Mi fetiche con las gordas
Desde siempre tuve un fetiche con las gordas, la fantasía de cogerme a una, y la mucama que trabaja en casa está dispuesta a cumplírmela.
La primera vez que Isabel vino a trabajar a mi casa, no pude dejar de mirarla. Era de las mujeres más gordas que había visto en mi vida, considerando que en mi círculo social y el de mi familia lo que más prevalecía eran los trastornos alimenticios, por lo tanto eran todas flacas esqueléticas. Para mi ver a una gorda era cuanto menos… fascinante.
O en realidad debe ser porque desde chico siempre tuve fetiches con ella y la fantasía de cogerme a una.
En la secundaria tenía una compañera gorda y que siempre venía a clases con la pollera del colegio dejando sus piernas gordas con celulitis a la vista, y eso me ponía la verga como un garrote.
También veía mucho porno sobre gordas y las pajas monumentales que me hacía me dejaban rendido.
Isabel llegó a casa para ayudar con la limpieza y otras cosas. Nuestra antigua mucama estaba de licencia por una caída y nos recomendó a Isabel. Una paraguaya de su confianza había dicho.
Cuando se presentó en casa tenía puesta una calza negra y una remera que se suponía ser oversize, pero a ella le quedaba pegada al cuerpo.
Realmente gorda. La celulitis cubrían su cuerpo y se podía ver en sus piernas a través de la calza. La piel colgaba de sus brazos y su panza sobresalía colgando. Sus tetas eran tan grandes y gordas que descansaban en su estómago. Tenía corpiño, pero es como si no lo tuviera porque sus pezones se marcaban. Tan gordos y notables como ella.
Su cara es redonda, su cuello oculto por la papada, nariz respingada y ojos marrones. Su pelo negro largo hasta la cola.
Y su cola. Tan ancha y grande como sus caderas. Era increíble la cantidad de pozos y celulitis que tenía, pero la manera en la que se movía con cada paso que ella daba era maravilloso de ver. No creo que fuera suficiente una sola silla para ella.
Mientras mi vieja le explicaba su trabajo yo solo podía admirarla, y de alguna manera tratar de esconder lo dura que tenía la verga.
Ella también me miraba. Tal vez porque yo era muy obvio, pero no me importaba.
Y así fue durante todo su primer mes de trabajo. Cada vez que venía con calzas, más me costaba esconder lo caliente que me ponía y mi pija parada. Muchas veces tenía que meterme a mi pieza, admirarla mientras limpiaba por las cámaras de mi celular y hacerme una paja rápida en su nombre.
Ella me decía Beni por mi nombre Benicio, o gurise como le dicen a los nenes allá en Paraguay supongo. Y también supongo que me lo dice por nuestra diferencia de edad. Ella tiene dos hijos de mi edad y yo recién tengo 19.
Y eso me calienta más… la idea de que podría ser mi mamá… gorda.
Una tarde, mientras ella limpiaba la cocina, yo estaba sentado en la mesada con la compu. Ella no podía ver lo que yo estaba viendo: videos porno de gordas en volumen bajo mientras veía a mi mucama con una calza apretadísima limpiar.
La calza se le metía en el orto inmenso que tiene. No sé si está usando tanga o qué, pero no parecía tener nada puesto. Y en mi cabeza mientras imaginaba mi cara entre ese culo gordo siendo absorbida, también veía como en el video un tipo se cogía a una gorda en cuatro y su culo rebotaba de forma hermosa.
Mi pija estaba tan dura que era imposible que pudiera pararme de acá. Tenía un short de futbol puesto y era tan obvia la carpa que si Isabel me miraba se iba a dar cuenta.
-Beni, ¿te puedo preguntar algo?
-Obvio, Isa, decime.
-¿Por qué siempre me mirás así?
-¿Así cómo?
-Como con ganas. Así como me estás mirando ahora.
Mi cara debía ser un poema porque la sentía poniéndose roja. No sabía que contestar y ella se dio cuenta por qué se rio.
-Ay Beni, ¿me vas a decir que te caliento? ¿Yo, una vieja gorda?
-Sos hermosa Isa. -es lo único que puedo decirle con la voz entrecortada.
-¿Te parece Beni?
-Sí.
-¿Aunque sea una vieja gorda?
-Eso es mejor.
-¿Cómo? ¿Te gustan las gordas, Benicio?
Tampoco sabía cómo contestar a eso. Pero por el tono en el que ella estaba hablándome, tal vez era el momento de cumplir mi fantasía.
-Sí. Me calientan.
Sus ojos se abren con sorpresa porque tal vez no esperaba esa respuesta, pero una sonrisa de puta aparece en su cara.
-¿Nunca estuviste con una no? -niego. -Se nota. Te la pasas viendo porno de gordas como yo.
-¿Cómo sabes eso?
-No sos muy discreto que digamos. El otro día pasé por tu pieza y tenías la puerta abierta y estabas viendo en la compu.
-Ah… ¿Te molesta?
-No Beni, no me molesta… a mí también me calientan los pendejitos como vos.
Si mi pija hace un rato estaba dura, ahora es un ladrillo.
-No soy tan chico.
-Tenés 19 y yo podría ser tu mamá. ¿Eso también te pone el choto como un garrote?
-Si Isa, no sabes como la tengo ahora.
-A verla.
Era mi momento, no hay vuelta atrás.
Parándome con dificultad de la silla de la mesada, me pongo delante de mí mucama, dejando en evidencia la carpa en mi short. Miro su reacción a mi bulto: sus ojos están fijos ahí, se lame los labios y sonríe. Yo sin perder el tiempo, me la saco.
Tengo una buena pija para mi orgullo, mejor que muchos de mis amigos. No es tan larga, pero si lo suficientemente gruesa y ancha para que chicas con las que he cogido se quejen. Es blanca, con la cabeza ancha y rosa y los huevos me cuelgan pesados llenos de leche.
Demasiados llenos de leche diría yo considerando que está mañana me hice una paja también en nombre de mi mucama gorda.
-Uff Beni, tenés el choto mejor que lo que pensaba.
-¿Pensabas en mi pija?
-Si Beni. Si te dije que me gustan los pendejitos como vos. ¿Qué querés que hagamos?
-Te quiero re coger.
-¿Y si te rompo la pija con mi culo gordo?
-Eso quiero. Que nos hagamos mierda.
-Ay Beni como me calentás. Te voy a cumplir tu fantasía, pero esto no sale de acá eh. Y después borra las grabaciones de la cámara… o quédatelas para vos así te pajeas conmigo.
Cuando comenzó a sacarse la remera curtida que usaba para limpiar me estaba por dar un infarto. Su cuerpo como lo imaginaba era solo grasa. Su estómago caído estaba lleno de celulitis y estrías. El corpiño que usaba apenas podía contener sus tetas gordas, pesadas y caídas. Las estrías la decoraban de la mejor manera. Cuando se lo saco, sus pezones eran oscuros y gordos como lo imagine, como todo ella.
Le siguió la calza casi transparente que usaba. Quería que me la regalara y usarla para pajearme mientras la olía. Lo mismo con sus tangas usadas que se perdían en el culo más gordo que vi en mi vida.
Tenía la concha carnosa y depilada para mi sorpresa. Claramente tapada por su panza pero visible para mí desde acá. Su piel es blanca como la leche marcada por las estrías y algunos parches de pigmentación.
Empecé a traspirar del calor y el deseo. Necesitaba meterle la pija como necesitaba respirar. Olerla, sentirla y amasarle la piel. Que sus piernas gordas me apretaran.
-¿Te gusta Beni?
-Necesito llenarte toda de leche, Isa.
Se ríe con fuerza. -¿Tan así, pendejo?
-Si, por favor.
-Y yo quiero chuparte la pija. Vení.
Le costó demasiado arrodillarse ante mí. No se le distinguían ni las rodillas, pero cuando agarro mi pija y se la mando de una a la garganta, vi las estrellas. Por la posición en la que estaba, solo podía ver sus tetas balanceándose, sus rollos y su culo celulítico.
Chupaba como una profesional. Demostraba sus años y la diferencia con las chicas de mi edad.
Me pasaba la lengua por toda la pija, después se la mandaba hasta la garganta y la volvía a sacar para después pasarme la lengua por los huevos. Se los metía en la boca dejándolos todos babosos, y sacaba la lengua al mismo tiempo casi pasándomela por el ano.
Nadie nunca me había hecho eso y se notaba por mis ojos en blanco de placer.
-¿Te gusta Beni?
-Diosss, como me la chupas que hija de puta.
-¿Te la chupan así tus noviecitas?
-No, ninguna. Sos perfecta, Isa.
-Perfecta es esta pija que tenés Benicio, que me dan ganas de arrancártela toda a chupadas. Es tan gorda como yo.
-Te la voy a meter toda.
-¿En mi conchita gorda?
-Si, te quiero coger ya.
Tengo que ayudarla a levantarse del piso. Cada movimiento que sus royos y todo su cuerpo se balancea. Estoy maravillado.
La gorda de mi mucama se acerca a mí y me agarra la cara comiéndome la boca. No lo esperaba, pero la beso con ganas porque sabe deliciosa. Somos todo lengua, dientes chocándose y saliva cayendo. Mis manos recorren su cuerpo y juegan con sus tetas. Agarrarlas y luego soltarlas para que reboten hace que se filtre un poco de leche de mi poronga.
Les chupo las tetas y juego con ellas. Isa gime y me tira del pelo con fuerza.
-Dale pendejo, chupame la concha.
Meterme entre sus piernas es como bucear en el mar. Sus muslos gordos se abren y me dan la bienvenida cuando con mi ayuda se acuesta en el piso de la cocina. Cualquiera podría vernos ahora si entra y eso nos calienta más.
Su concha es gorda, carnosa y oscura. La acaricio con toda mi mano porque eso es todo lo que ocupa. Le pego con la palma abierta varias veces y ella grita y se acaricia las tetas gordas.
Tengo que abrirla con las manos para poder descubrir su clítoris que debe ser lo único chiquito que tiene en el cuerpo.
La chupo como ella me chupó a mí, la lleno de saliva, le meto los dedos en su hoyito y mordisqueo de vez en cuando su clítoris duro.
-Ay Beni que rico me chupas la concha.
-¿Te gusta?
-Me encanta pendejo. Chupame el orto dale. Meteme la lengüita en el ojete, quiero sentirla toda.
Con fuerza se agarra los muslos y se abre más, subiéndolos hasta su pecho dejando más a la vista su hoyito todo abierto y su ano negro que también parece estar abierto y usado. Nunca le hice el orto a nadie, y pensar en que se lo voy a hacer a esta gorda me enloquece.
-Te quiero coger por el ojete Isa.
-¿Querés meterme tu pija en mi culo de gorda?
-Si Dios.
-Bueno pero primero dame lengüita.
Tener que abrir sus carnes como capas era lo lindo. Nunca pensé que una mujer podía tener estrías hasta en la raya del culo y ella las tenía. Repito, estoy maravillado.
Me zambullí en su culo como en el mar. Me la comí como si fuera mi último plato. No me importaba si estaba limpia o no o a que olía, el sabor me encantaba. Mi lengua recorría torda su raya y jugaba con su hoyito sucio, la escupía. Como ella me lo pidió le metí la lengua lo más que pude y la recorrí por dentro. Sus gritos me demostraban que le gustaba lo que estaba haciéndole.
-Ay Beni, Dios, como me comes mi ojete todo sucio. Sos hermoso wachito.
-Me vas a dejar meterte la pija por este hoyito, gorda puta. Se ve que lo tenés todo usado.
-Sí, sí. Méteme toda tu puja. Haceme el orto, rómpemelo con esa pija gorda que tenés. Me estás volviendo loca Beni, que rico como me pasas la lengüita por todo el ano. ¿No te importa que lo tenga sucio? Sos un cerdo como yo.
No tenía forro y no me importaba. De una me arrodille enfrente de sus muslos gordos abiertos y le mande la pija con todo en el orto.
Su grito no sé si es por placer o dolor, pero mi pija se enterró más en ella.
-¡Ay Beni, despacito!
-No puedo Isa, me encantas. Necesito romperte el orto.
-Dale pendejo, hacelo entonces. Rompeme el orto con esa pija hermosa que tenés.
Mi verga salía y entraba de su ojete sin ningún problema. La gorda estaba tan abierta y lubricada que era todo placer para ella.
Escuchar sus gemidos, sus gritos, como me insultaba y decía guarangadas, a la vez que veía su cuerpo gordo retorciéndose me estaba acercando al orgasmo.
Mis manos no podían agarrar una sola parte de ella por completo. Parecía una cerda ahí abierta de piernas con todas esa celulitis y sus rollos de grasa sobresaliendo.
Para lo que otros podía ser un asco para mí era mi mayor fantasía siendo cumplida.
-Que gorda cerda de mierda que sos. Como me pajee pensando en este momento, te dedique tantas pajas Isa. Sos mi fantasía.
-Lo se Beni, sé que te gusta mirarme y que te encanta lo gorda que soy, por eso me ponía mis calzas claritas para que vieras mi culo gordo rebotar y te imaginaras rebotando en tu pija.
-Entonces ponete en 4. Quiero hacerte el orto de esa forma y ver como rebota.
Con mi ayuda puede ponerse en 4. Su cuerpo tiembla y en mi mente me rio. Si mis amigos vieran que me estoy cogiendo a una vieja gorda que encima es mi mucama se me cagan de risa en la cara.
Pero a mi verga le encanta. Sigue durísima y vuelve a esconderse hasta el fondo en el ano de Isa.
Te das cuenta de que su culo usado tiene toda la practica cuando mi pija sale totalmente limpia.
Su orto rebota contra mí. La penetro con fuerza sin importarme sus quejidos, me la cojo con bronca y deseo.
-Te voy a llenar de leche gorda puta.
-Si pendejo, llename todo el hoyito de leche. Yo sé que te vuelve loco estar cogiéndote a una vieja gorda que podría ser tu mamá ¿no? Pendejo sucio. A ver cómo me llenas la colita de leche.
-¿Qué colita gorda de mierda? Mira el orto que tenés. Sos tan gorda que no te lo puedo ni agarrar.
-Ufff si mi amor, me encanta que me hables así me vas a hacer acabar toda.
-Acaba mientras te relleno de leche dale.
-¡Aaaaah si, Beni!
Mi pija expulsó tanta leche en su ojete que rebalsa hasta el piso. Casi poética la imagen de la gorda cerda en 4 y mi leche saliendo de su culo.
No nos dijimos nada mientras nos recomponíamos. Ella se fue a seguir limpiando y yo me encerré en mi habitación. Al otro día no volvió y el que sigue tampoco. Había renunciado y eso me dejo un poco mal. Tal vez fue la culpa o la vergüenza, lo que si se es que me guarde las grabaciones de la cámara y todas las noches me hago una paja en nombre de Isabel, mi ex mucama gorda favorita… o la única.
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