Los pies de Luna
Fui a lavar el coche y me harté de comer pies.
Soy un chico de 40 años de lo más normal, aunque desde pequeño me encanta todo lo relacionado con los pies
El domingo fui a la gasolinera a lavar el coche. Al acabar decidí ir a la cafetería a tomar algo. Nada más entrar y ver el establecimiento lleno de gente me di cuenta de que estábamos en plena operación retorno.
Busque un sitio en la barra y tras pedirme un cortado me puse a mirar por las mesas.
Casi todo eran familias que regresaban de las vacaciones de Semana Santa, nada que saliera de lo normal, hasta que algo llamó mi atención.
Era una niña de unos 12 años con minifalda y unas sandalias de plataforma, creo que me quedé mirándola descaradamente porque de repente a mi espalda escuché una voz
«¿Te gustan las sandalias de Luna»?
Me giré y era una chica de mi edad, pelo largo y falda a media rodilla con unos zuecos de madera. Claramente era la madre de la niña.
Mi cerebro empezó a buscar excusas para evitar quedar como el pervertido del pueblo, pero una sonrisa y una invitación a sentarme en su mesa me tranquilizo.
Allí me presento a su hija Luna que efectivamente tenia 12 años y a su hijo Liam de 16.
Empezamos a hablar de todo un poco, me dijo que estaban de vacaciones con una autocaravana alquilada y que se volvían para casa.
Cuando ya había sacado esos pies de mi cabeza, Laura me soltó.
«¿Entonces te molan las sandalias de Luna?, Estabas embobado mirándolas».
Rojo de vergüenza la dije que eran muy chulas y que no era normal ver a chicas de su edad con ese tipo de calzado y menos a principios de abril.
Ella me dijo que a ella la encantaban los zapatos chulos y claro de tal palo tal astilla.
Después en un momento en que los hijos se fueron a la caravana y con una sonrisa pícara me dijo.
«¿Quieres probar los pies de Luna?»
Como???
Que si quieres lamerla los pies, me da que lo estás deseando y a Luna la encantan los masajes y mimos en sus pies.
Sin tiempo a poder contestar me dijo, » pero hay una condición»
Cuál, Laura.
Lo que quieras hacer a Luna se lo tienes que hacer primero a Liam, a el también le gusta.
Mi cabeza explotaba, no sólo se habría la posibilidad de tener una relación fetichista con una cría de 12 años sino con un chico de 16.
¿Podría hacerlo?
Laura me dijo. Voy a la caravana, si en cinco minutos no has venido nos vamos.
Sin meditarlo mucho me lancé a abrir la puerta de la caravana, al abrir vi a Liam en una camita y a las dos chicas en un asiento.
A punto estuve de salir corriendo, pero la visión de las sandalias de luna me hizo vencer todas mis reticencias.
Me acerqué a Liam, le quite sus zapatillas y al no llevar calcetines directamente me vino su olor que sin ser agradable no me causo mayor problema.
No lo debía de hacer mal ya que el chaval respiraba entrecortado.
Estuve unos veinte minutos cuando Laura me dijo que tocaba cambio.
Me acerqué a donde estaban las dos y me puse a desatar lentamente la pulsera de la sandalia de Luna. No pude evitar lamer la plantilla antes de ponerme con sus pies.
No había empezado todavía con su pie izquierdo cuando Laura sacó su pie del zueco y me le metió en la boca.
Así que de repente tenía cuatro pies para mí. Con distinto sabor pero todos deliciosos.
Después de otra media hora acabe con la mandíbula dolorida.
Entonces dijo Laura, «Creo que se merece un premio»
Y entonces…
¿Cuál creis que fue el premio?
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