Mamá me pide un favor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Volvíamos de unas de las típicas cenas navideñas, concretamente ella venía de cenar con las amigas y yo con los compañeros de trabajo, ambos coincidimos llegando a casa y ninguno de los dos mostrábamos síntomas de estar ebrios, decidimos de esperar el uno al otro para acompañarlo así el corto camino que quedaba hasta llegar a casa.
Llegamos comentando nuestras cenas, entramos y sin mediar más palabra nos fuimos cada uno de nosotros a nuestra habitación para cambiarnos y ponernos cómodos.
Estando en mi habitación en calzoncillos oí que mi madre me llamaba y me pedía que la ayudase a desvestirse, dejé lo que estaba haciendo y fui a su habitación.
Llevaba puesto unos vaqueros muy ajustados y unos zapatos de tacon negros, me pidió que le ayudase a quitarse los zapatos y posteriormente los pantalones, puesto que le estaban muy ajustados y no le permitían agacharse con facilidad.
Se tumbó en la cama boca arriba y me dió sus pies, a medida que yo iba quitado sus zapatos, iba acariciando suavemente la planta de sus pies y esa sensación me encantó, no sabía la manera de poder acariciar más sus pies sin que resultase extraño.
Una vez quitado sus zapatos y sus vaqueros, comencé a caminar hacia la puerta para marcharme de la habitación, cuando de nuevo me llamó y me pidió que le masajeara los pies, dijo que venía muy cansada y le dolían los pies de los zapatos de tacón.
Entonces yo vi la oportunidad que deseaba, poder tocarle los pies sin que le resultase extraño y me puse a ello.
Tenía los pies cerca de mi cara y disfrutaba con cada caricia que le hacía, la miraba y veía como también ella disfrutaba e incluso diría que se excitaba.
El que no tardó en excitarse ante aquella situación fui yo y con ello vino una erección tremenda, la cual ella notó y empezó a juguetear con el pie que tenía libre llevándolo hacia mi cara, rozandolo por mi pecho, cara y boca hasta que me dijo:
-hijo, chupame los pies anda-
Yo, excitado a más no poder comencé a chuparle el pié que ella me puso en la boca y solté su otro pie de entre mis manos y me limité sólo a disfrutar de su tacto, sabor y olor.
Notaba como ella también se iba excitando y, a medida que iba excitandose iba bajando con el pie libre hasta llegar a mi polla.
Y allí detuvo su pié, empezó a masajearme la polla a través del calzoncillo mientras le chupaba los pies, y poco a poco intentaba sacarme la polla del calzoncillo con sus pies.
No lo consiguió.
Se incorporó en la cama, me miró y mientras se acercaba a mí a gatas me decía que ahora le tocaba a ella.
Yo, que no podía creer lo que estaba pasando quedé en shock, hasta que llegó a mí y me la sacó del pantalón.
Le llamó mucho la atención lo dura que estaba y no paraba de menearmela mientras lo decía, también decía que era preciosa y que iba a disfrutar mucho chupándola como a ella le gusta.
Se la metió en la boca y no para de mamarla, se la sacaba de la boca, se golpeaba con ella en todos sitios, boca, lengua, cara, labios.
Sin dejar de repetir cuánto le gusta y que tan dura estaba.
A mí me hacía disfrutar como nadie antes lo había hecho.
Llegó el momento de follara y lo pidió del mismo modo que pidió que le chupase los pies y me dispuse a ello, no sin antes comerle bien todo el coño y el culo, ella a cuatro y yo llevando mi lengua desde su coño hasta su culo.
Empecé a follarla a 4 y ella me dijo que cambiara y le diera por el culo, quería que le follara el culo y eso hice.
Al poco tiempo, cambiamos y se puso boca arriba y seguía dándolo por el culo, está vez mientras le chupaba los pies.
No iba a tardar mucho en correrme y se lo advertí, rápidamente me empujó con sus pies y me hizo correrme en sus plantas de los pies, haciendome después que le limpiara mi semen de sus pies con mi lengua.
Me dijo que la próxima vez me correría en su cara, y que lo haríamos muchas veces más, me dió un beso en la mejilla y se marchó de la habitación.
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