Lucy Parte 2
El profesor algo estresado sale a fumar y se encuentra a su pequeña amiguita .
Ser profesor de una materia a la que nadie le importa puede ser bastante difícil y estresante.
A excepción de ciertas señoritas, las notas de mis alumnos son cada vez más bajas y eso me puede llevar a tener problemas con mis superiores, puedo incluso ser despedido, además, si le sumamos mis pequeñas fechorías esto podría tener consecuencias desagradables para mí.
Ya son más de las dos de la madrugada y todavía no puedo conciliar el sueño, dando vueltas en mi habitación girando un pincel entre mis dedos tratando de hacer algo para entretenerme o en su caso, aburrirme y dormir. Suelo tener insomnio desde hace mucho tiempo, pero ahora se agrava debido a la semana de evaluación, lo que hace que me estrese aún más.
Tal vez, con un cigarro pueda calmarme, pero no me gusta fumar dentro de casa. Me puse un saco y salí a la calle, fría y obscura iluminada parcialmente por el alumbrado público que parpadeaban de vez en cuando. Hay un parque infantil cerca de aquí, un buen lugar para pasar el rato y relajarse, claro, ahora que no hay niños. Encendí el cigarro y comencé a caminar.
Cómo era obvio, no me encontré con nadie en todo el trayecto, pero al llegar a la entrada del parque, el sonido de las cadenas de los columpios me desanimó. Tal vez era simplemente el viento o algún vagabundo, pero al revisar, me encontré con una pequeña figura, de cabello negro y un largo camisón blanco, que se mecía perezosamente.
La chica no se dio cuenta de mi presencia hasta que literalmente ya estaba sobre ella.
– Lucy? – Toqué su hombro y ella dio un respingo, pero no me volteó a ver del todo.
– Que hace aquí profesor?
– Esa pregunta debería hacerla yo. – Me senté en el columpio de al lado y comencé a meterme también mientras exhalaba el humo. – Vives por aquí?
– Para nada – Contestó. – Caminé bastate. Y ustede?
– Yo vivo relativamente cerca.
– Eso es genial, ya se dónde vive el pederasta de la escuela. – Lucy rió un poco. – La idea era no encontrarme con nadie, pero hayarlo a usted no se cómo me hace sentir.
– Bien, lo siento, tampoco era mi intención salir y encontrarme a una de mis alumnas a las dos de la mañana. Solo salí a fumar un poco, es relajante.
– Me da? – Ella señaló el cigarro con sus delgados dedos.
– Los menores de edad no deberían fumar- Conteste lanzando el humo en dirección contraria a ella.
– Tampoco deberían tener sexo con sus profesores. – Ella extendió la mano esperando a que lo pusiera en la suya. Yo solo resoplé y se lo entregué.
Ella lo giro entre sus dedos y lo puso en sus labios, inhalando profundamente. Después, la pequeña Lucy, comenzó a toser descontroladamente mientras me regresaba el cigarro y soltaba el humo.
– Tal vez no estés preparada para esto. – Dije mientras lo ponía en mi boca.
– Solo debo acostumbrarme… – Dijo ella mientras extendía la mano de nuevo.
Asi pasamos el rato, con Lucy acostumbrándose casa vez más al humo que bajaba por su garganta.
– Todavía no me dices que haces aquí. – Cuestioné mientras arrojaba la colilla al suelo y la pisaba.
– Problemas en casa. – Dijo ella, retirando su fleco y mostrandome un ojo amoratado.
La observé antentamente mientras acercaba mi mano a su mejilla. Lucy se acercó también, casi haciendo que nuestros rostros chocarán.
– No se ve tan mal. Sanaras pronto.
– No pensaba ir a la escuela de toda modos. – Nuestras respiraciónes se juntaban y el calor de sus rostro llegaba hasta el mío.
– Supongo que tampoco irás a casa.
– Quiere llevarme a la suya? Su esposa no sospecharía que la otra es una chica de esta edad.
– Vivo solo…
Ella permaneció en silencio un rato y cerró los ojos.
– Apesta a cigarro. – Dijo de repente.
– Tu también. – Contesté mientras la besaba en los labios.
El contacto de nuestras bocas fue apasionado, con las lenguas explorando el interior del otro. Intercambiando saliva con sabor a nicotina e invitando a las manos a acariciar el cuerpo del otro.
Comencé a subir su camisón, exponiendo sus delgadas, pálidas y sensuales piernas, pero ella se separó de mi y quitó mis manos.
– Que sucede? – Pregunté confundido, aún en trance.
– No podemos hacerlo. No aquí.
– Te da vergüenza? – Dije acercándome de nuevo a ella.
– Si, bastate… Que tal si alguien nos ve?
– Es muy noche, no hay posibilidad de que alguien pase.
Seguí retirando su prenda. Lucy estaba roja como un tomate, pero no sé resistió de nuevo.
Cuando retire el camisón me di cuenta de que debajo solo llevaba sus bragas, unas medias blancas y sus zapatos de la escuela, tal vez, los primeros que encontró antes de salir.
– Hace bastante frío. – Se quejó, tapando su pecho plano con sus manos. Disfruté de la vista por un rato, pero la poca luz que había me dificultaba apreciarla correctamente, así que la hice caminar hasta la luz que proyectaba un faro solitario en medio del parque.
– Híncate – Ordené.
Ella confundida, solamente asintió con la cabeza y se puso de rodillas ante mi.
Si un par de vueltas a su alrededor, analizando sus perfecto cuerpo con todo detalle. Sus pezones pequeños estaban enfurecidos debido al frío que sentía, sus caderas eran femeninas y su espalda pequeña. Sus bragas, con el dibujo de un osito, la hacían ver más inocente de lo que en realidad era está pequeña perrita.
– Es divertido exhibir como a una perra a su alumna que acaba de ser golpeada por su madre? – Dijo Lucy después de un largo rato en silencio.
– No lo sé, por mi parte, ya la tengo bastante dura.
Sus ojos se dirigieron al bulto que se formaba en mis pantalones y yo me acerque, poniendo mi cintura a la altura de su rostro. Ella, puso su mano sobre el y comenzó a acariciarlo lentamente.
Lucy lanzó una mirada furtiva hacia mi rostro, después, revisó en todas direcciones esperando no encontrar a algún espectador no deseado de nuestro espectáculo nocturno. Cómo era obvio, no había nadie cerca, así que bajó lentamente el cierre de mi pantalón y liberó mi pene de su prisión.
Como había dicho, ya estaba bastante dura y se balanceaba delante de mi alumna, la cual, lo tomó entre sus dos manos. La chica me dio otra mirada y después tragó saliva antes de sacar su lengua y pasarla por mi glande.
– No podemos ir a su casa? Esto es demasiado para mí…
– Así no sería divertido…
– Esto no es divertido de por si…
El aire estaba frío, pero entre ambos desprendiamos bastante calor. Lucy lamia la cabeza mi pene como si de un caramelo se tratace y miraba nerviosa hacia todos lados. Esto solo hacia que me excitara más, el solo echo de pensar en tener a mi alumna semidesnuda, de rodillas como una perrita obediente en un lugar público, en el cual, llegarían familias a pasar un buen rato dentro de unas horas me ponía al 100.
Lucy parecía estar emocionando se también ya que, dejó de lamer la cabeza y pasó a meterlo en su boca.
La boca de Lucy es pequeña, tanto que no puede albergar todos mi pene dentro, haciendo que rozará son sus dientes de vez en cuando, pero esto era algo sin importancia. La pequeña zorrita deseaba leche y trataba desesperadamente sacarla, lo más rápido posible, tal vez para no ser descubierta.
Su saliva estaba calientita y comenzaba a escurrir por su barbilla mientras trataba de meter más y más profundo mi pene en su boca. En las comisuras de sus labios comenzaban a formarse burbujas y en sus ojos, pequeñas lágrimas.
Con mi mano, trate de marcar un ritmo y así, conseguir llegar hasta su garganta. La sensación de querer correrme crecía más y más, haciendo que comenzará a mover.lis caderas también. Escuchaba a Lucy lanzar algunas arcadas cuando mi glande tocaba su uvula y sin previo aviso, solté toda mi carga de semen en lo más profundo de su garganta.
Lucy se alejó de un brinco y comenzó a toser de nuevo, mientras mi pene seguía lanzando chorros de semen sobre su cabello, cuerpo y rostro.
– Desgraciado… – Se quejó mientras tosía un poco más, retirando el semen de su mejilla.
– No deberias hablarle así a tus mayores Lucy, menos a tu profesor.
Ella seguía en el suelo, así que me acerque y quite sus zapatos de sus pies.
– Ahora tendrás que caminar sin ellos.
– Es alguna clase de fetiche? Recuerdo que tiene algo por los pies de menores de edad
– Es un castigo, por esos comentarios tan arrogantes.
Le di la mano y ella se puso de pie. Verla caminar sin ellos era gracioso, sus medias blancas comenzaban a ensuciarse y cada piedra o pequeña ramita hacían que Lucy diera un brinco. La llevé hasta otra parte del parque, un poco más escondida. La subí en uno de los juegos y comencé a acariciar sus costados, desde sus axilas hasta sus bragas, comenzando a bajarlas lentamente.
Acaricié sus nalgas y entre los labios de su vagina, estaba mojada, demasiado diría yo.
– Supongo que te gusta ser castigada, no? – Dije mientras llevaba mis dedos llenos de su néctar a mi boca.
– No es por eso…
– Entonces eres una patética exhibicionista…
– Deje de llamarme así… – Su frase fue interrumpida por un gemido que salió de su boca, al introducir mis dedos dentro de ella.
– Si haces tanto ruido alguien nos escuchará.
Comencé a mover mis dedos dentro de su vagina, haciéndola gemir y retorcerse, a pesar, de tapar su boca para que no nos escucharán. Jugar sin su vagina era divertido, pero también quería sentir algo de placer.
Acerque mi pene a ella y la penetré de una, sin decirle siquiera. Esto logró que la chica soltara un gemido sonoro, el cual, estoy seguro que escucharon todos los vecinos. Lucy, bastante apenada, cubrió su boca mientras la seguía penetrando, rápidamente. A mí no me importaba mucho, el sonido de nuestras pieles chocando sonaba más que el de los apagados gemidos de la niña.
Después de un rato, una luz se vio cerca, alguien había bajado a explorar, buscando que había sido el sonido de hace un rato. Lucy se petrifoco, pero seguía sin poder dejar de gemir.
– Hay que parar…por favor…- Susurró ella mientras la luz iluminaba sobre nuestras cabezas y se retiraba.
Yo, saque por completo sus pantis y de un movimiento las introduje en su boca.
– Tienes que guardar silencio…
Seguí penetrandola, su vagina era tan apretada y húmeda que no podía evitarlo. Las pantys sirvieron perfectamente para ahogar sus gemidos y los fluidos de su vagina ya se habían convinado con su saliva, empapando la prenda. Después, cuando la saliva era demasiada , comenzó a escurrir por su boca.
– De verdad pareces una perra así. – Dije en tono de burla. Lucy simple hizo como si lanzará un golpe hacia atrás, claro, sin llegar a pegarme.
La luz se había retirado y yo estaba a punto de correrme. No traté de aguantarme, simplemente, dejé salir todo dentro de su pequeño utero.
Me separé y metí mi pene dentro de mis pantalones de nuevo, observé a Lucy, la cual estaba tendida dentro del juego, con el semen empezando a escurrir por sus piernas.
Le di una vuelta al jugo para estar más cerca de sus rostro y saqué las pantys de su boca. Lucy dio una gran bocanada de aire y jadeó un poco.
– Ya no le contestarás así a tus mayores?
Dije arrojando lejos las pantys. Tal vez alguien las encuentre mañana y se sorprenda.
– Jodase. – Contestó la niña y ambos comenzamos a reír.
Lucy se colocó solo su camisón de nuevo y me siguió mientras me dirigia a mi casa.
– No me va a dar mis zapatos?
– Sigues sin aprender.
– Vamos, por favor…
– No. Es más, deberías regresar a casa.
– Cómo voy a irme sin zapatos? Mi vagina sigue llena, no puedo tomar un taxi o algo, sería vergonzoso. – Ella dando saltitos, se acercó y tomó mi brazo. – Además, no pienso regresar a casa.
Me detuve y la observé.
– Y que piensas hacer?
– No lo se, mi profesor me está secuestrado. Si tanto dice que soy una perra…
Llegamos hasta la puerta de mi casa y entramos…
Uff gracias por seguir mi sugerencia, disfrute cada detalle y esa adrenalina tan rica de poder ser descubierta y estar rojita por la pena de ser una perra exhibcionista. Que le esperara en la casa de su maestro? Sumisión total a cualquier porquería que le pidan hacer?
Solo diré que se van a divertir mucho