Mi Esposa Rachel
En esta historia inicia una serie de relatos de nuestro extraña pero placentera fantasía.
Mi esposa y yo hemos tenido una vida llena de satisfacción en todos los aspectos, por su puesto el sexual ha sido uno de ellos. Ella es chelita tiene 38 años de edad, pero se conserva muy bien, tiene unas libritas de más, pero es pareja por todo su cuerpo, se podría decir que es gordibuena. Pero lo que todos los hombres voltean a ver es su trasero. Es redondo y chele, ella se sabe mover para resaltar ese atributo. Ella ha sido un complemento perfecto para mí, pero creo que en el fondo ella no se enamoró de mí, y nuestro matrimonio fue más que todo por conveniencia mutua. Un día viendo porno ella se interesó en el “cuckold” o “cornudo” como se le conoce por estos lados. Cada vez era más frecuente tocar ese tema, salía en conversaciones cuando estábamos en la cama después de una faena sexual. Yo nunca he sido una persona celosa, no sé qué es ese sentimiento. De tanto insistir, le dije que a mí me gustaría verla con otro, pero tenía que ser un desconocido. Desde que tenemos auto, no habíamos viajado en autobús, pero acordamos nos trasladaríamos en ese medio de transporte y como siempre pasa en ellos, alguien se le acercaría y le arrimaría su miembro. Al siguiente lunes teníamos planeado nuestro inicio de aventuras sexuales, para eso compramos dos mini cámaras, una para ella y otra para mí en donde grabaríamos nuestras aventuras. Ese dia ella, aunque no trabajaba y era ama de casa, se vistió como secretaria, con su mini falda su chaqueta, medias y tacones altos, se perfumo bien y a mí me parecía despampanante y me la hubiera cogido allí mismo, pero sentía curiosidad de ver en que terminaría aquella situación. Salimos antes de que amaneciera para encontrar algo de soledad en algún autobús, habíamos acordado que yo la seguiría de cerca para ver cómo era acosada. Antes descubrirnos al primer bus la bese con pasión y ella me murmuró al oído, gracias bebe por esta fantasía, siempre me ha excitado que los hombres me vean con deseo, pero nunca he tenido el valor de ser reciproca con sus comentarios. No te preocupes amor, disfrutaremos los dos y nos separamos a cierta distancia.
Nos subimos a un autobús con gente de pie, y desde los primeros minutos fueron dos hombres los que rozaron con sus miembros aquel trasero tan llamativo. A medida que el autobús iba quedando vacío ella busco la parte del fondo, se sentó al lado de la ventana y yo busque el asiento al otro lado de donde ella se había sentado. Un recolector de basura sabiendo que quedaban varios asientos solos, busco sentarse a la par de mi esposa, ella ya sabía sus intenciones y él no las oculto. Él puso sus manos a la altura de sus rodillas para buscar contacto con las piernas de ella. aprovechando el movimiento que hacia el automotor rozaba las blancas piernas de mi esposa. Él no podía creer que esa hermosa mujer no pusiera reparos en lo que estaba haciendo. Cuando llegamos a un sector que yo sabía que era zona de moteles de mala muerte, le hice señas para bajarnos. Ella entendió y busco la puerta de salida. Tras de ella se levantó el recolector de basura y tras ellos fui yo. Disimulamos para que no nos descubrieran que éramos esposos. El hombre al ver que ella hacia como que buscaba algún lugar, tomo valor y le pregunto si estaba perdida, ella respondió busco un motel, pero no sé si la persona que me invito vendrá, el hombre le respondió si quiere le hago compañía para que no esté solita, y si no aparece su enamorado, aquí estoy yo para lo que se le ofrezca, ella actuó muy bien, pero yo fui el que tuve que improvisar y tratar de no levantar sospechas, para eso hice como que esperaba otro autobús y comencé a revisar mi móvil. Ella le dijo parece que no vendrá, si usted quiere me puede mostrar un buen motel, se tomaron de la mano y aquel pobre diablo no creía la mujer que caminaba junto a él. Mi corazón empezó a latir fuerte al pensar que alguien usaría a mi mujer para satisfacer deseos sexuales y a pesar de que la calentura de aquel hombre no lo dejo ver que yo los seguía tuve precaución de guardar distancia. Lo único que alcance a ver de ellos fue como él tomaba la cintura de mi amada he ingresaban a ese motel. Busque un cigarrillo en mi chaqueta y lo prendí esperando en una esquina cercana, para ver cuando salieran. Para mi sorpresa me sonó mi móvil y era ella, me dijo ya terminamos entra, el acaba de salir porque va al trabajo, me apresure y efectivamente antes de llegar aquel hombre salió con una sonrisa en la cara. Llegue al mostrador y pregunte por la habitación que me dijo mi esposa. Entre y para mi sorpresa ella todavía estaba desnuda solo con los tacones puestos. Solo había usado enjuague bucal y nos besamos apasionadamente. Comenzamos a hacer el amor y ella estaba recaliente todavía. Cuando estuve a punto de penetrarla, de debajo de la almohada saco un condón usado con semen de aquel hombre que acababa de salir. Ella jugo con el se lo paso por los senos, recorrió todo su cuerpo con el y era una cantidad considerable de leche de macho. Yo me no supe que decirle, pero mi erección fue aun mayor al ver su juguete. De repente desato el nudo que le habían hecho y se lo acerco a su boca e introdujo su lengua en el condón usado. Estuve a punto de detenerla, pero ella se veía tan sensual probando el sabor del semen de un desconocido que le dejé hacer. La calentura era tan grande de los dos que me pare ella se agacho y me comenzó a mamar mi pene de forma agresiva como queriendo que terminara lo antes posible. Mi cuerpo lo conducían mis hormonas y sin pensar en las repercusiones le quite el condón y le ordene abrir la boca, ella obedeció, puso sus manos atrás de su espalda y espero a recibir ración de cremita. Cayeron varios grumos que todavía guardaban cierta temperatura, ella los relamió y los trago sin pensarlo. La levanté, la tiré a la cama y empecé a frotar aquella muestra de macho en su vagina algo peludita. Ella me tomo de mi mano y me dijo échame lubricante, ambos entendimos lo que seguía. Por lo menos la mitad del contenido fue a parar en su vientre, mientras yo introducía el semen en su tortita ella se masturbaba estimulando su clítoris. Yo no aguante más y la penetre usando la leche de otro como lubricante. La cogí como hace tiempo no cogíamos. La sensación era placentera. Al sacar mi pene de su vagina podía ver los mecos del barrendero formando una espesa mezcla de fluidos vaginales y semen. Se la saque y obligue a mi mujer a comerse esa mezcla. En ese momento explote, llenando el rostro y la boca con mi propia leche a mi amada. Ella saboreo y jugo con mi lechita caliente. La calentura era tan grande que la volví a penetrar y nos fundimos en un beso blanco. Fue delicioso esa experiencia. Salimos de aquel hotel de una manera distinta, obviamente luego nos hicimos los exámenes respectivos para disipar dudas. Pero desde ese día ambos comenzamos con esta extraño juego de placer.
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