Litros de placer
AVISO: Este relato tiene contenido de watersports y scat muy explícito. Experiencia watersports / scat (fdom) totalmente real, a pesar de que las cantidades parezcan completamente irreales..
AVISO: Este relato tiene contenido de watersports y scat muy explícito.
NOTA: Por si a alguien esto le da algún morbo adicional, la historia es completamente real, no contiene ninguna exageración (las cantidades son reales, aunque pueda parecer increíble), sólo los nombres y lugares son ficticios.
Todo empezó cuando recibí una respuesta a un anuncio que había puesto en una página de contactos, donde buscaba una chica que quisiera hacer pipí, caca y este tipo de guarradas sobre mí. A diferencia de lo habitual, ésta era una de esas pocas veces que el mensaje no era un bot con publicidad de sitios de contactos de pago, si no una persona de verdad (como mínimo aparentemente). En un escueto mensaje, una chica llamada Marta se ofrecía a cagarse y mearse en mi boca. Tras un día pensando, al día siguiente me decidí a responder, y explicarle un poco el tipo de juegos que me interesaba hacer. Fuimos cruzando mensajes, la verdad es que parecía buena chica, hasta terminar quedando en un hotel en el centro de Zaragoza (nuestra capital de provincia).
Dos días antes de la cita, Marta me envió un mensaje avisándome de que estaba aislada por Covid, por lo que tendríamos que esperar 15 días más antes de vernos. Yo no tenía información suficiente para saber si era verdad, o si simplemente se había arrepentido de quedar conmigo. En cualquier caso, como mínimo me había avisado, en lugar de dejarme plantado en la cita, y eso era de agradecer. No me importaba esperar 15 días más para verla, y en el caso de que lo que me contaba fuera verdad, no podía rechazarla sólo porque se había puesto enferma, esto hubiera sido ser un monstruo. Le mandé un mensaje dándole ánimos, aceptando esperar por ella. Al mismo tiempo le dejé una línea en mi mensaje a la que ella hubiera podido agarrarse en caso de que se hubiera arrepentido de quedar, para que si éste era el caso fuera lo más rápido y menos doloroso posible para ambos. Me agradeció mi paciencia y aplazamos la cita, por lo que decía entendí que ella realmente quería seguir adelante.
Tras varios mensajes más durante esos días, pocos días antes, me confirmó que esa semana sí sería posible. En ese momento le di ya mi número de whattsapp. Con él ella ya tenía mi contacto real, ya no había marcha atrás. Igualmente, había hablado ya demasiado con ella, si me echaba para atrás me arrepentiría toda la vida, y además no me gusta dejar tirada a la gente, aunque sea con un perfil «oculto». El punto sin retorno lo había pasado semanas antes, así que volví a reservar habitación en el mismo hotel para esa semana, no podía hacer nada más.
Finalmente llegó el día de la cita, tenía una hora de coche hasta la capital, decidí llegar un rato antes, dejar el coche en la entrada de Zaragoza y terminar de llegar a pie. La última cita que había tenido por internet, dos años antes, no había sido muy exitosa, y aunque la parte sexual no estuvo mal, no había habido nada de feeling y no me había sentido muy cómodo. Es por este motivo que esta vez iba con muchas dudas. En ese momento casi me arrepentía de haber quedado, pero ya era demasiado tarde. Le había dado mi palabra a Marta, no podía dejarla tirada, ya no tenía elección, sólo podía armarme de valor y seguir adelante. Al fin y al cabo, seguro que ella también tenía sus dudas y temores de quedar con un desconocido. Mi pene, en cambio, tenía las ideas más claras que mi cerebro: tenía que probar la caca de esa chica, descubrir ese sabor prohibido… Estaba claro que por una vez era más razonable hacerle caso al pene que al cerebro.
Me equivoqué en el camino, y tardé un poco más de lo debido, sabía que iba a llegar tarde (si ya venía algo nervioso, además con el retraso, estaba claro que empezaba mal), la avisé por whattsapp, esperando que aceptara perdonármelo. Casi al mismo tiempo me avisó que había una avería en el tranvía y llegaría algo tarde, ahí respiré algo más tranquilo.
Llegué unos minutos tarde, ella no estaba ahí todavía, al menos yo no iba a hacerla esperar, menos mal… Habíamos quedado para tomar un café antes de ir al tema, así que la esperé en la puerta. Con la foto de su whattsapp en mente (donde solo se veía la cara), miraba cada chica que se acercaba, preguntándome cuál sería ella, qué cuerpo tendría, si iba a gustarme, si ella me aceptaría o si al verme pasaría de largo… En esos minutos tuve mil dudas y muchos nervios, también mucha excitación, pero solo me quedaba esperar. Alea jacta est.
Al cabo de unos minutos ella llegó y me vino a buscar, reconocí la cara de la foto de whattsapp (dentro de lo que dejaba ver la mascarilla), se veía joven y tenía un cuerpo delgadito. Como mínimo su cuerpo sí me gustaba físicamente, aunque todavía no tuve tiempo de admirarla mucho. Nos dimos dos besos y entramos al bar. Compramos ella un café y yo un zumo, pero como íbamos más tarde de lo previsto nos lo tomamos por la calle, de camino al hotel que habíamos reservado.
Me explicó que ella estaba en Zaragoza sólo de paso, que había vivido un año en Sochi y que esperaba poder volver cuando le dejaran. Para mí, que era un enamorado de Rusia y que había ido ya 3 veces varias semanas, me dio mucha envidia, pero al mismo tiempo me fascinó. A ella le encantaba viajar, incluso más que a mí, me sentía muy cómodo hablando con ella, podríamos haber estado horas. En pocos minutos, todas mis dudas, todos mis miedos, se habían volatilizado, estaba claro que no me iba a arrepentir de haber ido a conocerla. Fuimos con calma al hotel y nos quedamos un rato hablando abajo, antes de entrar.
Tras terminar el café, Marta fue a tirar el vaso a la papelera para entrar ya al hotel. Aproveché para mirarle el culo mientras iba (era la primera vez que se lo miré, hasta el momento había estado absorto por la conversación con ella). Dentro de unos jeans ajustaditos, muy sexys, se adivinaba un culito pequeño y redondito. Qué buena que estaba… Al imaginarme ese culo tan bonito cagando en mi boca se me levantó de inmediato.
Tras hacer el check-in, subimos a la habitación del hotel. Nos quitamos la mascarilla, vi que tenía una cara muy bonita, se lo dije, sonrió y me dio las gracias. Cubrimos con plásticos la cama y alrededores, y preparamos todo lo necesario para facilitar la limpieza posterior. Una vez preparada la escena del crimen para que nadie se diera cuenta de lo que había pasado ahí dentro, empezamos a desnudarnos, hasta quedarnos en ropa interior.
Acerqué mi cara a sus braguitas, para verlas de cerca, por delante. Se las bajó un poco y me enseñó su coñito, depiladito, limpio. Lo besé y lo lamí, vi como se abrían los labios, lamí algo más… pero al poco me dijo que se estaba meando, que no podía aguantar más.
Terminamos de desnudarnos y me tumbé en la cama boca arriba. Ella se sentó de cara a mí, me pegó el coño en la boca, encajé mi boca debajo para que cayera dentro… Me avisó de que tenía «muchas ganas», aunque intentaría dármelo poco a poco.
Empecé bien, tragando todo sin problemas mientras ella me lo iba meando, poco a poco. Enseguida noté un gustito a coco en su orina, era muy agradable. Le pregunté por él, y me explicó que se había tomado una infusión de piña colada el día antes.
El gusto era agradable, cada vez se me ponía más dura, pero al mismo tiempo, empezaba a costarme tragar al ritmo que ella orinaba. Ella cada vez subía el ritmo, parecía una fuente que no tenía final. Aunque yo tragaba y tragaba todo lo que podía, era imposible poder con toda la orina, que empezó a cubrirme la cara, en poco tiempo ya notaba la humedad en mi nuca, y nos levantamos un momento para limpiar el exceso de «agua».
Una vez secado un poco el escenario, me dijo que tenía más pipí (pensé, ¿aún más?). Me estiré boca arriba otra vez, y esta vez Marta se puso en cuclillas, de espaldas a mí, con el coño otra vez sobre mi boca y mostrándome el pequeño agujero de su culito, pegado a mi nariz. Respiré a fondo, deseé que se tirara algún pedo en mi cara para respirarlo de cerca, pero no tuve suerte, ese agujero tan deseado por el momento se mantuvo cerrado para mí.
No tardó mucho en empezar a mear otra vez en mi boca. Yo cada vez estaba más lleno, y ella me estaba meando ya a chorros, mi boca no paraba de tragar, pero era imposible beber tal cantidad, mi cara se cubrió de pipí, mis ojos se empaparon, sentía a orina dentro de mi nariz, tenía toda la cabeza cubierta de «agua»… Eso ya no era una fuente, era como estar dentro de una tormenta tropical.
No sé exactamente cuando terminó la tormenta, ni como conseguí sobrevivir, ni cuanto pipí tragué. Creo que fueron unos dos litros de pipí, los que tragué entre las dos meadas, y mi cuerpo estaba sumergido en 2 o 3 litros más. Por el momento había terminado de mear, secamos un poco la cama antes de seguir.
Había llegado el momento tan deseado, por fin mis labios iban a besar ese culito. Me dijo que se estaba cagando, y si me lo podía hacer ya. Le pedí si podía primero besar y lamerle un rato el ano, y si se podía tirar algún pedo mientras se lo lamía. Me dijo que de acuerdo a besar y lamer, pero que si se tiraba un pedo se cagaba, que tenía muchas ganas, que llevaba un día sin cagar y había comido mucha fibra. Viendo la cantidad de pipí recibida, me puso a mil pensar en lo que significaba para ella «muchas ganas».
Se puso de pie sobre la cama, apoyada sobre el cabezal de la cama, admiré unos momentos la belleza de ese culo, era firme, muy redondo, perfecto, el culo que todo hombre desearía lamer. Abrí suavemente sus bonitas nalgas y besé ese agujerito, empecé a lamer en círculos los pliegues del ano, y de vez en cuando metía la lengua o la nariz dentro, me encantaba. Casi no olía a nada, estaba muy limpio, pero el saber lo que había dentro era muy excitante, y casi se intuía la caca llamando a la puerta para salir, me encantaba. Al lamerlo se le fue relajando el culo, y se empezó a sentir algo de olor cerca del ano, era muy leve pero muy excitante.
Me dijo que ya no podía aguantar más, que se cagaba ya. Me puse debajo, le lamí un poco más el culo, sentí en mis labios como el esfínter se empezaba a relajar. Yo no podía pensar en nada más, anhelaba saber qué sabor tendría su caca, si sería dura o blanda, y no me hizo esperar mucho antes de cumplir mi deseo. Vi un líquido saliendo de su culo, pegué mi boca al ano, para que lo que hiciera cayera dentro y al cabo de un momento depositó en mi boca un pedazo muy pequeño de caquita blanda, muy oscurita. Acerqué mi boca al ano, pero sin pegarla, para que mis ojos y mi nariz disfrutasen también del espectáculo.
El ano de Marta se abrió un poco, y empezó a soltar un chorro de mierda muy blanda, estrecha, marrón oscurito. Aun oliendo a caca, no era un olor muy sucio, se notaba que comía sano. Acerqué mi boca, poco a poco iba cagando más pedacitos de mierda blanda directamente dentro de mi boca, hasta llenármela completamente. Una vez en mi boca la masa (cada vez más grande) tenía una textura como de chicle, y un gusto algo amargo. No tuve el más mínimo amago de vomitar ni me dio el más mínimo asco. Aunque sabía a caca, era la caca de una princesa, y mi cuerpo aceptaba ese olor, ese sabor.
Aun así, al cabo de poco tuve que apartar la cara un poquito, pues mi boca ya estaba ya muy llena, ya no cabía más caca, y como tuviera tanta cantidad como me había dado en pis, si intentaba recibirlo todo en la boca, mi vida correría peligro.
El culo de Marta no paraba de expulsar mierda en todas direcciones, me cubrió los testículos, la cara, el pecho… Ese agujerito no se cerraba nunca, no entendía como podía caber tanta caca en un culo tan pequeño, pero daba igual, yo estaba gozando tanto la vista como sobretodo el olor. Igual que con el pis, eso no se terminaba nunca (y yo tampoco deseaba que se terminase nunca), me estaba cubriendo todo mi cuerpo con su caca, marcando su territorio. Eso era muy excitante, me corrí algo (aunque poco) sin ni siquiera tocarme. Incluso estuve muy tentado de intentar tragarme toda la caca que todavía tenía en la boca, pero al final no me atreví.
Tras un buen rato cagando (varios minutos, casi sin interrupción), me avisó de que había terminado. Me quedé tocándome debajo de ella, admirando ese culito que acababa de cagarse en mi boca y en mi cuerpo, todavía con un montón de caca dentro de mi boca, varios pedazos en mi labio y por todo mi cuerpo. Era una sensación muy erótica, con mi boca todavía llena de mierda, mientras admiraba de cerca el culo que acababa de cagarla en mi boca. Me quité la masa que tenía en la boca, para poder darle las gracias por lo que me había hecho. Yo no paraba de recordarle lo guapa que era, lo buena que estaba, y el honor que era para mi haberle servido de WC a una chica tan guapa. Ella me daba las gracias y me sonreía.
Al rato me dijo que tenía ganas de mear, y se puso sobre mi boca otra vez, pero esta vez de pie. Tragué buena parte de la orina, y con ella algún pedazo de caca que me había quedado en la boca. Inicialmente yo llegaba con la idea de intentar no tragar caca, pero llegado a este punto ya me daba igual, yo confiaba en ella, y si mi cuerpo no rechazaba el sabor, significaba que nada malo podía pasarme. Luego siguió orinando sobre mi cuerpo, cosa que agradecí pues mi boca ya no podía tragar más, estaba lleno.
Después de un rato meando, vi un líquido blanco que empezaba a colgar de su coño, le pregunté, excitado, y me confirmó que era su flujo. Pensé «en mi boca, por favor». Como si hubiera leído mi pensamiento, puso el coño sobre mi boca y poco a poco cayó todo el flujo dentro de mi boca. Era poca cantidad, pero sabía a gloria, gocé ese sabor, me encantó poder tragarlo todo, lo disfruté mucho, porque significaba que ella también lo había disfrutado, me sentí muy feliz de que se hubiera corrido meando y cagando en mi boca.
Miré atrás, y vi que mi cuerpo, mi cabeza, estaban casi sumergidos en un líquido medio amarillo medio marrón, tenía casi todo el cuerpo lleno de caca, pipí y mezclas de ambos, aquello era muy cerdo. Para un hombre sano mentalmente y sin fetiches extraños, eso hubiera sido un infierno, y ella el diablo con cuerpo de ángel. Pero para mí eso era el paraíso, y ella mi Diosa. Me dio una cantidad casi sobrenatural tanto de su delicioso pis como de su amarga y excitante caca, todo ello mirándome con esa sonrisa tan bonita e irresistible, capaz de romper en mil pedazos el corazón de cualquier hombre, yo estaba totalmente entregado a ella.
Hubiera querido limpiarle el culo con mis manos o mi cuerpo, pero mi piel estaba demasiado sucia en ese momento, no servía para limpiarle el culo a una princesa. Tomé con los dedos un pequeño pedazo de caca que había quedado pegado a su culo, me lo puse en la nariz y la boca, y al poco rato me corrí, y Marta se fue a duchar. Mientras, sumergido en mi piscina de pipí y caca, acercaba mi nariz a cada pedazo de caca que veía, me puse caca en la mano, y me toqué el pene con ella, hasta que me corrí otra vez más.
Ni siquiera cuando bajó la excitación me dio el más mínimo asco. Esa chica parecía tan sana, daba tanta confianza…
Me fui a duchar, y luego llegó el momento de limpiar y borrar las pruebas. Eso no fue tan divertido, pero al final conseguimos meter todos los plásticos en una sola bolsa, dejando la habitación completamente limpia, como mínimo visualmente. Quizá en el aire quedaba olor, o quizá yo ya no era capaz de detectarlo porque me había acostumbrado ya.
En cualquier caso, al menos visualmente la escena del crimen quedó totalmente limpia, prácticamente impecable, ni rastro del crimen que se había cometido dentro (cómo me gustó ser la víctima…). Seguro que habitaciones en las que se ha hecho mucho menos quedan más sucias.
Bajamos de la habitación, devolvimos la llave, la acompañé hasta la parada del tranvía (otra vez, en el camino no paramos de hablar) y nos despedimos, no sin antes prometernos repetir.
Antes de volver a casa me fui a dar un paseo por Zaragoza (con el Covid, hacía más de un año que no iba), mientras mi cerebro empezaba a asimilar lo que acababa de pasar. Sin duda, una de las mejores experiencias sexuales de mi vida. Marta había meado varios litros de pipí en mi boca, se había cagado en mi boca hasta llenármela y luego me había cubierto de caca, también ella se había corrido haciéndomelo, y más allá de lo puramente sexual, la conexión entre los dos había sido total, fue un placer cada minuto que pasé con ella.
Tras otras experiencias scat, después habitualmente no paraba de lavarme las manos con alcohol y la boca con enjuague bucal durante horas. Pero esta vez fue diferente, confiaba en esa chica, y me gustaron tanto sus olores íntimos… ¿para qué iba a querer eliminarlos totalmente de mi piel y mi boca?
Después de esto, la vuelta a la rutina fue un aterrizaje muy duro, al nivel de un regreso al trabajo después de un mes de vacaciones en otro continente, pero esa ya es otra historia que no creo que interese a nadie.
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