LA PANDILLA DEL GATO NEGRO
¿Cómo nació esta asociación casi delictual entre chicos inimputables, pero emputecidos por el sexo lujurioso que se daban entre varoncitos? Acá les relataré paso por paso cada una de las bellaquerías que se realizaban en los pasajes oscuros y lejanos rincones de los cerros y matorrales junto al río .
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¿Cómo nació esta asociación casi delictual entre chicos inimputables, pero emputecidos por el sexo lujurioso que se daban entre varoncitos?
Acá les relataré paso por paso cada una de las bellaquerías que se realizaban en los pasajes oscuros y lejanos rincones de los cerros y matorrales junto al río o entre los cerros de la comarca.
Puede ocurrir en cualquier poblado semi rural o en una ciudad pequeña en que un grupo de niños para quienes su despertar sexual es iniciado por algún adulto que les abre los ojos.
Prolegómenos
Este grupo eran gatitos que aún no abrían los ojos, pero su despertar fue forzado por uno de los curas que estaba encargado de catequizarlos en su preparación de un primera comunión.
-Nos reuníamos todas las tardes con el padre Rubén en el salón de la iglesia después de clases.
-Cada uno llevaba su texto en que se leían historias de santos.
-Se comentaba la historia y cada uno daba su opinión.
-Era más bien aburrido, pero nos motivaba jugar.
El juego que más nos gustaba era las escondidas.
El padre Rubén era el más entusiasta y siempre empezaba contando para salir después a buscarnos.
“¡10, 20, 30,40,50,60,70,80,90 y cien!¡San Perico, San Andrés, al que pillé, pillé!”
Esperábamos que el padre se alejara de la capilla y salíamos corriendo a librarnos:
“¡Un, dos, tres, por mí!”
Era lo que decíamos.
Así hasta que el padre pillaba uno que debía contar la próxima vez.
Ahora viene lo interesante del juego. Iba corriendo a esconderme y el cura me toma de un brazo y me lleva hasta un escondite entre los trastos viejos que nos ocultaban de las miradas de los demás. Me toma de los hombros y me hace agacharme. Quedé en cuclillas con la cabeza en mis rodillas y mi trasero apuntando hacia arriba.
-Hunde la cabeza. Yo te taparé para que no te vean
Sentí el peso de su cuerpo sobre mi espalda. De pronto sentí algo raro que me punzaba las nalgas. Debo confesar que mi trasero era paradito y dos nalgotas que me hacían ser el blanco de bromas y no pocos agarrones.
-¡Mijita! Me decían y me hundían el dedo medio en mi rajita, Al principio me molestaba, pero con el correr del tiempo ya no me molestaba sino que hasta me gustaba ser blanco de esas maniobras. Hasta echaba de menos que no lo hicieran, entonces me ponía deliberadamente a contonear las caderas con cierto disimulo y con bastante calentura acentuada con el primer agarroncito.
-¡Putita! Era la exclamación que me hacía subir la temperatura de mi ansioso culito.
Lo cierto es que ya la punzada en mi trasero no podía ser casual. De forma deliberada restregué mi culo en esa roca puntuda. La respuesta no se hizo esperar. El cura me bajó el pantalón y como andaba sin ropa interior, mis nalgas quedaron expuestas a la iniciativa del padre Rubén.
-Tenemos poco tiempo. Me dijo al oído haciendo que mis pelos de todas partes se erizaran.
No dije nada. Solo moví mi caderas acomodando la cola para lo que venía.
Sentí la cabeza del pene atravesar mi entrada y quedar presa en mi interior. No sentí dolor alguno, solo me ardía. Un empujón más y el pene ya estaba casi entero dentro.
-Aunque te duela no vayas a gritar. Ya está casi todo adentro, ¿quieres que siga?
Mi respuesta fue tácita. Abrí las piernas, empujé ni culo y puse toda mi calentura a funcionar. Eso hizo que mi esfínter se abriera mientras el cura empujó hasta tocar la piel de mis nalgas con su abundante vello púbico.
El ardor que sentía dentro de mi cueva encendió toda la calentura que había acumulado a la espera de que el padre Rubén me diera con todo por el poto. Varios chicos antes que yo habían pasado por eso y esperaba pacientemente pero cada vez más caliente que llegara mi turno.
“Te va a bajar los pantalones y te va a abrir el culo. Después va a sacar su pichula y te la va a meter. Duele mucho al principio, pero después se pasa el dolor y te va a hacer gozar”.
Lo más rico vino después. Sentí que se engrosaba el pene y una descarga después de otra, me llenaron de grumosa leche el ano.
Sacó el pene me lo introdujo en la boca, con mucha dificultad solo pude atrapar la cabezota y golosamente lamí lo que me había dado ese exquisito placer de ser culiado por un pico adulto.
APRENDIENDO SEXO PRACTICANDO ENTRE PARES
Mi culo ya no sentía demasiado goce con los picos de mis amigos.
Habíamos descubierto que en vez de perseguir chicas que siempre andaban con remilgos y exigencias, podíamos culiar entre nosotros y gozar sin ataduras ni dramas.
De un círculo inicial de 7 amigos, habíamos llegado a duplicar la cantidad de miembros del exclusivo club.
Para elegir al líder nos fuimos a bañar al río y mientras nos secábamos al sol en la superficie de una gran roca, se expuso el desafío quien lance el moco más lejos, será el jefe!”
La cosa era sin tiempo, así que empezamos a masturbarnos con la intención de ganar el ansiado galardón.
Uno a uno fuimos eyaculando y señalando con un guijarro el lugar alcanzado. Solo faltaba uno solo para saber si sería el jefe.
Un coro espontáneo animaba al último pajero a que descargara su corrida lo más lejos posible. Con tal mala suerte que en una maniobra desesperada intentó impulsarla con un arremetida que dio con el moco en el suelo a poca distancia al caer producto de una pérdida del equilibrio.
Vítores al campeón y di la primera orden.
¡Me la chupan por turnos! El que me haga acabar y se trague mis mocos será el segundo de a bordo.
El primero en mamarme fue el Minino. Era bajo de estatura y de complexión delgada. Sus labios rosados y carnosos invitaban al beso. A pesar de su aspecto femenino y de someterse gustosamente a la penetración anal, su pene se mantenía erecto después de expulsar su carga y estaba listo para meterse de nuevo en el poto que lo quisiera. 17 centímetros y de base ancha, glande con forma de seta, hacía gozar a todo el que amaneciera con deseos de hembra. Me gustaba iniciarme con su corrida que dejaba preparado mi culo para todas las arremetidas que estaba dispuesto a recibir.
Es preciso aclarar que en nuestra sociedad descartamos todo lo hetero normativo patriarcal y dejamos de plano excluido todo rasgo homofóbico. Lo de activo / pasivo lo transformamos en receptores y donantes, así que solo eran roles y lo único cierto es que disfrutábamos mucho esa libertad sexual sin ataduras ni complejos.
Pasaron algunos minutos y Mínimo fue reemplazado por gato Blanco, a quien a su vez le siguió el turco Angora. El Persa y el Siamés desistieron al poco rato. Mi verga seguía a tope. El Garfield fue el último y ya estaba muy sensible así que bastó que insertara el dedo medio en mi ano que había despertado al deseo de ser incluido y acabé en la sedienta y ávida boca del mamador.
¡Garfield es el segundo de a bordo y mi voz!
El lugarteniente los hizo formarse y se acercó a mí por las órdenes que debía impartir.
¡Atención! ¡CORRIDA! Era la orden de culiar por turnos al que ofreciera su culo.
¡Acción! Síganme.
Mientras Garfield me empalaba con su verga gruesa y larga los demás se masturbaban para estar listos a eyacular dentro de mi dilatado y abierto poto. No tardó mucho en descargar su leche en mi interior que lo acogió con mucho placer.
Cuando el ultimo estaba culiándome, el lugarteniente dio la segunda orden:
¡TREN EN MARCHA!
El turco Angora me lo tenía metido y se esforzaba en acabar cuando sintió la verga que lo atacó a mansalva provocando su eyaculación. Con los movimientos del que lo culiaba salía el semen de las seis corridas anteriores y me chorreaba por las piernas.
Angora salió a empujar el último carro. Garfield recibió el garrote que me había batido la leche de las culiadas anteriores. El tren avanzó en orden hasta que Garfield me dio la última cacha dejando mi ano abierto y chorreante.
Siempre he pensado en el dicho del pueblo: hay que ser muy hombre para recibir la verga contra natura.
(CONTINUARA)
Recibiendo al nuevo recluta.
No dejen de expresar su opinión acá o al mail de [email protected]
Hay mucho sexo para contar y excitarnos: los que leen y el que escribe. Muchas erecciones me provocó este relato al recordar todo lo que fue real en nuestras reuniones para dar vida a este club que nos enseñó que el sexo no tiene barreras y solo se practica lo que más te guste. A veces dando, otras recibiendo…leche.
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