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Fantasías / Parodias, Fetichismo, Voyeur / Exhibicionismo

La máscara escarlata – parte 8

La historia continua….
Era una mañana soleada cuando Clara regresaba a su rutina como profesora, después de sus “vacaciones adelantadas” y de su última experiencia como la Máscara Escarlata. Pero esta vez, había algo distinto en ella: ahora caminaba con una confianza sutil que se notaba en cada detalle de su apariencia. Llevaba una blusa de seda azul que abrazaba con naturalidad sus curvas y dejaba asomar un escote discreto. Además, traía una falda gris que marcaba el contorno de sus caderas con elegancia; y unas gafas de montura fina que dejaban lucir mejor el brillo de sus ojos. De hecho, su rostro no era el mismo de siempre, pues ahora un ligero rímel alargaba sus pestañas, la sombra suave realzaba su mirada, y un labial rosado le aportaba frescura en los labios. Incluso, su cabello, antes recogido en un moño sencillo, ahora caía en ondas sueltas sobre los hombros, que la hacían verse más atractiva y vibrante.

Al entrar a la sala de profesores, sus colegas la recibieron con sonrisas y comentarios llenos de sorpresa. El cambio era evidente y no tardaron en felicitarla, bromeando con que las vacaciones le habían devuelto años de juventud. Clara respondió con una risa ligera, agradeciéndoles y devolviendo los halagos con calidez, mostrando una actitud más jovial y extrovertida que antes.

De pronto, el timbre marcó el inicio de la jornada y Clara salió del salón de profesores animada, lista para enfrentar el día. En su aula, recibió a los estudiantes con una sonrisa confiada, y ellos, sorprendidos por su nuevo aspecto, no tardaron en piropearla con comentarios espontáneos: “¡Profe, se ve súper linda hoy!”. Y Clara, agradeció entre risas y retomó el control con naturalidad, preguntando cómo les había ido con la maestra de reemplazo. La respuesta fue unánime: habían estado bien, pero la extrañaban más a ella.

Sin perder más tiempo, Clara decidió comprobar qué tanto recordaban y les aplicó una prueba rápida sobre los temas que habían visto en su ausencia. Dictó las preguntas, les dio unos minutos para resolverlas, y al recoger las hojas, retomó la clase con entusiasmo. El resto de la mañana transcurrió con la misma energía: clases dinámicas, comentarios positivos y un ambiente más ligero de lo habitual, hasta que finalmente llegó el recreo. Entonces, recogió sus cosas y se dirigió hacia la sala de profesores.

Pero mientras caminaba por uno de los pasillos poco concurridos, oyó risas crueles y las siguió. Eran Alex, Jake y Mike acosando a Kai, empujándolo y burlándose él.

—Miren al rarito de Kai… decía Jake

—A ver si esa heroína nudista viene a salvarte otra vez —añadió Alex, dándole un fuerte empujón y tirándole al piso.

—No creo que esa puta se presente aquí con las tetas al aire— añadió Mike

Al oírlos, Clara decidió intervenir rápidamente con autoridad.

—¡Oigan, ustedes tres! ¿Qué creen que están haciendo? ¡Dejen a Kai en paz ahora mismo! No voy a tolerar esto, si no paran… los reporto a la dirección y se enfrentarán a una suspensión. ¡Váyanse, ya!

Los bullies se giraron, sorprendidos por su tono firme. Alex balbuceó:

—¡Pero profe, solo bromeábamos!

—Esto no es ninguna broma. ¡Muévanse, o llamo al director ahora!

Jake murmuró: —Sí, ya… lo sentimos —y los tres se marcharon intimidados.

Mientras tanto, Clara ayudaba a Kai a levantarse.

—¿Estás bien?

—Sí, profe. Gracias. Estoy acostumbrado a esto.

—¿Por qué no te defiendes, Kai? Si eres el guardián de la máscara, podrías aplastarlos fácilmente.

—Es que no es tan simple. Mi maldición me limita. Solo tengo fuerza y velocidad cuando la portadora usa la máscara. Sin ella, soy solo este chico que puede convertirse en gato.

—Entonces… ¿finges ser un estudiante solo para vigilarme? ¿Cuánto tiempo has estado así?

—Mil años, más o menos —dijo Kai con un guiño—. Pero vale la pena. Tú eres especial, Clara. Tu corazón y nobleza, me hicieron elegirte como la portadora de la máscara. Y no me arrepiento.

—Basta, me vas a hacer sonrojar… Tú también eres increíble gatito guardián. Quisiera saber más de ti y sobre la mascara —dijo Clara, intrigada.

Pero el timbre sonó, y Kai se encogió de hombros.

—Lo siento, profe, quizá otro día. ¡Nos vemos! —y salió corriendo hacia su clase.

Clara se quedó pensativa, con varias preguntas rondándole la cabeza, pero no tuvo tiempo de resolver ninguna. Así que mejor, decidió continuar su jornada como de costumbre, hasta que al final del día, mientras se dirigía a la salida, escuchó unos silbidos y voces frenéticas al otro lado del pasillo. Reconoció de inmediato algunas de ellas. Avanzó con cautela y, sin dejarse ver, descubrió a cinco muchachos reunidos: dos de último año y los mismos tres que acosaban a Kai. Hablaban a viva voz, exaltados, envueltos en una energía casi febril, que despertó su curiosidad. Entonces, decidió quedarse en silencio, atenta, para descubrir qué los tenía tan emocionados.

Los de último año decían:

—Aunque no lo crean, yo estuve en la plaza del Ministerio. La Máscara Escarlata cayó del cielo, ¡bam! Sus tetas eran enormes, redondas y firmes. Y su vagina… estaba bien depiladita y lisa.

—Sí, y eso no es todo, pues la forma como humilló a ese cabecilla, bajándole los pantalones ante todos. Hasta creo que ella estaba mojadita por exponer así a ese tipo…

Pero Alex y su grupito, solo se rieron de ellos.

—Eso no es nada. Nosotros nos corrimos en sus tetas.

—¡Ja! ¿En serio? Son unos mentirosos, a ver… ¿Cómo pasó eso?

—Salimos a nadar al río y sorprendimos a Kai con un taparrabo ridículo, cargando el cuerpo de la heroína inconsciente.

—Sí, ese inútil no sabía donde esconderse. Tubo mucha suerte al encontrarse el cuerpo inconsciente de la heroína en ese sitio.

—¡Ya, ya! ¿Pero que hicieron?

—Pues apartamos a Kai de ahí, nos bajamos los pantalones y nos masturbamos sobre ella. Fue increíble, le bañamos con semen los pezones y su abdomen. Y cuando se despertó…

—Bueno ¡Ella nos tocó los miembros con sus dedos y nos hizo correr!

—¡Increíble, pero como es que… No, son unos mentirosos! ¿y que eso de Kai con taparrabo?

—Si no nos creen, mañana mismo le preguntamos a Kai. Él estaba ahí, incluso, el se escapó con ella. Apuesto que también la enmascarada le hizo algo a él.

Los otros asintieron, escépticos pero intrigados. Clara, alarmada por el plan contra Kai, intervino:

—¡No puede ser, ustedes tres otra vez! ¿Pero qué es esto? Ya deberían estar en casa, y no chismeando. ¡Váyanse, o llamo a sus padres!

Avergonzados, balbucearon disculpas y se retiraron. Y Clara suspiró y siguió su camino a casa.

Minutos después, a las afueras del colegio, una de las estudiantes de Clara se encontró frente a esos cinco chicos. Y ella los conocía bien, pues eran miembros de una las pandillas más temidas, «Los Calaveras».

—Ey, Valeria, qué gusto verte por aquí…

—Oh, hola chicos… no quiero interrumpirlos, así que… nos vemos mañana.

—Espera… no olvides que tu hermano nos debe medio millón, ya sabes, por el préstamo para tu mamá enferma. Y no han pagado.

—Sí sí, es que aún no tenemos el dinero, y…

—¿Aún no tienen el dinero? Creo que tendremos que tomar medidas más drásticas. Quizá un accidente inesperado a tu hermano, los haga recapacitar mejor ¿Qué dices?

—No, no por favor, dennos más tiempo. Estamos tratando de reunir algo, pero es que es difícil…

—¡Ha! No puedo creer que a la mejor estudiante del curso, no se le haya ocurrido una buena idea para ganar dinero.

—Eh, es que…

—¡Es que nada! Y ya que eres una tonta, tenemos una idea que te permitirá pagarnos.

—¿A-a qué se refieren?

—Pues a que hagas un video para adultos.

—¡¿Qué?!

—Ya lo oíste… y además, no hace falta que muestres el rostro. Ya sé, que te parece si nosotros te grabamos disfrazada de la Máscara Escarlata: desnuda con antifaz, caminando por el colegio, y te masturbas al final. Seguro que si lo vendemos, podremos conseguir algo de dinero por eso.

—¡¿Se volvieron locos?! No pienso hacer algo así!!

—Ay, Valeria, Valeria…. creo que no entiendes la seriedad de todo esto. Voy a ser más claro, o haces el video, o matamos a tu hermano.

Valeria estaba nerviosa y no sabía que decir.

—Mira, no tienes que darnos una respuesta ahora, piénsalo esta noche, y nos das tu respuesta mañana.

Y de esa forma, los cinco se retiraron riéndose y dejándola pegada contra la pared, temblando y con su cabeza agachada. Mientras tanto, en casa de Clara. Cuando ella revisaba las pruebas, se dio cuenta que Valeria sacó la peor nota «mmm, algo pasa», pensó, decidiendo hablar mañana con ella.

Y así lo hizo, pues al día siguiente, luego de finalizar la clase. Ella le pidió quedarse al final unos minutos para hablar.

—Valeria, he estado revisando tus notas, y… veo que tu rendimiento ha bajado. Sé que puedes mejorar, pero ¿Está todo bien?

—Sí sí, es que… vera, mi madre estaba muy enferma y he tenido que cuidar de ella, mientras mi hermano ha salido a trabajar. Ahora mismo tiene tres trabajos y…

—Vaya, estas pasando por un situación muy difícil… lo entiendo, pero al menos esfuérzate por sacar el mínimo. No quiero tener que reportarte.

—Sí profe, prometo que me esforzaré. Haré lo posible.

—Me alegra oír eso, y tranquila, estoy segura que tu madre se recuperará pronto. Sabes qué, te prometo algo, si sacas en el próximo examen la mínima nota. Estoy dispuesta a dejarte pasar.

De esta forma, Valeria se alegro un poco y salió de la clase. Y cuando caminaba por afuera, trataba de esconderse para no ser vista por los chicos de la banda. Pero fue en vano, pues antes de pasar por el callejón para tomar su autobús, los cinco la sorprendieron de golpe.

—Hola Vale…

—oh, holi… yo, yo…

—¿Acaso pensabas irte sin despedirte de nosotros?

—No, no es eso chicos… ¿Cómo creen? Justo estaba buscándolos

—Que bueno, pensábamos que tratabas de esconderte, o algo así… pero ya que nos hemos encontrado ¿Qué dices? ¿lo harás?

—Eh… sí, claro, acepto — dijo con una voz tímida y temblorosa.

—¡Bien, buena decisión! Lo haremos al fin de mes, en los baños. Prepárate ¿sí?

—S-sí, sí…

Entonces, los cinco se marcharon contentos. Y Valeria al verlos que desaparecían, se hecho a llorar preguntándose «¿Podrá la verdadera heroína salvarme?»

Mientras tanto, Clara manejaba su doble vida con esmero. De día, impartía clases con una confianza que deslumbraba a sus estudiantes, y en la noche, era la Máscara Escarlata, que patrullaba la ciudad, deteniendo criminales con una mezcla de fuerza y seducción. Y poco a poco, sus encuentros con el detective Diego se volvieron un juego entretenido, pues ella lo provocaba con indirectas sensuales, dejándolo sonrojado y sin palabras.

Pero para Valeria, cada día que pasaba, parecía asfixiarla. Hasta que al fin, llegó el momento, y con el corazón en la mano, se dirigió a los baños del colegio al atardecer, cuando el lugar estaba casi desierto. Y los cinco chicos de Los Calaveras la esperaban, tal como le dijeron en su último encuentro.

—Valeria, justo a tiempo… Mira, mi hermana me prestó estas botas. Son perfectas para tu disfraz

—Yo en cambio, tengo los guantes

— Y nosotros tenemos el antifaz

—Bien, seguro con esto, podrás lucir como la Máscara Escarlata. Ahora date prisa, vamos, cámbiate…

—Espera ¿A dónde vas?

—P-pues… a los cubículos?

—No no, mejor cámbiate aquí… No ves que igual estarás desnuda ante nosotros?

Valeria se quedó fría al escuchar eso

—¿Qué fue, lo harás o no? Te recuerdo que no tendrás otra oportunidad, si no grabas el video, hoy mismo matamos a tu hermano. Desnúdate ya!!

—Sí sí…

Entonces, Valeria temblando, comenzó a quitarse los zapatos. Luego, se bajó la falda y se quitó la blusa, y su cuerpo delgado relució en un lindo conjunto desapareado. A continuación, agachando la cabeza, se quitó se retiró el brassier negro y mostro sus lindos y pequeños senos, con sus pezones firmes por el frío.

—Miren esas tetitas

—Vaya, son algo pequeñas no creen?

—Sí, pero es lo que hay… lo importante, es enfocarlas bien con la cámara.

Y Valeria, tratando de cubrirse un poco, mejor se dio la vuelta y se bajó con mucho cuidado el interior rosado que llevaba puesta, y en seguida, revelo su gran trasero que resaltaba perfectamente su figura.

—Ufff, ese culo… al menos eso sí hará que el video se pueda vender.

—Es cierto, ya sabemos qué enfocar más…

Y de repente, uno de los chicos, incapaz de contenerse, le dio una nalgada a Valeria, haciendo que su cuerpo se estremeciera. Los cinco se rieron, y Valeria con voz temblorosa les dijo:

—¡Ey! ¡Eso no era parte del trato! —gritó, volteándose y retrocediendo— Dijeron que solo me filmarían, no que me tocarían. ¡No se pasen!

Y Alex se rió, levantando las manos. —Relájate. Solo lo hice para que se te vayan los nervios… Bien, mejor apresúrate con ese disfraz, y todo saldrá bien.

Y Valeria, más nerviosa, solo asentía mientras se iba poniendo las botas, los guantes y el antifaz, intentando cubrir su identidad, con su rostro lleno de vergüenza

En ese momento, Clara que se había quedado hasta tarde en la sala de profesores calificando pruebas, suspiró al ver las notas de Valeria. Su estudiante estrella, no había mejorado, y la preocupación la asechaba.

Pero justo en ese instante, las ganas de orinar le vinieron, y decidió ir al baño de la sala de profesores, pero estaba cerrado. Así que frunciendo el ceño, se dirigió al baño de chicas más cercano, y cuando estaba a unos pasos de la  entrada, oyó silbidos y risas. Entonces, con cautela se quedó tras la puerta, para escuchar lo que estaba pasando.

—Chicos, creo no quiero hacer esto… es, es muy vergonzoso!

—Vamos, quita las manos de ahí, déjanos filmar tu cosita… Abre más la piernas!

Y al oír eso, Clara no lo pensó dos veces. Sacó la máscara de su bolso, se la puso, y se transformó en su alter ego, la Máscara Escarlata. Y pateo la puerta, dejando a todos quietos. Pero al ver lo que pasaba, el corazón de Clara casi se detiene al ver a esa chica temblando y disfrazada como ella, mientras esos cinco pervertidos la grababan. Entonces, la furia y la indignación ardió en ella, pero su instinto heroico tomó el control al percatarse de que eran estudiantes.  Y en su lugar, les dijo:

—¡Vaya chicos! ¿Con que estaban haciendo una imitación de mí? Miren, la verdadera heroína ya está aquí.

—¡Mierda, es la Máscara Escarlata! —balbuceó Alex, dejando caer la cámara.

Mientras tanto, Clara caminaba en dirección a la víctima, y al pasar cerca de Alex, le lanzó una indirecta con una sonrisa pícara.

—Vaya, Alex, ¿otra vez tú? Pensé que después de nuestro último encuentro, habrías aprendido a no meterte en problemas… ¿quieres que todos se enteren de tu problemita de eyaculación precoz?

Los otros cuatro chicos se giraron hacia Alex, sorprendidos.

—¿Qué, a qué se refiere?

—¡Cállense! No es lo que piensan —respondió Alex, sonrojado, intentando esquivar sus miradas.

Y Clara, aprovechó la distracción para acercarse a Valeria, quien temblaba intentando cubrirse. Así que tiernamente, le puso una mano en su hombro, y la guio con cuidado al cubículo más cercano, para resguardarla.

—Quédate aquí, cariño. Esto lo resuelvo yo —susurró, cerrando la puerta.

Luego, se giró hacia los chicos, pero antes de decirles algo. La urgencia de orinar, casi la paralizó, pero a ella, se le ocurrió algo muy atrevido. A supervelocidad, se acercó a los chicos y les bajó los pantalones, exhibiendo sus vergüenzas. Todos la tenían parada, y apuntando hacia a ella.

—Mmm, miren qué tenemos aquí… cinco chicos con muchas ganas.

Entonces, les sonrió a todos y se subió a los lavabos con un movimiento elegante, abriendo las piernas lentamente para captar su atención.

—¿Quieren un show? Pues lo tendrán ahora mismo

Y así, comenzó a tocarse frente ellos, deslizó sus dedos índice y medio entre sus labios y los abrió, y con su otra mano, se frotaba de arriba abajo en la zona de su clítoris. Mientras fingía gemir desesperadamente.

Los chicos, hipnotizados, se acercaron más y se comenzaron a tocar también. Y Clara, con su voz traviesa, les dijo:

—Ahhh, ahhh, ahhh… aquí va algo que nunca olvidarán!!!

Y un chorro caliente, salió disparado. Los cinco no lo podían creer, y al instante, comenzaron a eyacular. Mientras su orina les bañaba uno por uno. Y al verlos así, Clara rió, y se bajó de los lavabos.

—Vaya, chicos, son unos pervertidos…

Dijo, luego de acercarse a uno de ellos con la mirada seductora. Entonces, se arrodilló ante él y con su lengua, procedió a limpiarle el glande. E inmediatamente, Clara preguntó:

—Haber mi vida, dime ¿Quién es la chica a la que estaban grabando?

El chico retrocedió y negó con la cabeza, insinuando que no diría nada. Pero su amigo que estaba cerca, se le escapó:

—Eh, es Valeria… la matona de quinto curso.

Y Clara, tomó su miembro e  inmediatamente, comenzó con su lengua a jugar con su glande. Haciéndole eyacular nuevamente al chico. Al ver eso el resto, uno a uno comenzó a decir:

—Es culpa de su hermano, debe medio millón a Los Calaveras

—Sí, es cierto, ese dinero era para el tratamiento de su mamá.

—Sí, y el video lo íbamos usar para  monetizarlo. A fin de que ella, pueda saldar en algo su deuda con nuestra pandilla.

Clara, al fin lo comprendió todo, y supo porque su mejor estudiante había disminuido tanto su rendimiento.

—Pero qué bajo han caído. Pero sé que no es culpa de ustedes pequeños…

Les dijo mientras les besaba con ternura la punta de sus penes a cada uno. Y cuando terminó, se puso en pie y dijo:

—Saben que… consíganme una cita con su jefe. Quiero renegociar el trato de Valeria… ahora estoy muy caliente, y estoy dispuesta a llegar a cualquier acuerdo.

Los chicos, emocionados, asintieron. —¡Sí, claro! Haremos una llamada justo ahora. Dijo uno de los chicos de último año, sacando su celular. Y se lo informó rápidamente, a su líder.

—Listo, el jefe aceptó reunirse contigo en la bodega abandonada del muelle, en media hora. Te esperara en la número 316.

Entonces, Clara se alegro y les dijo:

—Buen trabajo, amores. Ahora váyanse y déjenme con mi “imitadora”. Nos vemos en media hora para el siguiente round.

Y así los cinco se subieron los pantalones y salieron corriendo del lugar, mientras Clara, se acercaba al cubículo para abrirlo. Y al hacerlo, encontró a Valeria llorando.

—¡Eres tú! La heroína de nuestra cuidad, gracias por venir a rescatarme… —sollozó.

—Tranquila, Vale… Vístete. Nadie te hará daño, yo te cuidaré.

Finalmente, cuando su estudiante se vistió. Ella la llevó hasta la puerta de su casa.

—Listo señorita, ya esta en casa… y sobre la deuda de tu hermano, no te preocupes, hoy será saldada. Te lo prometo.

Fue lo último que oyó Valeria, antes de desvanecerse en la noche. Mientras ella, solo atinó a decir en voz baja:

—Gracias, máscara escarlata…

Y así, con un ligero sabor a victoria en los labios, Clara corrió a supervelocidad hacia las bodegas abandonadas del muelle. El aire fresco rozaba su piel, pero su mente estaba fija en un solo objetivo: acabar con Los Calaveras de una vez por todas. Al llegar, lo primero que llamó su atención, fue una cabina telefónica solitaria bajo una farola parpadeante. Sin pensarlo, entró y marcó el número de emergencias.

—Hay una pandilla en la bodega 316 del muelle. Son peligrosos, vengan rápido —dijo con voz fingida y apremiante, colgando antes de que hicieran más preguntas. El auricular quedó colgado, oscilando suavemente mientras ella se desvanecía en un destello de velocidad rumbo al interior del muelle.

—¿Aló… señorita? —se oyó desde el teléfono descolgado.

Mientras tanto, Clara avanzaba entre los pasillos desiertos del muelle, siguiendo la numeración pintada en las paredes metálicas hasta dar con la bodega correcta. Y cuando la encontró, vio una puerta entreabierta, se acercó en silencio y entró. Ahí adentro, la luz era escasa, apenas una bombilla al fondo iluminaba la figura imponente de un hombre fornido, tatuado de pies a cabeza, era Brandon, el jefe de Los Calaveras. Quien de espaldas, conversaba con cinco jóvenes que Clara reconoció de inmediato: los mismos del baño.

Entonces, sin darles tiempo a reaccionar, su voz sensual en medio de la penumbra, se hizo escuchar:

—Hola chicos… he venido a renegociar la deuda de Valeria. Digan sus términos, estoy dispuesta a todo, soy una chica muy traviesa… y me encanta cuando las cosas se ponen tiesas.

Brandon se giró, con sus ojos devorando cada centímetro de su cuerpo desnudo, deteniéndose en sus tetas firmes y su coño depilado. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro marcado por cicatrices.

—Vaya, la heroína en persona. Esas tetas tuyas, sí que son legendarias, pero ¿vienes a negociar o a follar? Porque si quieres que perdone la deuda de esa zorrita, tendrás que arrodillarte y chupármela como una buena puta.

Clara mordió su labio inferior, arqueando una ceja con picardía.

—Mmm, directo al grano, ¿eh? Me encanta un hombre que sabe lo que quiere. Acepto… vamos, déjame verla, espero que ya la tengas dura…

Y Brandon, sin pensarlo más, se bajó los pantalones con un gruñido, revelando su miembro semierecto, grueso y venoso. Clara, se arrodilló frente a él, mientras sus tetas rebotaban ligeramente por el movimiento, y tomó su pene con una mano suave pero firme, sintiendo cómo palpitaba bajo sus dedos. Entonces, comenzó lamiendo la punta con su lengua, recorriendo el glande en círculos lentos, saboreando el fluido pre seminal que brotaba.

—Mmm, qué rico… se esta poniendo dura rápido —susurró, mientras su otra mano masajeaba sus bolas para hacerlo jadear.

Abriendo la boca, Clara se la metió poco a poco, sintiendo cómo el miembro se endurecía más entre sus labios. Chupaba con ritmo, subiendo y bajando la cabeza, su lengua presionando la vena inferior mientras succionaba con fuerza, haciendo que Brandon gruñera de placer. Sus tetas rozaban sus muslos con cada movimiento, y ella aceleraba, masturbándolo con la boca como si fuera su juguete favorito, y gimiendo para hacerlo volverse loco.

—Sí, así… quiero tu lechita caliente —murmuraba entre succiones

Y Brandon jadeaba, sujetando con sus manos el cabello de Clara, para empujarla más profundo. Ella aceleró, su boca resbaladiza lo envolvía por completo, la saliva goteaba por su barbilla mientras lo llevaba al límite. Él gemía cada vez más fuerte, su polla casi llegaba a su garganta, hasta que con un rugido eyaculó, y chorros calientes llenaron la boca de Clara. Ella, tragó todo lo que pudo, pero por su inexperiencia, se atragantó un poco tosiendo y haciéndose a un lado.

Al ver eso, Brandon rió soberbiamente, se ajustó los pantalones y le dijo:

—Ja, miren a la heroína… atragantada como una novata. Pensé que eras una zorra experta, pero eres solo una aficionada. Por eso, la deuda no será esta perdonada. Mejor te propongo algo: quitare cinco dólares por cada mamada que hagas, y diez si me masturbas con esas tetas jugosas.

Brandon y los cinco se rieron a carcajadas, burlándose de ella. Y Brandon silbó, y de las sombras salieron decenas de pandilleros, rodeando a Clara.

—Mira a tu alrededor, heroína. Hay como cien aquí. Ya sabes, son cinco dólares por mamada, y diez por una paja con tus tetas. Creo que tienes mucho trabajo esta noche, si es que quieres reducir esa deuda.

E inmediatamente, todos se bajaron los pantalones, revelando sus miembros erectos y semierectos, mientras Brandon se agachaba, para levantar el rostro de Clara con una de sus manos ásperas.

—Estás jodida, zorra. Empieza a chupar.

Pero Brandon, al levantarse y darse vuelta, se sorprendió: Clara no mostraba temor, sino que sonreía con picardía.

—Mmm, cinco dólares por mamada? Y diez si lo hago con mis tetas? Saben que… traigan a más chicos, que quiero reducir esa deuda lo más que pueda esta noche. Mejor dicho, traigan a toda la pandilla… estoy muy mojada solo de pensarlo.

La algarabía estalló, todos gritaban excitados. Y Brandon feliz, extendió su mano.

—Puta madre, es un trato. Estrechemos las manos, y empecemos.

Clara se levantó, y fingió acercar su mano, pero la retiró rápidamente con una risa pícara.

—Los apretones de manos son para niños. Si quieres cerrar este trato, métemela por el ano.

Todos se quedaron en shock, pero Brandon sonrió como nunca.

—¡Por supuesto!

Y el lugar se llenó de barras al jefe:

—»¡Hazlo! ¡Hazlo!¡Hazlo! ¡Reviéntale el culo!».

Clara se dio la vuelta, se inclinó, separándose las nalgas con las manos, ofreciéndole su ano rosado y apretado.

—Ven, Brandon… métela y sella el trato. Quiero sentirte dentro.

Y así, él se acercó con su miembro erecto, y empujó la punta en su ano. Clara sintió un dolor agudo mezclado con placer inesperado, un corrientazo le recorrió la espalda, y soltó un pequeño gemido. Pero se recuperó rápido, sonriendo.

Entonces, soltó sus nalgas y apretó el culo, capturando el miembro como una tenaza. Brandon gritó de dolor, intentando sacarlo, pero era inútil: el cuerpo de Clara era duro como una roca.

—Ups… ¿duele, amor? —dijo Clara, fingiendo inocencia.

Los pandilleros intentaron acercarse, pero Clara les advirtió:

—Si me tocan, aprieto más y hago estallar su pene. ¿Quieres que haga eso jefecito?

El jefe, desesperado, gritó:

—¡No, claro que no, por favor no intervengan! ¡Ah, duele, maldita!

—Ahora escúchenme bien, la negociación tomará un giro. Hoy perdonarán la deuda de Valeria y me jurarán que no la molestarán a ella, ni su hermano o peor a su familia.

Brandon, suplicando, asintió.

—¡Sí sí! ¡La deuda está saldada! ¡Nadie los tocará, lo juro!

Clara lo miró.

—Júralo ante tu pandilla.

Y con una voz cargada de dolor, Brandon gritó:

—¡Escuchen todos! La deuda de Valeria y su familia está saldada. Nadie los molesta o responde ante mí. ¡Lo juro!

Inmediatamente, todos dijeron al unísono, sí. Y Clara finalmente, liberó la presión, y Brandon sacó su miembro adolorido, cayendo al piso. Los pandilleros, furiosos, se subieron los pantalones y sacaron cuchillos, bates con clavos y machetes. Y uno de ellos, gritó:

—¡Maldita, te vamos a matar! y luego, violaremos a Valeria y a su madre.

Pero Clara rió, diciendo:

—Mmm, ¿quieren jugar rudo? Es una lástima, aún estoy mojadita, pero si eso quieren…

Y todos gritaron al unísono:

—¡Al ataque!

Pero antes de que pudieran moverse, el estruendo de vidrios rotos y puertas reventadas sacudió la bodega. El grupo de operaciones especiales de la policía, irrumpió con violencia, disparando balas de goma y lanzando gas lacrimógeno que nubló el ambiente en cuestión de segundos. El caos estalló de inmediato: pandilleros forcejeando y oficiales reduciéndolos con porras y esposas.

Y en medio de aquel caos, Clara entró en acción. Con un destello de supervelocidad se deslizó entre los maleantes, arrebatándoles las armas y derribándolos uno a uno, sin darles respiro ni oportunidad de escapar. Y cuando parecía que todo estaba bajo control, alcanzó a ver a Diego persiguiendo a Brandon por la puerta trasera. En un parpadeo, Clara corrió a toda velocidad y se plantó frente al jefe pandillero. Brandon chocó de lleno contra ella, como si hubiera embestido una muralla invisible, y él cayó al suelo adolorido. Entonces, Clara le arrancó el pantalón y tomó sus testículos con suavidad.

—Espero que no vayas a olvidar nuestro trato. Si tocas a Valeria o su familia, iré a visitarte en prisión, y esta vez, te arrancaré los huevos con los dientes.

Brandon palideció ante esa amenaza, y comenzó a suplicar:

—¡No, por favor! ¡Lo juro, déjame! ¡por favor, suelta mis bolas!

Clara sonrió, atrevida.

—Buen chico. Ahora sé un hombre y enfrenta tu castigo.

Y Diego, que miraba impactado esa confrontación, le dijo:

—¡Máscara! Eh, eso fue… intenso.

Clara lo miró, sensual.

—Quizá, pero no tan intenso como lo que podría hacerte a ti, detective. Si quieres averiguarlo, nalguéame y verás lo que te hago. Vamos…

Pero Diego, no se atrevió a hacerlo, pese a que ella le exponía su trasero. Simplemente, el se dio la vuelta y se sonrojó, y Clara, se hecho a reír a carcajadas.

—¡Ay, detective, eres más tímido que un adolescente en su primera cita! ¿De verdad no te atreves? Mira este culito, ¡está pidiendo una palmada!

Decía ella, mientras meneaba las caderas, exagerando el movimiento con una risita, mientras Diego se cubría los ojos con una mano, murmurando algo sobre «un reglamento policial».

—¡Por favor, Máscara! —dijo, casi suplicando

—Esta bien, tranquilo, te dejaré en paz… por ahora. Pero como dicen, la justicia nunca duerme, y yo siempre estoy despierta para los chicos malos. Y Clara, guiñándole un ojo, en un destello de supervelocidad desapareció, dejando un eco de su risa en el aire.

En eso, más oficiales llegaron para ayudar a Diego a esposar a Brandon, y mientras lo sometían. Sin querer, a Diego se le escapó un murmullo.

—Con ese cuerpazo, juro que a veces quisiera robar un banco solo para que ella me atrape…

Brandon, aún adolorido y esposado, lo miró con incredulidad.

—¿En serio, poli? ¡Esa mujer es una maldita loca!

Diego rió, encogiéndose de hombros.

—Sí, pero es una loca espectacular.

—Sí, es cierto detective… lo apoyaban algunos de sus oficiales.

—Bueno, ya basta de estas cosas, suban a esta porquería a la patrulla.

Mientras tanto, Clara se aproximaba más a su casa, y cuando llegó, saltaba de alegría en la sala, emocionada por acabar con Los Calaveras.

—¡Sí! Otro día perfecto como heroína.

Pero de la nada, una risita en la oscuridad la sorprendió. E inmediatamente, se puso en guardia.

—¡Muéstrate! ¿Quién eres?

Y Kai salió de las sombras.

—Tranquila, soy yo.

—Kai, me asustaste. ¿Qué haces aquí?

—Vine a felicitarte por tu hazaña. Acabaste con Los Calaveras. Bien hecho.

Pero luego, Kai se puso serio y le dijo:

—Debo advertirte algo, Clara. Cuanto más uses la máscara, más fuerte crecerá tu deseo sexual.

—¿Qué?

—¿No te has dado cuenta? Mira, desde tu primera hazaña en el banco, tus actos han ido escalando. Al principio, solo bastaban pequeñas distracciones sensuales; pero ahora, sientes deseos de hacer mamadas y hasta que te penetren. Debes tener cuidado, esto es parte de la maldición de la máscara.

—Es cierto… No lo había pensado, pero… ¿por qué?

—Porque ninguna portadora resistió tanto como tú. La mayoría renunció antes de que la máscara las consumiera. Tú eres diferente. Y eso te convierte en una excepción peligrosa. Así que… ¿Sabiendo eso, seguirás usándola?

Clara guardó silencio unos segundos, atrapada entre el miedo y la adrenalina.

—Seguiré usándola. Al menos un tiempo más. La ciudad aún me necesita.

Entonces, los ojos de Kai brillaron con asombro.

—Bien, respeto tu decisión. Eres la mejor en mil años. Quizá seas la clave para romper mi maldición.

Clara abrió la boca para preguntar, pero él desapareció a supervelocidad. Ella intentó seguirlo, aunque fue inútil: Kai era más veloz que ella. Y de pronto, se encontró sola en medio de una calle desierta, jadeando, con la mente inquieta por lo que acababa de oír.

—¿Clave? —susurró—. ¿Qué quiso decir ese gatito con eso?

Continuará…

 

715 Lecturas/27 agosto, 2025/0 Comentarios/por PetterG
Etiquetas: baño, colegio, follar, hermana, hermano, madre, mayor, vacaciones
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