LEYENDO EL DIARIO DE PIRUCHA.(IV)
Experimentar los goces de la carne no pueden circunscribirse a la heterosexualidad. Si no, no habría tantos seres humanos que practican la homosexualidad desde antaño. De ahí que, como lo aconseja el apóstol, hay que probar todas las cosas….
Estimados lectores, como sabéis, el diario de Pirucha se ha desclasificado por expreso deseo de su autor y así iremos publicando nuestros hallazgos para solaz y cachondez de vosotros.
Hemos hallado unas páginas iniciales que dan fe de sus relatos posteriores. Como siempre ficción y realidad se entrelazan y se confunden. Lo importante de lo erótico es lindar con lo pornográfico entre surrealismo y ultrarrealismo. El objetivo es seducir, estremecer al nivel más alto de lo caliente…
Si se logra, hacedlo saber.
Recuperando tiempo perdido…
Experimentar los goces de la carne no pueden circunscribirse a la heterosexualidad. Si no, no habría tantos seres humanos que practican la homosexualidad desde antaño. De ahí que, como lo aconseja el apóstol, hay que probar todas las cosas…
Los deseos de coger o ser cogido con varones, han estado siempre en mí, pero los reprimía y no les dejaba ingresar a mi conciencia. Hasta que de pronto, tuve una conversación con un gay en un canal de chat. Había empezado a visitarlos para advertir los códigos que manejan los homosexuales.
Me di cuenta de que en los canales hetero no eran bienvenidos y la homofobia se hacía presente en todos los tonos. Después opté por hacerme pasar por gay y rebatir todos sus insultos como si me dijeran los mejores requiebros. Eso ponía de inmediato una reacción en cadena que separaba a los que defendía la opción gay de los homofóbicos.
La verdad es que estos últimos se presentaban a sí mismos como intolerantes, fascistas y ardían de rabia de sólo pensar que los seres de distinta opción sexual existimos. Y lo digo así contándome entre ellos, porque descubrí el verdadero matiz de mi sexualidad: soy bisexual. Es decir, me atrae lo mismo una hembra cachonda que un macho cabrío. Eso sí que las mezcla híbridas me dejan frío no así los travesti que combinan el cuerpo de mujer con tetas y todo y un órgano genital masculino, del tamaño que sea.
Ñoca.
Este nombre creo que me recuerda los primeros escarceos eróticos de cuando era muy pequeño. Debe haber sido cuando tenía tres o cuatro años. Ella era un poco mayor que yo, y se venía a casa a jugar conmigo. Me enseñó un extraño juego que consistía en introducirnos una corneta metálica en el culo.
Claro que nunca conseguimos penetrarnos. Sólo la punta de la boquilla presionaba el anillo del ano. Una vez me lo hacía ella y otra vez se lo hacía yo. Nunca nos sorprendieron. Y eso debe haber sido lo que me hizo asociarlo con las cosas ricas que se hacen a escondidas. El juego no tenía nada de extraño, porque mamá siempre atacaba el estreñimiento introduciéndome supositorios o poniéndome calitas y lavados intestinales ya cuando era más grande. De ahí arranca la génesis de mi erotismo anal.
El cura.
Se llamaba Sernino y era un cura belga que hacía furor entre las cachondas hembras del pueblo. Y si hubiera sido de otra manera, varias habrían sentido su peso y su verga… Sin embargo, su pedofilia lo hacía inclinarse por los acólitos que le ayudábamos a hacer la misa. Debo haber tenido entre 9 y 10 años. El cura siempre me tenía regalos que debía acompañarle a buscarlos a su pieza. Una vez que llegábamos a ella, me sentaba en sus piernas y me acariciaba las nalgas, a las que podía acceder muy fácilmente porque usaba pantalón corto. No pasó de eso, pero me dejó una sensación de frustración el que nunca pasara de allí. Y el juego se cortó sin que yo supiera qué venía o porqué concluyó.
Naturalmente, que yo lo cuento al revés: que sólo fue una vez y que yo me espanté y me fui no sin antes insultarle. Nada más lejos de la realidad. Yo esperaba ansioso la hora en que me llevaba a su pieza y jamás protestaba porque me agarraba el culo. De él me quedó esa sensibilidad perineal, aunque nunca llegó hasta ahí.
Mi primo.
Cuando tenía once años, íbamos al sur a veranear. Como siempre éramos muchos, nos tocaba dormir de a dos en las camas. A mí me tocaba dormir con un primo que tendría uno o dos años menos que yo. Ya en esa época sabía lo que era el coito y también tenía referencias del coito anal.
Así que entre promesas y amenazas, lo llevaba hasta el excusado del fondo de la propiedad y ahí intentaba penetrarlo, con gran protesta de él que acusaba el dolor. Claro y cómo no le iba a doler, si no usábamos nada para lubricar su apretado hoyito.
Hasta que una vez, lo llevé al excusado que estaba en la sala de baño. Allí había jabón así que le llené el culo de espuma de jabón y enseguida le enderecé mi miembro que con la excitación estaba como fierro. Esa vez logré penetrarlo, pero el grito que dio, me hizo asustarme y se lo saqué inmediatamente. Después de eso, se me negó varias veces, hasta que accedió con la promesa de que después yo le dejaría penetrar mi culo.
Así lo hicimos. Lo penetré, esta vez con aceite de comer le embadurné el orificio y logré hacerlo, Sólo que después no supimos qué seguía. Me cobró la palabra. Me di vuelta y me bajé los pantalones y el calzoncillo, me quedé esperando, excitado lo que vendría. ¿Lograría alcanzarme y ponerme su pequeño penecito en el culo? ¿Lograría introducirlo? Y esa duda y la espera se mantienen hasta hoy. Porque cuando se disponía a hacerlo, alguien se dirigía a la pieza en que estábamos encerrados. Nunca más volví a verlo. Ese fue el último año de nuestras vacaciones en el sur. Él se fue junto a su familia a una ciudad en el extremo sur y en un terremoto, murió junto a mi tía y sus hermanos.
Juegos solitarios.
Como ya no tenía compañero de juegos, empecé a idear juegos en solitario. Empecé a darme lavativas y a meterme lo que encontraba que tuviera forma de pene, aunque de tamaño pequeño. Gotarios me servían para introducir agua en mi sediento culito. Mi madre mantenía cánulas de diverso tamaño y las usé cada vez que iba al WC.
(CONTINÚA)
En nuevas entregas del diario podrán encontrar nuevos relatos de las aventuras de Pirucha relatadas con su estilo de confusión premeditada de realismo y ficción, erotismo y pornografía.
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Soy Ruizy. [email protected]
Siempre contesto.
Exquisita mezcla de relatos que calienttan al mximo. Bravo! 5 estrellas