ME GUSTA EL CHUTO Y TODO LO QUE SEA DARME PLACER POR EL CULO.(II) Por Putita Trav
Soy Juana, La Loca y mi nombre de batalla es Putita trav. Aunque en un reciente remember con Mike, me bautizó como Juana cubana- Les contaré lo que ha sido desde que me metieron el chuto en mi estrecho y aún no abierto culo. Una vez que me lo abrieron lo convirtieron en un pasadizo en el que cualq.
Ya les hablé largamente de mis inicios con el cura que me señaló el camino cuando me sedujo con regalos y remilgos hasta ponerme en cuatro y hacerme ver elefantes rosados y dinosaurios amarillos con su gorda y larga verga 24/7.
Acá quiero contarle la diferencia entre culiar y «hacer el amor». ¿Es posible el amor entre hombres como el que conocemos? Bueno, acá les dejo mis vivencias.
Abierto y sanado mi estrecho poto se agrandó y dilató cada vez que me tocaban las tetillas o mi pequeño pene. Aprendí a mamar como una profesional. El culo no se escapaba de mi actitud lamedora. Si bien no todo era limpieza, conocñi vergas con quesillo y culos chocolatados
, pero con los aromas de la cannabis a la que me había vuelto asiduo aunque no adicto, porque solo la usaba para culiar, podía hacer cualquier cosa que a veces en estado normal, nadie se atrevería a hacer.
Aprendi a disfrutar de las corridas en la cara en el pecho, en el abdomen y las más deliciosas en la entrada de mi sediento culo. Me gusta ahora que me orinen. El meado caliente en mi ano, perineo o pene, me pone a mil por hora y ya se desata la puta que vive oculta en mí y me posee al punto de que solo dándome chuto se atenñua, cuando no, se exalta a punto de perder toda noción de la realidad.
En este punto ya estarán diciendo: La weona loca. Y sí es esa la razón de por qúe Juana y loca van juntas.
Quiero contarles a ustedes, mis calientes y morbosos lectores cuando me enamoré de un varón que me dio ocho horas de su vida en dos tardes en que me puso de todas formas para meterme su chuto. El más grande que he tenidp en mi ratonera.
Vivía en un pueblo cercano y vino a verme esos dos días. La primera vez nos encontramos en la plaza, después de saludarme me preguntó: ¿Muy grande? Era un ejemplar de hombre musculoso, de cara muy agradable, espaldas anchas, de 1,90 más o menos. Mi respuesta fue: En la cama somos del mismo porte. Un amplia sonrisa me dejó ver su dentadura alba.
Llegamos a la morada. Nos sentamos en el sillón y me subí en sus piernas. Empezamos a besarnos ya desprendernos de la ropa que nos molestaba. Rápidamente me despojé de los pantalones y quedé con la tanguita restregándome en su bulto viril. Fui poniendo demasiado ímpetu en mis movimientos previos a lo que sería una tremenda penetración. Esto porque el bulto que se evidenciaba era muy voluminoso.
Lo malo fue que el sillón no resistió el peso de ambos y una de las patas cedió y decidimos irnos al dormitorio. Ya estábamos desnudos y extraje un condón de la caja que siempre guardaba y empecé a mamarle la verga e intenté ponerle el preservativo, pero solo le cubrió la cabeza del pene. Un momento de duda, pero ante tremendo chuto, no me quedo más remedio que degustarlo sin la goma.
Me puse en cuatro y sentí un estremecimiento provocado por su lengua que jugueteaba con mi ávido agujero. Después de introducir uno, dos y tres dedos, puso la punta de su verga en mi poto.
La forma de su pico era delgada en la punta pero se iba engrosando hasta un tamaño impresionante en la base. Por tanto, no fue problema meter la punta que fue rápidamente absorbida por mi flor. Un par de punzadas y sentí que me partían en dos. La mitad ya había provocado un posible desgarro de mi esfínter. Sin embargo, estaba dispuesto a soportar todo ese dolor para poder gozar a plenitud y convertirme en mujer, puta, perra de mi macho.
Continuó su penetración hasta que llegó al final del recorrido, pero la base solo quedó fuera de mu puto culo. Cuando lo sacó, me abrió las nalgas y me dijo:
-Se le salió el poito.
Corrí al baño. Miré mi poto y un hilo de sangre revuelta con semen salió y se deslizó por mis piernas. Me lavé y me puse gel lubricante y volvi al dormitorio.
-¿Le duele mucho?
-No, solo es un poco de sangre, porque tu chuto es muy grande y me sacaste el ano afuera.
-¿Qué hacemos?
– Mételo de nuevo y si se me sale el potito, me lo metes con tu chuto.
-Jajajajaja
Volvimos a lo nuestro. Esta vez casi todo su pene fue engullido por mi adolorido, pero excitado agujero.
Para mi recuerdo, me dejó varias imágenes de la cogida en que mi culo se ve abierto al máximo y la gruesa base que quedaba fuera.
Nos despedimos con los besos más ardientes que haya dado a nadie. Me abrazaba y nuestras lenguas se trenzaban en una trama sensual que me hacía palpitar no solo el corazón sino mi culo que ya echaba de menos ser sometido.
La segunda tarde fue una feroz cogida de principio a fin. Ya no sangré sino que mi culo se apropió de esa deliciosa pichula y la aprisionó sin dejar escapar ni una gota de su leche que vertió en varias ocasiones.
Hoy recuerdo a Alex y con gran emoción reconozco que fue el primer y único amor homosexual con el que me convertiría en su hembra, su mujer, su perra… Solo a él le sería fiel…
Los demás, solo son aves pasajeras que pueden cogerme y descargarse en mi culo, pero sin sentimiento que no sea solo calentura.
Mis piernas sienten el desborde cuando el pene sale dejando mi hoyo abierto y vacío. Esa sensación de ser usado y servir de receptáculo de la ávida lujuria del macho es la que busco en las decenas de chutos que han pasado por mi puto culo. Algunos sin dejar huella, pero otros me lo abrieron y hasta rasgaron para mezclar el semen, el sudor y la sangre… Y el deseo de ser culiado, sometido, azotado, meado…
Pero no el sentimiento que Alex, no solo me culió, sino que “me hizo el amor”.
Mis queridos lectores, ahora saben la causa de mi gusto por el chuto y el placer que me provoca la sodomización.
(CONTINUARÁ)
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