La Pequeña del Arbol (2)
«En un relato erótico es difícil iniciar una segunda parte ya que debemos recalentar motores y en ocasiones entrar a la acción de lleno nos presiona un poco, espero poder generar de nuevo un previo que nos introduzca de nuevo».
Estábamos sentados mirando al horizonte, nunca creí tener tan hermosa pareja sentada junto a mí y conservarla aún bajo mi brazo, pensaba que echaría a correr olvidando todo lo que paso como cualquier niño que pasa a lo siguiente como cualquier cosa, como si nada hubiera importado
-Siento mariposas en el estómago- me dijo aun respirando hondo
-En serio?-
-Sí, se siente chistoso, aquí- la niña se tocó el vientre, con su derecha aun empuñaba mi verga que seguía endurecida de sentir su mano aterciopelada
La tenía bajo mi brazo, su cuerpo recargado en mi me hacía sentir que era mía, no le incomodaba tampoco que tenía mi mano tomando su pierna, era tan delgada que podía casi rodearla.
-Es que aunque no sepas, sientes esas cosquillas porque a tu cuerpo ya se le antoja sentir una verga dentro de tu panochita.-
-¿No me la quieres meter?- me lo pidió con ese típico tono infantil de “ándale si?”
-No puedo hermosa, te lastimaría porque estas muy chiquita, pero te puedo enseñar a jugar con tu rajadita como jugaste con mi verga para que sientas como si te metieran la verga.
-Si enséñame, ya me habías dicho!- sonrió y me jalaba de la ropa como cualquier niña que pide le cumplan un capricho.
-Mira, ven para estar más cómodos-
La cargué y la senté en mi regazo de espaldas a mi como si fuéramos a bajar en un tobogán, cuando la piel de sus pompis rozaron mi verga sentí estallar una vez más, ella también sintió “eso” en su cola e instintivamente soltó un pequeño espasmo, como un pequeño susto, instintivamente puso sus nalguitas duras al sentir ese cuerpo extraño, pero poco a poco fue cediendo, aflojando como cuando te metes en una alberca fría y poco a poco relajas tu cuerpo, mi verga se acomodó en la línea de su cola como una salchicha en una media noche, su rajada estaba caliente y mi verga dura y mojada lubricaba su piel como mantequilla.
-Siento chistoso tu palo en mi cola…- estaba un poco asustada, la sentía tensa de su cuerpo pero sus cola ya había cedido, sentí como la vencía poco a poco, como se entregaba a mi… era una delicia.
-Ven relájate…- le susurre a su oído y sentí un escalofrío en su espalda, tenía ambas manos en su pequeña cadera acoplándola en mi regazo, la tome de su torso y poco a poco la recostaba en mí, cada vez que iba cediendo respiraba cada vez un poco más agitada, me preocupe que estallara en llanto por miedo, pero sus manos temblorosas me decía que era una lucha interna de control.
-Estás muy bonita- pensé que un piropo la relajaría
Sonrío nerviosa, no supo que contestarme, seguía concentrada en acostumbrarse a mi cubriéndola.
Cuando estaba totalmente recargada, la abracé, se sintió segura y soltó un suspiro, como cuando logras algo que te costó mucho trabajo, -eres muy valiente- le dije
Sonrió de nuevo nerviosa con un destello de satisfacción, volteo a mí con una mirada picara y una sonrisa como aceptando que había hecho una travesura, sabía que estaba haciendo algo malo y le gustada, era un desafío.
-Siento más cosquillas, más desde que me sentaste en tu verga…- me lo dijo con voz baja como si fuera un secreto que no quisiera que nadie más escuchara.
-¿Ves? Tu cuerpo quiere mi verga, vamos a jugar para que sientas rico como si tuvieras una adentro.-
-Si!- rio nerviosa y me abrazaba los brazos como para sentirse más segura.
Tenía ella las piernas cerradas, un poco tensas, comencé a acariciarlas y sentí como su piel se ponía chinita, respiraba agitada, -voy a abrirte las piernas para jugar bien mira…- tomé sus muslos y comencé a abrírselos, de nuevo fue una pequeña lucha, me sorprendió lo rápido que cedía, su confianza y deseo podía más y no tarde en separárselas, pronto ya tenía sus piernas abiertas recargadas en las mías, era una maravilla sentir su piel tersa en mi
-Vamos a ver que tenemos aquí…- le dije jugando como auscultando a ciegas, ella rió y se fijaba en lo que hacía curiosa.
Suevamente acaricie su rajadita de manera muy superficial, como acariciar la espalda de una chica para ver su reacción, me sorprendió lo mojada que estaba, ella rió hacia adentro como un escalofrió, -me haces cosquillas- me dijo como un reclamo.
-Vamos bien- comencé a frotar ligeramente su rajadita solo por encima –imagina que es el pito del niño más guapo, apenas está jugando- ella cerró los ojos y sonrió, respiraba agitada, me sorprendía que ya a esa edad pudiera excitarse, sentí un poco de celos, al pensar que se imaginaba algún chico de su escuela
-¿En quién piensas?- le pregunte
-En ti- sentí un rayo en mi columna, me partió sus palabras, la abracé más fuerte y seguía frotando, con mi mano izquierda acariciaba su vientre, -siento rico en mi pancita,- me decía con los ojos cerrados, su vestido estaba tan flojo que no fue difícil subir mi mano bajo el y acariciar de nuevo sus rosados y tiernos botoncitos que eran mucho más suaves que su piel, era casi como acariciar miel… un pequeño gemido escapo de su boca y respire su cabello, solo así podía saber que lo que estaba viviendo era real, toda ella era tan suave que sentía que estaba sumergido en una nube de algodón.
Comencé a sumergir mi dedo medio en su panochita, estaba muy húmeda que no necesite ni mojarme los dedos con saliva para acariciarla, sus labios estaban tan húmedos que parecía aceite, cuando toque su clítoris estaba durito, como goma de borrar, se estremeció meneándose un poco, estaba alcanzando otro nivel.
-Sientes eso?, es una perlita para que las niñas sientan rico- volteaba hacia mí, solo asentía, ya no podía decir nada, su mirada esta relajada y perdida, sus pupilas dilatadas y su labios entreabiertos para respirar, su respiración era caliente, respiraba hondo, podía sentirlo con mi mano en su pecho, su cuerpo estaba caliente.
Su coñito estaba bien mojado, podía frotar sin problema, de su rajadita escurría su agüita que me caía en los huevos, esto me prendía, hacía que cada vez quisiera metérsela por el culo.
Estaba absorto en sus ojos y su boca agitada cuando note que sus mejillas comenzaron a brillar, su piel comenzó a empañarse, mi mano en su pecho frotaba un hermoso sudor que parecía que tocaba un cuerpo jabonoso, su olor era hermoso, solo como una mujer puede oler…
-Me gusta…-solo pudo decir, sus ojos estaban vidriosos y dilatados, sus ojos verdes parecían haber desaparecido en una profunda mirada, sus pecas tenían unas hermosas perlas de sudor, sus labios húmedos y enrojecidos.
-¿Me besas?- me lo pidió de nuevo con ese todo infantil… , sentí sublime, ella había entendido el propósito de todo, más allá de un juego, de una travesura ella sentía que hacía algo de parejas, de amantes, sentí que había ganado el cielo…
Me acerqué y la bese en sus labios entreabiertos, ella movía torpemente sus labios, luchaba entre besar ansiosamente y respirar, sentí que su panochita se mojaba a un más y la entrada de su vagina se dilataba, estaba totalmente receptiva.
Me aleje de su rostro y me miraba fijamente, abría más sus labios y comenzaba a respirar más agitadamente, comenzó a gemir, sabía que estaba a punto de venirse, comencé a frotar más rápido sintiendo que su coño se mojaba cada vez más, cada vez más agitada y su gemido más agudo, era oír a la ninfa más hermosa del cielo, una nota que nunca podré olvidar ya que gemía en mi oído, cada vez más saturado que cuando mi mano frotaba frenéticamente comencé a sentir espasmos en su vulva, sentí en mi dedo como se tensaba su vagina y espasmos en su vientre, su cuerpo comenzó a estremecerse y de pronto todo su cuerpo se convulsionaba, soltó un gemido que me hizo perderme en un viaje mientras se estremecía totalmente, se vino como la mujer más madura que haya conocido…
Cerró sus piernas y con sus muslos apretó mi mano en su vulva, cubrió mis manos con las suyas, ella me poseía a mí ahora…
Eres solo para mí- me dijo…
Y tu sola para mí, eres mía- le dije
Se acurrucó en mí, casi de manera fetal y cerraba los ojos, sentía sus pequeños escalofríos, aún la abrazaba mientras ella se recuperaba.
-¿Tú sientes así?-
-Sí, ¿verdad que es lo más grande en el mundo?-
-Sí, nunca había sentido así de bonito- se estremecía aún por su orgasmo
-¿Cuál es tu nombre?- me pregunto…
-…Javier… y el tuyo?-
-Carmen…-
Comenzamos a reír como niños, habíamos intimado como los más grandes amantes y no sabíamos nuestros nombres, era obvio que ella también había reparado en eso.
-No quiero que te vayas- cambio a un tono más a reproche
-No me iré, siempre estaremos juntos-
Nos abrazamos como la gran pareja, podía sentir su corazón junto al mío-
Desde ese momento jamás volvimos a separarnos, más de una manera se nos ocurría como estar juntos, algunas veces para intimar, muchas otras solo para ver un atardecer o compartir un momento junto, no nos separaba mucha edad pero a la vez seguía siendo distante, por lo que podíamos disfrazar las cosas de muchas maneras, continuamos así solo pocos años hasta que pudimos estar al fin juntos.
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