ME GUSTA EL CHUTO Y TODO LO QUE SEA DARME PLACER POR EL CULO.(III) Por Putita Trav
Soy Juana, La Loca o recientemente apodada Juana Cubana por mi más reciente culiador, aunque me conocerán mejor si me identifico como Putita Trav. En efecto, prometí contarles todo lo que me aconteció cuando descubrí la fascinación por el miembro viril, conocido como pene o falo por los académicos d.
Soy Juana, La Loca o recientemente apodada Juana Cubana por mi más reciente culiador, aunque me conocerán mejor si me identifico como Putita Trav.
En efecto, prometí contarles todo lo que me aconteció cuando descubrí la fascinación por el miembro viril, conocido como pene o falo por los académicos del sexo, y con cientos de otros nombres populares que van desde pinga, verga, paloma, pico, güevo, machete, manguera, palo, garrote, pija, pipi, pito, polla, etcétera. En el ámbito en que presto el culo lo hemos dado en llamar chuto. No solo me gusta el chuto sino que me gusta como nombre del órgano sexual masculino.
He recibido innumerables respuestas de mis calientes lectores que me señalan cuáles de mis andanzas los han hecho abrirse la cremallera, sacar el pene y proceder a masturbarlo hasta escupir sus ganas lujuriosas de coger o ser cogidos.
Uno de estos comentarios se refiere al relato de como convertí en putita trav, o intenté hacerlo, a mi primo Carlitos. Recuerden que ya había sido seducido, usado y abusado con pleno consentimiento de mi parte por el cura. En efecto, aprendí a nalguear para elevar la temperatura del deseo con esa simple y trasgresora caricia de nalgas, prolongada hasta que el sujeto se iba haciendo a la idea de lo que vendría y por esa razón cuando mi dedo medio rozó el ano, se abrió y se convertió en flor carnívora que lo engulló hasta desaparecer en ese estrecho pasadizo anhelante.
Lo que había ocurrido después fue que enjaboné ese culito y mi pija y procedí a ejecutar la libidinosa acción de quitarle el virgo de su potito a mi primo. El dolor que debió sentir se expresó en un alarido que me heló todo incluso mi rígida pichula.
Recuerden que para concretar mis planes de gozar ese albo culito de hoyito rosado, le propuse que él me culiara para que constatara que después de la primera vez desaparecía el dolor y solo venía el placer. Le demostraría que el cura me había hecho sufrir ese dolor inicial, pero que ahora disfrutaba de comer verga con goce extremo.
Lo que iba a ser la iniciación como activo de mi primo y que yo disfrutaría esa sodomización, fue interrumpida, abortada, por una molesta doméstica que nos sacó de la pieza en que nos habíamos encerrado.
Lo que vino después es una tragedia que ocurrió en un sector del territorio de mi país en que murió mi primo, sus hermanas y la mamá. Solo se salvó uno de mis primos que estudiaba en la capital y el que seguía Carlitos, Monchi, que fue rescatado desde los escombros de la casa destruida.
Después de algunos años, me encontré con Monchi en la capital en casa de mis abuelos paternos. Estuvimos conversando de lo ocurrido y cuando le pregunté por Carlitos y cómo había sido su vida, Monchi me dijo que tenía que contarme algo muy importante, pero que debía ser en la noche. Compartiríamos la pieza e incluso la cama. De modo que el día y la tarde se fue yendo y la noche ya entrada nos fuimos a la recámara.
-Bueno, Monchi. Quiero saber qué fue de la vida de Carlitos.
-De verdad ¿quieres saberlo?
-Por supuesto. Carlitos era mi primo preferido… Un violento puñetazo me hizo encogerme de dolor.
-¿Qué te pasa, huevón? Le dije, mientras me sobaba la quijada.
– Ahora vai a saber lo que fue la vida de Carlitos y la promesa que le hice.
La verdad es que no sabía exactamente lo que Monchi quería decir, pero poco a poco fui dándome cuenta de que Carlitos le había contado lo que habíamos hecho, o mejor lo que yo le había hecho.
Monchi empezó por decirme que Carlitos había cambiado mucho y que lo sorprendió cuando en las noches salía vestido de mujer y frecuentaba los bares y tabernas en que era conocido como Carla.
El resto era una serie de episodios que se traducía en la misma rutina. Se embriagaba, bailaba y se dejaba coger en los tugurios. Esa era su obsesión. Ser culiado por desconocidos en los servicios higiénicos. Nunca fue a un motel, o en los callejones en que se reunían a culiar los travestis y las putas. No era mamador ni dejaba que le mamaran la pija o el culo. Solo aceptaba ser culiado sin protección hasta recibir el semen dentro de su poto.
No era uno, ni dos, sino a veces seis o más los que se lo culiaban en los baños hasta dejarlo casi inconsciente cubierto de semen y orines. Le había tocado llevarlo a la casa varias veces.
-¿Ahora te dai cuenta de la bronca contigo, huevón?
-Lo siento, Monchi. Eramos unos chiquillos en ese tiempo…
– No, po, huevón. Carlitos era chico, pero tú ya eras grande. Me contó que te lo culiaste en el baño y lo dejaste con ese dolor y ese estigma.
Me vino a la mente esa escena.
-Le hice una promesa a Carlitos.
– Dime. ¿Tiene que ver conmigo?
-Sí. Y eso es lo que va a ocurrir ahora. Monchi me sujetó los brazos en la espalda y me colocó las esposas que siempre llevaba. Se había convertido en policía y su especialidad era precisamente los delitos de carácter sexual.
Quedé boca abajo en la cama con la cara en la almohada. Siento que me desprende el pantalón y los bóxer y me deja con el culo al aire. Intuyo lo que vendrá.
-Acuérdate de lo que le ofreciste a Carlitos como reparación.
-Sí, le ofrecí que me culiara…
-Pero no cumpliste.
-No fue mi culpa. Fuimos interrumpidos por la Fermina.
-Esa fue tu excusa, pero después podías haber dejado que Carlitos tuviera tu culo.
-No hubo tiempo. Se acabaron las vacaciones…
– Para eso siempre hay tiempo. No quisiste darle esa satisfacción. Pero ahora vas a saber como le cumplo la promesa.
-¿?
-Ponte en cuatro y levanta el culo.
Monchi se acercó, me abrió las nalgas y me vio el agujero cerrado de mi ano.
La punta de su pene rozó el punto sensible de mi poto que se contrajo involuntariamente.
Contra todo pronóstico, no sentí deseos de ser culiado y menos por ese garrote que pude observar y luego constatar porque solo la cabeza tenía dimensiones poco comunes.
Sin lubricar ni dilatar previamente, Monchi me dejo ir la verga hasta lo que pudo ser solo la mitad de su miembro.
Sentí un fuerte desgarro que me dio la sensación de ser rasgado… Creo que cuando la verga fue ingresada hasta el fondo de mi culo, sufrí un desmayo inicial.
Cuando recobré la conciencia Monchi me metía y sacaba el chuto desde fuera hasta el final. Sentía sus cojones golpear mis nalgas. Solo tuve respiro cuando por la descarga de semen supe que el suplicio concluiría en breve…
Craso error. Una vez concluido el coito anal, sentí que la mano enguantada de mi primo se introducía hasta que el puño desaparecía dentro de mi adolorido canal. Sentí que había llegado a la muñeca porque disminuyó el grosor del invasor…
Un par de horas calculo que duró el tormento.
No supe de mí, hasta la mañana en que golpearon la puerta de la habitación para avisar que estaba listo el desayuno…
Estimados seguidores: si bien este relato deja abierta la posibilidad de que no todo es goce y placer, también el dolor puede llegar a extremos que no son agradables y que necesitan mucho tiempo para digerirlos y más aún desearlos.
Ahora saben la causa de mi gusto por el chuto y el placer que me provoca la sodomización. Aunque a veces es solo dolor, humillación… Pero como alguien dijo: no hay maricón arrepentido. Solo culos adoloridos.
(CONTINUARÁ)
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Sepan que hay diferencias entre culiar y hacer el amor: en el enlace sabrán eso.
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/fetichismo/me-gusta-el-chuto-y-todo-lo-que-sea-darme-placer-por-el-culo-ii-por-putita-trav/
Dejo acá el enlace de la parte II en que no me culean ni me violan, sino que me hacen el amor.