Mi error con el self-bondage
Después de mi primera experiencia fetichista estaba extasiado por nuevas experiencias, quise probar el self-bondage a pesar de que mi amigo fetichista de acababa de conocer me advirtió que no lo hiciera. Terminé pagando las consecuencias..
Esto que les contaré fue hace unos 10 años aproximadamente. La vez anterior les platiqué de mi primera experiencia fetichista, cuando conocí a mi amigo Efraín y me introdujo al mundo del Bondage. Pues de cierta forma quedé embriagado de placer. Me había encantado la experiencia que tuve con mi amigo y quería conocer más. Es por ello que estuve buscando por internet cosas que podría hacer yo estando solo, pues mi amigo no podía acceder todo el tiempo a mis fantasías.
Es por ello que me comentó una práctica llamada self-bondage, es una forma en como tú solo o sola te atas en posiciones difíciles y luchas por liberarte después de un tiempo, sin embargo me hizo una fuerte advertencia.
– Diego, Yo te sugiero que no lo hagas, todavía eres muy nuevo, y hacer esa práctica es peligroso, mejor dame tiempo y la próxima semana te aviso cuando tenga oportunidad – me dijo Efraín a través de un mensaje por el celular.
Sin embargo yo estaba extasiado, quería conocer mis propios límites e ignorando su advertencia me puse manos a la obra. En ese tiempo todavía vivía con mis padres pero mi abuela se había accidentado y mi madre la cuidaba, mi padre viajaba mucho por su trabajo, y como soy hijo único, tuve un par de días la casa para mí solo.
Busqué en internet cómo atarme y estuve viendo vídeos sobre cómo hacer nudos corredizos, sugerencias sobre cómo hacer una mejor experiencia y me puse a buscar mis materiales.
Tomé algunas de las corbatas viejas de mi padre y las dispuse como cuerdas en las esquinas de mi cama. Tomé un par de calcetas largas y tines de gimnasio de la ropa sucia, pues un tío había llevado su ropa sucia a lavar con nosotros (ese era mi tarea de cada pendiente), me gustaba el olor de los pies entonces utilicé esas cosas para emocionarme aún más.
Pasé toda la tarde pensando qué hacer, pues aunque estaba caliente por la experiencia, tampoco era tan estúpido como para amarrarme yo solo sin forma de soltarme, entonces dispuse un nudo corredizo en una de las corbatas de las manos, para cuando me sientera satisfecho jalara la corbata y se soltara de su lugar.
Estuve probando diferentes formas de quedar atado, hacía mucho calor, por lo que decidí atarme desnudo. Me excitaba la idea de no ver o no poder hablar, por lo que utilice un calcetín adicional como una buena mordaza. Estuve intentando atarme a las esquinas de la cama pero no lograba afianzarme con fuerza, pues de alguna forma u otra seguía quedando un lado suelto así que, cambiando un poco los nudos, logré hacer nudos corredizos con las corbatas en las cuatro esquinas, para poder estirarme bien a las cuatro esquinas de la cama.
Finalmente llegó el momento, eran las 9 de la noche y yo tenía todo preparado. Cerré todas las puertas de casa y apagué todas las luces, dejando solo la luz de mi cuarto para poder hacer mi travesura. Puse una alarma en mi teléfono para que sonara a las 10 de la noche para saber en qué momento soltarme, y por último, puse una cámara a grabar mi pequeño experimento.
Llegó el momento, me quité la ropa quedando solo en ropa interior, pero al final también me quité mi trusa, pues traía una erección de los mil demonios por estar haciendo cosas tan inquietantes. Me metí un calcetín sucio a la boca para oler ese aroma que tanto me agradaba, el olor a pies y sudor, y justo por encima me puse un buen pedazo de cinta plateada que tenía mi padre en sus herramientas, tanta que incluso le dí varias vueltas a mi cabeza para quedar bien amordazado. Me puse una calceta en la frente para usarla como venda, pero todavía no me cubrí los ojos, pues todavía me quedaba atarme a la cama.
Metí mis tobillos en las corbatas que dispuse, quedando bien sujeto de los pies. Tomé un par de pinzas de la ropa y las puse en mis pezones, pues fue algo que hizo Efraín y me había encantado así que lo repliqué. Hice puños mis manos y las metí dentro de los tines que había tomado, todo con la intención de no poder usar mis dedos para desatarme con facilidad.
Antes de eso, verifiqué que pudiera tomar la corbata de la mano izquierda y se soltara con facilidad cuando jalara de ella, y una vez estando listo, apreté todo lo que pude la venda de mis ojos, la acomodé en su sitio, metí las manos en las corbatas y Jalé lo más fuerte que pude.
Finalmente lo había logrado, estaba desnudo, amarrado a las esquinas de la cama, vendado con una calceta sucia y amordazado con un calcetín que apestaba a pies. Evidentemente mi erección fue mortal. Me encantaba esa sensación. En estar atado me llenaba de placer, me gustaba tener esas pinzas en los pezones pues me daban cierta incomodidad y placer a la vez. Ni siquiera hice el esfuerzo por soltarme, estaba tan cómodo y relajado que no pude evitar llegar al orgasmo y eyacular después de unos minutos.
Mi cuerpo se tensó y mi espalda se arqueó. Las corbatas mantuvieron mis pies y manos fijos, por lo que no pude moverlos en absoluto, por suerte estaba bien amordazado pues solo pude soltar un gemido de placer y el calcetín absorbía mi saliva, dejando un olor penetrante. Finalmente, llegué al clímax y solté todo el semen que pude, salió disparado hacia arriba y me cayó en el pecho y el abdomen. Sentí cómo el semen caía caliente sobre mí y poco a poco recorría mi cuerpo hacia los lados. He de admitir que eso no me gustó mucho, pues la sensación era parecida a cuando te cortan el cabello y te cae agua por el cuello.
Finalmente estaba satisfecho, había resultado ser una experiencia deliciosa, y definitivamente lo haría de nuevo después de descansar, pero el karma me había planeado algo diferente.
Cuando intenté tomar la corbata de mi mano izquierda para soltarme me dí cuenta que realmente era difícil, pues tener la mano cubierta con un tin era ideal para quedar inmóvil. Intenté tomar la corbata pero sentí cómo se me fue del puño y escuché como cayó a un lado de la cama, dejando mi mano sujeta al tubo metálico de la base. En ese momento pensé, no hay problema, de mi mano derecha me puedo soltar, pues la corbata no se cerraba bien, pero no había tomado en cuenta que, con la fuerza provocada por mi orgasmo había tensado los nudos de las corbatas.
En resumen, quedé completamente atrapado, atado de pies y manos, vendado, amordazado, desnudo y sin ninguna forma de desatarme.
Traté de mantener la Calma, pues esto se me había salido de las manos, estaba muy bien amarrado, de eso me había encargado yo mismo, estoy desnudo y acostado en mi cama. No tenía frío, había ido al baño antes de mi travesura y estaba extrañamente cómodo. Podía tomarme mi tiempo para pensar en qué podía hacer.
Las corbatas eran muy resistentes, definitivamente no se romperían, les hice nudos corredizos, entonces entre más fuerza yo hiciera, los nidos más se apretaría, y por último, no podía quedarme así. Mi madre llegaría al día siguiente y al verme de esa forma capaz de daría un infarto del susto.
Estuve forcejeando durante un rato sin tener éxito, intenté deslizar mis manos o mis pies por los nudos corredizos, pero no tuve suerte pues al apretarse estaban bien afianzados a mis muñecas y tobillos. No podía usar los dedos, pues los tines me impedían abrir mis manos, intenté gritar sin éxito, pues aunque no me oía por culpa de la mordaza, si alguien me llegaba a oír no podrían entrar a casa. La erección en mi pene nuevamente volvió pues encontraba esa forma de estar atrapado algo excitante, pero al mismo tiempo, se sentía muy desesperante.
Repentinamente, sonó el teléfono indicando el fin de la hora de prueba, pero por obvias razones no pude apagar la alarma, así que tuve cerca de diez minutos sonando la alarma a todo volumen, sin poderme mover ni apagar el teléfono. Fue en ese momento que pensé que quizás debí acercar unas tijeras o… Solo quizás…. Hacerle caso a Efraín sobre no hacer eso.
Ahora yo estaba pagando las consecuencias. Seguí luchando contra mis ataduras sin éxito, me retorcía como pez fuera del agua o como mono cilindrero pero no lograba soltarme. Comencé a sentir seca la boca, no sé si era por el calcetín sucio de dentro o por la desesperación de sentirme atrapado, pero solo pensar en quitarme la mordaza era imposible, la cinta estaba muy bien pegada, tanto que incluso dolía un poco.
De esa forma paso el tiempo, luché por liberarme pero todos mis esfuerzos fueron en vano. Maldije mi propia estupidez y mi buena habilidad para atarme. No pude hacer nada más que pensar. Quizás Efraín me había advertido de eso porque a él ya le habría pasado algo parecido. Es un pervertido de primera, así que seguro que ya le había ocurrido, pero si él había logrado soltarse, entonces yo también debería poder.
Junte todas las fuerzas que pude y, como acto desesperado hice mucha fuerza para tratar de romper o soltar las corbatas. Eran de telas suaves y lisas, por lo que sí aplicaba suficiente fuerza debería poder liberarme. Ese fue el último error que cometí, pues lo único que hice fue apretar muchísimo los amarres, pues los nudos corredizos hicieron su trabajo y me dejaron sin más sujeto, ahora estaba completamente inmóvil, cansado y con manos y pies lastimados. El dolor fue agotador, el sudor incontrolable y la erección no bajaba a pesar de venirme una vez. Esa maldita erección volvió con fuerza, el dolor de mis pies y manos me hizo sentir agobiado y el olor del calcetín sucio en mi boca se intensificó. Repentinamente tuve otro orgasmo incontrolable, estaba sufriendo y disfrutando mucho a la vez, y eso me provocó eyacular de nuevo y, nuevamente salió el chorro de semen hacía arriba esta vez, llenando mi ombligo y salpicando incluso hasta mi cuello.
La sensación era terrible, me sentía bastante mal, resbaloso e incómodo, pero a la vez excitante y muy extasiado.
Después de eso, fue perdiendo fuerzas poco a poco, quizás al venirme dos veces me hizo agotarme y, al no poder moverme, entré en relajación y quedé dormido. No supe cuánto tiempo pasó, tenía los ojos vendados y mi vista era pura oscuridad, lo único que sentí fue el cuarto bajando de temperatura y mi cuerpo comenzó a doler.
Cuando reaccioné, finalmente desperté pero de inmediato sentí un dolor increíble en mis hombros, piernas, muñecas y tobillos. También me dolía la quijada, el cuello e incluso la espalda. Era una horrible sensación que quería que terminara lo antes posible.
Alcancé a escuchar pájaros a lo lejos, es decir, que ya era de día y como mínimo eran las 7 de la mañana.
Tomando fuerzas de algún lugar desconocido por mí intenté soltarme nuevamente, está vez poniendo todas mis fuerzas. No podía dejar que alguien me encontrara así, sería mi fin, así que juntando todas las fuerzas que me quedaban hice mi último esfuerzo por soltarme, era todo o nada, si no lo lograba, me lastimaría e incluso podría poner en peligro mi vida por apretarme tanto los pies y las manos. Finalmente, escuché un fuerte desgarro y mi pie derecho se sintió más libre, parecía que la corbata de mi pie derecho había cedido y se había desgarrado un poco, permitiendo mover mi pie derecho un poco, por lo que, haciendo fuerza, logré acercar mi pie derecho a mi pie izquierdo, para meter mis dedos en el amarre de la corbata. Poco a poco fuí soltando mis pies hasta que por fin cedió, logré soltar mis pies.
Tenía un ardor horrible en mis tobillos, los sentía calientes e irritados, pero eso no me importo, sino que me contorsioné para llegar a mis manos y lograr soltarme de mis ataduras. Finalmente, después de un rato, logré soltar mi mano derecha, y lentamente, logré alcanzar mi mano izquierda para soltarme.
Me sentí tan aliviado que no pude evitar llorar de alegría, todavía tenía la venda en mis ojos y la mordaza en la boca, por lo que no se escuchó mi llanto, solo mi sollozo de dolor y alivio. Me quité la venda de los ojos y me quité la mordaza de la boca, tras lo que hice fue toser sin control y gritar de dolor.
Observé a mi alrededor y efectivamente era de día, el reloj marcaba alrededor de las 7:30 de la mañana, mis tobillos estaban bastante lastimados, tenía una quemadura o llaga de piel levantada provocada por la fricción de las corbatas y mis manos se habían quedado solo marcadas, me salvé de estar lastimado gracias a los tines que usé como guantes. Me quedé tumbado por una media hora más, el semen en mi abdomen se había secado hace mucho y parecía pegamento seco.
Después de esa experiencia, jamás me quedaron ganas de intentarlo de nuevo, y me juré a mi mismo no volver a hacer una idiotez tan grande como esa, pues en realidad estuve en peligro e incluso me pude haber muerto.
Le conté mi experiencia a Efraín y se limitó a preguntar si estaba bien, y después reírse de mí, pues tal y como sospeché a él le pasó lo mismo pero solo por un par de horas, en total mi calvario duro 9 horas, quizás un poco más.
Al final, revisé mi grabación, solo duró como 40 minutos, pues la memoria se había llenado y no había captado el momento del error. Ese vídeo lo borré por pura frustración, aunque he de admitir que hoy en día sería uno de mis vídeos favoritos.



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