Mi inicio en el zoo. Pt 3
Mi historia de como mi perro copito me hizo suya….
Conforme el tiempo pasaba sentía como mi cuerpo sufría cambios debido a la pubertad, mi libio era bastante alto. Solía exitarme incluso en las clases, por lo cual al llegar a mi casa iba al baño para masturbarme.
Había empezado a descubrir un nuevo mundo de placer que no conocía. Mi familia es muy conservadora, hablar de estos temas con ellos era difícil así que preferí buscar en internet.
Comencé a ver porno casi todos los días, fue así como empece a ver videos en dónde chicas se dejaban follar por sus perros.
Hasta entonces yo solo había dejado que copito me lamiera y siendo honesta en ese momento no me gustaba la idea de tener mi primera vez con un perro. Descarté la idea de inmediato y continúe con nuestra rutina.
Subía con copito casi todos los días, había veces en los que nos íbamos al fondo del patio en dónde una zona del suelo es más baja que la otra y podía esconderme con facilidad.
Aquel día estaba de nuevo acostaba boca arriba con copito devorando mi vagina como solo el sabía hacerlo, me sentía tan caliente que levanté mi camisa para empezar a juguetear con mis tetas.
Tenía que morderme el labio para evitar que mis gemidos se escucharán.
Estaba tan caliente que creo que copito se vio afectado por esto también pues se subió encima de mi, quedamos en misionero, fue en esa posición que empezó a menear sus caderas buscando mi agujero para penetrarme.
Podía sentir la punta de su pene presionar contra mi clítoris, eso me calentó bastante, pero aún tenía mis dudas y miedo así que lo aparte y lo regañe.
—¡Malo copito!.
Aunque no me gustará admitirlo, eso despertó algo en mí.
Al día siguiente tuve una conversación con mi abuela. Ambas estábamos en la cocina y de forma sutil yo saqué el tema.
—Abue, ¿Qué crees que paso en la escuela?.
—¿Qué?.
—¡Una chica tuvo relaciones con su novio, en los baños!.
—Que descarada, antes eso no se hacía con nadie más que con su marido.
—¡Dijo que no le dolió!.
—¡Eso es mentira! Perder la virginidad duele, duele mucho.
—¿En serio?.
—Si, aparte de que sangras bastante.
Aquella conversación solo hizo crecer mi miedo aún más, no quería que me doliera.
Debido a varias situaciones mis encuentros con copito se fueron prolongando hasta que deje de ir con el.
En mi mente había sembrado el miedo de que perder la virginidad iba a doler, así que no quería alentar a copito a algo así.
Mis ideas cambiaron cuando cumplí 15, fue cuando tuve mi primer novio. Fue un chico que conocí gracias a que salió de mi chambelán, venía varias veces por semana a platicar conmigo.
Solíamos hablar afuera de mi casa, estaba bastante oscuro pues por la zona no hay lámparas y nos habían robado el foco que había afuera.
Nuestra primera semana de novios transcurrió normal, pero después de eso empecé a notar que el me tocaba «accidentalmente».
—¡Ay perdón!— me decía.
Yo sabía que era intencional, pero por alguna razón me gustaba lo que me hacía.
Una noche mientras estábamos platicando el me tenía abrazada, en eso sentí sus manos deslizarse bajo mi blusa.
—¿Qué haces?.
—Shh, solo quiero ver que tan grandes están.
Mi rostro ardió en vergüenza, pero no me aparte. Sentí sus manos sobre uno de mis pechos, su tacto fue cálido y me dió un cosquilleo entre las piernas.
El sostén que traía estaba bastante viejo y se desprendió con facilidad, mi novio usó esto como excusa para meter sus dos manos y tocar mis pechos descaradamente. Yo me moría de vergüenza pues estábamos en la calle, si no fuera por su cuerpo que cubría al mío me hubieran visto.
—Son lindos.
Deslizó sus manos por todo mi cuerpo, pero finalmente volvió a abrochar mi sostén.
Después de ese encuentro empezó a tocarme más, solía meter sus manos debajo de mi blusa y tocar mis pechos o incluso llegaba a tocar mi trasero descaradamente. Yo no me quedé atrás, pues también solía darle nalgadas, pero un día accidentalmente toque su entrepierna, intenté disimular mi vergüenza y aparte la mano.
—¡Mira que cielo tan bonito!.
El me abrazó por atrás, pego su cuerpo contra el mío y en ese momento sentí su dura erección contra mi trasero.
—Si, es bastante bonito.
Me recargue más sobre el, presione esa dura erección contra mi trasero. En ese momento recordé a copito y aquella vez que su duro pene presionó contra mi clítoris.
Esa noche me fui con Miles de pensamientos a la cama. Tuve dulces fantasias, pero me asusté cuando copito aparecía en esas fantasías.
Cuando mi novio terminó conmigo las cosas se complicaron pues mi libio se sentía por las nubes.
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