METAMORFOSIS 255
Avioncito.
La puerta de aquella habitación se abre lentamente, la manito que la mueve estaba muy temblorosa, se notaba el tragar saliva por esa garganta con manzana de Adán también temblorosa, veía en su delante el movimiento de la puerta, ese movimiento lento, ese movimiento que le era muy atrayente pues se imaginaba quien estaba detrás y al que pronto se descubriría aquella presencia en su delante, no se equivocaba, al abrirse la puerta se notaba la presencia de ese niño precioso, a lo lejos se escuchaba la algarabía de los infantes, el niño se había enterado de aquella insinuación de visita, las manitos se deslizaban por la hoja de la puerta, un leve gesto de orden emitió aquel hombre, fue suficiente para que el niño lo entendiese, cerró la puerta con seguro, se acercó, se dejaba manosear con sutileza, estaba a allí ante su voluntad y también la de aquel hombre, la mano rozaba las mejillas, un dedo rozaba las cejas llegando a los labios, eran rojizos, eran bien definidos, eran bien carnudos, tal y como a ese hombre le gustaba, de sus labios salió un suspiro, luego otro y otro, vio que una mano se ponía detrás, sintió que se metía por su short deportivo, el roce de manos en la piel del culito hizo que vieran el penecito que se hacía erecto tras moverse dentro de la tela, sonrieron, “¡mira, se te paró!” “¡a ver!” se deslizó el short “¡uuyy!” “¡está hermoso!” “¡mira!” los ojos del niño miraban su pene tieso, se limitaba a verlo, “¡está precioso!” “¡precioso!” “¡muy precioso!” el elástico hizo que el short vuelva a su sitio cubriendo el penecito pero eso no dejaba de verle erecto tras la tela, “¡viniste a jugar!” “¿verdad?” el niño de ocho años se puso cabizbajo, la mano del hombre acariciaba el pelo, “¡ven!” “¡acuéstate conmigo!” lentamente se sacó las sandalias que llevaba puesta, aún el short estaba húmedo y en parte también la remera que llevaba puesta, no importaba que se meta en las sábanas a acostarse junto a ese hombre, le abrazó por detrás así acostados uniendo los cuerpos y en que le besaba el pelo en repetidas ocasiones mostrándose lo deseoso de quererle coger, así aferrado piel a piel le decía al oído “¡eres muy lindo!” “¿lo sabías?” la nariz del hombre rozaba el pelo oliéndole, “¡quisiera tenerte siempre así!” “¡todos los días!” “¡sentirte que eres mío!” “¡sólo mío!” vinieron los pases de lengua deslizada en el cuello, así le dejaba impregnada la saliva en la piel “¡me gustas mucho!” “¡mucho!”, “¡quiero amarte!” “¡amarte!” “¡quiero me sientas como yo a ti, mi tesoro!” “¡eres mi tesoro!” esas afirmaciones contundentes las decía cerrando los ojos, “¡me gusta sentir tu piel!” “¡tu maravillosa piel!”, dentro de las sábanas las manos del clérigo deslizaban el short húmedo del niño, los dedos lascivos del adulto rozaban el culito del pequeño, ya sentía para ese momento detrás de su culito ese bulto de pene rozándole suavemente, entrelazaron las manos y unieron las mejillas, el pecho del hombre estaba de perfil sobre la espalda del niño, le decía al oído, “¡viniste!” “¡eso es lo que importa!” “¡te gusta que te lo meta!” “¿es así?” “¡te gusta tenerlo adentro!” el nene sentía el roce del pene erecto en su culito, en sus adentros el niño decía que era eso pero más era que al entregarse a ese clérigo sus notas aumentarían para su ego de ser el mejor de la clase ya que en las últimas semanas había bajado, se le consideraba siempre un niño destacado pero ese clérigo siempre con sutileza bajaba el promedio para llegar a lo que ahora estaban haciendo, el motivo de haber bajado el rendimiento se debía a que su padre el hijo del militar asesinado ya no daba mucho interés a su familia y se notaba tratos inadecuados, ni sus notas le contentaban o le hacían feliz como antes, el cariño hacia él había disminuido drásticamente, en verdad aquel precioso niño de ocho años tenía fragilidad de carácter y era muy susceptible, tanto así que cayó en las redes de ese clérigo a quien le entregó su virginidad hace tiempo, tenía una dependencia que se fue incrementando, como lo había dicho el clérigo, ahora sentía ser amado pero también a cambio reconocido con adecuadas calificaciones que lo mantuviesen como un destacado estudiante en aquel internado prestigioso de religiosos, “¡ahora ven!” “¡siéntate!” el clérigo quedó acostado en la cama mientras el pequeño se sentaba en la pelvis del hombre, le acomodó en esa postura tomándole con las manos de la cintura, “¡oohh!” “¡noo!” “¡me va a doler!”, el clérigo le acariciaba los bracitos, “¡no te va a pasar feo!” el niño mostraba angustia en su rostro “¡no!” “¡no!” “¡la última vez me dolió!” “¡mucho!” el hombre seguí acariciando los bracitos para relajarle, “¡tranquilo!” “¡ven!” el niño mostraba recelo en su rostro, “¡no!” “¡me va a doler!” “¡así no!” “¡así no!” el clérigo acariciaba el pecho el abdomen del niño rozando sus manos por esa suave y rojiza piel, “¡espérate!” “¡te pondré bien!” “¡tranquilo que te lo haré despacio!” “¡quiero que mes des tu culito!” “¡tu rico huequito!” le seguía acariciando para calmarle, “¡tengo miedo!” “¡me va a doler mucho!” y sus temores no eran para menos pues reconocía que el grueso glande del pene y ese tronco alargado hacían furor en el potito, “¡tranquilo, te lo haré despacio!” “¡así no te duele!” el niño mostraba sus manos temblorosas al aferrarse a los brazos del hombre que lo sostenía para que su pene roce el culito, lentamente se iba sentando sobre ese pene, el glande rozaba el ano, “¡aahh!”, “¡tranquilo, no pasa nada!” “¡tranquilo!” “¡aaahhh!” el niño exclamaba y bufaba, “¡aahhh!” “¡mmeee!” “¡dduuueeelllee!” ya para ese momento el pene había entrado un poco, se sentía el latir del culito, el único líquido que lubricaba aquello era el preseminal salido del glande del clérigo, “¡estate quieto!” “¡quieto!” lo sostuvo al niño con mucha firmeza de las caderas, “¡ya casi está!” “¡ya casi está!”, “¡aaahhh!” “¡yyaaaa!” “¡yyaaaa!” “¡yyaaa!” el clérigo lo seguía sosteniendo hasta que de un templón “¡aaayyy!” “¡aahhh!” “¡aaayyy!” “¡yaaa!” “¡yaaa!” “¡por favor!” “¡yaaaa!” “¡me duele!” de pronto dejó de gemir, se sobresaltó cuando sintió que del pene salía semen hacia su culito, allí quedó sentado con todo el pene adentro, no se movieron ambos, el nene temblaba, no era para menos tener el erecto pene todo dentro de su culito, acostado le miraba ese hermoso rostro, “¡no has perdido tu belleza!” “¡mi pequeño Abner!” lentamente se fue apartando de ese culito precioso, el clérigo se sentó en el extremo de la cama, el niño obediente puso el recipiente con agua debajo del pene y sus manitos pasaban por ese tronco de pene que le había hecho furor en su culito tierno desvirgado, el clérigo estaba muy feliz de ver la sumisión del pequeño en cuclillas a ya limpiarle su parte intima, le acariciaba el pelo con una sonrisa como gesto de agradecimiento, “¡te pondré de monaguillo para las próximas acciones!”, el niño sonrió ampliamente, había conseguido algo más, la bondad del clérigo, “¡en estos días diré que te hagan la ropa!” “¡le llevaré las medidas para que te lo confecciones!” el niño brincaba de gusto viéndose el agitar del pene y sus testículos, “¡sólo que mi querido Abner hagas lo que te digo!” el niño asentía, estaba muy feliz de aquella noticia, vio que la mano del clérigo acariciaba el pelo haciendo que el rostro de Abner se acerque a la pelvis, “¡bésamelo!” “¡anda Abner!” “¡bésamelo!” “¡bésamelo!” así lo hizo, los labios rojizos se deslizaban sobre la piel del tronco del pene y cuando llegaron al glande los labios se abrieron recibiendo en el interior de la boca parte de ese erecto pene, “¡así me gustas!” “¡así quisiera tenerte todos los días!”, la lengua pasaba por debajo de los testículos, es aparte no estaba afeitada completamente así que uno u otro pelito se quedaba dentro de la boca de aquel hermoso niño de ochos, esa era la forma en la que el pequeño niño decidió escalar posiciones para ser el mejor en su clase y así en algo agradar más a su madre que desde que nació le ha brindado muchos cuidados por ser el primogénito varón, aquel que gobierne como único hijo en ese hogar, desde lejos los ruidos infantiles se incrementaban mayormente, era el momento de retirarse, el clérigo con sabana en mano rodeándola en la cadera se sentó sobre un simple escritorio sacando de la gaveta aquella boleta tan apreciada por el niño, a puño y letra el clérigo ponía las más altas calificaciones a Abner Heriberto Alpizar, “¡listo!” “¡ya sabes cuánto tienes!” “¡cuando vengan tus padres se la entrego!” el niño se puso cabizbajo diciendo que sólo vendrá su madre a recogerla, el clérigo se acercó para acariciarle el pelo y las mejillas “¡lo mereces por ser un niño bueno!” los dedos gruesos gordos de las manos apretaron la piel de la mejilla sutilmente en señal de cariño y admiración del clérigo Fermín para con ese hermoso niño, lentamente se puso el short y fue ayudado a ponerse la remera, sus pies con dedos alargados se metían en las sandalias, “¡tienes unos pies bien hermosos!” “¿lo sabías?” el nene sonrió, “¡me gustan mucho!” “¡son lindos!” “¿te acuerdas aquella vez que los roce en mi culo?” Abner sonreía cabizbajo de súbito al niño le dio una palmada en el traserito en señal de que se retirase de la habitación, en parte el niño salió feliz al saber las calificaciones que tendría, aunque caminaba lento con molestias de irritabilidad en su culito no se podía disimular en su rostro la alegría de lo obtenido, iba rascándose el culito, se arrimó a un apartado rincón para meterse el dedo al culo y al sacarlo para olerlo ya se imaginaba ese olor a semen, debería ir al baño de inmediato a sentarse o acuclillarse y lavarse el culito con agua así como le había limpiado a Fermín, así que en su camino al baño vio a algunos niños jugando a lo lejos, estaba solitario el lugar en el que entró presuroso al cubículo a asearse con papel, escuchó por fuera algunas voces de niños pequeños que entraban al baño, de entre ellas había una muy conocida que venía del cubículo de al lado, se paró en el inodoro con la intención de subirse a ver con cuidado de no ser visto, fue así que lo vio al pequeño que estaba como sándwich entre dos niños de su edad metidos en ese cubículo del baño, uno lo abrazaba de frente y otro lo abrazaba por detrás, en ambos casos movían las caderas de forma sexual, vio los shorts al piso y los penes que se rozaban y por otra parte se vio al niño que estaba abrazado por detrás que le rozaba el pene en el culito de su amiguito, para sorpresa de Abner vio a uno de esos niños que se sentaba en el inodoro y lo sentaba a su amiguito entre sus piernas así el amiguito de Abner saltaba como cabalgando siendo sostenida las caderas por las manitos del niño sentado, vio al otro que se alzaba la remerita sujetándole con la barbilla, así el penecito tieso rozaba los labios, de pronto el niño abrió la boca metiéndose parte del penecito para chuparle y mamarle, el penecito salía humedecido de saliva, todo eso que vio Abner lo llenaba de risa, ver a su amiguito haciendo poses que los mayores lo hacen, ya pasado un tiempo el amiguito de Abner unió los pechos con el que estaba sentado que lo agarraba de los hombros para que el otro niño lo tomase de la cintura haciendo que el penecito roce el culito descubierto de aquel precioso nene, lentamente la carita del pequeño fue bajando por el pecho del amiguito que estaba sentado, estaba sintiendo los roces del pene en su culito y se movía adelante y atrás de acuerdo al movimiento de caderas, así agachado y sujeto ese nene recibía pene en el culito, tras un instante se pusieron en pie y se abrazaron ahora el niño recibía los roces en su penecito de su otro amiguito y así el otro le rozaba el culito haciendo intercambio, Abner gozaba viéndoles en esa postura, al rato los niños tomaron sus shorts arreglándolos y saliendo rápidamente de a uno así disimulando su estado de lugar, al salir Abner con su culo latiendo todavía tras recibir las embestidas del pene del clérigo Fermín vio a su amiguito sentado pensativo cerca de una jardinera de muchas flores multicolores, sus deditos rozaban las rejas, estaba sentado con su carita apoyada en las rodillas que estaban bien unidas, se sentó junto a él viéndole las manitos que se deslizaban ahora por la tierra húmeda, alzó la cara y vio a lo lejos a los dos niños con otro jugando a elevar un papalote, le preguntó a qué se debe su pena y él le contesto a que esos niños a los que señalaba le habían prometido jugar con el papalote pero no cumplieron con la promesa, Abner se imaginaba de lo que se trataba, pensó que a cambio de que su amiguito hiciera el “jueguito” con ellos le permitirían jugar con el papalote pero seguramente el otro niño más grande no lo permitió, Abner se puso en pie acariciándole el pelo a su amiguito retirándose sin decir palabra alguna, fue hacia el niño grande que estaba volando el papalote pidiéndole que le permitiese jugar a su amiguito al que lo señalaba allá sentado pero este niño se negó y con risa burlona dijo que no había cumplido la promesa de haber hecho una “penitencia” para estar luego volando el papalote, Abner le pidió por segunda vez que le permitiese jugara a su amiguito pero el niño de nuevo se negó ahora con frases nocivas e impublicables a lo que Abner respondió con dos fuertes golpes en el rostro del niño tumbándole al suelo, los otros dos niños más pequeños de inmediato tomaron la cuerda del papalote evitando que el viento se lo llevase, corrieron presurosos para que Abner no les haga daño, así que el nieto del militar asesinado fue a sentarse junto a su amiguito que había visto todo y se puso cabizbajo cuando sintió el brazo que le rodeaba el hombro, tiempo después los dos corrían por el amplio jardín del internado, desde lejos la figura de Fermín se mostraba arrimada discretamente sobre al ventana, se manoseaba el pene vestido, sus rostro mostraba gran satisfacción de haberse comido el culito de ese niño de ocho años, giró dando unos pasos yendo a sentarse en el extremo de la cama, vio una mancha de semen en la tela, quiso sacarla de la cama pero de inmediato escuchó el chirrido de la bisagra de la puerta, unas manitos aparecieron en el borde de la puerta para luego al abrirse más poder descubrirse el rostro del pequeño que había estado junto a Abner, vio el rostro con timidez del pequeño, “¿quieres decirme algo?” “¿quieres confesarme algo?” el niño movió su carita afirmativamente estando cabizbajo, “¡ven!” “¡acércate!” le abrazó acariciándole los hombros y besándole el pelo “¡mi pequeño!” el clérigo se acuclilló delante del pequeño uniendo las frentes luego fue por las mejillas, en tono amoroso le decía que él era su orgullo en la clase y que lamentaba que últimamente volviese a tener bajas notas, alguna vez tiempo atrás le preguntó el motivo y la respuesta del niño fue que en ese entonces sus padres mucho peleaban y a él eso le entristecía mucho, a veces los fines de semana compartía los paseos y diversiones sólo con uno de ellos de forma alternada, no se soportaban estando juntos, tiempo después se divorciaron quedando él como hijo único de la pareja, ahora la madre anda de noviazgo con otro hombre y fue en ese momento que el clérigo Fermín se enteró de boca del niño de aquellos “juegos” que le hacía su padrastro, para el clérigo eso fue una salida provechosa para decirle al niño que aquello eran sólo “juegos” de personas que quieren demostrar su “cariño de esa forma”, le dijo eso para hacerle lo mismo que le hacía el padrastro, así lograba tenerlo de parte; en la actualidad Fermín acariciaba el rostro del pequeño que nuevamente estaba triste y había bajado sus notas, le preguntó el motivo diciéndole que era su padrastro que le pegaba muy duro cuando se negaba a “jugar” con él, el clérigo con total desparpajo le dijo que eso no era malo de que se deje acariciar y tocar, el niño movió cabizbajo la carita en forma negativa diciendo que a veces cuando su madre no estaba en casa el padrastro lo llevaba al baño para “mostrarse lo macho” allí desnudos se rozaban los “pajaritos” y le pasaba la lengua por las “bolitas” y cuando lo llevaba marcado a la cama lo acostaba desnudo y luego sentía algo detrás de su culito y luego en su espalda se deslizaba un líquido que él lo limpiaba con papel, luego lo sentaba abierto de piernas y le chupaba el pajarito, los dedos lo estiraban, se sentía rico le decía el niño al clérigo, le hacía sentir bien, “¿o sea que ahora te gusta eso, mi pequeño?” el niño lo afirmaba con su carita, ahora hace poco se dejó hacer con sus compañeritos, el clérigo se asombró “¿me puedes decir cuáles son?” el niño se quedó callado, “¡está bien!” “¡está bien!” “¡no lo digas!” le acarició el pelo, “¡continúa!” el niño le confesaba que eso de “jugar a lo macho” le estaba gustando, su padrino le quitaba los temores pues lo hacía con cosquillas, hizo una pausa y le dijo al clérigo con tristeza “pero hace algunas semanas fue algo nuevo que me gustó”, animándole para que continúe con su relato le acariciaba el pelo, le dijo que estando con él en la casa le habló al oído diciéndole que le tendría un regalo pero si se portaba bien, se trataba de un avioncito, para ese momento estaba un poco salido de la resaca de la fiesta de la noche anterior, caminaba en trusa mostrándose el bulto del pene erecto, ahora el padrastro en pie le dijo al niño que le baje la trusa con los dientes para empezar a “jugar a lo macho” y así ir ganado terreno para conseguir el avioncito de moda, con cierta dificultad los dientes del pequeño iban bajando la trusa hasta que llegó a los tobillos alzando los pies descalzos para liberarse de esa prenda, lo marcó abrazándole diciéndole lo bien que lo había hecho, el padrastro se acostaba en la cama mostrándose ese pene como mástil, el clérigo tragaba saliva escuchándole el relato de ese niño a quien le tenía mucha confianza; de inmediato hubo una interrupción pues Abner llegaba con otro amiguito de cinco años, el clérigo Fermín les hizo señas para que lo esperen en aquel lugar indicado, obedientes salieron del cuarto, el pequeño continuó con el relato diciendo que el padrino le dijo que acerque su boca al pene, le dijo al clérigo que el glande del padrino rozaba los labios, tembloroso por ser la primera vez abrió la boca y sintió ese olor raro en su cavidad bucal, al sacarlo quedó aquella sensación de roce en su paladar ya que tosía, el padrastro le dijo que se acueste, ahora aquel hombre estaba sentado sobre el niño diciéndole que abra la boca y así en algo de su cuerpo inclinado movía las caderas introduciéndole el pene en su boca, el niño le dijo al clérigo que volvía a toser y allí paraba un poco aquello, luego se paraban, el padrastro lo abrazaba por detrás inclinándose un poco para rozarle el pene por el potito, lo marcaba llevándole a recostar al extremo de la cama y allí sentía que le pene le incomodaba en el agujerito, el clérigo escuchaba de voz del niño que el padrastro le decía que tenía un lindo huequito, le dijo que aguantaba hasta cierto punto ya que cuando el dolor aumentaba movía agitándose el culito, así le daba de frente viendo el pene que ahora rozaba con el penecito, el clérigo tragaba saliva al escuchar aquello, “¡sigue hijito!” “¡sigue contando!” el niño decía que el padrastro le ordenaba que pase la lengua por el pene así lo hacía también por debajo de los huevos, hizo una pausa para luego decirle al clérigo que tuvo un asombro al ver que ese líquido salido del “pajarito” del padrastro se impactaba en su cara, por vez primera lo probó pues se deslizaba por las comisuras de sus labios, le confesó al clérigo que tenía un sabor raro, Fermín que estaba atento escuchando rompió el silencio que había en ese momento “¿qué paso después hijito?” el nene le confesó que su padrastro reía diciéndole que había sido un buen niño y que se había ganado el premio, “¿y lo cumplió?” el niño movía afirmativamente la carita diciéndole que en un par de días había obtenido su obsequio sólo que con la condición de que no le dijese lo ocurrido en el “juego de machos” a su mamá, el clérigo acarició el pelo del niño, se puso en pie y sacó de la gaveta de la mesita de noche un par de finas golosinas que al verlas el niño abrió los ojos en forma sorprendente y se puso feliz al recibirlas en sus manitos, “¡hiciste bien en no contar de ese juego a tu mamá!” “¡te doy este premio por confiar en mi!” “¡te prometo que guardaremos tu secreto!” “¡promete que tú también lo harás!” “¿de acuerdo?” el niño brincaba de gusto moviendo su carita aceptando lo dicho, “¡ahora ve a jugar!” le abrazó dándole un beso en el pelo “¡recuerda que tú eres mi orgullo!” le pasó los dedos gordos de la mano por la frente y viéndole a los ojos le dijo “¡te quiero mucho!”, “¡ve en paz!”, le acarició las mejillas bendiciéndole, Fermín quedó pensativo en la cama, al escuchar todo aquello del niño el clérigo temía lo peor que le pueda pasar a ese precioso niño de culito voluminoso y podría ser en tan corto tiempo futuro, le vino la angustia y la desesperación, le vino el celo y el deseo de pertenencia, no podría soportar ver entrar en su cuarto a ese niño a que le diga que su culo fue roto por el pene del padrastro, es que a eso iba con todo esto, Fermín deseaba también romper ese culito virgen, en los días siguientes el dialogo con el pequeño eran más constantes ya sea en el jardín, en el receso o en una pausa en el salón de clase, le angustiaba no poder desvirgar a ese culito cuando veía al niño bañarse en la alberca del internado donde se notaba esas piernitas bien formadas así como esos piecitos descalzos, miraba la rajita que se formaba en ese culito voluminoso y le excitaba ver el deslizamiento del agua en su piel y en su penecito moldeado por lo ajustado de la tela, seguramente como él lo veía y lo sentía al niño con deseo asimismo lo vería aquel padrastro, sentía celos de que lo disfrutase más que él, pasaban los días y era una constante preguntarle al niño cómo iban los “juegos de macho” con su padrastro, las confesiones seguían siento bajo los mismos hechos y lugares, el tiempo para Fermín era corto, en algún momento vendría ese desenlace, debía buscar pretextos, debía actuar pronto, pero se angustiaba no poder encontrar la solución.
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El pequeño Elías de cuatro años estaba jugando con un avioncito que estiraba sus bracitos para hacerle volar, estaba sentado en la entrada de la casona en aquella estancia, detrás de sí se unieron dos zapatos polvosos, al girar el niño se puso un tanto sonriente al ver el rostro de la mujer visitante, ella se acuclilló junto al niño preguntando por un nombre, se trataba de Margot la dueña, el niño se puso en pie diciendo que era su mamá, la mujer le acarició el pelo y fue en ese instante en que una criada se acercó a preguntar a la mujer el motivo de la visita, la mujer se identificó como Elena, la amiga de la ciudad donde estudiaron juntas, preguntaba por ella, la criada vio al niño y lo marcó, le dijo a la visitante que esperase pues en este momento estaba muy ocupada para atenderla, que esperase nomás si deseaba hablar con ella, a unos metros de allí las piernas depiladas de la mujer se deslizaban sobre las piernas velludas de su amante, ella estaba siendo penetrada con intensidad, tanto así que la cama se movía intensamente como también aquellas caderas que hacían un movimiento sobrecogedor para esos dos amantes, ella aferraba sus uñas en la piel de su amante, el pene hacía estragos en ella, ese grueso pene, sí, aquel grueso pene que la hacía sentir mujer, ese pene que había marcado la diferencia con los otros penes de su difunto esposo Elías y de ese pene que había probado del difunto primo de Elías con el que además había engendrado al pequeño Elías, ella lo sabía en secreto, aunque ya era vox populi la relación de Jasmani con ella, eran pareja, le ayuda a Margot a organizar el trabajo de la estancia, ocupaba el lugar de su esposo, se tenían mucho apego y se mostraba en el progreso y desarrollo de las propiedades, tanto así que se dedicaban a comprar más tierras de aquel lugar rural, pronto Margot se posicionaba en tan poco tiempo entre los grandes ganaderos del sector a sombra de tener a Jasmani, el hijo también pasaba a ser bien cuidado por Jasmani, el pequeño lo quería mucho, le tenía gran confianza, últimamente le estaba enseñando a montar caballos y a manejar una bicicleta triciclo, además le enseñaba a patear el balón, todo ello a sus cortos años de vida, desde prudente distancia la orgullosa madre miraba de buena forma cómo Jasmani forjaba el carácter del niño, le veía a su amante como el padre sustituto de su hijo que a la postre sería el gran herederos de todas estas tierras, parecía que todo estaba yendo de buen modo, Margot tras la tragedia de su esposo y su primo lograba superarse en todo aspecto, la sabana daba la forma de los cuerpos que se movían de manera rápida, estaban seguros sin ser vistos en aquella habitación, se amaban intensamente, la servidumbre estaba enterada de no ser interrumpidos cuando entraban a esa habitación a “dialogar” ciertos eventos, y precisamente eran esos, los de atracción corporal, ella sentía en lo más profundo de sus entrañas los estragos de la penetración de ese grueso pene, Jasmani era incansable y eso la engrupía a ella, era diferente a los demás y a veces rayaba de celos cuando veía a su apuesto cincuentón Jasmani conversar jocosamente con cualquier fémina del pueblo, de inmediato ella estaba allí para recordarle su sitio, los cuerpos quedaron quietos, las manos ahora actuaban manoseando sus pieles, el semen había quedado dentro, era un día especial, lo habían acordado en aquella última semana septembrina de 1963, la ocasión ameritaba hacerlo, estaban felices aunque algo exhaustos y sudorosos, sus manos pasaron a estar entrelazadas, vinieron los besos apasionados, la humedad salida del glande se deslizaba en la pelvis ante ese movimiento, se vieron y sonrieron emitiendo respiración profunda, lentamente la cara de Jasmani se posaba sobre los pezones de su hembra querida, estaban felices, él escuchaba los latidos acelerados del corazón, miraba hacia donde estaba su pene, le miró a ella, olía rico su piel, se había puesto el perfume que a él le gustaba, y al que tanto le excitaba, sin lugar a dudas Jasmani estaba preso en esa piel, estaba siendo absorbido por aquella voluntad, ya su edad ameritaba aquello ya que Margot era más joven y tenía como compromiso el cuidado del pequeño que mientras crecía se hacía más hermoso, es que sin duda alguna aquel niño había sacado en parte los rasgos faciales de su hermosa madre pero también del primo del difunto Elías de quien fue engendrado en aquella caballeriza en un acto de entrega desesperada, de aquello Margot nunca lo olvidará, sintió mejor sexo con el primo que con el marido, hasta que llegó Jasmani, desde el principio Margot sintió apego sexual por aquel cincuentón de grueso cuerpo, lejos ella estaba de pensar en ese momento que él era bisexual, sobre todo que le gustaban los pequeños a quienes les ganaba la confianza para luego hacer de ellos lo que desea, uno de aquellos casos fue de los hermanos Flor y Clotario, Aarón, Renata, entre otros, la mujer se movía poniendo la cara entre las almohadas, la humedad salida de su vagina quedaba impregnada en las sábanas, entre ella se decía que tocaría de lavarlas personalmente en el baño, quedó así a disposición de su amante que entendió la movida, agitó el pene para endurecerlo y rozarlo entre la raya del culo, lentamente se sentía el contacto del glande que entraba en ese culo, ella alzó la cara a ojos cerrados agarrando en puños a fuerza a las almohadas, abrió la boca al sentir la entrada del glande grueso y ese tronco del pene venoso depilado como a ella le gusta así aseado, las manos de Jasmani buscaban las manos de Margot para entrelazarlas, la cara del hombre se posaba en el pelo de la amante, bombeaba ese pene en el culo depilado, se creían niños al hacer sexo de esa forma anal, vinieron los gemidos, ese pene estaba haciendo estragos, le dio pene por el culo un buen momento tanto así que el pene salía amoratado del culo, le hizo dar vuelta a la mujer “¡prueba de culo!” le dijo y así ese pene que antes había estado dentro del culo de Margot ahora entraba en su boca, lo lamía de una manera tan agradable que incluso llegaba a los testículos, al sacárselo de la boca lo miraba con amplia sonrisa de satisfacción, “¡te gusta!” “¿mucho?” ella decía que con locura, reían besándose y al hacerlo ella le decía “¡prueba de tu pene!” era una coordinación sexual adecuada, los amantes estaban satisfechos quedando mirando al techo tomados de la mano, se miraban la vagina y el pene depilados, se daban piquitos en los labios, con un gesto ella le decía “¡házmelo de nuevo!” y el de inmediato en posición misionero le clavaba el pene en la vagina haciéndola gemir acaloradamente, las caderas se alzaban y bajaban igual que ese culo de Jasmani, la hacía su mujer de nuevo, las manos estaban entrelazadas, mientras la bombeaba se daban de besos apasionados, se sentía la humedad de esa vagina que excitaba el pene erecto de Jasmani, era su mujer, Margot, era su mujer, su mujer, eso le decía para que siempre lo tenga presente, al rato de tanta embestida quedaron quietos, Jasmani sobre el cuerpo de Margot, lentamente sacaba el pene y quedaba acostado al lado de ella suspirando y agitando su pecho de tanto sexo hecho, el primero en salir de la cama fue Jasmani que deslizó la cortina del amplio ventanal, lo hizo discretamente y lo que vio a la distancia le impacto mucho, se trataba de la presencia de aquella mujer, Elena, se preguntaba desde donde la había visto antes, de pronto sintió el roce de las manos de Margot sobre sus hombros, sentía el delicado corto masaba acompañado de caricias y besos, la mujer vio a aquella persona sentada esperando, con naturalidad le dijo a su amante que se trataba de una amiga de juventud escolar con la que iniciaron ciertos trabajos de comercio, le dijo que ella se comprometió con el militar siendo muy joven dejando atrás los proyectos de comercio que ambas habían efectuado, ella por su lado en esos eventos conoció a Elías y Elena tuvo tres hijos con aquel militar retirado, Margot se enteró que Domingo el segundo hijo de Elena murió por descuido y su relación con su esposo se vino al suelo, luego murió su tercer hijo Heriberto de una muerte terrible y finalmente hace poco murió su primogénito Melquiades fallece en un accidente, trágico para ella haberse quedado sin descendencia, mientras ella iba narrando Jasmani recordaba aquellos hechos haciendo una mueca en el rostro, Margot recibió una carta de ella enviando respuesta a través de un cablegrama en el que le decía de esperarle para hablar acerca de retomar los negocios, Jasmani se enteró que la visitante había alquilado una modesta vivienda cerca al río con linderos cerca de su propiedad, Margot le había ayudado en aquello, Jasmani le preguntó el por qué n le había sido entrado de aquello y Margot con frialdad mostrando un aire de celos y pertenencia mirándole le dijo que no consideraba necesario el haberlo hecho, luego de arreglarse la pareja fue al encuentro de la visitante cuyo saludo fue efusivo, junto a ellos estaba la criada marcando al pequeño vivaracho Ronald Elías de cuatro años el cual se había ganado la simpatía de Elena, el niño agitaba los brazos para que Jasmani lo marcase, los presentes notaban la excelente relación entre padrastro e hijastro, Elena no pudo ser tan discreta por su naturaleza de coquetería hacia Jasmani, y así con la mirada insinuante de Margot hizo que se retirase a su pareja llevando en brazos al pequeño Ronald Elías, al sentarse Margot sentía el latir de su culo y vagina producto de los estragos de ese pene en sus entrañas, mientras conversaba con su vista recordaba aquellos momentos recientemente vividos, de vez en cuando soltaba algunos suspiros cortos y prolongados, ya esperaba la noche para seguir haciéndolo, se había propuesto darle un hermanito o hermanita a su pequeño hijo Ronald Elías y pensó que heredaría el físico de su amante, también cierta belleza de su rostro, se imaginaba cómo sería si fuese niña o niño, mientras Elena le hablaba ella sonreía pensando que mejor sería unos mellizos o gemelos, no se daba por enterada Elena de lo que hablaba pensando que la alegría y sonrisa de su amiga Margot se debía a sus propuestas, al finalizar la charla se pusieron de acuerdo en ciertos aspectos de venta de productos e inclusive pensaron en fomentar el negocio del turismo, así que tiempo después Jasmani, Margot y Elena recorrían los lugares naturales del pueblo, las ideas en Elene fluían, Margot vio que se formaba cierta química entre Elena y Jasmani por lo que estaría atenta a aquellas acciones de negocios.
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El pequeño estaba muy pasivo abriendo los ojos en aquella mañana del último día de septiembre de 1963, agitaba sus pies descalzos tratando de liberarse de la sábana que el cubría, se veía sus dedos de los pies, sus manitos estaban entrelazadas dentro de la sábana, se levantó lentamente sentándose en la cama, la sábana quedó en su entrepierna, bostezaba, miró hacia la ventana estirando los brazos, aún estaba de madrugada, siguió bostezando, deslizó la sábana que lo cubría alzando las piernas dejándola a un lado de la cama, se vio los pies descalzos, sonrió pensando que esos pies eran el deleite de su tío al recordar los mimos que le daba, graciosamente movía los dedos así estando sentado, los miraba atentos al moverse en especial los dedos gordos que los unía, recordaba cómo se los chupaba su papá de forma paternal pero también recordaba cómo su tío lo hacía de forma muy sutil en esos encuentros y “jueguitos” que tenían, volvió a caerse en la cama suspirando repetidamente, viendo el techo, bostezaba y suspiraba a la vez en recuerdo de aquel hombre que aparte de su tío hacían “jueguitos” en aquel lugar deportivo a donde su tío lo llevaba y se encontraba con él, recordaba esos tocamientos y esos premios que ganaba por dejarse tocar que eran helados o alguna golosina, se deslizaba las manos por dentro del pijama, se daba placer deslizando y estirando el prepucio lentamente, suspiraba y bostezaba, cerraba los ojos, recordaba aquellos encuentros, sonreía a ojos cerrados con el gusto de tocarse el penecito, mordía los labios pensando en aquellos encuentros con el amigo de su tío, ya sentía ese penecito lampiño muy estirado y ya bien tieso, abrió lentamente los ojos, escuchó ruidos exteriores, luego unas voces, estaba feliz, el día anterior su madre le dio permiso para viajar con su tío por invitación de aquel hombre para el cual ahora trabajaba, ese hombre era el jefe de su tío, el pequeño de seis años se sentó en el borde de la cama, se vio los piecitos moviéndose los deditos, sonreía de nuevo, los tenía bien formaditos, eran alargados de piel blanca relucientes del cuidado que Lucrecia su madre le daba, se puso en pie caminando hacia la ventana, deslizó un poco la cortina, la tela rozaba su carita así que se arrimó cubriéndose con ella, sentía su espiración en su rostro por cubrirse con la tela, se deslizó la manito metiéndosela dentro del pijama y se estaba estirando el penecito, el ambiente lo acontecía, lo estimulaba a meter su otra mano detrás del pijama rascándose el culito, uno de sus dedos rozaba la rajita llevándoselo a la nariz para olerlo, vio la figura de quienes irían con él de viaje hacia la propiedad rural del jefe de su tío, emocionado fue al baño, se vio frente al espejo a medio cuerpo, gozaba viéndose medio desnudo, estaba despeinado, con sus deditos trataba de arreglarse el pelito, lentamente se fue deslizando el pijama a los tobillos, le gustaba verse la pelvis lampiña con ese penecito erecto, se movía de cadera hacia adelante y atrás haciéndole agitar al penecito, caminó descalzo sobre la cerámica liberándose del pijama, lentamente se sentó en el inodoro, empezó a micciar y luego a pujar en defecar, cada puje sentía agradable pues el excremento salía del ano, le venía a la mente: “¡cuando defeques piensa en mí!” “¡piensa en mí!”, “¡recuérdame, no me olvides!” cerraba los ojos y junto con los pujes que daba recordaba esos roces de su pene con el de aquel hombre y también con el pene de su tío, pujaba a ojos cerrados pensando en aquello, sonreía “¡soy tu amigo!” “¡nuestro jueguito es secreto!” terminó de pujar y sintió que el culito le latía, sus manitos estaban apoyadas en el borde del inodoro, tenía cierta tembladera, se recostó un poco procediendo a suspirar, tuvo un sobresalto dejando de agitar sus piecitos tras escuchar el toque a la puerta del baño, su madre hablaba del otro lado, “¡apúrate… te están esperando!” él contestó emocionado que ya pronto saldría, y fue así que se levantó del inodoro, se acuclilló pasándose papel por el culito, luego se acercó a limpiarse los dientes, miraba su rostro en el espejo recordando cuando unía su frente viéndole a los ojos del jefe de su tío: “¡eres muy bonito!” “¡si… muy hermoso!”, nuevamente la madre lo llamaba ahora se unía la voz de su abuela, el nene salió del baño, con la ayuda de las apresuradas mujeres le ayudaron a vestirse saliendo de la habitación, le esperaba una grata sorpresa en la mesa, se trataba de dos paquetes a los que abrió en presencia de su madre y abuela, era ropa y calzado regalo del jefe de su tío, el niño de seis años lamentaba que no estuviese presente su padre, era de esperarse, estaría con la otra familia, esporádicamente los visitaba los fines de semana, por ello el cariño que no tenía en absoluto de su padre lo cubría su tío al que le tenía gran confianza y callaba sobre los jueguitos que hacía con él en la cama o en el baño o en lugares y rincones apartados, la agradecida madre le ayudaba a ponerse el abrigo de obsequio, se cambió de zapatos mostrándose su alegría, el claxon sonaba ya cuando se daban los primeros rayos de sol, aparecía su tío con su jefe, aquella noche se había quedado a dormir con él dizque para los arreglos del viaje y cierta documentación que aplicarían en supuesto negocio, lo que es cierto se debe a que el tío del pequeño durmió “plácidamente” con su jefe, para ambos fue una noche maravillosa llena de pasión y entrega, lejos estaban de pensar la hermana y la madre que aquel tío del pequeño era amante de su jefe que por cierto daba un aire de sobriedad y seriedad al hablar y al tratar, diálogo fue cordial entre las mujeres y el ilustre visitante, el niño y el tío colocaban sus pertenecías en la parte trasera del auto, era el momento de partir, el niño se despidió cálidamente de su madre y abuela, iría sentado en la parte trasera de los asientos, al poco rato dormiría plácidamente tendido sobre los asientos traseros del auto, de eso aprovecharon los hombres para manosearse, detuvieron el auto pues no aguantaban más reprimir su calentura, Luis y Dagoberto se percataron de que el pequeño Ricardo Heriberto continuaba dormido en el asiento trasero del auto, y así de forma rápida ingresaron por un sendero junto a la carretera, ya antes habían pasado por allí, se adentraron hasta llegar a unos pocos pasos de un lugar cubierto por arboles pequeños que daban una tupida sobra por efecto de sus ramas entrelazadas, vieron los restos de aquel papel dejado allí días atrás, lo tomaron y lo lanzaron al aire en señal de júbilo, lo volverían a hacer allí, de esa manera fue que se quitaron rápidamente la ropa, así parados se manoseaban las caderas dándose sentidos besos con lengua, se miraban el roce de los penes por sus pelvis, el pelo castaño claro del uno rozaba con el pelo negro del otro, Dagoberto se puso en posición perrito abriéndose el culo con sus dos manos mientras Luis agitaba el pene poniéndose saliva en el glande, “¡anda!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” Luis muy emocionado rozaba la entrada del culo de Dagoberto, ponía más saliva al glande, “¡te voy a penetrar!”, el animado Dagoberto le decía “¡sí!” “¡penetra!” “¡penetra!” una mano la puso en la espalda y con la otra agarraba el pene, iba entrando haciendo gemir y fruncir el ceño a Dagoberto, el pene entró hasta la mitad y lo sacó extrañado Dagoberto le preguntaba el por qué lo había sacado a lo que Luis sin hablar lo metió con sutileza hasta llegar al fondo, así el pene hacía sus movimiento a efecto de las caderas, se movía hacia adelante y hacia atrás, lo que los amantes no daban cuenta era que unos ojos infantiles los estaban viendo, sucede que a ese lugar su tío lo había llevado a recorrer el paisaje semanas atrás y allí habían “jugado”, precisamente ese “jueguito que estaban haciendo los adultos, solo que el en aquella ocasión lo vio desde su sentir el roce del pene de su tío en su culito, ahora lo estaba viendo desde otra manera, vio a su tío que seguía en posición perrito y el jefe Luis le estaba dando pene por el culo, se sorprendía de ver cómo lo tenía aferrado a su pelvis a ese culo, luego vio que sacó el pene para rozar un instante el culo y ver salir semen del pene, el nene se sorprendió ver tanta cantidad de semen que era mucho mayor a la que sacaba su tío, tiempo después cambiaban de posición, ahora se acostaba Luis a piernas abiertas mientras que Dagoberto se inclinaba llevando las piernas de Luis a sus hombros, así se mostraba el culo a disposición para que ese pene de su tío que era más pequeño que el Luis se meta por ese culo velludo de piel blanca, la piel morena clara de Dagoberto contrastaba con la de Luis descendiente de nobles europeos, ver a su tío y al jefe en esa postura le intrigaba al pequeño Ricardo Heriberto nieto del asesinado militar, todo hacía suponer que estaba siendo sometido el jefe por el empleado, el pequeño estaba atento a lo que miraba, recordaba instantes atrás que los moquitos del lugar lo despertaron y salió un poco asustado a buscarles pero recordó aquel sendero y tomó camino hasta verles ahora así cogiéndose apasionadamente, las embestidas que Dagoberto le daba a Luis eran fuertes y contundentes, se notaba la satisfacción por hacerlo entre ambos, el pequeño tenía cierta inquietud al ver eso, consideraba que era divertido y contemplar aquello le satisfacía mucho a sus ojos quedándole ese gusto de que eso que estaba viendo pasaba con él, vio a la pareja que se arreglaba la ropa y salió corriendo acostándose sobre el asiento trasero, al rato se escuchaba el rugir del motor, auto se ponía en marcha, el niño miraba el paisaje a través del cristal, sus deditos se pegaban en el vidrio, sus labios rozagantes también, su mentón rozaba el cristal, de reojo miraba las manos de Luis y Dagoberto que se entrelazaban viéndose de forma cariñosa, el pequeño Ricardo Heriberto era testigo de esa atracción entre los dos adultos, el sol era de gran intensidad ya para esas horas, el nene estaba muy contento con el viaje viendo el paisaje que de a poco iba cambiando, con el tiempo ya se podía ver el mar, el niño sentía la brisa marina al bajar el vidrio de la puerta, su pelito lacio se agitaba al viento mientras los adultos se tocaban los muslos viéndose el bulto del pene que se les hacía amoldando la tela, deseaban cogerse de nuevo, estaban muy contentos al llegar a la entrada de ese pueblo de pescadores, para tío y sobrino era la primera vez que estaban allí recorriendo los alrededores, el auto se detuvo frente a una vistosa casa playera, Luis abrió la cerradura invitándoles a entrar, tío y sobrino miraban con detalle el interior de la bien arreglada casa de playa, se asomaron al balcón divisando el mar en su esplendor, desde ese lugar se veían un acogedor mirador, un instinto en el niño le vino al cambiarse de ropa y quedarse puesto con la trusa, los adultos se pusieron ropa ligera de playa saliendo a pasear y bañarse en la arena, el niño presuroso caminó hasta el margen del agua espumosa, sus pies recibían aquella agua salada por vez primera, estaba feliz, lentamente se fue acostando sobre la húmeda arena recibiendo el impacto de la espuma de mar en su carita, su pelo se mojaba y al pararse de podía ver ese voluminoso y tieso culito cuyas líneas se definían en la tela, para Luis era muy atrayente ver ese culito humedecido, por unos segundos lo vio con detenimiento sin que el tío notase que con la miraba estaba disfrutando viendo a ese precioso nene, le llamaba mucho la atención cómo la rajita del culo definía el que la tela se metiese por allí entre los glúteos vestidos, la tela se ajustaba a la piel, a Luis le gustaba verle ahora sentado abierto de piernas alzando arena húmeda con sus manitos, estarían un par de días allí y ya se notaba cómo disfrutaba alegremente el pequeño Ricardo Heriberto Alpizar nieto del militar asesinado, el penecito estaba amoldado a la tela, sus piecitos se movían al mismo sentido que lo hacían los dedos de los pies, se ladeaba metiéndose la mano entre la tela y el culito pues sentía la humedad pegada, eso le llamaba mucho la atención a Luis, ver a ese preciso niño sentado y acostado de esa forma mostrándose el voluminoso culito, pensaba en cuántas veces el pene del tío habría rozado ese culito, Luis sabía que ese traserito era muy virgen, cuando lo llevaba detrás de la cancha acostado sobre el pequeño entre los matorrales se daba cuenta porque su glande no podía deslizarse adecuadamente por tener el niño bien cerradito el potito, ahora en mente a Luis le vino la necesidad de poseerlo, ganarle al tío en romperle el culito al sobrino, se la jugaría toda, ese niño le encantaba por su forma se sonreír y de andar, le era muy atrayente, esperaría el momento para estar a solas y poder hacerle algo, como antecedente ya sabía de lo que trataban los “jueguitos” detrás de la cancha, ahora en la playa disfrutarían de ese tiempo jugando en el mar, Dagoberto regresó a la casa de playa a ver los binoculares olvidados, de ello se aprovechó Luis para estar m{as cerca del niño, rápido lo marcó con mimos llevándolo debajo de un tupido palmar, jugaron a las luchitas bajo la sombra de esa vegetación, el niño estaba muy feliz, aprovechó del tiempo para acostarle encima de su cuerpo uniendo los pechos, le besaba el pelo “¡juguemos!” el niño seguía riendo, sintió el paso de las manos de Luis por su culito, “¡lo tienes suavecito!” metió las manos por entre la trusa y la piel de los glúteos del pequeño Ricardo Heriberto de seis años cumplidos “¡está mejor que la última vez que jugamos!” sonrieron, aún las manos estaban dentro de la trusa del pequeño haciéndole círculos con los dedos, al tenerlas allí hacía que la tela se ajuste al penecito haciéndole suspirar, le hizo girar sobre la húmeda arena, los dos cuerpos estaban escondidos, el tiempo transcurría y de ello se aprovechaba Luis antes de que regrese Dagoberto, la brisa marina intensa refrescaba las pieles de Luis sobre Heriberto el cual pujaba sintiendo ese peso, “¡así me gusta escucharte!”, el nene cerraba los ojos a la vez que pujaba, dieron giros en los cuerpos sobre la arena quedando acostados de perfil viendo se sus cuerpos “¡vamos… bájatelo para verlo!” el nene reía “¡vamos Ricardito… no seas tímido!” “¡muéstralo!”, el niño continuaba riendo, insistentemente Luis le pedía que lo haga, de pronto sus deditos bajaban la trusa viéndose el penecito medio erecto teniendo de fondo la pelvis con algo de arena impregnada en la piel “¡uyy!” “¡qué hermoso está!” “¡lo tienes ahora muy bonito!” “¡fíjate… ha crecido un poquito!”, los dedos de Luis ya estaban iniciando el toque del penecito, “¿quieres ver el mío?” Heriberto sonreía viendo hacia la trusa de Luis que ya se mostraba el bulto contenido en la tela de la trusa, así lentamente se fue deslizando la tela mostrándose ese pene grueso venoso velludo, “¡míralo Heriberto!” “¿te gusta?” el niño miraba con intensidad aquel pene del jefe de su tío que los había invitado a pasar esos días en la playa, “¡tócalo!” “¡anda!” “¡ya te he dicho que es tuyo… sólo tuyo, mi amorcito pequeño!” el nene estiró el brazo y sus deditos se deslizaban por el pene “¡mírale bien!” “¡quiere jugar en tu cuevita!” así como estaban acostados de perfil la cara del pequeño se deslizó por el vientre de Luis yendo con su nariz a oler ese maravilloso pene erecto, “¡dale mi amor!” “¡chúpale!” “¡dale!” el pene entraba en la boca a medio talle “¡bien mi amor!” “¡así!” “¡así!” Luis sentía placer por efecto de esa lengua deslizándose por el tronco del pene “¡gánate un premio!” “¡gánalo!” así lo estimulaba a que siga haciéndole, de pronto sale semen del glande metiéndose una gran parte en la boquita del pequeño, saca el pene y luego por los labios salía semen, afortunadamente en ese momento no había gente alrededor en ese apartado lugar ni tampoco se notaba aún la presencia de Dagoberto, “¡lo has hecho bien mi pequeño!” “¡como siempre!” le acarició el pelo subiéndose rápidamente la trusa mojada de semen resultado de las últimas gotas salidas de glande, lo acostó al niño sobre su pecho, unieron las frentes y expresivamente le dijo “¡estuviste bien!” “¡me siento orgulloso de ti!”, “¡ya pronto tendrás tu premio!”, en ese instante que Dagoberto se acerca, Luis para disimular empieza a girar sobre el suelo abrazado al pequeño que no paraba de reír moviéndose sobre la arena, algo de resto de semen se notaba junto con la saliva expuesta en su boquita, de inmediato los dedos de Luis limpiaban la comisura de los labios y ya al estar Dagoberto junto a ellos se pudo ver el apego entre Luis de cuarenta años y Ricardo Heriberto, el recién llegado se sentó a mirarles jugar de forma muy fluida, se cruzaban las miradas, Dagoberto estaba insinuante ante la mirada de Luis que veía cómo se tocaba el pene vestido, estaban muy felices, Dagoberto se puso en pie corriendo a lanzarse al mar, pensó que lo seguirían pero ellos continuaban dando vueltas sobre la arena, la nariz de Luis era muy suave al deslizarse por el pechito del niño, al disimulo del t{io cuando se encontraba dentro del agua Luis aprovechaba en lamerle las tetillas del pequeño, disimuladamente las húmedas manos rozaban el culito con mucha delicadeza, es allí en ese momento cuando la nariz ya rozaba la oreja y su aliento de adulto le chocaba diciéndole con deseo grande “¡eres muy bonito!” “¡me gustas!” al escuchar eso el niño se sobrecogía con un gusto adecuado a lo que deseaba escuchar, para disimular corrieron hacia donde estaba Dagoberto y jugaron lanzándose agua o nadando en la playa, tiempo después los adultos se abrazaban viendo sentado al pequeño jugar con la arena, los dos adultos se metieron en el agua, flotaban abrazados besándose en aquel lugar muy apartado, el nene miraba esos movimientos en ese sitio de playa muy distante del pueblo de pescadores, Luis se puso en pie poniéndose la mano en la frente tratando de divisar la embarcación que llegaba, se trataba del yate de Squeo, precisamente padre e hijo navegaban en ese yate, para aquel hombre de negocios sólo le quedaba en el mundo la presencia de su hijo Venancio Alberto, la muerte de su hijo Contardo le era muy difícil de superar y trataba de disipar las penas bebiendo o haciéndose a la mar, así, tras la muerte de muchos familiares Squeo se sobrecogió junto a su hijo como ahora al bajar del yate y saludándose con Luis, el inquieto niño extendió la mano al prestante hombre de negocios, Dagoberto con sentido del recelo lo hizo también respondiendo Squeo con amplia sonrisa al verle desconociéndole a esa edad, Venancio fue mucho más abierto con el tío y el sobrino invitándoles a ver por dentro aquel hermoso yate, mientras tanto Luis conversaba con Squeo sobre ciertos negocios de comercio, estrecharon las manos haciendo alianzas, Squeo conocía bien la procedencia de Luis Izaguirre, sabía que era nieto del terrateniente extranjero Rodolfo Buonanote, habría mucha solvencia en el futuro negocio de alianza comercial, Ricardo Heriberto bajaba maravillado con su tío, Venancio desde lo alto del yate miraba con mucha atención a aquel precioso niño que se movía al caminar de una forma muy original y atrayente, su mirada estaba puesta en el culito del niño, bajó su mano a estirarse la tela del short donde estaba su penecito vestido, esa parte estaba humedecida, se llevó los dedos a la nariz oliendo el líquido que estaba impregnado en la tela del short, sonrió ampliamente al despedirse de las tres personas, las vio partir caminando en la playa, ya entrada la noche salieron a pasear entre lo claro y oscuro de la luz de luna teniendo candiles y otros mecheros que alumbraban la mayoría de casas del sector, llegaron exhaustos, acomodaron una improvisada cama al niño acostándole en la sala con un toldo para evitar las picaduras de mosquitos, Luis y Dagoberto subieron a la habitación que daba como vista al mar, abrazados estaban en el balcón recibiendo cierta brisa marina, fueron a acostarse en la cama y a los pocos segundos se reflejaba tras la luz de luna los cuerpos desnudos emitiendo gemidos que llegaban hasta donde Ricardo Heriberto trataba de conciliar el sueño ante el sonido de las olas del mar, Luis y Dagoberto mutuamente se dejaban penetrar por el ano, sentían delicioso el roce de sus cuerpos, estaban muy felices, bebían brandy en las rocas, la hielera había servido para aquello aunque para ese momento el hielo no era tanto, luego de hacerse el amor quedaban quietos bebiendo, sus manos pasaban por los cuerpos sudorosos, Dagoberto era el que más tomaba y así de repente quedó dormido, no reaccionaba pese a que Luis se acostaba sobre el cuerpo dándole besos, Luis quedó junto a él acostado muy meditabundo, lo escuchaba roncar, sonrió pensando que él había bebido mucho, no era para menos, le había ofrecido aumentar honorarios en su empleo, a más de pagarle con ciertos favores, suspiró profundamente viendo hacia la ventana abierta mostrándose la luz de luna intensa para esa hora de la noche, recordó de Ricardo Heriberto, su rostro se iluminó muy sonriente al recordar cómo estaría seguramente durmiendo, no esperó a más y de inmediato con cautela se alejó de la cama, caminaba descalzo teniendo puesta sólo la trusa, iba con determinación, allá se veía el toldo mientras bajaba la escalera observaba el cuerpo del niño dentro del toldo, estaba acostado en forma fetal, se acercó por el toldo al verle, como se notaba que sus ojitos estaban entrecerrados, lentamente entró al toldo, con mucha sutileza se acomodó detrás del niño, empezó a olerle el pelo y el cuello, aún se podía oler el perfume que le había regalado, su brazo se extendió a posarse sobre el bracito del nene, la nariz rozaba el pelo oliéndole intensamente “¡que rico hueles mi amor!” decía en voz baja, lentamente la pelvis de Luis rozaba con el trasero del niño, la nariz continuaba su roce por el cuello, las anos actuaban rozando la piel de los brazos llegando a las costillas, eso en parte hizo que el nene abriera lentamente los ojos alcanzando a ver las manos de Luis sobaban sutilmente su pecho desnudo haciendo círculos en las tetillas, las mejillas de Luis rozaban el pelo sedoso de Ricardo Heriberto, “¡qué lindo estás Ricardito!” “¡mi niño precioso!” ahora a dos manos rozaban las caderas haciendo con ese movimiento que la pelvis de Luis se junte con el traserito del nene, ya sentía por detrás ese bulto vestido que le rozaba el culito, “¿sientes?” “¿eh?” “¡quiere jugar!” el nene sonreía entre dormido y despierto emitiendo varios suspiros cuando siente que las manos de Luis lo sujetaban de las caderas y la lengua pasaba por el cuello sintiendo de inmediato la piel de gallina, de inmediato lo abraza más fuerte y besa constantemente el pelo, las caderas de Luis se movían hacia adelante y atrás así los cuerpos unidos en posición fetal, “¡hueles rico!”, sintió que le movía el cuerpo aquel adulto, “¡quiero jugar!” “¿deseas?” el nene estaba quieto, las manos de Luis actuaban sobre la piel del pequeño, subían al cuello y se deslizaban los dedos sutilmente por la nuca, Luis sonreía ampliamente y volvía a rozar su nariz en el pelo, ahora sentía esas manos por las piernas, “¡las tienes hermosas!” “¡están muy suaves!”, “¡oh!” “¡qué suaves están!” “¡me gustan sentirlas!” “¡sí!” “¡me gustan!” “¡a ver!” “¿qué tenemos aquí?” las manos de Luis ahora se metían por la tela de la trusa del pequeño, “¡mmm!” “¡qué suave lo tienes!” “¡mmm!” “¡delicioso!” el nene sentía esos roces de dedos por la separación del culito “¡mmm!” “¡que hermosa rajita tienes!” el dedo rozaba la entrada del ano haciéndole mover al pequeño haciendo que se aparte un poco la espalda del pecho de Luis, lo volvió a abrazar diciéndole al oído “¡tranquilo mi pequeño!” “¡huele de tu culito!” le pasó el dedo por la nariz hizo un gesto de apartarse “¡anda!” “¡no te hagas!” “¡sé muy bien que te gusta!” le dio un beso en la mejilla “¡muchas veces te he visto que te metes la mano por el culo y te la pasas en la nariz!” el nene se limitaba a escuchar, miraba la luz de la luna tras la ventana abierta cuya tela de cortina en parte se agitaba por efecto de la brisa marina, lo tenía abrazado besándole contantemente el cuello y el pelo “¡me gustas mucho!” “¡mucho!” “¡anda… déjame verlo!” las manos de Luis ahora empezaban a deslizar la trusa de baño puesta en el niño, se iba deslizando por los muslos “¡quiero verlo!” se deslizó hasta llegar a las rodillas “¡oh!” “¡pero qué hermoso!” las expresiones de Luis halagaban en parte al pequeño, “¡está parado!” “¡míralo!” “¡lo tienes tieso!” el niño miraba su pene y la mano de Luis que empezaba a estirarle y agitarle a manera de masturbe, “¡mira!” “¡se siente rico!” “¿verdad Ricardito?” “¿te gusta que te lo haga así?” el niño miraba tras la luz de luna que los dedos de Luis masturbaban de buena forma ese penecito, para ese momento tenían unidas las mejillas tibias que se rozaban, mientras seguía manoseándole el pene le daba besos en el pelo y en la mejilla “¡mira!” “¡se te puso más tieso!” reían “¡ah!” “¡qué hermoso está!” “¡tan suavecito!”, “¡tan rosadito!” de un impulso lo acomoda al niño acostándole a piernas abiertas “¡así!” “¡quietecito mi Ricardito!” el niño suspiraba al sentir succionado su pene por ese boca de Luis Izaguirre el jefe de oficina de su tío Dagoberto, el nene suspiraba constantemente, tenía bien abierta las piernas, los dedos de los pies se ponían rígidos en cada succión, en cada lamida, en cada chupada, en cada mamada, la cara la apartaba del pene yendo a besar al niño “¡prueba de tu pajarito!” lo besaba con lengua “¡qué rico que está!” “¡mi niño bonito, tienes un pajarito hermoso!” luego de besarle empezó a acariciarle el pene humedecido, “¡acuéstate así!” lentamente el niño obediente se iba recostando sobre las sábanas puestas, “¡ábrete, bien, así!” de nuevo las piernas quedaron bien abiertas sólo que ahora el cuerpo empinado sobre Luis mostraba ese culito rosadito por el que empezó a chupar y pasar la lengua, “¡te gusta que te lo haga así!” “¿verdad?” el niño sonreía entrecortándose con suspiros, Luis continuaba con sus chupadas absorbentes que le hacían un poco delirar al pequeño Ricardo Heriberto, se apartó del culito yendo al rostro a besarle con lengua “¡ahora prueba de tu culito!” el nene movía la cara como no desear que lo bese, olía a culo y sabía a algo del culo esos besos, Luis estaba en toda su calentura pese a haber hecho sexo con Dagoberto desde hace unas decenas de minutos, ahora lo tenía al sobrino de su empleado, ese precioso niño con el que ya tiempo atrás había tenido contacto corporal en aquellas canchas deportivas en lugares apartados de monte, ahora lo tenía besando apasionadamente, “¡me gustas Ricardito!” “¡mmm!” “¡besas muy bien!” “¡muy bien!”, el niño quedó de rodillas con su trusa a un lado de su cuerpo, ni cuenta dio el momento en que Luis le sacó la trusa, ahora vio al jefe de su tío yendo en dirección al cuarto, desde adelante el adulto le hizo señas para que lo acompañase, se puso la trusa de inmediato y ya estuvo junto a Luis tomándole de la mano, el nieto del militar asesinado vio a su tío roncando a boca abierta, estaba completamente dormido, Luis tomó crema sacada de una gaveta de la mesita y graciosamente le puso en los labios con la punta del dedo índice como si fuese lápiz labial, Luis permitió que Ricardo Heriberto unte uno de sus deditos para pasarle crema por los labios a su tío, los dos reían de forma cómplice, Luis vio el culito empinado del niño y esas manitos de dedos alargados bien formados muy parecido a los de ciertos niños ricos cuyos padres les cuidaban mucho, tragaba saliva viendo esos movimientos casi amanerados de las caderas del nene, lo abrazó por detrás rozándose las mejillas, “¡vamos a seguir jugando abajo!” “¿quieres?” el niño le miró sonriente “¡vamos a estar solos!” miraron a Dagoberto que seguía roncando “¿quieres jugar?” seguían viéndole roncar, estaban seguros que él no despertaría “¡vamos!” el niño iba saliendo de la habitación tomado de la mano de Luis, “¡mañana haré que viajes con mi amigo en ese yate!” el niño le miró con amplia sonrisa saltando de alegría, “¡sólo que debes jugar conmigo y aguantar el juego!”, “¡lo harás!”, “¿verdad?”, le hizo un mimo en las mejillas y pelo “¡a que sí!” le marcó bajando las escaleras “¡mi niño precioso!” vieron esa cama improvisada, “¡allí jugaremos!” “¡ven mi niño bonito!” lo dejó en pie, le acariciaba el pelo y el niño miraba la expresión del adulto, “¡mira!” hizo que el niño observe detenidamente el pene abultado en la trusa por donde se mostraba ciertos vellos del adulto “¡tócalo!” el niño estiró su manito pasándola por la trusa abultada de Luis, “¡quiere jugar contigo!” el nene seguía pasando sus dedos alargados en la tela de la trusa mirando muy sonriente a Luis, “¡déjalo salir!” los dedos del nene se quedaron en el elástico de la trusa y la iba bajando hasta los muslos, en ese momento se liberó ese pene velludo, venoso muy erecto como si fuese un resorte en movimiento, los ojos del niño se deslumbraron de ver nuevamente ese pene bien grueso, Luis lo atrajo al niño a su cuerpo abrazándole viéndose el pene erecto que rozaba el pecho del pequeño, agachaba su cara y le besaba el pelo, “¡te quiero mucho mi pequeño!” le dijo con certeza, el nene con sus bracitos le rodeó de las caderas al adulto alzando su carita para verle con amplia sonrisa, el adulto le manoseaba la espalda, estaba muy contento, las manos ahora rozaban el culito del nene, se inclinó poniendo su cara a la altura del rostro del pequeño, le rodeó de los hombros besándole apasionadamente pese a que percibía el tufo del alcohol que había bebido, Ricardo Heriberto correspondía a esos besos, Luis estaba muy feliz ante la actitud del niño, sentía la confianza que le tenía, “¡acuéstate!” “¡así mi amor!” “¡así!” “¡lindo mi Ricardito obediente!” con esas frases motivadoras le iba acostando sutilmente, el niño quedó acostado y entre sus piernas bien abiertas se metía las manos en la trusa, le miraba al adulto con amplia sonrisa y seguía manoseándose el pene, sus manos con más movimiento se deslizaban dentro de la tela de la trusa haciendo que su penecito se ponga tieso, eso se mostraba al momento de sacarse las manos de la tela mostrándose la tela con el pene erecto, se miraron con amplias sonrisas “¡vamos a jugar Ricardito!” el niño vio que Luis unía las piernas, vio que el adulto con sus manos deslizaba la trusa por esas suaves piernas saliéndole por los pies del nene, vio ese penecito erecto “¡qué lindo está!” “¡lo tienes precioso!” lentamente pasaba su mejilla por ese pene lampiño, “¡está muy suave!” “¡muy suave!” Luis estaba muy contento de olerlo, el nene estaba muy atento a esos movimientos de su pene ahora que sentía esa sensación por acción de los labios de Luis, luego pasaba su nariz “¡huele muy rico!”, la lengua se deslizaba por el vientre y pecho del niño, luego Luis se acostó encima del pequeño y alzando la cadera le dijo “¡míralo!” los ojos de Ricardo Heriberto vieron a ese pene erecto de Luis que estaba colgado, vio que ese pene velloso se iba bajando hasta poner en contacto con el pene, así se deslizaban los pelos rozando los testículos del pequeño “¿te acuerdas cuando lo hacíamos así en la cancha?” “¿te acuerdas de esto, mi amor?” el niño movía afirmativamente la cabeza viendo sonriente el deslizamiento del pene sobre su penecito, alzaba y bajaba la cadera, “¡mira cómo juegan!” cerraba los ojos sintiendo complacencia en el deslizamiento de penes, Luis notaba que al pequeño Ricardo Heriberto le gustaba ese “juego” pues alzaba las caderas en señal de que siga ante su gusto de sentir la unión de las pelvis, Luis recordaba que seguramente esto hacía el niño con su tío Dagoberto en aquel cuarto cuando estaban a solas los dos sonreían mutuamente en tono de confianza, el adulto pensaba en ir más allá, dieron vuelta por las sábanas de esa cama improvisada, el niño quedó con su espalda acostado sobre el pecho de Luis, vio que sus piernas se abrían rozando las caderas del adulto, vio su penecito erecto y en su delante aparecía el pene erecto grueso de Luis que rozaba los testículos lampiño, “¡mira cómo juegan!”, se notaba las piernas abiertas del niño y esos dos penes unidos ambos como mástiles con sus puntas de pene señalando al techo de esa casa de playa, la cabeza del pequeño se posaba sobre el pecho del adulto que miraban el techo, suspiraba, las manos de Luis se deslizaban por las piernas del pequeño, estuvieron así por unos momentos en los que esos dedos de Luis iban tocando el penecito erecto haciéndole movimiento de masturbe, se alzaban las piernitas mostrándose los dedos tiesos de los pies por efecto al sentir esos movimientos de manos, dieron vueltas en las sábanas y ahora el nene quedó encima del cuerpo de Luis e hizo que se siente sobre su pene, así, el penecito de Ricardo Heriberto se deslizaba sobre el pene de Luis, ambos sonreían, luego el pequeño se acostó sobre Luis alzando y bajando sus caderitas viéndose el penecito colgado al aire con esos testículos lampiños que se iban bajando y alzando al efecto de las caderas lo que hacía que el penecito se deslice, Luis tenía los ojos cerrados “¡que rico lo haces Ricardito!” luego siguieron dando vueltas con sus cuerpos sobre las sábanas, y ahora Ricardo Heriberto quedaba acostado con su pene sobre el culo velloso de Luis, “¡juega con mi culo Ricardito!” “¡anda!” “¡métemelo como te enseñé allá en la cancha!”, el niño movía deslizando su penecito entre la separación de los glúteos, “¡sigue así!” “¡mi amor!” “¡no te detengas!” “¡sigue!” “¡sigue!”, el niño continuaba con sus movimientos, sus manitos se apoyaban sobre los hombros de Luis para hacerlo de mejor forma, de nuevo continuaron dando vuelta sobre las sábanas de esa cama improvisada, le hacía cosquillas, “¡me gustas mucho!” “¡mucho!” “¡eres muy bonito!”, el niño sonreía, vio que en lo arrodillado que estaba Luis se ponía crema en el glande, vio además que se acercaba a él alzando las piernas muy abiertas, el glande empezó a rozar la entrada del culo humedeciendo esa parte, “¡ahora jugaremos en tu cuevita!” “¡el amiguito quiere entrar!” “¡vamos a hacer que entre!”, lentamente el glande punteaba la entrada del ano, al sentir ese movimiento de intento de penetración anal la reacción del niño era de abrir la boca y los ojos, los dedos de sus manitos y pies se estiraban, se aferraba a los brazos de su iniciador, el glande entraba otro poquito “¡ya!” “¡me duele!”, Luis continuaba, pensó que ese era momento tan deseado, sintió que era ya de hacerlo suyo por siempre, sentía que debería comerse ese virgo, al principio pensó en Dagoberto, en su reacción pero dijo a si mismo que con dinero todo se puede, así que continuó con su intención de penetrar, de sentirlo suyo, el niño bufaba, él lo agarraba sosteniéndole, “¡tranquilo mi amor!” “¡tranquilo!”, el glande entraba otro milímetro y el niño gemía “¡ya no!” “¡ya no!” “¡duele mucho!” Luis paraba en sus intenciones calmándole, le acariciaba le rostro, vio que sus ojos estaban vidriosos, sus dedos se deslizaban por el pelo lacio del pequeño, “¡tranquilo mi pequeño!” “¡bien sabes que es parte del juego!” “¡aguanta un poquito!” “¡ya terminamos!” lo agarra de la cintura acomodándole en forma encorvada, el glande rozaba la entrada del ano, el niño cerraba fuertemente los ojos frunciendo el ceño, bufaba y pujaba, “¡ah!” “¡ah!” “¡ay!” “¡ay!” el glande entraba más, otro espacio de milímetros por efecto de la crema “¡ah!” “¡ya!” “¡ya!” Luis no decía palabra, estaba concentrado en esa sensación, se acordaba así como lo había desvirgado a Nicolás Arichabala siendo éste un niño en la estancia de su abuelo a la que frecuentaba de visitas con la abuela Matilde, así esa misma sensación la estaba probando con el pequeño Ricardo Heriberto, el niño seguía gimiendo “¡duele!” “¡duele!” la cadera se movía lentamente con la acción de intentar desvirgarle, el movimiento de cadera se hacía adelante y atrás, estaba sintiendo la cogida, sintió lo humedecido del glande, le vino el gustito de eyacular pero se contuvo, deseaba algo más, deseaba sentirlo suyo, sus cuerpos empezaron a sudar, “¡aguanta mi niño!” “¡ya casi terminamos de jugar!” “¡ya casi!” la cadera se movía empujando el pene hacia adentro, los ojos cerrados de Luis y su rostro animado mostraban que estaba logrando su cometido, pero el niño estaba incómodo y no era para menos sintiendo molestia y dolor, el glande entró a su mitad, rozaba el esfínter, faltaba poco, así lo sentía Luis que seguía moviendo lentamente la cadera a ojos cerrados, “¡ah!” “¡ya no!” “¡me duele!” “¡me duele!” Luis estaba muy complacido con lo que estaba haciendo, quiso animarle, quiso calmarle, de lo único que se acordó fue del gusto por los juguetes que tenía el pequeño, “¡te voy a comprar el avioncito que tanto te gusta!” el glande entró un milímetro más “¡aquel que viste en la vitrina en esa tienda!” se vieron “¡ese mismo!” el niño fruncía el rostro sintiendo dolor intenso “¡te lo compraré!” la cadera se movía “¡aguanta mi amor!” el niño sintió más dolor de lo acostumbrado en su culito “¡piensa en que pronto tendrás el avioncito!” le agarró más sosteniéndole con fuerza inusitada, como un lobo a su presa, “¡el avioncito!” “¡el avioncito!” se detuvo un poco, y le puso una parte de la sábana en la boca asegurándose de que no grite y con su mano lo aseguraba en la boca del pequeño, “¡el avioncito!” “¡recuerda que pronto tendrás dulces con el avioncito!”, estaba inquieto, tenía muchas angustias, el culo le dolía, cada vez más, a través de la tela trataba de decir algo, pero sus palabras se ahogaban, se mostraba el intenso dolor por el que estaba pasando, el glande entraba más, los ojos se abrieron, el sudor se deslizaba por las sienes, estaba muy angustiado, las manitos apretaban los brazos del adulto, le salieron lágrimas, se escuchó un fuerte sonido, la saliva salía por debajo de la tela, las manos apretaron más, “¡calma!” “¡piensa en el avioncito!” “¡en el avioncito!”, Luis sintió que el pene entraba en es culito, de un leve movimiento de cadera lo introdujo más, el niño daba sonidos a través de la tela de la sabana en su boca, Luis lo había logrado, a sus cuarenta años había desvirgado a ese niño, el pene le latía e igual latido de molestia y dolor sentía Ricardo Heriberto, en esa habitación en aquella madrugada de ese domingo septembrino de 1963, el pene iba saliendo y el niño emitía fuertes sonidos a través de la tela, vio un hilillo de sangre salido del culito, el pequeño con su dolor estaba angustiado, muy angustiado, Luis se sentó a piernas abiertas viéndose el pene con manchas de sangre en su tronco mezcladas con la crema, la tela de la sábana se deslizó en la boca del niño que empezó a llorar desconsoladamente, se acostó junto a él acariciándole el pelo tratando de calmarle, tarando de hacerle entender que lo hecho es parte del juego, “¡ya!” “¡ya!” “¡mi pequeño!” le dio de besos en la mejilla humedecida de lágrimas, “¡ya pasó!” le acariciaba el pelo a ese niño que estaba muy tembloroso “¿qué te dije?” “¡terminó el juego!” “¡ganaste!”, “¡el avioncito!” “¡es tuyo!” “¡verás que en cuanto llegue a la ciudad lo tendrás!” “¡es tuyo!”, tembloroso el niño estaba muy pensativo, solo lloraba, Luis lo abrazó, “¡calmadito!” “¡calmadito!” “¡ya pasó!” “¡ya pasó!” el nene sentí el latir de su culito producto de haber sido sodomizado, lo cubrió con su cuerpo, percibía lo tembloroso que estaba, le besaba el pelo “¡te quiero Ricardito!” “¡te quiero!” “¡tranquilo mi pequeño!” el niño de a poco dejaba de llorar, “¡me duele!” “¡me duela!” “¡duele mucho!” Luis le pasó la sabana por el culito manchándose de sangre al limpiarle el culito, “¡ay!” “¡ay!” “¡duele!” Luis le dijo que se tranquilice para poder limpiarle, estaba muy preocupado, el hilillo de sangre se iba limpiando en cada paso de tela, parte de los testículos lampiños tenían restos de sangre salida del potito, Luis se afanaba en limpiarle tras la luz de luna que fue testigo de esa acción sexual, de a poco iba quitándose lo tembloroso de su cuerpo, estaba asustado y no era para menos luego de haber tenido ese pene dentro de su culito, estaba muy aferrado al niño, no paraba de acariciarle, de pasarle su mano por aquellas manitos suaves, esa piel tersa y hermosa, estaba muy unido con sus cuerpo acostado de perfil, ya al nene lo sentía suyo, había logrado lo que se ha propuesto, sentía aquella piel suave en su piel adulta, la nariz y boca rozaban el pelo del pequeño, “¡te quiero Ricardito!” le decía al oído “¡te quiero mucho!” “¡eres un niño muy valiente!” “¡muy valiente!” “¡me siento orgulloso de ti!” le acariciaba el pelo con sutileza, “¡este será nuestro secreto!” le seguía acariciando el pelo “¡este será nuestro secreto!” la nariz se desplazaba por la mejilla “¡no tienen que saberlo!” “¡es nuestro!” “¡no debe saberlo tu tío!” la mano pasaba por la mejilla, el nene sintió el pene adulto que rozaba el culito, “¡eres mío ahora!” “¡mío!” le rozaba la mano en el bracito “¡no debes comentar esto!” “¡es nuestro secreto!” “¡a cambio te daré muchas cosas que me pidas!” “¡te daré lo que sea!” “¡te protegeré del que quiera molestarte!” “¡me avisas nomás!” lo abrazó tiernamente, “¿cómo te encuentras ahora?” “¿ya bien?” el niño movía afirmativamente la cabeza “¡me alegro!” “¡ya verás que el dolor pronto pasará!”, “¡mi niño!” “¡te quiero mucho!” pero el dolor continuará al día siguiente en donde se lo ve muy callado y serio en la playa, pese a los mimos de los adultos, comía poco, al estar a solas lloraba mucho, el latido del culo le recordaba lo sucedido aquella madrugada, su ánimo cambió positivamente cuando tocaba de viajar en el yate de Squeo, fue en ese momento que hizo amistada con Venancio, Luis a prudente distancia veía que el estado de ánimo del niño cambiaba favorablemente, gustoso le mostraba a Luis lo que había ayudado a pescar a Venancio, Luis lo acariciaba mucho y él se dejaba tocar, la amistad y a confianza volvían a Luis, los dos estaban muy felices con los juegos en la playa, ahora Venancio se sumaba a esos juegos, Luis aprovechaba de cierto momento para abrazarle y decirle lo orgulloso que estaba de él, el niño correspondía con su sonrisa, el resto del tiempo que pasaron en la playa fue de gusto para el niño aunque en algún momento recordaba lo sucedido, durante el trayecto de regreso Luis hizo algunas paradas comprándole obsequios al niño que los recibía con alto agrado, al marcarle le pasaba la mano por el culo “¡eres muy bonito mi pequeño Ricardito!” el niño gustoso de lo que recibía ponía su carita en el pecho del adulto con amplia sonrisa, Dagoberto estaba muy feliz por el trato que recibía su sobrino, se notaba la complicidad entre ambos en los juegos, estando solo en su cama se manoseaba el pene recordando aquella madrugada en que le desvirgó a Ricardo Heriberto, Luis había logrado su propósito, le había hecho suyo, recordaba también aquella vez en que lo desfloró a Leandro, suspiraba satisfecho, estaba ansioso de poder tener el disfrute de ese culito de Ricardo Heriberto, ya pensaba en otro viaje a la paya para seguir disfrutando de ese delicioso culito voluminoso, a cierta distancia de allí Ricardo Heriberto el nieto de aquel militar asesinado estaba pensativo, se estaba manoseando el culo, mientras pensaba su dedo rozaba la entrada del ano, cerraba los ojos pensando en aquella madrugada, suspiraba prolongadamente, se sentó en el borde de la cama, se vio los pies descalzos, se puso en pie y se vio que la trusa que llevaba puesta caía en el piso cubriendo los pies que los alzó para apartar esa prenda de vestir, caminó hacia el baño se sentó a pujar para sacar el excremento, recordaba aquella vez que defecó luego de ser sodomizado, Luis estuvo a su lado para ayudarle, lo hizo con ternura, se mostraba el rastro sanguinolento de su entrega, ahora defecaba con normalidad pero le quedó ese instinto de sentir, pujaba hasta dejar todo en el inodoro, se miraba los pies que se movían al viento, su piel rojiza estaba producto de tanto puje, el culito le latía, se pasó papel por el culo limpiándose de forma constante, fue caminando a su cama, se acostó en posición fetal pasándose el dedo por el culo, cerraba los ojos pensando en aquel momento en que Luis le decía “¡huele tu culo!” a ojos cerrados sonreía, se metía el dedo, lo que más podía, ese roce del dedo en las paredes del culo roto le daban cierta sensación de gusto, la metamorfosis estaba en su crecimiento, descubría ese deseo de pene, recordaba en su mente las frases de Luis, “¡es nuestro secreto!”, “¡no lo comentes!” “¡ni a tu tío!” “¡no lo digas!” “¡será nuestro secreto!”, Ricardo Heriberto estaba muy quieto tendido con su cuerpo desnudo en la cama, se metía el dedo y al sacarlo del culo lo olía de nuevo, recordaba nuevamente la frase de Luis “¡prueba tu culo!” luego estiraba su pene pasando la punta de un dedo en el prepucio por donde antes había salido orina, se llevó el dedo humedecido a la nariz para olerlo prolongadamente, su carita se posaba sobre la cama, su mirada atenta estaba a ese juguete colgado en el techo que con otros juguetes le había regalado el jefe de su tío, en su mente retumbaban las palabras de Luis Izaguirre “¡te voy a comprar el avioncito que tanto te gusta!” “¡aquel que viste en la vitrina en esa tienda!” “¡ese mismo!” “¡te lo compraré!” “¡aguanta mi amor!” “¡recuerda que pronto tendrás dulces con el avioncito!” “¡piensa en que pronto tendrás el avioncito!” “¡el avioncito!” “¡el avioncito!”, “¡el avioncito!” como eco en su mente quedaría ese testimonio de haberse entregado a Luis.
FIN DEL DUCENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
Trato magistral en el hilo del internado. Gracias