Las Aventuras de un Agente de FBI, Parte 7
Bryce descubre la verdad. .
01.
Para Bryce, no había agente más respetable, profesional y admirable que su mejor amigo: Rald Matteson.
Habían ido juntos a la academia de policías en Manhattan, y habían decidido entrar juntos a la academia del FBI tras graduarse.
Bryce siempre siguió los pasos de su amigo. Siempre lo vio como aquel en que podía apoyarse. Aquel que debía seguir.
Más de 123 casos resueltos y un índice del 96% de éxito eran números que terminaban de confirmar eso.
Por eso… a Bryce le pareció raro cuando el otro día, tras visitar la casa su amigo, encontró una memoria extraña en una de los cajones de su escritorio.
Era una memoria que había sido mandada a destruir directamente por el juez del caso Atchiesson. Era una memoria que contenía material ilegal, y que su sola posesión también era ilegal.
Desde que encontró la memoria, Bryce la guardó en su maleta. Tenía intenciones de ir nuevamente a la casa de Rald para confrontarlo por esto.
Y eso hizo.
—Hola de nuevo, Samantha.
—Oh Bryce. —Dijo la esposa de Rald nuevamente—. ¿Vienes a buscar a Rald de nuevo? Tienes suerte, hoy sí está en casa.
Samantha llevaba puesto un delantal y sostenía una escoba. Al parecer se encontraba haciendo la limpieza del hogar.
—¿Dónde está? —Preguntó Bryce.
—Está en el baño. —Respondió—. Está bañando a Ben.
—Oh, creo que esperaré entonces.
—Sube. —Dijo Samantha—. Toca la puerta del baño. Puede que te abra, si es que es urgente lo que quieres hablar con él.
—Bien. Gracias, Samantha.
—Claro. —Y siguió haciendo su quehacer.
Bryce subió al segundo piso. Se dirigió al baño, el cual ya sabía dónde estaba por visitas anteriores, y entonces, se detuvo ante la puerta antes de intentar golpearla.
«Qué raro». Pensó. «La puerta está cerrada con llave. Pero si solo estaba bañando a Ben, ¿o no?».
Estuvo a punto de golpear la puerta y llamar su nombre, pero se detuvo. En otras circunstancias esto no se le habría hecho tan extraño, pero después de haber encontrado aquella memoria en el cajón de su amigo, esto le parecía extrañamente sospechoso.
Decidió usar sus habilidades de detective, y se dirigió hacia la habitación de al lado.
Al lado del baño se encontraba la oficina de Rald. Había estado muchas veces ahí en el pasado para hablar de trabajo, y recordaba que había una parte de la pared que se conectaba al baño que era bastante débil. A veces incluso se escuchaba el agua de la ducha. Así que decidió que iría ahí a tratar de escuchar que estaba pasando.
Entró a la oficina, ubicó la pared, y pegó el oído.
02.
El bebé rió mientras sostenía la gran verga de su papá.
—Eso es bebé. —Dijo Rald, realmente caliente—. ¿Te gusta, verdad? Es tu juguete favorito.
Ya había pasado un año desde que este proyecto pedófilo de Rald había comenzado. Había tenido un hijo con el único propósito de tener sexo con él mientras aún estaba pequeño, y lo había conseguido. Este último año había sido su año mejor año en cuanto sexo. Sin mencionar que había encontrado un nuevo amante con sus mismos gustos, y un posible tercero con el padre Anderson.
—¿Te gustan las bolas de papi? —Le preguntó a su pequeño hijo, quien se encontraba jugando con su verga frente a él.
El pequeño Ben ya estaba creciendo. Ya podía sentarse por sí solo, ya podía tomar cosas y jugar con ellas. Ya era todo un pequeño doble de Rald.
Comenzaba a crecer, y se veía que se vería muy apuesto. A Rald le inquietaba un poco, porque una de las cosas que más le excitaba de Ben, era que un recién nacido, y eso comenzaba a perderse. Pero Blake ya se encontraba en su misión de embarazar a su nueva novia, y pronto tendrían un nuevo trasero recién nacido el cuál violar, y eso lo tranquilizaba. Además, Ben seguía siendo pequeño, y también había cierta curiosidad en Rald por descubrir cómo sería Ben de grande.
Se había metido a bañar con Ben. A Samantha no le parecía extraño porque muchos padres se bañan con sus hijos varones. La pobre mujer no tenía idea de las monstruosidades que el padre hacía con su pequeño hijo ahí adentro.
—Eso es. —Dijo Rald.
El pequeño Ben jugaba con el miembro de su padre. Ya tenía la edad para poder jugar con juguetes, y posiblemente su mente de bebé veía ese pedazo de carne como un juguete. Y lo mejor de eso, era que a los bebés les encanta meterse los juguetes a la boca.
El pequeño tomó la gran erección de su padre, y se la metió la boca por sí solo.
Rald gimió un poco.
Ben saboreaba la punta como si fuera una paleta o in dulce, y dejaba montones de saliva que después se escurrían hasta la base del tronco.
Rald solo disfrutaba el momento.
Tomó la cabeza del pequeño, y comenzó a guiarla para que se metiera el tronco más adentro. Poco a poco, comenzó a llegar a la garganta. Fue cuando su verga llegó a ese nivel de profundidad que el pequeño intentó alejarse, pero Rald sostuvo su cabeza para evitarlo, y siguió adentrándose cada vez más.
—Eso es… —Dijo—. Toma tu leche caliente.
Y se corrió.
El semen inundó la boca del pequeño, y comenzó a desbordarse por las franjas de los labios e incluso la nariz. La gran mayoría pasó por su garganta y llegó al estómago del pequeño.
Era cremoso, caliente y salado. El pequeño aún no tenía edad para diferenciar el sabor, pero sí su calidez. Cuando su padre retiró su verga de su boca, provocando un sonido parecido al «Clap», vario de este comenzó a brotar de su boca.
Rald no dejó pasar la oportunidad de poder reciclar, y de inmediato besó al bebé en la boca para poder tragar lo que el niño dejaba escapar.
A Rald le encantaba el sabor de su propio semen. Era delicioso. Deseaba poder comerlo todo el tiempo. Si pudiera tragar una cubeta entera de él lo haría.
La noche anterior había tenido relaciones con Samantha, y cuando ella yo la vuelta para dormir, él había sacado el condón del bote de la basura sin que ella se diera cuenta y se había tragado su propio esperma. Lo había saboreado, y había masticado el condón como si fuera un chicle.
El semen de Blake también sabía rico, pero el suyo lo era aún más. Había algo en él. El sabor, la consistencia, el olor. Era esperma de primera categoría.
Eso era obvio, el pequeño Ben había nacido de ese esperma, y era un bebé sano y fuerte.
El pequeño Ben comenzó a llorar por unos segundos. Afortunadamente el ruido de la ducha escondió su llanto.
Su padre siguió besándolo en la boca, luego pasó al cuello y se fue a su pequeño pecho.
Era casi como un hombre besando apasionadamente a su amante. Pero era un hombre besando el pequeño cuerpo de un niño de apenas un año. Su piel era suave y sin imperfecciones. Una piel que aún no había pasado por las pruebas del tiempo o la pubertad. Una piel inocente que, de inocente ya no tenía nada, por todas las cosas que su padre había hecho con ella.
—Me vuelves loco. —Dijo su padre, mientras le besaba sus pequeños pezones—. Te amo mucho, mi hijito.
Rald recorrió su cuerpecito con su boca hasta llegar a su pequeña parte íntima. Y comenzó a saborearla
El pequeño bebé comenzó a reír de las cosquillas que le provocaba su padre en su pequeño miembro.
—¿Te gusta, eh?
La parte íntima de Ben era tan pequeña que la boca de Rald la abarcaba por completo. Con la lengua barría de sus pequeñas bolas hasta la parte de la vejiga de una sola pasada.
Su pequeño pene era como un sachichita cruda. Sus bolas eran dos bolsas pequeñas de escroto con dos canicas diminutas en su interior. Su pequeña pelvis no tenía ni un solo pelo, y era tan suave y delicada que Rald hubiera podido descargarla con los dientes si quisiera.
Era el cuerpo de un bebé.
El pequeño bebé reía de las cosquillas. Había dejado atrás el llanto que le había provocado su padre al violar su pequeña garganta.
Rald comenzó a pelar su pequeña verguita como si se tratara de un plátano. Dejando ver una pequeña glande. No era más grande que un canica, y tenía una tonalidad más amarilla que rosada. No estaba desarrollada después de todo. Una pequeña viscosidad sirvió cuando Rald peló su pequeño pene. Obviamente no era semen, el niño era demasiado pequeño para producir eso, pero Rald la tomó con la lengua y se la comió de todos modos. Lo importante era de dónde venía.
Rald comenzó a mamar ese pequeño pene de manera amorosa y apasionada. Llenando de saliva todo el cuerpo inferior de su pequeño hijo. Era como si estuviera probando un manjar delicioso.
Mientras violaba la privacidad de su pequeño, comenzó a imaginar cosas:
¿Cómo será el pene de Ben cuando crezca? ¿Será igual al de él? ¿Más largo, quizás? ¿Su semen sabrá igual de rico?
Y esas ideas comenzaron a ponerlo duro de nuevo.
Tomó al pequeño y lo puso sobre cuatro en el piso. Se puso de rodillas frente a su pequeño trasero y lo acarició con las manos.
Estaban alejados a un medio metro del agua que caía de ma regadera. No pretendía apagarla, necesitaba el ruido.
Tomó las nalguitas del bebé y las apretó, haciéndolas a los lados para ver el agujero de Ben.
Ya no era tan pequeño como antes. Hacerle el amor a ese pequeño agujero había ocasionado que se hiciera más grande y angosto. Pasó de ser del tamaño de un canica pequeño a casi una moneda.
Rald echó un vistazo, intentando ver el fondo, pero solo había negrura en el interior.
—Está vacío. —Le susurré—. Pero no por mucho tiempo, lo voy a llenar de otros bebés.
Primero metió un dedo, el cual entró con facilidad. Sintió el interior del pequeño. Era mojado, y más apretado dependiendo de qué tan profundo fuera.
El pequeño Ben intentó moverse, pero Rald no los dejó. Su fuerza de bebé no se comparaba con el cuerpo bien ejercitado y cuidado de un adulto.
—Comencemos.
Se posicionó de forma que su buena verga quedara en dirección al agujero. Y comenzó a entrar poco a poco.
Ben comenzó a llorar, pero Rald le tapó la boca de manera inmediata con su mano derecha. Metiéndole los dedos casi hasta la garganta. Con la mano izquierda se encargaría del otro asunto.
El pene de Rald comenzó a entrar más y más,. provocando un sonido parecido al de desinflar un globo. Y eso provocó más dolor en el pequeño Ben, quien apretó con sus encías sin dientes los dedos de Rald. Desafortunadamente para Ben, a Rald le gustaba esa sensación.
—Ahhh… —Gimió Rald—. Dios, tu culito tenía hambre, ¿verdad? Puedo sentir como acaricia mi verga. Dios, te voy a hacer el amor, hijo.
Y comenzó a embestir de una manera un poco más acelerada.
—Te voy a llenar de mis otros bebés, ¿Te gusta la idea? De tus hermanitos. Dios, eso es… —Le dió una pequeña nalgada a su bebé—. Te voy a embarazar, y luego luego me voy a coger a nuestro hijo, y vamos a ser muy felices, mi amor.
Empezó a subirse sobre el cuerpo de su bebé, acumulando su peso sobre su pequeña espalda. Casi como si fueran dos perros. El pequeño Ben descendió y pronto su pequeño rostro quedó pegado al suelo. Los dedos de su papá en su boca eran lo que lo mantenía elevado un poco sobre el nivel de agua.
—Ahhh… —Siguió gimiendo.
Comenzó a imaginarse el pequeño estómago de Ben llenándose de semen, como si fuera un globo llenándose de agua. De semen cremoso y caliente. Su pequeño Ben, el niño que había creado con el único propósito de servir como consolador masculino. Un humano salido de su esperma solo para después ser usado para depositar ese mismo esperma.
Plac Plac Plac Plac
Siguió violándolo de forma casi violenta. Estaba determinado a correrse dentro.
—Aquí vienen tus hermanitos, Ben.
Y se corrió.
Sintió su verga palpitar y expulsar el líquido por la punta. Llenó el pequeño agujero de Ben. Después, retiró su verga del culo, haciendo que una gran cantidad de leche saliera brotando. Este empezó a gotear y a caer en el piso, que después fue limpiado por el agua de la regadera.
El pequeño agujero de Ben ya no era negro, era blanco.
Rald siguió tapándole la boca a su hijo, esperando que dejara de llorar. Mientras tanto, comenzó a sacar el semen que quedó atascado en su agujero con su dedo. No debía dejar evidencia.
—Pronto Blake tendrá un hijo. —Dijo—. Un compañero de juegos para ti, mi amor. Puede que el padre Anderson traigan también un pequeño amigo. Vamos a hacer una gran familia feliz.
03.
Nada.
Bryce no logró escuchar nada desde la oficina de Rald. Lo único que escuchaba era el sonido del agua cayendo en el piso.
«¿Qué demonios estoy pensando?». Pensó. «¿En qué punto cae tan bajo para llegar a creer que Rald, el hombre más admirable que había conocido en su vida sería capaz de hacer cosas así de temibles».
Se dió por vencido, y decidió sentarse en el escritorio de Rald. Aún debía preguntarle sobre la memoria USB, la cual seguramente tendría una explicación más que razonable. Esperarías a que su amigo saliera del baño y podría platicar con él frente a frente.
Comenzó a divagar y a pensar en distintas cosas, cuando de repente, la computadora que estaba frente a él, recibió una notificación de correo electrónico.
Bryce la notó de inmediato pero decidió ignorarla. Seguramente era algo del trabajo, Él trabajaba de lo mismo que su amigo y sabía lo molesto que llegaban a ser los altos mandos con los correos electrónicos… Sin embargo, vio en la pantalla de notificaciones que el correo tenía como asunto:
«El Club de los Bebés».
—¿Pero qué mierda?
¿Qué clase de «asunto» es ese?
Intentó resistirse a la tentación de abrir el correo. Estaba mal invadir la privacidad de otra persona, y era peor si era la privacidad de un miembro del FBI. Era de hecho, un delito.
Pero no pudo. Ese título de asunto era demasiado extraño. ¿Tal vez era un club de paternidad al que Rald se había unido? No lo sabría hasta que diera click.
Dió click.
El correo venía de un tipo llamado «Blake».
MENSAJE
BLAKE: Hey, ¿Ya tienes una fecha para nuestra primera reunión? Ojala hubieras estado con nosotros cuando lo hicimos en el confesionario. Ojalá podamos inaugurar el club pronto. Anderson tiene un monaguillo de de unos 10 u 11 años trabajando con él, ¿recuerdas que te hablé de él? Es pequeño bastardo es muy lindo. Seguro también te parecerá muy sexy cuando lo veas.
—¿Sexy? —se preguntó—. ¿Un niño de once años? ¡¿Qué?!
Ya no había duda.
Comenzó a revisar de inmediato los demás mensajes de correo que tenía con ese usuario.
MENSAJES
BLAKE: Hey, ¿Qué tal? ¿Cómo va tu pequeña bolsa de semen?
RALD: Jaja, me gusta que lo llames así. Bien, supongo. Le dí de comer está mañana mientras Samantha se bañaba.
BLAKE: ¿Le diste de comer lo que creo que le diste?
A continuación, una foto del pequeño Ben cubierto de una sustancia grisasea en toda su cara.
BLAKE: Dios, qué afortunado Ben de crecer con un papi como tú. Te tiene todo para él. Ojalá yo fuera tu hijo, me siento celoso.
RALD: Tú eres mi hijo mi amor.
Ahora, el tal Blake mandó fotos de su pene, seguidas de un vídeo corto de unos 15 minutos de él masturbándose.
Rald hizo lo mismo, y siguieron mandando videos hasta que ambos se corrieron.
BLAKE: Te amo, papi.
RALD: Igual, bebé. Nos vemos la próxima semana. Recuerda ir a visitar a Anderson.
BLAKE: Claro.
Bryce quedó el shock. Miró la pantalla sin decir nada por varios segundos, y luego se dió cuenta de algo: se había puesto duro.
Siguió explorando el correo de Rald con ese tal Blake. Compartían un montón de links, a los cuales tras darles click, llevaban a Bryce a varios vídeos de pornografía infantil. La mayoría eran de bebés de aproximadamente la edad del pequeño Ben.
—Dios, Rald… ¿Qué estás haciendo?
Volvió a bajar los mensajes hasta llegar a la conversación que había leído hace unos segundo. Esta vez se detuvo en la imagen que real había enviado de su pene; Era grande, duro, varonil.
A Bryce siempre le había parecido que Rald era un hombre bastante guapo. Era el más popular con las chicas en la academia del FBI, y había oído rumores de lo bueno que era en el sexo.
Ahora, finalmente tras varios años de rumores, finalmente estaba viendo una foto de cómo era ese gran pene que volvía locas a las chicas.
Se veía apetitoso.
Después volvió a bajar unas cuantas mensajes más, hasta llegar a la foto del pequeño Ben cubierto de semen.
Comenzó a hacer conjeturas, y se dio cuenta que Rald había eyaculado sobre el rostro de su pequeño bebé varón, y compartía imágenes de los actos con otras personas en internet.
—Ese semen… —Dijo—…. ¿viene de ti Rald? ¿Viene de la verga de esa foto?
Subió y bajó repetidamente, una y otra vez. Pasaba de ver la foto del pene de Rald, a la foto del pequeño bebé, una y otra vez.
Comenzó a imaginar cosas.
Comenzó a imaginar a Rald, desnudo con su gran cuerpo marcado y musculoso debido al entrenamiento. Comenzó a imaginarlo masturbándose, con la verga que acababa de ver en la foto. Comenzó a imaginarse a su amigo teniendo un orgasmo, y al semen saliendo de la punta de su verga con fuerza hacia la pequeña cara de ese bebé. Un bebé de apenas un año. Su propio hijo.
Bryce se había puesto completamente duro. No bajó el cierre ni desabrochó su pantalón, pero comenzó a frotarse contra la esquina de la mesa frente a la que estaba sentado, por encima de la mezclilla.
Comenzó a aumentar la velocidad mientras imaginaba e imaginaba más escenarios con Rald y Ben.
¿Cuántas veces lo había hecho? ¿Acaso Samantha sabía? No. Era imposible. ¿Correrse en su cara era lo único que hacía, o acaso también… lo penetraba?
Y esa idea, hizo que Bryce alcanzare el orgasmo. Su semen chocó contra su ropa interior, y al no tener a dónde ir, se acumuló en sus boxers, creando una especie de charco de esperma que comenzó a bajar por su entrepierna.
Bryce soltó un pequeño gemido.
Después, pasó unos 20 o 30 segundos en las nubes con los ojos cerrados, después de experimentar el orgasmo más delicioso que había tenido en meses. Y entonces… cuando recuperó la razón. Cerró el corrido de la computadora, y se puso de pie para evitar que Rald lo descubriera, pero…
—¡Bryce, amigo! ¿Qué haces aquí?
Era Rald.
—Yo… —Dijo nervioso—. Vine a verte. Quería hablar contigo.
—¿Sobre qué?
Bryce notó que su amigo acababa de salir del baño por la toalla en su cintura. Su vista se enfocó de inmediato en el bulto que se le notaba a través de la toalla. Después de haber visto esa foto de su verga erecta, sería imposible que volviera a ver a su amigo de la misma forma.
También no toquen sus brazos tenía su pequeño hijo.
—Sobre nada, amigo. Olvídalo. Solo vine a hacer una visita.
—Jaja, genial. —Respondió—. Estaba tomando un baño con mi hijo. Lo ayudo a tallarse.
—Qué lindo. —Dijo, ya imaginándose las cosas que había hecho con él adentro.
—Deja me pongo algo de ropa, pongo a Ben a dormir, y luego vamos a tomar unas cervezas en el jardín, ¿Qué dices?
—Sí. Estaré afuera. Te espero allá.
—De acuerdo.
Bryce salió, dejando atrás todo lo que acababa de descubrir de su amigo. Si hubiese sido cualquier otra persona lo hubiera arrestado de inmediato. Pero jamás le haría eso a su mejor amigo… Además, debí admitir que eso le había excitado de sobremanera, y que tenía una gigantesca curiosidad por averiguar más.
Llegó al patio, y entonces, notó que estaba duro de nuevo.
04.
Rald puso a su pequeño juguete sexual a dormir. Después se cambió de ropa y, antes de salir a platicar con su amigo, decidió revisar su computadora por si había algún nuevo correo. Lo había.
Era Blake. Al parecer la visita al padre Anderson había salido con éxito, y ahora lo único que quedaba era organizar la fecha el lugar para su primera orgía pedófila.
Sin embargo, notó que el mensaje ya había sido leído con anterioridad.
Rald cayó en pánico por unos segundos, y después revisó su cajón para buscar aquella memoria USB.
Ya no estaba.
Hola; estoy buscando a una amiga del anterior foro SEXO SIN TABÚES, se llamaba RoxyC. Si lees esto te saluda el chico que ayudaste con el asunto de su mamá. Espero que pueda contactarte, para saludarte y agradecerte.
¡Al fin! Estoy obsesionado con ésta saga. ¡Me encanta! Y no puedo esperar para leer más y ahora con el morbo de que Bryce ya sabe la verdad, se una al club. ¡Que rico! De las mejores pajas que me he hecho con tus relatos.
Excelente relato hermano. Cada entrega se pone mejor. No te imaginas como se me puso de dura y la paja que me hice. Sigue así 💪🏻
Me gusta mucho. Continúa.