Los calcetines de mi tío Eddy
La iniciacion de un joven en el fetiche de los pies y calcetines sintiendo excitacion y placer por primera vez a manos de su tío.
Hola, soy Daniel y este es mi primer relato, les quiero contar como me iniciaron en el sexo y en el fetiche de pies y calcetines a la corta edad de 7 años, no soy bueno escribiendo o relatando, pero haré mi mayor esfuerzo. Todo esto es real, no omitiré nombres ni sucesos porque quiero contarlo tal y como sucedió hace 25 años, en el año 1998 para ser exacto. Actualmente tengo 32 años y quiero que sepan lo que nunca le he contado a nadie.
Cuando tenía 7 años, mis padres se divorciaron y acordaron turnarse para cuidarme. Pasaba dos semanas en la casa de uno y luego iba a la del otro. Cada dos semanas, experimentaba diferentes rutinas y estilos de vida, ya que el padre a cargo se encargaba de todo, desde alimentarme hasta ayudarme con las tareas y llevarme al colegio. En los días que mi madre iba por mi al colegio todo transcurría de manera normal, ella llegaba puntual y nos íbamos a la casa, pero cuando mi padre iba por mi me quedaba esperando más de 2 horas a que llegará, cosa que no le gustó a mi madre así que mi padre terminó pidiéndole favor a uno de sus mejores amigos para que fuera por mi algunos días cuando él no podía recogerme; a este amigo de mi padre desde siempre le he dicho tío ya que lo conozco de toda la vida y de igual manera él me dice sobrino, sobrinito o Dany.
El nombre de mi «tío» es Eduardo, pero siempre le han dicho Eddy, en ese entonces él tenía 32 años (la edad que ahora tengo yo). En esos años mi tío Eddy era un hombre atractivo, no guapo, pero si llamaba la atención por su físico, él mide 1.82, no era musculoso pero tampoco era delgado, tenía buen cuerpo resultado de dedicar su vida al futbol y a entrenar a otros aspirantes, tenía brazos peludos, manos grandes y lo que más me llamaba la atención de él eran sus inmensas piernas peludas, eran muy marcadas y muy «gordas», siempre me gustaba mirarlo a escondidas y cada que podía no perdía la oportunidad para por cualquier excusa tonta tocarle los pelos de las piernas, no entendía el motivo pero a mi me gustaba hacerlo y a él parecía no importarle ni tomarlo en cuenta pues nunca me decía que no.
Mi relación con él era genial. Siempre que venía de visita, me traía regalos, ya fueran dulces, juguetes o camisetas de fútbol que no me gustaban, pero a él le hacía ilusión que las usara. Le gustaba hacerme cosquillas, jugar conmigo y llevarme a sus entrenamientos de fútbol para enseñarme sobre el deporte, aunque a mí no me gustara. A pesar de eso, disfrutaba pasar tiempo con él porque lo consideraba inteligente, divertido y me hacía sentir protegido. En realidad, lo quería más que a mi propio padre, ya que pasaba mucho tiempo con él debido a que mi padre a veces no llegaba a tiempo y era muy desatendido, lo cual hizo que mi tío y yo tuviéramos una rutina establecida: me recogía del colegio, íbamos a comer, luego a sus entrenamientos, después hacíamos la tarea, jugábamos y pasábamos tiempo juntos en su casa. Nada fuera de lo común, pero siempre era agradable.
Un día, mientras esperaba a mi tío cuando empezó a llover muy fuerte e inevitablemente mis pies se mojaron y cuando él llegó, también se mojó al bajarse del auto, rápidamente, corrió hacia mí y me cubrió con su chamarra, luego nos dirigimos a su casa, pero al bajar del auto, nos mojamos aún más, dejando mi ropa empapada. Él se dio cuenta y tuvo que ir por toallas y algo de su ropa para que me cambiara. Yo estaba parado en la entrada para no mojar el piso, con mucho frío, temblando y toda mi ropa goteando. Cabe destacar que no íbamos originalmente a su casa ese día, así que no tenía ropa extra, pero la lluvia cambió completamente nuestros planes.
Mi tío se dio cuenta de que no tenía ropa seca y me dijo: «Toma, pisa esta toalla y quítate los zapatos y la ropa mojada, ahora veo qué te presto». Sin dudar, me quité la ropa, quedando solo en calzoncillos y tapándome con otra toalla. Cuando regresó, me dio una de sus camisetas y unas calcetas largas de fútbol, aunque eran enormes para mí, era lo que tenía disponible. Mientras me secaba y vestía, él se quitó la ropa mojada frente a mí. Nunca antes me había dado cuenta de lo peludo que tenía el pecho, y no podía dejar de mirar. Estaba hipnotizado viendo todo ese pelo en su pecho. Él notó mi mirada y simplemente se volteó, llevándose toda la ropa mojada a la secadora
Cuando él se fue, me senté en el sillón y encendí la televisión. De repente, escuché risas fuertes detrás de mí. Al voltear, le pregunté: «¿Por qué te ríes? ¿Qué pasa?». Entre risas, él respondió: «Es que te ves muy gracioso con mi ropa, pareces uno de los enanitos de Blanca Nieves». Al oír eso, empecé a reírme también. Él me dijo: «Ven, párate frente al espejo y mira cómo te ves». Al observarme, noté que las calcetas me llegaban hasta la ingle, su playera me quedaba como una bata o camisón de hospital, y, efectivamente, parecía un enanito. No podíamos parar de reír. Aún frente al espejo, imitando a los enanitos, noté que me miraba fijamente y pasaba sus dedos pulgar e índice por sus labios, como limpiando su saliva. Esto me pareció gracioso, y continúe jugando frente al espejo y fue ahí cuando noté que se apretó el pene y los testículos, el se dio cuenta de que lo vi y rápidamente se dio la vuelta, diciendo: «Voy a preparar algo para comer rápido. En un momento te aviso». Yo me fui al sillón y esperé a que me hablara. Cuando lo hizo y caminé hacia la mesa, me dijo: «Espera, camina como los enanos». Siguiendo la broma, lo hice, pero a los pocos pasos me detuvo y dijo: «No, levanta la playera para que se vean tus piernas con las calcetas y luego camina hacia acá con la playera levantada». Sin dudarlo, hice lo que me pidió. Me levanté la playera, caminé unos pasos y al llegar a la mesa me senté. Él comentó: «Oye, pero traes mal acomodadas las calcetas. A ver». Tomó uno de mis pies, acomodó la calceta y mientras lo hacía, noté que me sobaba y masajeaba los dedos y la planta del pie. Luego hizo lo mismo con el otro pie. Acomodó la calceta y me sobó. Sentí un buen masaje y la tela gruesa y acolchada de las calcetas lo hacía aún mejor. Después de arreglarme y masajearme los pies, me miró y dijo: «Te ves muy bien con mis calcetas, pareces un niño grande ya». Al escuchar eso, sentí una sensación de haber hecho algo bien, y él lo notó porque me sonrió y dijo: «Te quiero mucho. Sabes que eres el mejor sobrinito del mundo». Me sentí muy feliz, le agradecí, y luego empezamos a comer.
Al terminar de comer nos sentamos los dos en el sillón a ver una película la cual estaba aburrida y me estaba dando sueño, por lo que me acomodé en posición fetal, quedando mis pies a la altura de las piernas de mi tío, él sin decir nada acomodó y subió mis pies en sus piernas, me empezó a tocar y a masajear, yo sentía tan rico que me relajé demás y caí dormido. Recuerdo entre sueños escuchar su voz muy baja que me decía «Dany en serio te dormiste o estás jugando?», no pude contestar nada y seguí durmiendo sintiendo como me masajeaba los pies y como ahora empezaba a acariciar mis piernas lo cual me arrullo y caí rendido. No sé cuanto tiempo habrá pasado ni tampoco recuerdo cual fue la razón por la que desperté, pero al hacerlo seguía sintiendo como mi tío continuaba tocando uno de mis pies que aún estaban en sus piernas, al mismo tiempo también sentía como se movían sus piernas de arriba hacia abajo, también escuchaba pequeños jadeos y gemidos que él emitía y un ruido que jamás había escuchado como si golpeara algo con sus puños, todo esto me dio curiosidad y abrí los ojos y levanté un poco la cabeza para verlo y noté que él tenía los ojos cerrados con su cabeza echada hacía atrás, con una mano acariciando y apretando fuertemente uno de mis pies y con la otra mano se estaba masturbando.
Yo no sabía que estaba haciendo, pero me dio mucha curiosidad ver semejante escena y sólo acerté a decir «qué haces tío?», él al escucharme abrió los ojos, se tapo el pene con un cojín, me soltó el pie y me dijo en un tono entre enojado y nervioso, «no qué estabas dormido?», a lo cual le respondí como apenado pero muy curioso, «sí me dormí, pero me despertaron tus ruidos, qué estabas haciendo?», cuando terminé mi frase se empezó a pasar de nuevo los dedos por su labio inferior y decía «no, no es que no Dany, no te hubieras despertado, es que sabes que yo te quiero mucho y que eres mi sobrinito, mi campeón y no te quería asustar, perdóname por favor», él desvió la mirada y se agarraba la frente y los labios, yo me acomodé para verlo mejor y le dije «no tío, no estoy asustado, sólo me dio curiosidad verte así, porque escuché que te quejabas y que aparte te estabas como aplastando el pene y eso me dio como risa por eso te pregunté que hacías», cuando terminé mi oración volteó a verme y me dijo «ay sobrinito es que yo te quiero mucho y es que hay cosas de adultos que tú no sabes y no debes de ver…», yo ahí lo interrumpí y le dije «lo que estabas haciendo era algo de adultos entonces? Porque tú me dijiste que yo soy niño grande y si es es algo secreto o privado no lo diré porque mi mamá dice que esas cosas no se cuentan sino eres un chismoso y nadie te va a querer», él al escuchar esto volteó a verme mientras se mordía ligeramente el labio inferior y se chupaba los labios, yo sólo lo miraba y ahí fue cuando dijo «tu mamá tiene razón, las cosas privadas no se cuentan o nadie te va a querer, lo que yo estaba haciendo es algo privado, si me prometes no decirle a nadie te muestro y te enseño, pero en serio Dany no me gustaría dejarte de querer por chismoso», yo sentí algo horrible dentro de mi pues no quería que mi tío Eddy me dejara de querer, pues yo lo quería muchísimo y le dije «no, no voy a ser chismoso yo te quiero mucho tío y no voy a contar tus cosas privadas», al escuchar esto él se quitó el cojín que le tapaba el pene y me dice «mira estaba tocando mi pene porque a los hombres cuando somos adultos nos sale un líquido blanco que sino lo sacamos a tiempo nos duelen mucho las bolas como cuando te dan una patada y hoy me tocaba hacerlo…», yo lo interrumpí y le dije «ah y te dolía mucho por eso lo hiciste ahorita?», él me sonrió con una sonrisa de alivio y me dijo «sí, eso estaba haciendo, es algo privado pero que se tiene que hacer, quieres ver como se hace?», yo le dije muy efusivamente que sí y noté que dudo un momento, pero después me dijo «mira ahorita está dormidito mi pene, pero si me ayudas se despierta y puedo sacarme lo que me lastima, solo tienes que sentarte bien y acercar bien tus pies a mis piernas», yo seguí la instrucción al pie de la letra, él empezó a tocarme, acariciarme y apretarme los pies, yo solo veía, sentía rico lo que hacía y me miraba fijamente y me decía «está rico no?», y yo sólo decía que sí con la cabeza.
Pasaron unos 2 minutos donde sólo tocaba mis pies y los apretaba fuertemente, cuando de repente se aleja un poco, se recarga en el descansa brazo del sillón, quedando frente a mi, mis pies quedaron a la altura de su ombligo y lo cual lo ayudo a dirigir mis pies a su pene y me dice «mueve despacio tus pies, no me vayas a patear, haz círculos y toca mis bolas despacio con la punta de tus dedos», yo me reía porque era algo nuevo para mi, pero pronto vi que su pene se empezó a poner duro, era un pene mediado como de unos 17 cm y un poco grueso, yo estaba encantado de verlo y de escuchar como gemía con el paso de mis pies, en un momento soltó un gemido algo fuerte y yo pensé que lo había lastimado lo que me hizo retraer mis piernas hasta agarrarlas con mis manos y le dije «ay perdón tío creo que te lastimé», él abrió los ojos y me dijo «no, no me lastimaste es que se siente muy rico, ven», me jalo de su playera y puso mis mano en su pene, indicándome como masturbarlo y yo lo empecé a hacer tal como me indicó. A los pocos minutos de estarlo masturbando mis manos se empezaron a llenar de lubricante, era impresionante para mi ver lo mucho que lubricaba mi tío, yo le preguntaba si estaba bien si era ese líquido o si ya se había orinado, y él sólo decía «no, tú sigue», yo continuaba cuando de repente me dice «espera, espera», se levanta, se quita su playera, me quita la mía y me empieza a tocar el pene mientras pone mis pies en su cara y pecho, yo empecé a sentir una excitación que jamás había sentido, me sentía lleno de energía y de placer, mi cuerpo no lo entendía y soltaba gemidos ocasionales ahí fue cuando él me dijo «te gusta verdad que sí sobrinito?» y yo asentaba con la cabeza.
Llegó un momento en el que me acostó y empezó a besar mis pies al mismo tiempo que se masturbaba muy rápido, luego empezó a chuparme un pie y me gustó la sensación, no sé porque decidí imitarlo y empezar a masturbarme como él lo hacía y solté un gemido muy fuerte, esto solo lo excito más mientras me decía «te quiero mucho Dany, tú me quieres, quieres a tu tío», y yo entre gemidos le respondía «sí, tío te quiero mucho», y él me decía «mucho mucho o poquito?», y yo le contestaba jadeando, «mucho mucho, tío, te quiero mucho mucho», el me respondió «yo también te quiero mucho mucho Danny, me quieres más que a tu papá?», y yo le respondí muy efusivamente y entre gemidos «sí tío, te quiero más que a él, mucho mucho», al escuchar esto volteó a verme, me acarició la cara y me dijo «yo te quiero muchísimo Dany, te voy a cuidar de todos, quieres que te cuide de todos?», yo sentía muy bonito todo eso y le dije, «sí, tío quiero que me cuides de todos», él me abrazó y sentí su pecho peludo y su pene muy duro y baboso de lubricante, su abrazo era fuerte y a mi me encantaba, me dio unos besitos en el cuello y en las mejillas, después me volvió a acostar, él se colocó cerca de mis pies al mismo tiempo que empezó a masturbarse con una mano y con la otra me daba caricias y pellizcos delicados en los pezones, noté que gemía mucho y me empecé a masturbar y a sentir muy rico verlo a él, sentir su mano en mis pezones y tocarme. No pasaron más de 5 minutos cuando escucho que gime muy fuerte quita su mano de mis pezones, toma fuertemente mis pies con esa mano y eyacula encima ellos, yo estaba tan sorprendido de lo que estaba viendo que dejé de tocarme y sólo empecé a sentir a través de los calcetas húmedo y caliente en los pies, sacó como 4 chorros y luego embarró bien el semen en las calcetas, cuando terminó me miró y me dijo «esto era lo que me daba dolor, ya sabes que es privado eh», yo no dije ninguna palabra sólo dije sí con la cabeza, me levanté un poco para quitarme las calcetas, pero no me dejo, me dijo que me las quedará puestas, yo obedecí y me las dejé puestas, finalmente se recostó en el sillón y yo subió en el sintiendo su pecho peludo, nos dormimos un buen rato y al despertar me quitó las calcetas, me metió a bañar y me recordó que nadie quiere a los chismosos.
Esa fue mi primera experiencia con mi tío Eddy, tengo muchas más con él y con otros hombres, si quieren que las comparta coméntenlo en sus opiniones.
Qué rica experiencia para iniciar. Ojalá cuentes pronto que más pasó con el tío Eddy y con otros hombres.
gran relato como sigue tu historia con tu tio eddy
dale mas amigo buen relato sigue contando mas… 🙂 😉 🙂 😉