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Fetichismo, Gays, Incestos en Familia

mi dócil sobrinito bebé

Caramelo se muestra muy curioso y dispuesto a probar placeres .
Esa tarde al llegar del trabajo traía unas ganas acumuladas de orinar, así que casi sin saludar me fui al baño de mi cuarto, Caramelo estaba tirado en la cama viendo sus dibujos en la tele. Entre apresurado y cuando me dispongo a descargar mis meados en el wáter, la vocecita del niño me desconcentra de mis haceres por un segundo, ¿puedo ver cómo orinas? Me dijo. En esos momentos, unos milisegundos te planteas todo un cuestionamiento si le digo que sí ¿será adecuado? Y si es no ¿Qué argumento le doy que no sea un condicionamiento de adulto a algo tan natural? …Si puedes, le terminé diciendo.

La verdad es que ya venía caliente del trabajo, tengo una pequeña pastelería y el turno de la tarde lo cubre un muchacho, José Carlos se llama, es de Nicaragua y está hace poco en Chile, si bien es menor de edad (tiene 16) le pago unas monedas para que me ayude. Es muy empeñoso y siempre dispuesto y risueño, a mí me agradó desde el primer momento que llegó. Él es más bien menudo, delgadito y pelo lacio. Desde hace unos días me empecé a fijar más en él, viste siempre unos pantalones sueltos de tela delgada que cuando camina se le marca su pene en la tela y también su culito, que si bien es pequeño se nota muy bien formadito. Yo nunca le había puesto atención a un hombre, menos a un muchacho, es decir, no me caldo de cabeza tampoco, José Carlos me gustaba y ya de solo verlo se me pone duro el pico, Y sí, iba a hacer lo posible por enamorarlo y servirme ese plato con salsa verde.

Caramelo en realidad no es mi hijo, sino mi sobrino del que mi madre se hizo cargo por una serie de entuertos y peleas entre familias. En mi casa están mis padres, ya viejos y cada cual en sus cosas, también otra hermana separada con sus hijos y finalmente yo con Caramelo que se empezó a quedar conmigo, en busca de una imagen paterna me imagino. Cada uno de nosotros vive en pequeños departamentos separados en torno a los lugares comunes de la casa como la cocina y el estar. Mi departamento tiene salida directa a un pasaje posterior, la que usaba cuando traía compañía, cosa que con Caramelo conmigo ya no hago. Yo tengo a la postre 24 años y Caramelo 5 añitos.

Esa tarde se me vino un torbellino de emociones, por un lado, mi reciente calentura por José Carlos y luego la sorpresa que me llevé con Caramelo que me quería ver echando mis meados, generando las típicas contradicciones que se generan en la cabeza y la calentura del cuerpo, que ya venía tibiecito… y como siempre gana la calentura, así que pa’ delante no más. El chico estaba como hipnotizado o poseído, él era el que tomaba la iniciativa y por supuesto que me di cuenta, pero no tenía tiempo de cuestionar al respecto, yo también estaba poseído en ese momento.

Caramelo no se conformó con verme meando, sino que tomó dirigió su tierna manita a mi pene que solo por estar orinando estaba a medio parar (3/4 más bien) y dirige el chorro caliente y amarillo hacia el wáter, con la manita que había dejado libre la pone en medio del chorro, dejando que la moje completa hasta la muñeca. No lo podía creer, era más de lo que esperaba, al terminar de mear ya se me había puesto tan duro como nunca lo había sentido. …………Caramelo lo sigue sosteniendo con una mano y la otra recién meada se la acercó a las narices para olerla, aspirando profundamente ¿te gusta bebé? Le pregunté “huele fuerte, pero rico” me dijo. Como si eso no fuera suficiente, acercó sus narices a la punta de mi pico y también lo olió, como en la más pura naturaleza se reconocen entre sí las especies animales, terminó pasando suavemente la lengua por mi glande para también sentir su sabor.

Ya me había desecho de todo atisbo de cordura, era un animal dominado por la calentura, tomé a Caramelo en brazos, él se aferró a mi cuello con sus manitas y a mi cintura con sus piernas, lo llevé a la cama, lo desvestí con cuidado y me quité yo toda mi ropa también, sin preguntarle si quería, no fue necesario, se notaba entusiasta de quedar ambos completamente desnudos, y yo gozando cada centímetro de su piel tierna, piel que llevaba algo de mi sangre. Lo besaba mientras deslizaba mis manos por ese cuerpo infantil tan entregado, como un regalo de los dioses griegos, de esos a los que les gustaban estos juegos de los mortales. Fue un abrazo muy cálido que luego llevó mi boca a su espalda, volteándolo suavemente en la cama y dejando su potito al aire. Lo besé desde la nuca hasta la rajita entre esas pelotas de carne que son sus nalguitas, en esa abertura hermosa me deslicé hasta su culito virgen, introduciendo de a poco mi lengua en ese hoyito rosado.

Caramelo respiraba muy agitado y se notaba que contraía cada cierto rato su culito emitiendo un pequeño quejido de gusto, me incorporé desde esa gloriosa carne y lo miré de frente, tenía sus ojitos brillantes y muy abiertos y respiraba por la boca, apenas pudiendo con el ritmo de su corazón. ¿Bebé, te gusta estar conmigo? ¿te gustan los besitos que te doy? Casi sin poder articular me respondió lo que yo a esas alturas sabía “Me gusta mucho Tommy, quiero estar siempre así contigo” lo bese de nuevo pero esta vez como picoteándolo, en juego que le dio cosquillas. Ahora bésame tú a mí también, le dije, poniéndome de rodillas en la cama y dejando mi pico alzado frente a su carita, con los ojos como plato, lo tomó nuevamente en sus manitas y lo dirigió a su boquita, le dio besitos suaves que fueron una maravilla, pero yo quería más. Abre la boca y chúpalo como si fuera un helado, le dije, Muy obedientemente abrió lo más que pudo sus enrojecidos labios, tragándose completamente la cabeza de mi pene, yo soy circuncidado, y fue una delicia tener mi glande completo en su paladar y sentir los chupetones rodeado de su saliva que se escurría por la comisura de sus labios. Se lo metí un poco más hasta que empezó a hacer arcadas y lagrimear, no quise asustarlo, así que no insistí de momento.

Mis bolas estaban que explotaban, por lo que le dije a mi bebé que la recibiera en su boquita, Caramelo, le dije, yo te amo mucho y se que tú también a mí, por lo que debes recibir una lechecita que sale de mi pene, especialmente para dársela a los bebes lindos como tú, es una leche de hombre, diferente a las otras, pero es más especial ¿la quieres tomar en tu boquita? Se le iluminó la carita y casi gritando dijo que sí ¡Una lechecita la mí!… ¡Sí quiero! Acercando el solo su boca a mi pico y abriéndola con emoción para recibir la descarga mía, casi no fue necesario tocarme para dejar en su garganta mis mocos calientes de leche para el bebé tragón, ya que con emoción se esmeró en tomarse toda su mamadera.

Después de la copiosa descarga, mis ganas se dirigieron a ese culito que ya había probado mi lengua, pero me contuve, por miedo a desgarrar un culito de solo cinco años. Algo se me ocurriría para empezar a dilatarlo, porque sí o sí me lo iba a comer más temprano que tarde, quizás un pequeño dildo o taponcito anal para que el mismo empiece a jugar.

Quedé tan caliente que incluso después de la corrida no se me bajaba la erección, por el momento me tuve que hacer dos pajas más, ya mi bebé se había dormido feliz por su papa de leche de hombre. Pero necesitaba un culo de reemplazo para sacarme al demonio de encima y ya conocía uno, no se si será virgen o me lo tendré que violar, es el culito del nicaragüense que trabaja conmigo, José Carlos pagará con su culo el ser tan lindo.

(por supuesto que más tarde me pregunté si mi bebé se comportaba así tan natural solo por instinto o había algo que ya sabía)

194 Lecturas/27 mayo, 2025/3 Comentarios/por Cairo
Etiquetas: anal, baño, culito, culo, hermana, hijo, madre, papa
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3 comentarios
  1. barcelona22 Dice:
    28 mayo, 2025 en 3:17 am

    gran relato como sigue por favor

    Accede para responder
  2. javixp90 Dice:
    28 mayo, 2025 en 6:25 am

    Como sigue?

    Accede para responder
  3. Do-Dohe Dice:
    28 mayo, 2025 en 7:45 am

    Excelente relato. Como sigue? necesito mas.

    Accede para responder

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