los huevos.
Un escalofrío me recorrió desde el culo hasta la cabeza y me segó por un momento. Nunca había sentido tanto dolor y tanto placer al mismo tiempo. Sentir sus huevos rozar mis nalgas, sentir mi culo tan abierto… Casi pierdo el conocimiento.
- Uff, mami, que apretado estás, pareces virgen. Tranquilo que yo te voy a entrenar para que te entre sin problemas donde sea cuando sea. Porque desde hoy eres mía.
Al terminar de decir esto, sacó casi por completo su verga y me la dejó ir hasta el fondo. No pude más esta vez y al sentir su pelos acabé como nunca en mi vida y mucho menos sin tocarme. Pude ver como los choros de mi leche llegaban hasta el otro lado de la mesa y mi culo se cerró alrededor de su verga como si quisiera arrancársela.
- ¿Tan puta eres que a dos metidas ya acabas? No me gusta que acaben sin mi permiso. Ahora te voy a tener que coger más duro para que aprendas.
Y comenzó a cogerme sin piedad, yo no tenía fuerza para nada. Solo lo dejaba que me usara como un objeto para dejar su leche. El me apretaba y me seguí dando nalgadas cada vez más fuertes, estaba como fuera de sí. Su verga parecía que crecía más y más dentro de mí “¡Pídeme leche!” “Dame tu leche, papi”. Y sentí como sus estocadas se volvieron más profundas mientras me marcaba por primera vez como su propiedad. Mi sueño de estar lleno de la leche un macho se me había hecho realidad. Pero no sabía hasta que punto en ese momento.
Seguía con su verga erecta dentro de mi pero ya no la movía y respiraba entrecortado.
- Uff, ¡que delicia! Tú y yo nos vamos a llevar muy bien. Te voy a convertir en la puta perfecta. Estás muy apretado, ¿hace mucho que no te rompían el culo?
- Hasta hoy nadie lo había hecho —no sé de donde me salió la fuerza, pero lo dije sin pensarlo—, eres mi primera vez
- Mentiroso, ¿llegaste oliendo a leche y me vas a decir que eras virgen?
En eso sonó su celular y el lo atendió como si nada, aun con su verga en mi interior. Luego de un segundo noté que era una video llamada.
- ¡Luis! ¿Donde estás?
- Ya aquí en la puerta de tu edificio. ¿Estás ocupado?
- Estoy celebrando mi cumpleaños desde temprano. Mira…
Y volteó la cámara para que pudieran verme. No tuve tiempo de reaccionar, pero antes de que me moviera Dani me dijo:
- Me dijiste que te usara como yo quisiera. Hoy es mi cumpleaños y vas a estar repartiendo culo hasta el domingo. ¿Está claro?
Nada más escucharlo, se me paró la verga otra vez y apreté más el culo.
- Así me gusta, esto está comenzando.
Muy buen relato, Urge la parte 3