Los pies de Luna 3
Vacaciones de verano .
Era un día de julio cuando de repente sonó una notificación de WhatsApp.
El corazón me dio un vuelco cuando vi que era Laura.
Me contaba que estaban con la caravana por la zona y si me apetecía quedar.
No dude un instante en decirla que si, y me dijo que cuando estuvieran en mi pueblo me avisaria, ya que según me dijo dependían de algunas visitas turísticas que tenían pendientes y no sabían el día exacto de su llegada.
Casi me había olvidado del tema cuando sonó el teléfono.
Soy Laura, estamos aparcados en la gasolinera.
Voy para allá la dije.
Afortunadamente estaba a solo cinco minutos andando de la gasolinera y con el corazón en la boca llamé a la puerta de la caravana.
Cuando se abrió la puerta, allí estaban Laura, Luna y Liam.
Ellos en ropa de baño y yo con pantalón corto y camiseta.
Los cuatro calzabamos sandalias.
Luna unas cuñas negras que me hicieron recordar cuando la conoci la primavera anterior, sin embargo la cuña de unos doce centímetros con plataforma la hacían parecer más mayor.
Laura llevaba unas sandalias de aguja de unos diez centímetros y suela fina, podía ser el calzado para ir de boda de cualquier chica de su edad, sin embargo una experta como ella las usaba como calzado de diario para patear y hacer turismo.
Yo por mi parte llevaba unas Birkenstock.
Hasta aquí todo normal, sin embargo Liam llevaba unas sandalias muy similares a las de su madre. Mientras observaba sus pies con las uñas pintadas de verde Laura me dijo: Te presento a mí hija Sara.
Mi cabeza intentó poner orden a aquella noticia. Me percaté que en vez de llevar un bañador de chico llevaba una braguita de bikini , así como su pelo que era bastante más largo que la última vez.
Estaba claro que Liam había decidido convertirse en Sara.
Es cierto que la última vez que nos vimos le encantó que le lamiera los pies, y no dudo en tragarse mi semen que había derramado en los pies de su hermana, pero como mucho pude pensar en qué el chico era gay o bisexual.
Encantado Sara la dije mientras la daba dos besos.
Los chicos decidieron ir a la gasolinera a por algo de beber lo que nos dió a Laura y a mí la posibilidad de conversar en privado.
Que sorpresa te has llevado con lo de Sara, me dijo.
Un poco la respondí.
Bueno, yo ya lo veía, pero tenía que ser ella la que diera el paso.
Claro, y veo que ha salido taconera como tú.
Jajaja, ya sabes de tal palo tal astilla.
Hablando de zapatos, creo que he venido a algo.
Y sin mediar palabra me arrodillé para lamer sus pies y sus sandalias.
Mi lengua recorrió cada resquicio de sus deditos, lami su planta, cada tira de sus sandalias, incluso hice una especie de felación a su tacón de aguja.
Estábamos en esto cuando llegaron las chicas.
Sara y Luna se unieron a la fiesta ofreciéndome sus pies.
Seis pies para mi, recordaba todavía sus sabores tan distintos.
El caso de Sara fue diferente, el uso de sandalias había convertido en menos intenso su aroma.
Aunque eran los mismos pies, no era lo mismo lamer el sudor que salía de las zapatillas de Liam que el tenue aroma de los taconazos de aguja de Sara.
Después de saciarme de sus pies decidimos desnudarnos.
Las tres tenían para mí una sorpresa en forma de plug anal, Laura era la que tenía el más grande, seguida de Sara y por último Luna.
En broma las dije, que era el único que no tenía el culo adornado, a lo que Laura dijo: pues es verdad, deberías adornar el tuyo también.
Sara dijo que podía usar el suyo, con el calentón la dije que porque no.
La única condición es que mientras me la tendrás que meter para que no se me cierre.
Así que sin comerlo ni beberlo me vi con luna poniendone gel el el culo, Laura insertandome el plug y yo sodomizando a Sara
La situación no pudo ser más extraña, yo sufriendo para conseguir que el plug se hiciera paso, y mi polla disfrutando de un culo, que pese a ser algo a lo que estaba acostumbrado, la visión del pene de Sara lo hacía distinto.
Armándome de valor me puse a acariciar y pajear la polla de Sara, que pese a mis intentos no respondía.
No te molestes me dijo Sara, no funciona. Si quieres darme placer empotrame fuerte.
Dicho y hecho, y una vez que el plug estaba bien dentro de mi, me dedique a reventar el culo de Sara hasta que un grito desgarrador fue la señal de que había llegado al orgasmo.
Como yo estaba a punto de correrme y Sara ya no podía más, decidí sacarla y vaciar mis huevos en sus pies y sandalias.
Una vez soltada hasta la última gota, Laura limpio mi glande con su lengua y Luna limpio de igual manera los pies y sandalias de su hermana.
Sara estaba exausta, había recibido una descarga de placer increíble, algo que como hombre tenía vetado, pero que ahora como mujer estaba en su mano, o mejor dicho en su culo.
Todavía agitada, se quitó su sandalia derecha para llevar a su boca un poquito de semen que su hermana no había devorado.
Mami, traeme las tailandesas, dijo resoplando.
Laura saco de una bolsa una tira de bolas tailandesas que se introdujo una a una hasta dejar fuera solo el tope con forma de corazón. Se tumbo el una camita y se quedó adormilada.
Continuará
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