Mi jugosa niña
No hay exageraciones en mis relatos. .
Hola a todos mis atentos lectores.
Esta primer historia data de hace aproximadamente 3 años.
Puedo describir a mí niña, todavía con su cuerpo blanco y puro, sin vellos, sin olores, sin marcas… Rondando los 4 años, no pregunten con precisión, soy muy despistado.
Aquel ángel disfrutaba de mi compañía, y yo de la suya. Nuestros juegos siempre eran los más divertidos, ella maquillaba mi rostro y yo le hacía revisiones médicas… Tocando su cuello, su panza, sus entre piernas y luego la ponía de espaldas. Siempre aprovechaba a sentarla de espaldas a mi, con sus braguitas rozando mi pene, me movía hacia adelante y sacaba mi placer de allí, le decía que había un terremoto en la consulta, inocentemente ella se reía, y muy conscientemente yo, disfrutaba.
Mi pene se ponía erecto de lujuria y deseos oscuros claro, yo sabía que estaba mal aquello que hacía, pero es que no podía evitarlo. No al verla allí, tan confiada y vulnerable para mí.
A fin de cuentas, yo era su primo favorito.
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En el auto.
– Belly: Mamá, quiero ir con el primo Patrick por favor!
– Tía Cass: No lo sé linda, él debe de manejar y estar atento, no puede ir jugando contigo.
– Patrick: Tranquila tía, le diré a mi madre si pudiera hacerme el favor…
– Belly: Siiii, gracias tío eres el mejor!
(Dijo abrazándome por delante y rodeándome con sus diminutas piernas) Claramente aproveché para agarrarle su cintura como si fuera una niña de mi edad.
Una vez montados en el carro, ella se negó a ir atrás, así que fue sentada arriba mío durante los 15 minutos que teníamos desde su casa hacia la tienda.
Todo iba bien, hasta que comenzó a moverse para jugar con la parte plástica del auto, e iba y venía el mi pantalón, el calor se hizo intenso, le agarre por la cadera y la estabilice… Me darían ganas de follarla ahí mismo, y necesitaba tiempo todavía para preparar esa carne.
En la tienda mi madre compraba sin apuros y a Belly le dieron ganas de orinar, así que le pidió a mi madre si podía llevarle al servicio. Ella me miró encomendandome la situación a mí, le dije que las señoras me podrían mirar mal y me dijo que la llevase al de discapacitados. Así que allí se me ocurrió la maravillosa idea que daría comienzo a nuestra aventura.
– Patrick, ¿Podrías ayudarme? Es que está muy alto y no puedo sentarme.
– Claro, hay una forma de que no toques el borde del inodoro, ya que está sucio y contaminado. Pero no debes decirle esto a nadie, se puede ver mal.
– No, yo no voy a decirle a nadie ¿Cómo es?
Le quité sus shorts, bajé sus bragas desde el medio, tocando su pequeña vagina pura… Sintió cosquillas y se alejó un poco, solo un poco. Le dije – Date la vuelta Bell – obedeció, me quite mi pantalón y quedé en boxers, mi paquete se notaba.
La agarré por sus piernas, su espalda tocó mi pelvis y su trasero rozaba mi bulto.
Temblando le dije, algo así hacen los hombres, y ella comenzó a orinar mientras se reía por la pose «rara» comencé a moverla para que «salga todo» solo se reía inocentemente.
Pero su trasero estaba golpeando mi pene y rozándolo, me comencé a mojar y respiré agitadamente unos segundos hasta que me di cuenta de que el tiempo se nos había acabado, le ofrecí limpiarla, aceptó y cogí un pedazo de papel (Dos capas finas de papel) y con ellas toqué su rosado clítoris, se movió por la acción y dijo «Uy», me di cuenta que respondía al estímulo y me reí.
La bajé y le dije que yo también debía de orinar, y con total naturalidad me saqué la verga del boxer, lo saqué todo para que viera y asimilara lo que en algún momento se iba a comer. Ella miró atentamente mientras se ponía sus shorts, y luego como si no fuera depravado de mi parte, me subí mis prendas y salimos…
Comenten si les gustó esta introducción a lo próximo que se viene!
Super. Sigue
Qué rico!! 😍
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