Mi hermana y sus pantimedias
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi hermana Liz es dos años y medio menor que yo.
Nunca había sentido ningún tipo de atracción sexual hasta que yo cumplí 15 años.
Ese día mi madre nos llevó a celebrar a un restaurante bastante elegante y todos nos vestimos para la ocasión.
Mi hermana se puso un vestido gris corto con estampado de flores, zapatillas negras, una gargantilla negra y lo mejor de todo, por primera vez se puso pantimedias naturales extrafinas.
En algunas ocasiones se había puesto pantimedias de niña, pero era la primera vez que usaba pantimedias de mujer.
Desde ese día no pude sacármela de la cabeza.
Afortunadamente crecimos en la dorada época de los 90´s.
En ese tiempo se puso de moda que la chicas se pusieran faldas cortas de paletones y pantimedias.
Mi hermana no fue la excepción.
Comenzó a usarlas cuando tenía 13 años mas o menos.
Lo que les voy a narrar ocurrió cuando ella ya tenía 15 años.
Hijos de padres divorciados, teníamos que pasar las fiestas de fin de año con mi padre.
Eran 2 meses completos con él.
Por sus ocupaciones nos dejaba todo el día en la casa con los empleados y lo veíamos hasta la noche.
Mi hermana a diario usaba sus hermosos atuendos con falda y pantimedias negras o blancas, y yo babeaba por ella.
Si en esa época yo hubiese sido la mitad de lo atrevido que soy ahora, quizá este relato estaría en la sección de relatos incestuosos jeje.
Pero no me atrevía ni a tocarla.
al principio.
Cada vez que mi hermana se vestía con jeans yo la ignoraba todo el día.
Casi ni le hablaba.
Pero cuando se ponía pantimedias pasaba el día entero a su lado jugando con ella y haciéndola sentir bien.
Como les digo, las primeras veces solo me dedicaba a observarla y tratar de ver bajo su falda.
Logré ver muchas veces ese rico puente de sus pantimedias cubriendo sus calzoncitos de adolescente.
Pero yo necesitaba más.
Pasaba el día entero rozando sin querer sus piernas enfundadas y pensando maneras de poder tocarla un poco más.
Ahora me doy cuenta que hubiese bastado con decirle que quería acariciarle las piernas.
Una de esas veces, ella vestía con una falda corta y pantimedias blancas y estábamos jugando en una de las salas de la casa.
Ambos estábamos sentados en un sillón y yo le hacía cosquillas aprovechando para rozar sus pantimedias cada vez que podía.
Además cuando se retorcía de risa me dejaba dar pequeñas miradas a su entrepierna enfundada de blanco.
Poco a poco me fui poniendo mal.
Mi calentura subía cada vez que acariciaba el blanco nylon, hasta que no soporté más.
En un momento mi hermana se paró de donde estaba sentada y sin pensarlo dos veces le metí la mano abajo de la falda y con toda la intención del mundo pasé la palma de la mano en su rica entrepierna enfundada.
Tuve una erección inmediata.
Ella solo se volteó medio asustada y con una risa disimulada solo alcanzó a decirme: ´No toques´.
Y ahí quedó el incidente.
Pasamos el resto del día como si nada hubiese pasado.
Un par de días después volvió a usar un atuendo parecido y de nuevo estaba yo como perro en brama atrás de ella.
Esta vez quería ser más discreto en lo que hacía.
De nuevo me la pasé rozandola todo el día sin que ella se diera cuenta.
Para la tarde ya estaba mas que caliente.
Nos sentamos en la cama de nuestra habitación (en casa de mi papá dormíamos en la misma habitación, en camas contiguas) a ver televisión, pero yo no podía apartar la vista de las ricas piernas enfundadas de mi hermana.
De nuevo estaba usando pantimedias blancas y ese color me vuelve loco.
Mientras veíamos la tele se me iluminó la cabeza.
Le dije que jugáramos piedra, papel o tijeras y que el perdedor debía hacer una penitencia.
Comencé ganando y la ponía a hacer tonterías.
Decir trabalenguas, reírse como loca etc.
Ella comenzó a ponerme las mismas penitencias cada vez que ganaba.
Me di cuenta de esto y supe que podía usarlo para mi beneficio.
Una de esas veces que gané le puse como penitencia que debía besarme los pies.
Lo hico entre risas y juró vengarse.
Volvimos a tirar piedra, papel o tijeras y yo esperé a que ella pusiera la figura y lentamente yo puse la que perdía.
He hizo justo lo que yo esperaba.
Me dijo que como penitencia debía besarle los pies.
Mi corazón latió a mil por hora.
Tomé sus deliciosos pies juveniles enfundados en esas ricas pantimedias blancas y mientras me las ingeniaba para acariciarlos le daba muchos besos hasta cubrirlos completamente.
Por supuesto tuve una tremenda erección en ese momento.
No pasé mucho tiempo haciéndolo porque no quería ser muy obvio, así que me detuve y continuamos con el juego.
De nuevo gané y sabiendo que ella iba a copiar mi penitencia le dije: Como me hiciste besarte los pies, ahora de castigo me tienes que lamer los míos.
Ambos reímos a carcajadas pero no le quedó otra que hacerlo.
Entre risas y gestos de desagrado lo hizo.
Continuamos con el juego y de nuevo me retrasé en mostrar mi figura lo que me dio tiempo para perder de nuevo.
Como me lo esperaba, me puso como penitencia lamerle los pies.
Mi corazón latía como locomotora.
Al fin iba a cumplir una de mis fantasías con mi hermana.
Por mucho tiempo había soñado con lamer esos deliciosos pies enfundados y esta vez ella misma me los estaba entregando.
Tomé sus pies entre mis manos y comencé a lamer cada centímetro de ellos.
Inicié con el talón.
Saqué completamente la lengua para hacerlo y continué mi recorrido por su rico arco enfundado en blanco.
Llegué hasta sus deditos y fue ahí donde me di un festín.
Comencé a lamer cada uno de sus deditos.
Uno a uno me los fui metiendo a la boca mientras mi pene parecía que iba a romper el pantalón.
Pasé mi lengua por sobre cada una de sus uñas cubiertas del fino nylon.
Cuando me sentí satisfecho con ese pie comencé la operación con el siguiente.
Ella solo me veía en silencio y con una risa burlona en la cara.
De igual manera lamí cada milímetro de esos deliciosos pies hasta dejarlos completamente húmedos por mi saliva.
Fue una de las mejores experiencias de mi vida.
Dejamos de jugar casi inmediatamente y me fui al baño a masturbarme frenéticamente.
Pasé el resto de las vacaciones entre tocadas, roces y pequeñas vistas de entrepierna enfundada pero nada como ese día.
Más adelante tuve otras experiencias con mi hermana usando pantimedias, las cuales relataré más adelante.
Espero lo hayan disfrutado tanto como yo jejeje.
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