LE DOY SEMEN A MI HERMANO Y ÉL NO LO SABE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, Soy Manuel, tengo 25 años y vivo en Colombia, soy hijo único de una pareja divorciada. Desde que era pequeño mis padres se separaron, mi papá formó otra familia y yo terminé viviendo solo con mi madre. Rápidamente mi papá tuvo un par de hijos con su otra mujer, una niña y un niño.
Recuerdo que a mis 8 años me presentaron a mis medio hermanos, algo odiosos y distantes. Por ello no formé una relación muy estrecha con ellos que digamos; sin embargo nos veíamos de vez en cuando en fiestas y reuniones familiares y una que otra navidad.
El tiempo paso sin por mayores excepto por el hecho de que me empezaron a atraer los chicos, me gustaban algunos de mis amigos y de vez en cuando conocía a alguno que accedía a juguetear conmigo. Entre morbo y morbo con jóvenes de mi edad descubrí que me encantaba una cosa: El semen, la lefa, la leche. Ese delicioso néctar que escupen los chicos por sus pollas cuando de verdad sabes mamar. El sentir esos chorros tibios y espesos en mi boca, y ese sabor entre dulce y salado me empezó a despertar apetitos poco convencionales a la hora de tener sexo. Todo ello ocurría sin que nadie se enterara en la casa, pues logre conseguir un par de amigos que, aunque tenían novias les gustaba reunirse conmigo, morbosear un rato siempre terminar regalándome un poco de su nutritiva leche. Pero bueno les comentaré mas de mi en algún otro relato. Por ahora sigo con la historia de mi hermano.
Hace dos años mi papá, quien reside en una ciudad cercana con su familia; decidió enviar a mi medio hermano Daniel a vivir conmigo por eso de que ya empezaría a estudiar en la universidad. Por aquella época él contaba con 19 años y vaya que ya no era el niño que yo recordaba. Era muy apuesto, algo delgado, blanco, velludo, ojos miel, cabello oscuro y cejas pobladas, en definitiva, un niñazo.
Naturalmente entablamos una buena amistad, y sin tratar de insinuarle nada, fomenté la confianza y camaradería propia de los hermanos cuando se quieren, cuando se cuentan todo. Tal vez lo hacía por aquello de que no compartimos mucho desde que eramos chicos y ya era momento de hacerlo.
Los meses pasaron y cada vez nos hicimos mas unidos, hasta que un suceso muy pequeño y simple lo cambió todo. Cierto sábado en la mañana teníamos que asistir a una reunión en su universidad y por ello nos levantamos muy temprano. De costumbre mi mamá ya se había ido a hacer algo de ejercicio por la rivera cercana y nos dejó solos. Yo me levanté primero y tomé una ducha, desayuné, me vestí y fui hasta el cuarto de Daniel para despertarlo a fin de que se organizara para salir. El al notar que se nos hacía tarde, dió un brinco de la cama, se metió al baño y al rato salió ya duchado. Pero esta vez hizo algo diferente, salió en ropa interior aprovechando que mi mamá no estaba y decidió tomar el desayuno en el sofá, justo donde yo lo esperaba.
En seguida noté algo. Tenía unos pies lindísimos, bien cuidados y limpios. Mientras recorría sus pies con la mirada, escalé sus piernas velludas y de repente me topé con el bulto en sus calzoncillos. Para mi mayor agrado eran de tela delgada y el pibe no se habia secado bien con la toalla, por lo que se podía ver claramente el tamaño y forma de su verga. Semejante espectáculo me excitó mucho, prácticamente me dejó con la polla a estallar. Lo contemplé algunos instantes y luego le advertí que se nos hacia muy tarde. Él terminó su desayuno, se puso una playera, unos pantalones cortos y unos zapatos deportivos Nike azules que le quedaban muy bien especialmente cuando no usaba calcetines con ellos.
Esa misma noche llegamos a la casa y aún tenía en mi memoria la imagen de esa rica polla dormida. Ya eran eso de las 11:30 PM cuando decidimos irnos a dormir. Unos diez minutos después escuché que trató de cerrar un poco la puerta de su habitación, cosa que rara vez hace para dormir, debido al calor que hace en mi ciudad. Este echo me hizo pensar que tal vez no quería que alguien se enterara que iba a hacer algo, así que sigilosamente me asome por su puerta entre abierta y ahí estaba él, sin poderme ver, tendido en su cama de espaldas a la puerta. Se estaba haciendo una rica paja mientras veía porno de chicas en su teléfono celular. Me estiré un poco para ver lo que tenía en la mano y en efecto era esa polla velluda, sin depilar entre dormida y despierta. ¡Que delicia! Pude por fin ver ese espectáculo en primera fila. Decidí sacar mi polla y acompañarlo secretamente en su faena. Unos minutos después empezó a sobarsela más rápido hasta que se corrió. Bastante leche en su pecho, algo en las cobijas y un buen chorro cayó en el cristal de la mesa de noche al lado de su cama.
Al terminar, decidió ponerse de pié e ir al baño a tomar una ducha, entonces entré y ahí estaba, un buen chorro de leche en su mesa de noche, grumoso y blanco. supuse que no lo limpió porque no lo vio, así que en esencia, lo había dejado ahí para mi. Mientras tomaba la ducha me acerque a la mesa y lo olí un poco, olía a macho, a semen de buena calidad. Saqué mi lengua y decidí juguetear un poco con él en el cristal. Qué puedo decir, ese néctar era la cosa más deliciosa que había probado en mi vida, de verdad su sabor y textura eran perfectos, tibio y pegajoso al paladar. Decidí guardarlo todo en mi boca sin tragarlo. Luego me retiré de su cuarto al advertir que ya casi saldría de la ducha y me interné en el mío solo para degustar el regalo que se me había dado. Lo saboree por mucho tiempo, hasta que finalmente me tragué su semen lentamente.
A la mañana siguiente me levanté más temprano solo para verle dormir, embriagado por lo que había sucedido la noche anterior. De repente tuve una idea, ¿Y si le devuelvo el regalo que me hizo sin que se dé cuenta?, vaya que idea, era perfecta. Me dirigí a la cocina y preparé (como siempre) el desayuno para ambos y sin dudarlo me saqué mi polla para ordeñarme. Me corrí como nunca sobre su desayuno, sobre sus huevos revueltos. Esperé un poco a que mi semen se disolviera para que no notara nada y finalmente lo llamé para que viniera a desayunar. Al rato vino y se sentó en la mesa de la cocina, dió una mirada al desayuno e inmediatamente empezó a engullirlo con gran voracidad. Que excitante fue verlo como se comía toda esa leche y como le quedaban los labios brillantes y humectados.
No notaba el sabor extraño, aunque podría especular que se debe a que mi semen, es dulce, rico, pues siempre me lo solía comer cuando terminaba de hacerme una buena paja. Imaginé como se vería de lindo si mientras duerme yo me hiciera una paja y le diera un chorrito de leche en su boca, como darle su leche a un bebe, o tal vez aprovechar una de sus borracheras de universidad para desnudarlo y por fin tener esa rica polla en mi boca. Tal vez algún día lo haga, e incluso le dé algún relajante muscular y así lo pueda penetrar y darle todo el amor que le tengo guardado.
Así han transcurrido estos dos años. Lo he alimentado con mi leche cientos de veces y el cabronazo ni cuenta se ha dado, por el contrario, parece que le encanta, pues me pide siempre que le prepare yo el desayuno. A veces cuando me hago varias pajas en una semana, guardo el semen en un pequeño recipiente en el congelador del refrigerador de mi cuarto (tengo uno pequeño para cervezas y eso) y en el desayuno de los viernes… le mezclo mi leche hasta en el café. En esos días solo cabe hacerle una pregunta:
¿Te ha gustado el sabor de los huevos?.
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