Lucy
Un maestro de artes y su sumisa alumna se divierten .
Ser profesor tiene un poco de ventaja. Si soy sincero, me aproveché varias veces de algunas alumnas.
En nuestra escuela el arte es importante, pero no para los estudiantes, muchas alumnas, llegaban ante mi pidiendo una forma de pasar sin mucho esfuerzo. Me encantan sus pequeñas figuras y me sentía muy bien pidiéndoles que se sacarán los senos cuando no había nadie, o tal vez, si querían más calificación, pedía fotografías más sugerentes, ya fuera que se las tomarán en la comodidad de su casa o en los baños de la escuela. No había tenido ningún problema con ellas, ya que siempre les cumplía.
Este ciclo escolar, había entrado una nueva chica, la cual me parecía muy atractiva. Delgada y de pechos pequeños, con cabellera negra y ciertas ojeras que la habían ver cómo alguien que no dormía mucho. Ella, era de las últimas en irse de la clase, y a pesar de que siempre vestía con largas faldas y suéteres holgados, me exitaba su pequeño cuerpo.
Un día, ella no se retiraba, después de encargarle a la calse, crear un retrato de la persona que tuvieran en frente, Lucy, permaneció en silencio con el pincel en la mano. Yo tenía intenciones de irme, pero como profesor, también tenía que estar al pendiente de los alumnos. Me puse detrás de la pequeña Lucy y observé su lienzo en blanco, mientras olfateaba el aroma de su cabello, cítrico, bastante agradable. Traté de mantener mi postura, así que la cuestione cobre su progreso.
– No tengo las ganas. – Contestó ella, mientras dejaba el pincel.
– Esto es importante que lo hagas, si no, puedes reprobar. – Le contesté, embriagado con su aroma. – Es bastante fácil, observa.
Hice que tomara el pincel con su mano y guiada por la mía, mojamos el pincel en pintura negra y trazamos un par de líneas sobre el lienzo.
– Que tal si intentamos hacer un autoretrato? Eres bastante linda.
– Claro que no, no soy linda para nada. – Replicó Lucy, mientras ocultaba su rostro con su fleco.
– Que te hace pensar eso? – Contesté, acercando mi rostro a su boca, para hablarle al oído y recibir mejor si aroma.
– Mi madre. – Su respuesta fue seca.
El silencio perduró unos instantes, con su mano guiada por la mía, hicimos un simple retrato de ella, compuesto únicamente por líneas.
– Lo vez, eres una belleza, no debes preocuparte por ello. – Solté por fin su mano y di un par de pasos hacia atrás.
Ella miró el retrato por unos segundos, después, ella alzó la vista para encontrarse con la mía.
– De verdad le parece?
– Absolutamente.
Ella se puso de pie y caminó entre los taburetes, ahora vacíos de los demás estudiantes y se acercó a mi escritorio.
– Sebes, últimamente estoy notando que tardas en irte de mi clase, se debe a algo? – Le cuestione, mientras la seguía.
– Se debe a todo profesor. No me gusta estar en casa. Solía ir por la calle, pero tampoco me gusta la calle. – Lucy se puso a esculcar entre mis productos y sacó una botella con solvente de mi maletín, el cual, usaba para limpiar la pintura.
– No te llevas bien con tus padres?
Ella desenroscó la botella e inhaló un poco. Lucy permaneció en silencio por un rato, hasta que comenzó a hablar.
– Con mi madre, mi padre me tocaba de pequeña y se divorciaron cuando mi madre se enteró. Ahora ella me culpa por si separación.
Ella inhaló de nuevo, lo cerró y se recostó sobre mi escritorio, alzando las piernas para caber, pude ver sus bragas blancas entre esas hermosas piernas, delgadas y pálidas.
Me acerque a ella y me observó desde su posición.
– Es por eso que vas tan mal? Estás deprimida?
– Puede ser, aunque escuché que usted es amable con las chicas que van mal.
– Has escuchado algo?
– Usted tiene fama de pederasta, observa a las chicas de la escuela con lujuria.
– Son solo rumores…
– A si? Es una lastima.
– Por qué lo dices?
– Me llama la atención un hombre así, sin moral.
– Te parezco alguien sin moral?
Ella permaneció callada, yo por mi parte, no podía disimular ya mi erección.
– Tal vez.
Lucy se quitó su zapato derecho con el pie izquierdo, arrojandolo lejos con un fuerte eco en el salón vacío. Después, colocó su pequeño pie, envuelto en blancas medias sobre mi miembro.
– Estás tratatando algo con esto? – Pregunté, ignorando parcialmente la estimulación.
– Trato de saciar mi curiosidad. -Lucy se sentó, tambaleante y miró mi miembro bajo el pantalón. – No piensa hacer nada?
Sin separar el pie de mi bulto, ella separó sugerentemente las piernas, mostrándome sus bragas en todo su esplendor.
– De verdad lo quieres? No pensé esto de ti, siempre callada en clases.
Tomé si pie y lo retire de mi miembro para acercarlo a mi rostro. El olor era dulce, el olor de una pequeña ternura que me encantaba. Ella me miró con ojos entrecerrados mientras desabrochaba mi pantalón.
– Ninguna chica a llegado a esto. – Dije después de inhalar su aroma de nuevo. Lucy no respondió.
Puse ambos de sus pies, uno descalzo y el otro con un lindo zapato negro, sobre mis hombros y como que mis manos sobre la mesa, acorralandola en una posición sugerente.
Ella parecía un poco aturdida, tal vez, por culpa del solvente. Frote la punta de mi pene contra su ropa interior. Sus mejillas se pusieron rojas al sentirlo, pero no dijo nada, si lo disfrutaba o si no, era un misterio para mí.
Ella alzó los brazos e hizo un par de movimientos erráticos, por lo que tomé sus muñecas con las manos y la sometí, aunque sin mucho esfuerzo.
Con la chica totalmente sometida ente mi, puse mis labios.con los suelos, y después, forcé mi lengua dentro de su boca. Ella recibía todo sin queja, solo me observaba antentamente.
Cuando me separé de Lucy, ella dio un gemido, no se si de alegría o decepción, pero, era para poder desabrochar su blusa blanca. Botón por botón, se revelaba ante mi la preciosa piel de la pequeña, perfecta como porcelana. Debajo, un top negro resaltaba bella mente ante la blancura de su piel.
Tal vez, su curiosidad no era suficiente para acabar con su vergüenza, ella se tapó un poco son su mano, por lo que ,molesto, retiré una de sus medias y até sus manos con ella.
Levanté su top, para encontrarme con dos pequeños pechos, de preciosos pezones. Comencé a pelliscarlos un poco, lo que hizo que la pequeña Lucy de retorciera un poco. La vista era espectacular, su delgado cuerpo se retorcía a cada roce de mis dedos con su pezón y con la emoción, comencé a acariciar su cuerpo. Al tener sus brazos atados, sobre su cabeza, recorrí sus delgados brazos, sus dulces axilas, sus marcadas costillas y su precioso abdomen. Nunca había visto a alguien tan perfecta.
Su falda todavía colgaba de su cintura, pero no la vi como un impedimento.
Separé sus blancos muslos, saboreando su dulce vagina al otro lado de esa delgada capa de tela, pero al alzar la vista,e di cuenta, de que ella me observaba antentamente. Esto me puso algo incómodo, por lo que con la media sobrante, vendé sus ojos.
Delicadamente, retiré sus bragas, y las arrojé lejos. Con la niña vendada y atada, me di la libertad de explorar su vagina con total confianza.
Separé sus labios y observé el color rosado que su carne tenía. Desprendía un olor a limpio, demasiado apetecible para mí. Jugué con su rosada abertura un rato, ella comenzó a mojarse y a soltar leves gemidos de vez en cuando. Primero, metí un dedo, podía sentir como sus entrañas pedían algo más, moviéndose internamente como si tuvieran vida propia. Lucy se retorciay trataba de mirar, pero no podía desacerse de sus vendas. Yo tampoco podía soportarlo más, mi pene estaba tan erecto que casi dolía y estaba tan ansioso por penetrar está pequeña cavidad que gotas de líquido preseminal caían sobre el suelo. Así, que decidido, acerqué la glande a su entrada.
Al sentirlo, la niña dio un respingo, pero no salió nada más de su boca, a excepción de un par de gemidos, cortos y bajos.
Entré lentamente en su interior y podía sentir su calor, ella estaba roja, pero seguía sin contestar. Algo que me causo bastante decepción, es que la pequeña, dulce w aparentemente inocente niña que tanto me gustaba no era virgen, pero eso no me detuvo de seguir perforando sus entrañas con mi miembro.
Sus gemidos, comenzaron a llenar el salón mientras arremetida contra su húmeda y rosa vagina, además, de que el dulce aroma de una chica excitada llenaba mi nariz.
Sin preguntar nada, eyaculé en su interior, podía sentir como el útero de esta zorrita pedía más y más semen dentro de si, Lucy se retorcía y sus piernas se apretaban contra mi.
Después de descargar toda una ronda en su interior, lo saqué y la observé retorcerse, expulsando el semen sobrante. Tomé mi celular y saqué un par de fotos de la patética chica que se encontraba en mi escritorio, atada con sus propias medias, medio drogada, parcialmente desnuda y con semen escurriendo de su orificio.
Lucy permaneció así por un tiempo, en silencio, como un cadáver, pero el subir y bajar de sus pechos me aseguraba que se encontraba viva.
Yo permanecí a su lado, hasta que me pidió que la desatará. Ella partió, sin calcetas ni bragas a casa, mientras el semen salía de su interior y bajaba por su pierna. Si ropa era un regalo para mi de su parte y llegué a casa para masturbarme oliendola.
La siguiente clase, Lucy tampoco termino su actividad.
Nuestro juego lleva bastante tiempo ya, Lucy se graduará de esta escuela, pero estoy seguro de que todavía seguiremos viéndonos.
«Tomé mi celular y saqué un par de fotos de la patética chica que se encontraba en mi escritorio, atada con sus propias medias»
Uff que delicia esa escena y más haciendo énfasis en sus tiernas e inocentes mediecitas.
Deberías hacer una segunda parte de más aventuras con esta linda sumisa, quizás en algún baño público o parque infantil a media noche con ella solo usando ropa interior y sus medias blancas sin zapatos?
Es una buena idea, lo tomare en cuenta para la siguiente parte