ME GUSTA EL CHUTO, PADRE FREDY, PERO ME DUELE EL TUYO ES MUY GRANDE. Por Putita Trav
Soy Juana, la loca o Joana, la crazy, para los que les gusta la parla extranja. Les traigo un relato de mis andanzas de putita que después de ser desvirgada por el padre Severino, entregué mi culo a cuanto fraile quiso hacerme la cola..
Soy Juana, la loca o Joana, la crazy, para los que les gusta la parla extranja.
Les traigo un relato de mis andanzas de putita que después de ser desvirgada por el padre Severino, entregué mi culo a cuanto fraile quiso hacerme la cola.
Padre Fredy, dame más fuerte. Méteme el chuto hasta las orejas. Ay, que rico tu pico. Ay, me haces gozar como una perra
Todo comienza una tarde en que después de la novena me confesaba con el cura que me tenía de perrita sumisa y que se deleitaba en realizar el servicio sexual que le pidiera el libidinoso sacerdote.
-Ave María purísima.
-Sin pecado concebida.
– Cuéntame tus pecados y si tu arrepentimiento es sincero, después de la penitencia, serás absuelto y no deberás volver a pecar.
No era el padre Severino. Pero ¿quién era el confesor entonces?
-Confiéseme, padre, que he pecado y estoy arrepentido.
-Bien, hijo. Escucho tus ofensas a nuestro señor.
-Es que me avergüenzo por lo que le confesaré.
-Estás ante dios todopoderoso y debes hablar conmigo para que pueda interceder por ti.
-Es que he vuelto a caer en tentación una y otra vez…
-Si no hablas en forma clara, no puedo entender. Dilo con confianza. Es un secreto que quedará entre tú y yo.
Me dispuse a contarle todo lo que ya sabía el padre Severino, pero que este cura ignoraba.
Empecé por decirle que era adicto al sexo y que me vestía con prendas femeninas porque me sentía hembra.
Incluso ahora vengo con una tanguita con hilo dental metido en mi rajita.
-¿Eres homosexual,hijo?
-Sí, padre. Me gustas los hombres de todas las edades y portes…
-De verga. Me interrumpió el cura.
-Perdona.
-Sí, padre. Le dije sorprendido por su inusual comentario.
-¿Desde cuando está en ese pecado nefando?
-Desde hace tres años
-¿Qué edad tienes ahora?
-Doce.
-¡Fuiste cogido a los 9 años, por dios!
-Sí, padre.
-¿Te violaron?
-No, padre. Yo quería saber qué se sentía ser cogido por una persona mayor porque en la escuela ya me habían practicado todo tipo de actos deshonestos…
-Ah.Y se puede saber quién fue esa persona…
-Un sacerdote, padre.
-Pero, como pudo pasar eso.
-Es que yo quería eso. Hice todo para que pasara. Al principio él no quería y solo me acariciaba sentado en sus rodillas, me pasaba las manos por las piernas, los muslos y después de un tiempo guiado por mí, por las nalgas…
-Continúa.
-Sentía mucha excitación cuando me acariciaba. Siempre muy reticente. Supongo que solo se masturbaba con el recuerdo de mi culito respingón cuyos cachetitos se asomaban por los pantalones cortos que me esmeraba en mostrarle…
– ¡Dios! Exclamó el sacerdote.
-Ya después de insinuarme de todas formas opté por tomar su mano y hacerla llegar hasta mi hoyito que dio un respingo cuando sintió sus dedos rozando la abertura. Un poco de presión y se abrió para que se metiera uno, dos y tres dedos en mi canal sediento…
Sentí un jadeo y la respiración entrecortada del cura.
Me asomé y vi al padre Fredy con la sotana arremangada y su erecta verga -impresionante garrote de algo más de 24 cm y muy gruesa- que masturbaba frenéticamente.
Abandoné mi lugar en el confesionario y me metí en el cubículo. Cerré la cortina y me dirigía mamar esa pichula que me apetecía desde que vi al cura por primera vez. Alto, fornido, de espaldas anchas y tez morena. Se contaban muchas anécdotas acerca de que había feligresas que alucinaban con ser cogidas por el no muy santo varón.
Tenía los ojos cerrados y solo dejó de masturbarse cuando mi boca y lengua empezaron a hacer su trabajo. Creí que con la descarga se terminaría esa sesión, sin embargo, me cogió de los hombros y me levantó como un muñeco y me sentó de golpe en su verga. Si no es porque me tapa la boca, el chillido que salió de mis entrañas habría sido escuchada aùn más lejos que el
tañido de las campanas llamando a los fieles.
Aunque ya mi culo estaba preparado por la cantidad de culiadas recibidas, solo la parte inicial puede abrirse sin drama ni dolor, pero pasado el segundo esfínter, si no hay dilatación previa el dolor es terrible e invalidante. Solo una avezado pedófilo sabe qué hacer en esos casos.
MI culiador lo sabía. Se detuvo en el sector de mi agujero que había sido abierto con el dolor y esperó. Mientras tanto me besaba la nuca y las orejas y su mano se dirigió a mi verga y empezó a menearla suavemente.
-Ya pasará, putita. Ese dolor se convertirá en mucho placer.
En verdad el maldito tenía toda la razón. Un par de minutos y sentí que su pene se adaptaba y mi canal anal se expandía.
Solo que no esperó a que la dilatación fuera “tipo parto” y empezó a cogerme con fuerza, furia y mucha prisa. El dolor volvió con intensidad, pero esta vez dio paso a un placer que solo las putas como yo sabemos que se siente cuando el ano es ensartado y cepillado por tremendas vergas.
-¡Ay, padre Fredy, me duele mucho. Mucho. Ay, Ay!
-¡No grites, carajo.¿Quieres que te lo saque, puta de mierda?
-Noooo. Pero hazlo un poco más suave o despacio. Yo te digo cuando me lo des fuerte…
-¡Calla, puta! Sé que te gusta el chuto y te lo voy a dar hasta que te deje el culo más abierto que la cueva del diablo!
-¡Oh, qué dice, padre!
-Tú, puta, me haces decir sandeces!
Siguió dándome verga por el culo, pero ahora estaba gozando de esa mezcla de dolor y placer asociados que son la fuente inagotable de lujuria.
¡Ahhhhh! Suspiros, gemidos. Padre Fredy, dame más fuerte. Méteme el chuto hasta las orejas. Ay, que rico tu pico. Ay, me haces gozar como una perra. Quiero que me des chuto todos los días. Culéame, padre Fredy. Tu pico me parte el culo, pero me gusta que lo partas. Hazme tu mujer. Quiero ser tu putita desde ahora…
El cura aceleró la frecuencia y la profundidad de su culiada y sentí que se engrosaba dentro del ano y soltó una serie de espasmos que llevaban el grumoso semen a mis entrañas.
Me desmonté y sentí con delicia como su leche caliente se escurría desde mi abierto poto por las piernas hasta llegar a piso de madera del confesionario.
Me subí los pantalones y el cura me dijo que él saldría primero y a una señal suya lo debería hacer yo.
Cuando ya iba a abandonar la iglesia, desde una columna sentí que me llamaba. Me acerqué y me cogió de un brazo y me dijo que no me dejaría ir, porque quería seguir culiándome. Yo protesté, pero sin mucha insistencia.
Me llevó hasta su dormitorio y cerró la puerta…
Pero esa es una historia que les contaré más adelante y con otros personajes de la curia.
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Como lo prometido es deuda, acá les traigo otro testimonio de cómo me hice adicto o adicta a la verga o chuto.
Dejen sus comentarios y valoraciones acá quienes quieran contarme su historia o preguntarme lo que deseen, les dejo mi mail. [email protected]
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La sorpresa que me esperaba en el dormitorio del padre Fredy fue una de las mejores gang bang que dieron bueno a esa edad de pollo tierno y habituado ya a recibr verga por su elástico culito.